PARTE 13

3595 Words
«advertencia» este capítulo tiene escenas tóxicas y sexuales, si eres sensible a este tipo de escenas te recomiendo no leerlas. ... ... ... Me. Dejo. Sola. En. Él. Bosque. No me lo puedo creer. Esto es un nuevo nivel de celos. «Está bien» admito que la palabra “Necesito Tiempo” no fue la mejor oración que pude haber dictado. —¡Estás distraída! —me habla Sofía. Me giró a verle el rostro cansado y apático. «No ha sido un buen día para nadie» en especial para ella. Yuré entra al iglú junto a dos chicas que lo rodean y el cuerpo de mi amiga se tensa, pasa saliva reteniendo el amargo sabor de los celos. —Di. Sí. Mu. La. —dicto cada palabra y ella se encorva recuperando su compostura. Se voltea tomándome por los hombros. —Lo. Odio. ¿Entiendes? —me burlo con su suspicacia. No lo quiere admitir, pero en el fondo está colada por Yuré y lo demuestra cada que lo ve. Mindi entra tomando puesto a nuestro lado, planta la bandeja de comida en la mesa y ambas la volteamos a mirar. —¿Qué? —nos grita. Sofía blanquea los ojos, mientras yo los enchino para cuestionarla con la mirada. —¿Se puede saber dónde está Tesa? —llega Grey. —No. La. Hemos. Visto. —dictamos en unísono, lo cual hace que Grey nos determine buscando la razón del silencio y la incomodidad entre nosotras. —¿Yuré, Daez y…? —hace una pausa pensando. —¿Imei o Liam? —Cuestiona señalando hacia Mindi. Volteamos a ver a Mindi y esta se contrae atiborrándose de pollo. —Los dos. —confirma con la boca llena. Hay momentos en los cuales olvidó que todos tenemos problemas. —¿Cómo es que todos sabían sobre tú e Imei? Me siento desplazada. —me quejo con mi hermana. —¡Te fuiste durante tres años! —excusas, escuché que Imei fue quien la persiguió. Después de encontrarnos con Marcus por primera vez, pasamos días fuera del radar, sin embargo, Mindi estaba desorientada y preocupada. Me dijo que debía regresar y no la cuestioné, pues era su decisión. Me sorprendió escuchar que Imei poco le faltó para cazarla como si fuese su presa. —¿Qué clase de relación tienen? —le pregunto. —Jodidamente tóxica. —se queja. —No creo que peor que la tuya. —me dice Grey. —Juro que vi a Daez entrar en fase. —me cuestiona y la comida se me sube a la garganta. —¡Tranquila! —Sofía me da golpecitos en la espalda mientras se burla. Terminamos la cena y recorremos los pasillos hasta mi alcoba. Grey se robó una botella de whisky «Noche de chicas» —¿Por qué le pediste tiempo? —argumenta Grey alzando la ceja en señal de confusión. —Porque necesito tiempo. —abro la puerta. —¡El maldito concejo me tiene arta! —le digo. —Te dije que era mala idea. —Sofía se bebe el primer trago. —No es bueno mentir, aún más sabiendo que Wesley tenía sentimientos por ti. —termina de rematar. —Yo te hubiera matado. —me dice Mindi. Las tres dan argumentos en los cuales yo término siendo la mala y Daez la víctima. «De víctima no tiene nada» termino aceptando la culpa, pero no puedo aceptar que me abandonara en el bosque. «Ignoraré a mi estúpida cabeza que me quiere convencer de lo terriblemente sexi que fue verlo transformarse» —¿Y, si te gusta Liam? —cuestiono a Mindi. Ella niega con la cabeza. —¡Solo fue una jodida vez! —se queja. —Y no estábamos juntos. —aclara. —Él me dejó y se fue con otra y ahora quiere regresar con su posesividad. Creo que el alcohol ya le invadió el sistema. La puerta se abre dejándonos en alerta. Yo me levanto, Grey oculta la botella y Sofía abraza a Mindi para evitar que se note su ebriedad. —¿Qué? —nos dice Rubí alternando su vista entre nosotras y el pasillo fuera de mi habitación. —¿Conoces a un tal Dalton? —me pregunta. ¿Dalton? —Alto, cabello cobrizo y una v***a tan chica como un dedo. —se burla y Grey escupe el trago que se llevó a la boca. Me trago