Capítulo 21

1722 Words
Orión A medida que avanzábamos en nuestra misión de visitar a los búnkeres y unificar las manadas, el paisaje que nos rodeaba se tornaba cada vez más desolador. La devastación causada por la guerra se hacía más evidente con cada paso que nos acercábamos a las Tierras Sagradas. La tierra estaba marcada por cicatrices profundas, los árboles quemados y retorcidos, y el aire cargado con el olor de la destrucción. Cada nuevo búnker que visitábamos traía consigo una realidad más dura que la anterior. Las filas de lobos que una vez habían sido robustas y llenas de vida ahora se habían reducido drásticamente. En los territorios de Declan, Zane, Kael y Einar, aunque las secuelas de la guerra eran evidentes, no había llegado a los niveles extremos de destrucción que encontramos más adelante. Al entrar en los territorios de Braxton y Havoc, el panorama era desalentador. Las tierras una vez vibrantes ahora estaban desiertas, con aldeas enteras reducidas a escombros y cenizas. A pesar de esto, la determinación en los ojos de los lobos supervivientes era palpable. Ninguno había dejado de luchar; su espíritu indomable era una fuente de inspiración y un recordatorio de lo que estábamos luchando para proteger. Mientras nos dirigíamos hacia el territorio de Adrián, una explosión repentina capturó nuestra atención. El sonido retumbó a través del aire, sacudiendo el suelo bajo nuestros pies. Levanté la vista justo a tiempo para ver una columna de humo y fuego elevándose en la distancia. —¿Qué fue eso? —preguntó uno de mis compañeros, su voz tensa con preocupación. —No lo sé, pero debemos averiguarlo, —respondí, instando a mi grupo a acelerar el paso. Nos movimos rápidamente hacia la fuente de la explosión, nuestros corazones latiendo con una mezcla de ansiedad y determinación. Cada paso nos llevaba más cerca del caos, y pude sentir cómo la tensión crecía entre nosotros. No sabíamos lo que encontraríamos, pero estábamos listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presentara. La escena que nos encontramos al llegar fue desgarradora. Un búnker había sido atacado, sus defensas destruidas. Lobos y humanos heridos estaban dispersos por el área, sus gritos de dolor y confusión llenando el aire. —¡Rápido, necesitamos ayudarlos! —grité, dirigiéndome hacia los heridos. Mi equipo y yo nos apresuramos a prestar asistencia, tratando de salvar a tantos como pudiéramos. En ese momento, la cruda realidad de la guerra nos golpeó con toda su fuerza. Esta no era solo una lucha por el territorio o el poder; era una lucha por la supervivencia, una lucha por proteger a aquellos que no podían defenderse por sí mismos. Y mientras ayudaba a los heridos, una determinación feroz se apoderó de mí. No íbamos a rendirnos, no importaba lo difícil que se volviera la batalla. Por cada vida que se perdía, lucharíamos el doble para proteger a los demás. Era una promesa silenciosa que hice a mí mismo, una promesa que llevaría conmigo a través de cada batalla, de cada desafío que enfrentaríamos en adelante. Adrián apareció en escena poco después, llegando con un grupo de sus hombres desde el búnker principal de su territorio. Él, un líder fuerte y respetado, se derrumbó ante una chica gravemente herida. Su grito de dolor y desesperación se mezcló con el crepitar del fuego, creando un coro sombrío que resonaba en el bosque. La imagen de él sosteniendo a su compañera, su llanto lleno de desesperanza, era una imagen que quedaría grabada en mi memoria. —No, mi compañera no, —sollozaba Adrián, su voz quebrada por el dolor. La joven en sus brazos aún respiraba, pero apenas, su aliento era un hilo frágil que se aferraba a la vida. Heider, con una determinación que siempre la había caracterizado, se abrió paso entre la multitud y corrió hacia Adrián. Trató de apartarlo, pero en su dolor y confusión, Adrián reaccionó violentamente, intentando golpearla en un intento desesperado de mantener el control de la situación. Jake, rápido y firme, intervino, sujetando a Adrián para evitar que lastimara o a sí mismo. Heider, sin perder un momento, sacó una hoja empapada en un líquido azul y la colocó cuidadosamente sobre las heridas de la joven. Comenzó a recitar palabras en una lengua que no reconocí, su voz clara y segura a pesar de la tensión del momento. Luego, colocó sus manos sobre la joven, una en el rostro y otra en el corazón. Una luz verde tenue empezó a brillar bajo sus manos, iluminando la escena con un resplandor sobrenatural. Todos observamos en silencio, casi sin atrevernos a respirar, mientras Heider trabajaba para salvar la vida de la compañera de Adrián. La luz verde se intensificó, bañando a la joven en una calidez que parecía provenir de otro mundo. A medida que la luz crecía, la respiración de la joven se hizo más fuerte, más regular. Los sollozos de Adrián se transformaron en suspiros de asombro y esperanza. Después de unos momentos que parecieron una eternidad, Heider retiró sus manos. La joven abrió los ojos lentamente, su mirada confundida pero viva. Un susurro de alivio y gratitud recorrió la multitud. —¿Qué hiciste? —preguntó Adrián, su voz temblorosa por la emoción. —Sentí el vínculo romperse... Heider, visiblemente agotada por el esfuerzo que acababa de realizar, respondió con voz débil. —Yo... Solo la ayudé... A volver… —sus palabras eran un susurro. La habilidad de Heider para manipular la vida y la muerte era algo que iba más allá de nuestra comprensión y una muestra de su creciente poder como bruja. Antes de que pudiera caer, Jake, siempre atento y protector, la sujetó con cuidado. La vi perder la conciencia en sus brazos, su cuerpo cediendo al agotamiento tras el inmenso despliegue de poder. —Heider, —grité, corriendo hacia ella, preocupado por su estado. Pero Jake me tranquilizó rápidamente. —La tengo, Alfa. Le lleva un poco volver, pero está bien, —me aseguró, sosteniendo a Heider con gentileza. —¿Qué dices? —Pregunté confundido. —Ella ha estado haciendo este tipo de cosas antes... Los trae de la muerte —respondió él bajando la cabeza. —¿Qué ha traído de la muerte? —pregunté, tratando de asimilar la información. —Hasta ahora habían sido animales, ella está explorando su habilidad, piensa que tal vez... —Jake se detuvo, como si dudara en continuar. —¿Tal vez qué? —insistí, necesitando escuchar la totalidad de sus palabras, aunque algo en mí temía la respuesta. —Tal vez si encontramos el cuerpo de Luna Oct... —comenzó Jake, pero no pudo terminar la frase. Me levanté bruscamente, interrumpiendo sus palabras. La idea de que Octavia pudiera ser devuelta a la vida era algo que nunca había considerado. Aunque la idea de tenerla de vuelta era algo que deseaba con cada fibra de mi ser, la realidad de lo que eso implicaba era aterradora. Ella llevaba más de un mes y medio muerta, y el proceso para traerla de vuelta, si es que era posible, podría ser peligroso, quizás incluso fatal para Heider. —Jake, eso... eso no es posible, ¿verdad? —pregunté, mi voz temblorosa. —¿Cuál es el costo de traer a alguien de la muerte? Jake miró hacia el suelo, claramente luchando con sus propias emociones. —No lo sé, Alfa. Heider nunca ha intentado algo tan... extremo. Y no sabemos cuál podría ser el precio a pagar. El peso de esa posibilidad me aplastaba. La idea de recuperar a Octavia era algo por lo que habría dado cualquier cosa, pero no a costa de la vida de otra persona, especialmente no de alguien tan joven como Heider. La aparición repentina de Octavia me dejó momentáneamente paralizado. Su imagen era tan vívida, tan real, que por un instante olvidé que solo era una visión. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y firmeza, y sus palabras, aunque susurradas, resonaron en mi mente con una claridad asombrosa. —Ni se te ocurra, —dijo, su voz un susurro firme que atravesó el aire entre nosotros. Sus ojos se encontraron con los míos, y en ellos vi una advertencia, un llamado a la razón. Antes de que pudiera decir o hacer algo, su imagen se desvaneció, dejándome solo con la noche y mis pensamientos. La experiencia me sacudió, enviando un escalofrío a través de mi ser. ¿Había sido solo mi imaginación, mi deseo de verla y hablar con ella de nuevo, o había algo más en esa aparición? —No podemos hacer eso, Jake. No podemos arriesgar la vida de Heider, y tampoco podemos jugar con algo tan sagrado como la vida y la muerte. Jake asintió, entendiendo mi decisión, aunque la tristeza en sus ojos era un reflejo de la mía. El aire estaba impregnado con el olor acre del humo y la destrucción mientras me movía entre los escombros del búnker devastado. —Llévala al búnker principal, —dije a Jake, mi voz firme a pesar del caos que me rodeaba. Él asintió, sosteniendo cuidadosamente a Heider, que aún estaba inconsciente por el esfuerzo que había realizado. La preocupación en su rostro era un reflejo del temor que sentía por ella, y su cuidado al moverla era evidente en cada gesto. Mientras Jake se alejaba con Heider, continué mi búsqueda entre los restos del búnker. La escena era desoladora: estructuras derrumbadas, escombros esparcidos por todas partes, y el aire lleno del sonido de lamentos y llamadas de auxilio. Cada grito de ayuda, cada sollozo de dolor, me impulsaba a seguir adelante, a buscar a todos los que pudieran haber sobrevivido. El humo picaba mis ojos y la garganta, y la ceniza se pegaba a mi piel y mi ropa, pero seguí adelante, moviéndome con determinación. Encontré a varios sobrevivientes atrapados bajo los escombros, algunos gravemente heridos. Trabajé con rapidez y cuidado para liberarlos, llamando a otros para que ayudaran a llevarlos a un lugar seguro. Cada vida que salvábamos era una pequeña victoria en medio de la tragedia. A pesar del cansancio y la desesperación, la resiliencia y el coraje de los sobrevivientes me llenaban de una renovada determinación. Mirando a mi alrededor, vi a mis compañeros trabajando incansablemente, cada uno contribuyendo a los esfuerzos de rescate, continué mi búsqueda, decidido a no dejar a nadie atrás.
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