Capítulo 10

1716 Words
Heider Ese día, me encontraba en la sala de comunicación cuando Lucas logró establecer el primer contacto con otro de los Alfas. La tensión que había impregnado el aire durante días se disipó por un momento, reemplazada por un rayo de felicidad y alivio palpable. Era como si una carga colectiva se hubiera levantado de los hombros de todos en la sala. —Beta Lucas soy Alfa Zane, —resonó una voz fuerte y clara a través del altavoz. La voz de Alfa Zane, llena de autoridad y experiencia, captó inmediatamente nuestra atención. —Alfa Zane, ¿cómo están las cosas por ahí? —preguntó Lucas, su voz reflejando la preocupación que todos sentíamos. La respuesta de Zane no tardó en llegar, aunque no era lo que queríamos oír. —Hemos perdido a varios, tenemos tres búnkeres con nuestra gente, hemos podido hablar con otros Alfas y la situación es similar. —Su tono era sombrío, y cada palabra parecía pesar en la sala. —Mierda... —murmuró Lucas, un eco de lo que todos sentíamos en ese momento. La gravedad de la situación era clara, y el peso de las palabras de Zane nos golpeó con fuerza. Luego, Zane añadió algo más, una declaración que subrayaba la urgencia y la importancia de nuestra unidad. —Necesitamos a Orión, él tiene que estar presente para que todos suban la moral, —comentó. La mención de Orión no fue una sorpresa; su liderazgo y su fuerza eran reconocidos por todos. En momentos como este, su presencia era más crucial que nunca. La comunicación con Zane no solo había traído noticias preocupantes, sino también una llamada a la acción. Era evidente que Orión, y todos nosotros, teníamos un papel importante que desempeñar en los tiempos difíciles que se avecinaban. —Iré a buscarlo para que hable con ustedes —dijo Lucas mientras se levantaba y salía de la sala para buscar a Orión. —Hola Alfa Zane, soy Heider, —dije, tomando el relevo en la comunicación. Recordaba a Zane de algunas reuniones previas; su presencia era siempre imponente y llena de autoridad. La respuesta de Zane fue inmediata, pero su tono llevaba una preocupación que se podía sentir incluso a través de la distancia. —Hola Heider, dime una cosa... ¿Orión está bien? —Su pregunta reflejaba la inquietud que todos compartíamos por Orión. Respiré hondo antes de responder, eligiendo mis palabras con cuidado. —Él está mejor, sí. Aún le duele, unos días son mejores que otros, pero él está superándolo, por decirlo de alguna manera. —Mi voz era sincera, aunque algo incierta. La verdad era que, aunque Orión se mostraba fuerte ante la manada, las secuelas emocionales de haber perdido a Octavia eran evidentes y profundas. No conocía todos los detalles sobre los vínculos de pareja entre lobos, pero la angustia y el dolor de Orión no necesitaban explicación. Verlo luchar día a día, intentando mantenerse fuerte y liderar a pesar de su propio sufrimiento, era algo que me tocaba profundamente. Era una muestra de su fuerza, pero también de la vulnerabilidad que llevaba dentro. —Entiendo, —respondió Zane, su voz mostrando un rastro de alivio mezclado con preocupación. —Gracias, Heider. Esperaremos a que Orión esté listo. Cerré la comunicación temporalmente, quedándome solo en la sala con mis pensamientos. La preocupación en el rostro de Lucas era evidente cuando regresó a la sala de comunicaciones. Su mirada se deslizó rápidamente hacia los botones y la pantalla, una señal de que algo no iba bien. —¿La comunicación está abierta? —preguntó, su voz reflejando la inquietud que sentía. —No, la he cerrado para esperar a que venga Alfa. ¿Qué ocurre, Beta? —Mi voz reveló mi propia ansiedad, impulsada por la tensión que irradiaba Lucas. Lucas suspiró, su expresión era la de alguien que llevaba un peso demasiado pesado. —Orión ha estado bebiendo de nuevo... Solo espero... —Su voz se quebró, dejando la frase sin terminar. Sus palabras me hicieron recordar un episodio oscuro en el pasado de Orión. Tras la pérdida de Octavia, había pasado una semana completa encerrado en su habitación, y todos pensábamos que estaba simplemente bebiendo para ahogar sus penas. Pero la realidad era mucho más grave. Una noche, el padre de Orión se había puesto en contacto conmigo, revelando la verdadera magnitud de lo que estaba sucediendo. Orión había ingerido una cantidad peligrosa de acónito, una sustancia altamente tóxica. Tuve que trabajar intensamente en una poción para revertir los efectos y mitigar los daños que había sufrido, y no había sido un incidente aislado. Recordando esos momentos, una ola de preocupación me invadió. Si Orión había recaído en ese comportamiento autodestructivo, las consecuencias podrían ser devastadoras, no solo para él, sino para toda la manada. —Tenemos que asegurarnos de que esté bien, —dije, sintiendo la urgencia de actuar. —Voy a verlo. —Sin esperar una respuesta, salí rápidamente de la sala de comunicaciones, dirigiéndome hacia la habitación de Orión. Cuando entré en su habitación, Orión estaba saliendo del baño, secándose el cabello con una toalla. Por suerte, ya llevaba unos pantalones