la carcajada. —¿Te metiste a la cama del ministro? —se le borra la sonrisa al escuchar que es un alto mandatario importante de aquí. —¿Qué, en serio? Joder. Le roba la botella a Grey empinándose unos tragos grandes. —¡Estoy jodida! —dicta tirándose en la cama. —¡Y tú también! —me señala. —Me tope con Daez y estaba furioso, posiblemente mate a Romanó. —¿Qué? ¿Por qué mataría Romanó? —pregunto. Se me revuelve el estómago al escuchar que ella se fue con él y que ahora están en su habitación. No pasa nada, conozco a Liz y posiblemente es por ella. ¿Verdad? La duda me llega, junto al cúmulo de emociones negativas y la maldita palabra «Necesito tiempo» Esta vez soy yo quien roba la botella empinándome dos tragos amargos con sabor a celos. Una segunda persona abre la puerta y volvemos a ponernos en alerta máxima. Rubí rueda en la cama hasta caer del otro lado ocultándose, se asoma y un matiz de confusión le toma el rostro. —¿Qué. Haces. ¿Aquí? —el asombro la deja en shock. «¿Es Kristen?» No recuerdo que su nombre estuviera en la lista de resilientes. Nos dedica una mirada ansiosa. —¡Me Colé! —se ríe. ¿Cómo carajo entro aquí? —Me puedes ayudar con esto. —me pide. Estrellan la puerta y la alarma se entiende. —¡Es mi amiga! —le confirmo al guardia. Me dedica una mirada poco convencido. —¡Yo hablaré con Marcus! —No vuelvas a hacer eso. Pudieron matarte. —le digo a Kristen. Me costó convencer al guardia y Marcus estará furioso cuando se entere. Pongo el seguro para evitar una tercera intromisión. No contengo la carcajada al escuchar la versión de Kristen. —¿Cómo se te ocurre aparecerte delante de Daniel? —se burla Grey. —El muy imbécil le dijo a los guardias que era una intrusa y por eso me persiguieron. —aclara ella. Hablamos de todo un poco e intento obviar el pensamiento convencida de que Daez no dejo que Romanó durmiera en su habitación. Rubí dibuja a modo de burla el tamaño del m*****o del ministro y todas caemos en la burla. «No creo poder volver a ver al ministro igual» me pongo al día sobre la relación de cada una y de todas creo que la mía es la menos tóxica o eso creo. Daniel y Kristen, son esa típica pareja que se aman entre odio y orgullo. Han estado con diferentes parejas, pero de alguna manera alguno de los dos termina por sabotearlos. Por otro lado, Imei y Mindi usan la palabra “Te amo, pero me amo más a mí” se conocieron y pactaron no mezclar sentimientos, pero al final del día ambos son tóxicos. Grey y Tesa, están en esa etapa donde se aman, pero quieren su propio espacio y libertad, cosa que provoca discusiones constantes entre ellas. Yuré y Sofía, se gustaron desde que se vieron, pero después de lo de Alan, Sofía no encuentra una manera de amarlo y olvidar ese rencor. «La entiendo» pero Yuré tiene de orgulloso lo que tiene de buena persona y no rogarle a nadie es su lema. Si contamos a rubí está vive como le plazca y no le dicta cuentas a nadie. «Tal vez deberíamos aprender de ella» la botella rueda por el suelo vacía y Mindi se levanta furiosa. —¡Oye, Oye! ¿A dónde vas? —la detiene Grey. —¡Lo mataré! —dicta como loca. —Esto es malo. —se levanta Sofía. Abre la puerta saliendo como alma en diablo, me pongo las botas tan rápido como puedo. No hay nadie en los pasillos y más adelante está la algarabía de Mindi y las chicas intentando detenerla. —¡Mierda, Mierda, Mierda! —no puedo permitir que alguien la vea, aquí las reglas son importantes, estamos en preparación para una guerra y lo último que necesitamos es a una adulta irresponsable. No amarro los cordones de las botas y salgo dando sacadas. El alcohol en mis sistemas quiere tumbarme, pero me mantengo firme. Mi hermana sube por los escalones de metal hacia la segunda planta y se me estanca el aire al notar a Marcus junto a Joshua. Mierda. La sujeto antes de voltearme y ella se niega, rubí la inmoviliza y mis cordones sueltos nos asen una mala jugada, caemos rodando, los estrellones y punzadas me contraen, ye levantó tan rápido como puedo, me sangra la quijada y rubí está sujetando su rodilla con un grito ahogado, escalones arriba Grey y Sofía contienen él burla en silencio. —¡Si ya dejaron de reírse, ayuden! —les hago señas. —Perdón, perdón. Grey toma a Mindi por el brazo izquierdo y yo por derecho, mientras Sofía mira hacia los alrededores y rubí le cubre la boca para que no grite. Los pasos de Marcus se dirigen hacia nosotras y maldigo internamente. —¿Qué hacen? —una voz casi burlona se escucha y cuando giramos es Tesa junto a los hermanos Hugh. —¡Sofía! —la miramos con culpa. Ella debía vigilar. —¡Me distraje! —nos dice hincando los hombros. —¿Es una escena del crimen? —cuestiona Wesley. —¡No la veo muy muerta! —habla Liam. —¿Qué haces con ellos? —cuestiona Grey mirando a Tesa. —hay por favor, no es momento para esto. —la regaño. Las voces se intensifican y ahogó el grito cuando Mindi me muerde el brazo para que la suelte. ¿Qué demonios? Miro a rubí, se supone que ella debía cubrirle la boca, me contengo viendo que también se está quejando. «También la mordió» intenta morder a Grey y está la suelta rápidamente. —¡Hay dios, yo diría que está en proceso de exorcismo! —se burla Liam. —¿Quién está ahí? —habla alguien y rubí se tensióna. —¡Hay no joder, es el ministro! —el pánico la invade. —¡No es el ministro! —la contradice Sofía. —¡hay mierda si es él! —contradice cuando lo ve. En su infinita misericordia, Wesley deja de burlarse y abre la puerta con el juego de llaves que tiene, Rubí nos estrella a todos pasando primero. Entre empujones caemos del otro lado de la puerta y Grey se abalanza sobre Mindi que vuelve a pararse con deseos peligrosos de salir. El aroma a nicotina revolotea en el ambiente y Sofía me golpea el hombro pidiéndome que voltee. —Me cago en la puta. —se queja Grey mirando al quinteto de hombres que nos miran por encima de los hombros. «Yuré, Bran, Daniel, Robert y… Daez» si una y mil veces me cago en la puta. Su mirada me contrae, está enojado y no lo disimula. Intento bajar la mirada, pero cada célula me pide no hacerlo, los ojos celestes me observan queriendo matarme, tensióna los músculos y se levanta de su puesto. —Porque estás sin camisa. —No fue la mejor oración que dije, pero me confunde, miro a los otros cuatro y también están sin camisa. Estamos en la parte lateral del iglú. —Son los baños. —nos dice Wesley y la mirada de odio de Daez cae sobre él. Se acerca en sacadas grandes y me levanto tan rápido como puedo interponiéndome entre ellos. La puerta se abre y una agitada Kristen entra mirando a todos y todo en ella demuestra tensión cuando nota a Daniel sin camisa. Aleja la mirada y se regresa por dónde vino, pero cambia de opinión con las voces fuera de cuarto de baño. Nos mantenemos estáticos y Grey sujeta tan fuerte a Mindi que un quejido sale de ella. «Santa madre de dios» el aroma me invade y todo en esta habitación detona tensión, mis manos tocan los pectorales de Daez y su respiración hace que mis manos cosquillen. Lo miro fijamente, perdiéndome en el firmamento celeste de sus ojos. Mi piel se enciende y no sé si es por él o por el olor a tabaco que sigue afectándome. Me agito y quiero. Quiero… Las miradas de todos están dispersas y es Wesley quien me aleja un poco del tacto de Daez. —Ya se fueron, tienen que irse. —nos dice a todas las mujeres presentes. ¿Qué? ¿Qué está diciendo? No entiendo, porque me perdí en todas las sensaciones que mi cuerpo percibe. Estoy temblando y es por el éxtasis de la nicotina en el ambiente. «Puedo controlarlo» intento convencerme, pero su olor me distrae tanto que a poco y puedo ocultar las manos detrás de mis caderas para evitar lanzarme hacia él. No soy la única, pues las miradas de todas están sujetas por los demás. Detrás de las cortinas sale Imei sin nada puesto y mi hermana se levanta tan rápido como puede lanzándose hacia él. Una creería que lo va a golpear pero, no. Hace lo contrario atacando sus labios y este la estampa contra la pared llevándola hasta detrás de las cortinas. ¿Qué? ¿Demonios? Suprimo todo muy dentro de mí. Y el tacto de Wesley sobre mis hombros me hace reaccionar. —¡Tienes que irte! —me da la vuelta abriendo la puerta. «Si creo que es lo mejor o la siguiente que se lanzará a los brazos de algún presente seré yo» Yuré flexiona las rodillas intentando ayudar a Sofía y está aparta la mano con destreza y es la primera en salir. Seguida por Kristen quien sale tan rápido que ni cuenta me doy. Intento cruzar el umbral y soy retenida por Daez. —Suéltala. —dicta con la voz tan amenazante que obliga a todos a dar un paso ante el inminente caos. Miro sobre mi hombro y Wesley frunce el cejo con enojo. —Has lo que quieras. —me dice antes de irse. Liam lo sigue, mientras Grey y Tesa se largan a sus respectivas habitaciones, deseándome suerte con la reconciliación. Rubí rueda los ojos y se asoma antes de irse dejándome sola con ellos. «Mindi no cuenta» los chicos nos ignoran y el único que me dedica una mirada casi avergonzada es Robert. —¿Ahora si quieres hablar? —le reclamo. —Nunca dije que quisiera hablar. —me contesta dándome la espalda. Ahogo las ganas de someterme e impregnarme de su aroma. —De acuerdo. —me doy la espalda y salgo del cuarto de baño con las piernas temblorosas y el corazón en la garganta. Lo odio, odio y detesto, perder todo juicio cerca de él y odio aún más que él siempre sea tan apático. Regreso a mi habitación y antes de abrir la puerta me regreso con las dudas quemando mi cerebro. Subo las escaleras llegando a los dormitorios donde sé que está ubicada su habitación. Es una mala idea. Me arrepiento e intento irme, pero me quedo inmóvil cuando su sombra me cubre por completo. El escalofrío recorre mis venas mientras mi espalda se choca contra su tórax. —¿A qué debo tu visita? —pregunta. No lo quiero ver, no me giró y me mantengo callada de espaldas a él. Su mano acaricia mis mejillas y baja deslizándose por mi cuello. Se aferra a él con ímpetu antes de arquearme la cabeza hacia atrás para que lo mire. Mi cabeza descansa en su tórax y mis mejillas se calientan viendo sus ojos fijos en los míos. —No me gusta. —me gira con delicadeza pecando mi cuerpo al suyo. —No juegues con autocontrol, Wilson. —una sonrisa se escapa de sus labios mientras su pulgar acaricia mis labios. Su mirada me recorre y se detiene en mi boca mientras su pulgar se adentra tocando mi lengua. El calor me invade y siento como mi mente divaga entre lo correcto y lo deseable. Bajo la mirada tratando de encontrar una distracción… mala idea. No hay distracción, pero sí un pectoral desnudo y una pequeña toalla enrollada en su pelvis, la cual, no cubre la erección que se marca sobre ella. —Como es que andas así por los pasillos. —me quejo con la voz débil. Una sonrisilla se le escapa y da un paso pecando su pectoral en mi coronilla. Mis manos tienen mente propia y se deslizan rozando suavemente su cuerpo hasta llegar al cuello. Pasa saliva y la manzana de Adán se le contrae mirándome con los ojos oscuros. Enrollo mis manos sobre su nuca y lanzo a sus labios. Sus manos se deslizan por mis caderas hasta empuñar mis nalgas alzándome en el proceso, enrollo mis piernas en su cintura y la puerta se abre dándole paso a su habitación. Pasan segundos talvez minutos y nuestros labios se separan por un poco de aire antes de volver a unirse. Mi espalda golpea la cama y su peso cae sobre mí. La frialdad de sus labios se sienten como agujas hirviendo en mi piel. Recorre el valle de mis pechos, suelta el sostén y los pantalones de tela caen al suelo con la toalla que cubría su m*****o. Trago saliva cuando la lujuria y el deseo me invaden viendo ese grotesco y perfecto m*****o. Los pezones me cosquillean y de un solo jalón quedó sentada en su regazo. ¿Qué demonios está pasando? Por qué todo mi cuerpo tiene vida propia y me está quemando por completo. Sus labios besan mi cuello y clavícula mientras sus nudillos juegan con la tela de mis bragas. Ahogo un gemido cuando atrapa mis pechos y su lengua juega con mis pezones. Enredo mi mano en su cabello incitándolo a seguir. Siento una presión exagerada en mí entre pierna y le doy un vistazo pasando saliva. Su cabeza se recuesta en el respaldar de la cama cuando tomo su m*****o en mis manos, deslizando mis nudillos abajo y hacia arriba. —¡Joder! —regresa a mirarme con deseo y sus manos se abren paso entre mi ropa interior, la desgarra y quedó expuesta al bulto que acaricia mis partes sensibles antes de acomodarse en mi entrada. Desliza la mano por mi espada hasta llegar a mi hombro y me preparo para el jalón que me la entierra toda. Al bajar no suprimo el gemido. —Perfecta. —se ríe alzando la pelvis con otro empeñon. Me siento débil y mis articulaciones son de gelatina. Lo monto con apuro y mentiría si niego que esto no me encanta. El siguiente me toma con las defensas en cero y me tomo un segundo mordiendo mis labios. —No lo contengas, bebé. —se arquea tomando el cabello de mi nuca mientras me penetra con más fuerza. Atrapa mis labios y su lengua recorre la mía con avidez. —Me gusta escucharlos. Me toma con tanta fuerza que quiero tener un poco de autocontrol y pedirle que sea más suave, pero no quiero. Con un movimiento ágil me gira y mis rodillas tocan la cama mientras mi rostro se hunde en las sábanas. No me da tiempo de prepararme antes de seguir y seguir hasta que el primer orgasmo me deja temblando. Me gira y mi espalda toca las frías sábanas. Cubro mi rostro con las manos aún temblorosas y los labios entre abiertos tratando de pasar el torrente de sensaciones que me contraen. —¡Joder mírate! —me quita las manos del rostro. —Eres jodidamente sexy. —atrapa mis labios y entierro mis uñas en sus costados. Vuelve a adentrarse con más delicadeza y notando cada contracción nerviosa de mi rostro y cuerpo. Los pezones se rozan con su torso y suelto el gemido mientras me retuerzo debajo de él. Alza mis rodillas para poder adentrarse más en mí y un gruñido sale de su garganta cuando pierde el control corriéndose dentro. Su tibieza se derrama y nos quedamos un segundo en silencio con la agitación y la excitación en su punto clave. Vuelve y se asienta en la cama pasando el aire que suprime su tórax. Estoy sensible y quiero seguir vuelvo a montarlo y no se niega. —¿Seguimos? —le digo y él frunce el ceño. Golpeo con mis puños sus hombros. —No lo he hecho con nadie, si eso es lo que piensas. —se relaja y muestra los colmillos antes de enterrarlos en mi cuello. La sangre gotea y ahogó el gemido. Saborea sus labios con un brillo en sus ojos. —Delicioso. —atrapo su labio inferior, mordiendo con fuerza. —Sé que no has estado con nadie. —confiesa. —Solamente, no me agrada haberme perdido tres años de estos momentos. Me burlo y por primera vez después de encontrarnos, bajó la protección mental que le impide entrar en mis memorias. Alzó su vista para que me mire y noto como se contrae al ver mis recuerdos. —Si alguien sufrió, créeme que fue yo. —le digo. —También te extrañé Wilson. —me confiesa. CONTINUARÁ…
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