Tengo un nudo en el estómago y paso saliva cuando las emociones me contraen el tórax, quise olvidarlo durante los tres años que pasaron, me odiaba y lo odiaba por qué me obligaba a sentirme vulnerable sin su presencia.
Pasaron meses en los cuales me convencí de ignorar el ardor que me envolvía el pecho, no llore, tampoco me desahogue, pero si me aislé durante un periodo de dos meses en los cuales no tenía ánimos de nada, solo comía lo necesario y trabajaba lo suficiente para distraerme.
Fingía una sonrisa a cada nada para dar la impresión de estar bien, el hecho de estar sola en un lugar donde solo conocía a menos de cinco personas no ayudo en nada, mucho menos cuando los demás empezaron a dudar de mi lealtad y mis capacidades obligándome a fingir una relación con Hugh.
El recelo no había cesado y cada nada me recordaban todo el engaño de los Wilson y todo lo que conlleva ser una Freman.
Hugh se convirtió en un lugar seguro, esa persona que te da la mano y te escucha sin juzgarte, pero no teme decirte la verdad. Sofía estuvo con nosotros un tiempo y cuando se marchó dejo ese silencio que me abarco cuando me di cuenta de que todos decían lo que pensaban más, no lo que necesitaba.
Marcus me dio mi espacio y respeto mis decisiones aun cuando no les agradaba. Fue un año lleno de todo, miseria, dolores, arrepentimiento y desolación.
Y entonces… el imbécil de Morgan se le ocurrió la gran idea de atacar la cumbre donde quedamos expuestos, no pasó nada los primeros meses, los humanos creían que solo era otro rumor banal de internet, luego comenzaron los saqueos, el ruido, el miedo y la desesperación.
Los antinaturales no atacaron, más no se rieron de los sucesos. Nos mantuvimos en silencio, mientras ellos temblando y sollozando. Cómo en toda especie hay buenos y malos y ellos fueron los que terminaron de sembrar el miedo y el pánico dando pie a qué los humanos se defendieran formando La FMA.
Nos obligaron a retroceder y maniobrar planes de supervivencia cuando la tecnología se volvió el arma más poderosa. Fue otro año de mierda, pero me ayudó, ya no extrañe. «No tenía tiempo para pensar» mucho menos me lamenté, solo avancé y avancé.
Deje ir un lado de mi vida que siempre me causó penumbras y le di paso a un futuro sin reglas. Cerré las ventanas para aquellos que no me ayudaban y le abrí la puerta a aquellos que esperaron por mí, en silencio. Ahora puedo decir que fue una sabía decisión por qué aprecio a Marcus y respeto a Hugh.
Los planes nos llevaron a Inglaterra, a mí, a Liam y a Sofía. No planee todo lo que sucedió, pero sucedió y ahora hay que cargar con las consecuencias. Pude olvidar y perdonar y con todo en mi contra sané y recogí los pedazos de rompecabezas que se habían soltado. Y… aun así nunca deje de sentirme vacía por dentro y aunque lo intente con Hugh, sus brazos no me daban la calidez que mi alma ansiaba y los consejos de Marcus nunca superaron los de Piend Wilson.
Marcus fue todo lo que yo quería, paz, confianza y libertad. Me contó sobre todo y me libero de dudas y culpas. Pero Peind Wilson no solo era un abuelo para mí, fue el hombre que me crío y me dio cariño cuando todos los demás me lo negaron, Marcus intento convencerme de hablar y resolver mis problemas con Piend Wilson, pero me negué por qué no quería volver a sufrir.
El legado Freman fue otro obstáculo en mi vida, controlarlo me costó tiempo y paciencia que no tenía, según Marcus el duro más de cinco décadas en controlarlo, pues es un dote parlante que te obliga a escuchar lo que no deseas al punto de volverte loca ansiando sangre y dolor. Aprendí a controlar lo básico, pero no lo suficiente, por lo tanto, decidí no emplearlo asta poder controlarlo.
Planeó un escape de la selva mientras me pierdo en las ondas del agua cristalina. Daez yace a mi lado viéndome como si fuera un niño y la incertidumbre me gobierna.