puestos. Me miró sorprendido. —Heider, ¿qué haces aquí? —preguntó, su voz mostrando una mezcla de confusión y sorpresa. —Lucas me ha dicho que has estado bebiendo... —comencé, con un tono cuidadoso pero firme. —¿Es un pecado? He pasado una noche infernal... —replicó rápidamente, tratando de mantener la compostura y evitando maldecir o enojarse conmigo. Decidí ir directo al punto. —¿Ha sido solo alcohol? —pregunté en un susurro, mi voz cargada de preocupación. —¿Disculpa? —Su mirada estaba confundida, casi incrédula. —Vamos, Alfa, sabes muy bien lo que intentaste hacer hace más de un mes. Si no me hubieran informado, tú estarías... —No pude terminar la frase, la idea de perder a Orión de esa manera era demasiado dolorosa. —¿De qué hablas? —preguntó, aunque su confusión comenzaba a mezclarse con la realización. —Del maldito acónito que ingeriste más de una vez por el amor de... —Me detuve, dudando si era apropiado referirme a la Diosa en ese momento. —Heider, yo... —Orión buscaba las palabras, pero la vergüenza en su rostro era evidente y no podía ocultarla. —No comprendo los vínculos de compañeros, pero sé lo que es perder a alguien que amas. Eso no es excusa para abandonar a los demás... —Dejé escapar parte del enojo que sentía por esa idea, mi voz cargada de frustración. —Lo siento, y sí, solo fue alcohol. No volveré a intentar nada contra mi propia seguridad... —dijo finalmente, mientras se ponía una camiseta. Le miré fijamente. —Lo haces todo el maldito tiempo, Alfa. ¿Crees que no me doy cuenta? Cada vez que Jake me cuenta sobre las misiones, tú eres el que más arriesga su vida. No sé qué tenemos que hacer para mantenerte de este lado de la línea. —Mis palabras eran fuertes y claras, un intento desesperado de hacerle entender la gravedad de sus acciones. La respuesta de Orión fue escueta y cargada de una tristeza implícita. —Cuando encuentres a tu compañero lo entenderás, —dijo, antes de alejarse. Había un tono de resignación en su voz, como si aceptara que ciertas cosas solo podían comprenderse a través de la experiencia personal. Lo seguí de cerca, consciente de la importancia de la reunión que nos esperaba en la sala de comunicaciones. Justo antes de llegar, nos encontramos con Jake en la puerta. Le dediqué una sonrisa al pasar. Las experiencias recientes, especialmente nuestra aventura de escape y la pérdida de Robert, habían fortalecido el vínculo entre nosotros. En este momento, Jake y Orión eran todo lo que tenía, las únicas personas en las que confiaba plenamente. A pesar de ser cuatro años mayor que yo, Jake siempre me había tratado como su igual. Había un respeto mutuo entre nosotros, forjado en la adversidad y reforzado por nuestras experiencias compartidas. Al entrar en la sala de comunicaciones, me preparé para lo que estaba por venir. La reunión con los otros Alfas y la discusión sobre la situación actual eran cruciales. Necesitábamos un plan, una dirección a seguir, y estaba claro que Orión, a pesar de su lucha personal, seguía siendo el eje central de nuestras decisiones. Miré a Orión y a Jake, sintiendo una mezcla de preocupación y determinación. Juntos, enfrentaríamos los desafíos que se avecinaban, apoyándonos mutuamente y luchando por el bien de nuestra manada y de todos aquellos que dependían de nosotros. Mientras la reunión avanzaba y las discusiones sobre la situación actual se desarrollaban, sentí cómo mi corazón comenzaba a latir con más fuerza. Estaba claro que los otros Alfas estaban proponiendo un plan que implicaba un gran riesgo, especialmente para Orión. La idea central era que Orión visitara personalmente los búnkeres donde se encontraban los otros Alfas. Argumentaban que la presencia del Alfa principal era necesaria para levantar el ánimo de los lobos y animarlos a seguir luchando. Entendía la lógica detrás de su propuesta, pero también era consciente del peligro que ello representaba. El viaje sería extremadamente arriesgado. Movernos durante la noche no era una opción segura, dada la presencia de demonios y criaturas que se ocultaban de la luz del sol. Y aunque las nubes grises que habían cubierto el cielo desde la apertura de las Tierras Sagradas ofrecían cierta protección durante el día, solo nos proporcionaban unas pocas horas de luz similar a la que recordábamos antes de que todo cambiara. —¿Estás seguro de que esta es la mejor opción? —pregunté, queriendo asegurarme de que Orión y los demás habían considerado todas las posibles consecuencias. —Es un riesgo enorme. —Es peligroso, sí, —admitió. —Pero si mi presencia puede ayudar a unificar y fortalecer a nuestras manadas en estos tiempos difíciles, entonces es un riesgo que estoy dispuesto a tomar. Su determinación era admirable, pero no podía evitar sentir una profunda preocupación por su seguridad. La responsabilidad de proteger a nuestro Alfa y a nuestra manada recaía en todos nosotros, y estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurarnos de que esta misión, aunque peligrosa, tuviera éxito.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD