Octavia —Te lo he dicho varias veces, necesitas darle algo a cambio, —me sermoneaba Aiden desde un rincón oscuro de la celda. Su figura parecía mezclarse con las sombras. Lucien había aumentado sus visitas desde aquella noche en que me trajo las mantas, cada encuentro un juego de estrategia y cautela. Intenté avanzar en el plan de escape, pero cada paso era como moverse en un tablero de ajedrez contra un oponente astuto. —Aiden, no es sencillo, no puedo simplemente fingir, —le respondí, cruzando los brazos frente a mí en un gesto defensivo. Mi voz resonaba en la fría celda, llevando consigo mi frustración y mi cansancio. —Podrías si piensas que es otra persona... —murmuró él, su voz un susurro que se perdía en las sombras. —Ya claro, súper sencillo —le reclamé con un tono sarcástico,