—¿¡Sabías que aprendí ruso!? —le digo con confianza.
—¿Y por qué aprendiste ruso?—me cuestiona con extrañeza.
Me le acerco sentándome en sus piernas. —¿Qué le dijiste al niño en el parque?
*(Capítulo 22 del primer libro)
Arquea las cejas apartando la mirada como si estuviera pensando.
—Прости, паршивец, но она моя. Eso le dije.
*«Lo siento mocoso, pero ella es mía»
Él asentó ruso, se le enmarca y me es imposible no notar los hoyuelos que se tallan en sus mejillas.
Ya lo sabía, pero escucharlo de él me causa risas llenas de sentimientos. Alzó las manos detallando las facciones de su rostro, notando esa mirada cargada de posesividad y arrogancia que se vuelve nada, cuando me observa directamente a los ojos. Mis nudillos acarician sus hoyuelos y sus manos se pasean en mis caderas cuando me pega a su cuerpo cortando la distancia entre nosotros.
—Ты не представляешь, сколько песен я слышу, когда вижу тебя.
*«No te imaginas cuantas canciones escucho al verte»
Le digo cuando el celeste de su iris se encuentran con el gris de los míos. Se le nota el asombro de escuchar mis palabras en un ruso fluido y finge que no le importa, pero su forma de rozar mis labios con los suyos tomando un segundo antes de besarme me dice lo contrario.
Tesa se aclara la garganta cuando aparece junto a Grey, Romanó, Mindi y Rubí.
—Muy hermoso, pero queremos darnos un baño. —sé ríen a carcajadas y me bajo de sus piernas.
Me quedo con ellas y él se marcha, no sé a donde. Hablamos por unos segundos, pero me alejo cuando las indirectas de Rubí me provocan ganas de matarla.
La mañana llega y levantó a todos explicando cómo saldremos de esta selva, no parecen muy convencidos, pero deciden ignorar los malos comentarios de Rubí y Romanó que insisten en que diga las coordenadas.
Caminamos durante medio día cuando a lo lejos se vislumbra el edificio en ruinas, estoy cansada y estresada, tengo sed y procuro mantener la calma cuando el sol se oculta y todos me preguntan ¿Ahora qué? Espero sin decir más y cuando el reloj marca minutos para media noche me levanto de mi puesto guiándolos escalera abajo donde el sótano del edificio nos recibe.
Todo está oscuro y la madera rechina con el peso de todos, abro la puerta que está anclada al suelo de madera cayendo a unas cuevas de rocas. El recorrido es largo y sigo las instrucciones marcadas en las paredes de piedra.
Son indicaciones camufladas con señas que solo yo y Marcus conocemos. Me detengo cuando veo la señal y pido a todos que me entreguen el agua que les pedí que no se bebieran.
Derramo la primera botella en suelo y todos se enojan cuando piensan que desperdicio el agua cuando todos tienen sed, pero callan cuando las gotas no se derraman, sino que se unen formando una pared delgada de agua y es entonces cuando todos se enteran.
—¡Es una grieta natural!—habla el abuelo apresurándose a regar su botella de agua expandiendo la cortina de agua.
Las grietas son portales naturales, que se forman cuando la concentración de energía es abundante, para los humanos son lugares entrujados o enigmas como el faro de Maracaibo.
—¡Contengan la respiración! —les pido.
Cruzamos la cortina de agua que nos da la bienvenida al mar Mediterráneo, nadamos a la superficie y todos miran a su alrededor sin saber dónde están, pero se alegran viendo el velero que nos espera con Marcus regalando una sonrisa de alivio.
Junto a él está Joshua, mikahail y Wesley.
—¿Cómo supieron que estaríamos aquí? —le pregunto a Hugh quién me da la mano para subir al velero.
Me explican que supusieron lo peor cuando no me presenté en el búnker y que teniendo en cuenta que los demás búnker habían Sido fichados la FMA esta era la opción más sabía, entonces esperaron durante dos días a qué apareciéramos.
Cambiamos el velero por una aeronave y llegando al búnker nos dan comida y cambio de ropa mientras nos dan el informe de todo lo que se perdió con la traición de Vaiana. Me abstengo de preguntar por el capitán para no arruinar el ánimo de los presentes y pasado la noche nos dejan descansar.
—¿Tenemos que hablar? —me dice Marcus entrando a mi habitación.
Puede que esté cansada, pero eso no es impedimento para festejar con alegría la noticia que me da. Lo abrazo felicitándolo y me parta cuando la sonrisa también se dibuja en sus labios.
—¡Es solo un trato momentáneo!—me aclara y le golpeó el hombro con disgusto.
—¿A quién quieres engañar? —le digo y este se lanza media hora de explicación tratando de convencerme de que su matrimonio con Joshua no es más que un trato exigido por los líderes para afirmar la unión.
—¡Sí, sí! Es una mierda, pero no quita que te cases con la mujer que amas.
Se levanta cuando se cansa de escuchar mis argumentos. Se marcha dándole paso a Wesley quien entra sin pedir mi permiso y amargo el rostro cuando sé que debo hablar con él.
Abro los labios para hablar y me detiene.
Guarda silencio por segundos dónde se pasea por la alcoba buscando las palabras que estallan en sus labios.
—¡Es una mierda y lo sabes! —me dice.
Me quedo en silencio, se merece que lo escuché y me disculpé, pero con lo orgullo que es, prefiere morir antes de escuchar que perdió.
Lo tomo por las manos obligándolos a sentarse a mi lado. —Hugh, sé que no quieres escuchar una disculpa y acepto que me odies si eso te hace sentir bien, pero…
Me obliga a callar cuando, se inclina buscando mis labios y se los niego, se ríe con sarcasmo y el dolor me contrae cuando me doy por enterada que soy una mierda que solo sabe herir a los demás.
—¡Te equivocaste de elección! —me dice cuando se levanta. —¡Nunca te pedí que me eligieras por qué sabía que no me pertenecías, pero yo siempre te trate como lo que eres!
—¿Y qué soy? —me rio sin ganas. —¡Alguien que merece respeto! Con él no lo tendrás por qué siempre serás la muñeca Freman.
Paso saliva cuando sus palabras me llegan y es que nunca se lo dije ni a él ni a nadie, pero esas fueron las palabras que use para describirme cuando me enteré de todo «la maldita muñeca con la que todos jugaron»
Nota mis inseguridades y se detiene antes de irse hincándose de rodillas ante mí, sujeta mis mejillas, alzándome la mirada. —¡No importa lo que piensen de ti, eres Clare Wilson Freman y si vas a jugar demuestra que no eres la muñeca, sino la que manipula los hilos! No mentí cuando te conocí y dije que sorprendió tu destreza, por qué demostraste firmeza aun estando rodeada de estiércol.
Se adelanta a la salida y lo detengo abrazando su espalda, como dije, lo respeto, lo respeto por qué aprendí a conocerlo como lo que es y no la capa espesa que demuestra a los demás.
Me quedo en la habitación viendo el techo sopesando todas mis decisiones, las puertas del balcón se abren dándole paso al hombre que gira en el suelo poniéndome alerta. Se levanta y su aroma lo reconozco de inmediato. «Robert»
—¿Qué demonios haces? —enciendo la luz ayudándolo a levantarse.
—Vengo a escoltarte. —me dice demostrando esa sonrisa cálida que lo caracteriza, sus ojos miel me detallan de arriba a abajo. —¡vístete o ponte un abrigo al menos! Pero cubre la pijama.
Me da un vaso con café y no contengo la emoción que me da el sentir el sabor en mi paladar. «Maldición lo necesitaba»
Volteo a ver a Robert quien habla por teléfono con no sé quién y me ase señas para que me apure. Me digo más y me quito la pijama en el baño, poniéndome vaqueros y una blusa con abrigo y las botas.
Veo la moto estacionada abajo y me apresuró a tomar el contenido del vaso cuando me lanza el casco.
—¡Sube que no tenemos tiempo!
CONTINUARÁ…