Capítulo 15

1712 Words
Octavia Aiden se había desvanecido hace dos comidas. La soledad y el silencio habían vuelto a envolver mi celda, dejándome sumida en mis pensamientos. Estaba recostada en mi "cama", tratando de encontrar algún tipo de comodidad en el frío y duro suelo de piedra, cuando de repente la puerta se abrió de golpe. Lucien estaba parado en el umbral, su imponente figura recortada contra la luz que se filtraba desde el pasillo. Al verlo, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, y me puse en alerta inmediatamente. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, brillaban con una luz de esperanza que me desconcertó. ¿Qué estaba haciendo aquí? —Octavia, —susurró, y juro que en su voz se escuchó un matiz del Lucien que yo recordaba, el que en algún momento había mostrado un destello de humanidad. Era como si, por un breve instante, el hombre que había conocido antes de que su naturaleza vampírica se impusiera estuviera de vuelta. Me levanté lentamente, manteniendo la distancia entre nosotros. —¿Qué quieres, Lucien? —pregunté, mi voz mostrando mi desconfianza, aunque en el fondo de mi corazón, una pequeña parte de mí se preguntaba si realmente había algo más en él, algo que no fuera solo oscuridad y crueldad. Colocó unas mantas en el suelo con cuidado, una suavidad en sus movimientos que me pareció extraña viniendo de él. Luego, puso un plato con comida sobre ellas, a una distancia prudente de donde yo estaba. La comida olía deliciosamente y era una mejora significativa en comparación con lo que me habían dado antes. —¿Qué es todo esto, Lucien? —pregunté, sin poder ocultar mi sorpresa. Cada uno de sus gestos parecía ir en contra de la imagen del vampiro despiadado que tenía de él. —Es lo menos que puedo hacer, cielo —respondió, evitando mi mirada. Sus palabras me dejaron perpleja. La idea de que Lucien pudiera sentir algún tipo de remordimiento o compasión parecía imposible. Pero allí estaba él, mostrando actos de cuidado que contradecían todo lo que él representaba. Tomé una de las mantas, sintiendo su suavidad entre mis dedos. Era un pequeño lujo en un lugar tan sombrío y desolado. La comida, por su parte, parecía nutritiva y bien preparada, un cambio bienvenido del régimen insípido y escaso al que había sido sometida hasta entonces. —Gracias, —murmuré, aunque todavía desconfiada de sus motivos. No sabía qué estaba intentando Lucien con estos gestos inesperados de bondad. Lucien asintió en silencio y salió de la celda, dejándome sola. Mientras estaba envuelta en las mantas, una duda persistente comenzó a tomar forma en mi mente. ¿Podría ser que el Lucien que había conocido antes de que la Diosa Luna interviniera estuviera volviendo? Recordaba los momentos en que había vislumbrado algo más en él, un atisbo de humanidad que parecía luchar por emerger a pesar de su naturaleza vampírica. Comencé a contemplar la idea de que el Lucien que estaba viendo ahora era un reflejo de esa lucha interna. Tal vez, en algún lugar profundo, luchaba contra la oscuridad que lo había consumido, tratando de encontrar un camino de regreso a algo que se pareciera a la humanidad. Sin embargo, la cautela aún me retenía. Sabía que no podía dejarme llevar por una falsa esperanza o una ilusión de cambio. Lucien era, después de todo, un vampiro poderoso y peligroso, y no podía olvidar las atrocidades que había cometido, ni el dolor y el sufrimiento que me había causado. Con estos pensamientos en mente, decidí observar y esperar, por ahora, me concentraría en sobrevivir y entender la situación, manteniendo mis sentidos alerta a cualquier señal que me pudiera indicar quién era realmente Lucien. La aparición repentina de Aiden me sobresaltó. Su presencia había sido inconsistente desde que se desvaneció, y su regreso repentino me tomó por sorpresa. —Él te está usando, —dijo con una franqueza que no esperaba. —Pero es algo bueno, él nos sacará de aquí. Miré a Aiden, evaluando sus palabras. La idea de que Lucien estuviera usando sus actos de bondad como una forma de manipulación no era difícil de creer. Pero la sugerencia de que esto podía ser algo bueno, una oportunidad, era algo que no había considerado. —¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? —pregunté, intentando entender su lógica. —¿Y por qué crees que nos sacará de aquí? Aiden se sentó, cruzando las piernas con una seriedad que parecía extraña en alguien de su aparente edad. —Lucien te quiere, eso es obvio. Y aunque sus motivos pueden no ser puros, podemos usar eso a nuestro favor. Si él cree que te está ganando, bajará la guardia. Eso nos dará la oportunidad que necesitamos para escapar. Sus palabras tenían sentido, pero la idea de jugar un juego tan peligroso con Lucien me hacía sentir incómoda. —¿Y si me equivoco? ¿Y si solo termino cayendo en otra de sus trampas? —La posibilidad de ser engañada nuevamente por Lucien, de ser utilizada y luego descartada, era un riesgo real. Aiden me miró directamente, sus ojos azules brillando con una intensidad inusual. —No tienes muchas opciones, Octavia. Es arriesgado, sí, pero si queremos salir de aquí, tenemos que tomar algunos riesgos. Y no te preocupes, estaré aquí para ayudarte. No permitiré que te haga daño. Su confianza era reconfortante, pero, aun así, la idea de jugar con fuego, de utilizar los sentimientos de Lucien, aunque fueran falsos, para mi ventaja, era algo que tendría que considerar cuidadosamente. Sin embargo, Aiden tenía razón en una cosa: mis opciones eran limitadas, y cualquier oportunidad de escapar de las mazmorras y de la influencia de la Diosa Luna era una oportunidad que tenía que explorar. —Así que, ¿qué sugieres que haga? —pregunté finalmente, resignada a la idea de que jugar el juego de Lucien podría ser mi única salida. Aiden sonrió, una sonrisa que parecía demasiado astuta para un niño. —Juega su juego, pero a tu manera. Hazle creer que está ganando tu confianza, tu afecto. Y cuando menos lo espere, cuando esté más vulnerable, escaparemos. —Está bien, —dije lentamente, asumiendo la gravedad de la decisión que estaba tomando. —Lo haré, deberíamos prepararnos para salir. Aiden respondió con una arrogancia que parecía desentonar con su apariencia infantil. —Siempre estoy preparado, —afirmó, con una confianza que rozaba la presunción. No pude resistirme a burlarme un poco, aprovechando la situación para pinchar su ego divino. —No siempre... Por algo estás encerrado en ese cuerpo, —dije con una sonrisa socarrona. Era extraño y, de alguna manera, reconfortante poder interactuar de esta forma con un ser que afirmaba ser un dios. Aiden me lanzó una mirada que mezclaba sorpresa y diversión. —Tienes razón, Octavia, —admitió, y por un momento, la expresión arrogante dio paso a una más humilde y reflexiva. —Pero juntos, podemos superar esto. Y una vez que recupere mi verdadera forma, podré ayudarte aún más. Asentí, sintiendo una extraña mezcla de nerviosismo y determinación. —Entonces, ¿cuál es el primer paso? ¿Cómo empezamos a prepararnos para esto? Aiden se levantó, su estatura pequeña pero su presencia imponente. —Primero, debes ganarte la confianza de Lucien. Hazle creer que te está afectando, que te está cambiando. Luego, cuando menos lo espere, haremos nuestro movimiento. Su plan sonaba simple, pero sabía que la ejecución sería cualquier cosa menos eso. Lucien era astuto y despiadado, y no sería fácil engañarlo. Sin embargo, con Aiden a mi lado, sentía que al menos tenía una oportunidad. —Está bien, —dije, tomando una respiración profunda para calmar mis nervios. —Comencemos a planear. No podemos darnos el lujo de cometer errores. Aiden asintió, y juntos empezamos a trazar nuestro camino hacia la libertad. Sabía que lo que se avecinaba sería un desafío, pero también sabía que no podía quedarme en las mazmorras para siempre. Era hora de tomar el control de mi destino y luchar por mi libertad. —Lo primero y principal, no dejes que te saque de las mazmorras, no puedo moverme fuera de estas paredes, —dijo, y pude sentir la seriedad de su advertencia. Me quedé pensativa por un momento. —¿Y cómo haré para sacarte de aquí? —pregunté, confundida por la logística del plan. La idea de dejar a Aiden atrás no era una opción. —¿No puedes salir cuando los guardias entran a dejarnos la comida? Aiden sacudió la cabeza, su expresión era una mezcla de frustración y sarcasmo. —Ojalá fuera así de simple, —se burló. —Hay unas cadenas en la puerta, nunca se mueven y me mantienen aquí. —Entonces, ¿qué podemos hacer? —pregunté, sintiendo que la situación era más complicada de lo que había pensado inicialmente. —¿Hay alguna manera de romper esas cadenas o de neutralizar su poder? —Los guardias tienen una llave especial, de seguro Lucien también tiene una, —dijo, reflexionando sobre cómo podríamos usar eso a nuestro favor. Esa información me hizo pensar en una nueva estrategia. —Si conseguimos esa llave, podemos usarla para liberarte, —reflexioné, considerando las implicaciones de tener en nuestras manos un objeto con tal poder. Aiden asintió. —Es un riesgo, pero podría funcionar. Tendrás que ser extremadamente cuidadosa. Lucien sospechará si pides salir a caminar o algo similar, obtener su llave no será fácil. —Lo sé, —admití, sabiendo que lo que Aiden decía era verdad. —Pero tengo que intentarlo. Cualquier oportunidad que tengamos de liberarnos y de salir de aquí vale la pena el riesgo. Pensé en Lucien y en cómo podría acercarme a él para obtener la llave. Necesitaría ganarme su confianza, tal vez incluso simular un interés o una dependencia que le hiciera bajar la guardia. Sería un juego peligroso de engaño y manipulación, pero estaba decidida a hacer lo que fuera necesario. —Haré lo que pueda para conseguir esa llave, —dije con determinación. —Mientras tanto, mantente alerta a cualquier cambio o información que puedas obtener aquí en las mazmorras. Aiden asintió, su expresión seria. —Estaré observando y escuchando. Cualquier cosa que pueda aprender aquí podría ser útil.
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