Los recuerdos de la primera vez que subí a una motocicleta me llevan años atrás cuando llegue a la academia Wilson peind. Durante estos tres años aprendí incluso a manejarlas. Me coloco el casco subiendo por detrás de Robert y no tengo idea de a dónde vamos, pero, me vale poco, pues confío en él.
No lo sujeto por la espalda, sino que cruzo las manos por detrás de mi puesto, él sonríe y el arranque me acelera el ritmo cardiaco. El recorrido es largo como mínimo unos cuatro kilómetros, cruzando calles llenas de transeúntes, automóviles y casas que dan la impresión de estar una por encima de la otra y es que crecía, es una belleza.
Se detiene a comprar, no sé qué mientras yo vigilo en la plaza que es inmensa y da la sensación de estar en algún paraje del Vaticano. El mar Mediterráneo se ve a la distancia, al igual que los veleros y barcos. Crecía no es igual a otros lugares, el 60% de la población conoce nuestro secreto y guardan silencio por respeto y creencia. Crecía, Rumania y Transilvania, son los únicos sitios donde podemos ser nosotros sin ser juzgados o mal vistos.
Reviso la bolsa de compras que Robert trajo encontrando un suéter blanco y un par de bikinis blancos. Me pide que deje la moto estacionada mientras sigue comiendo un kebab y me ofrece un bubble waffle con relleno de fresas y helado de mora. Camino junto a él por las calles llenas de turistas y adquisiciones antiguas hasta llegar al puerto. El sol se está poniendo y la vista es única.
El ruido me ensordece y veo el crucero con luces neón que brilla sobre el agua cristalina. Abordamos y lo primero que veo es a todos en un debate, Tesa me aborda por detrás y Grey por delante.
—¡Prima llegaste! —está ebria y su forma de hablarme no me agrada, cruza miradas con Yuré quien me sujeta en un movimiento rápido lanzándome a la piscina. Sumerjo destilando agua, les dedicó miradas asesinas y todos se burlan. Robert me da la mano para salir de la alberca. —¡Ponte esto! —me entrega la ropa sin dejar de reírse.
Alcanzó el baño donde me cambio, por encima me coloco los shorts y la camisa blanca que me compro Robert. No encuentro a nadie afuera y decido recorrer el crucero. Hay de todo, casino, bar, discoteca, restaurante, piscina interna, área de jacuzzi y sauna. Subo a la segunda planta dónde está el lobby y en este veo a Marcus junto a los demás líderes y quiero acercarme y preguntar ¿Qué está pasando? Pero me contengo sintiendo el aroma de cierta persona que me hace subir al tercer piso donde está la piscina principal al aire libre. El sol ya se puso y las luces alumbran y destellan con el ambiente estilo discoteca, las bombas de humo y espuma se complementan con la canción de stereo love de Edward maya.
Hay gente saltando, nadando y alcoholizándose. Yuré me rodea el cuello con los brazos atropellándome para que avance a la pista, se unen los demás alzando las manos cuando el DJ habla y para mi sorpresa es Daniel trepado en la tarima.
¿En serio que es todo esto? La endorfina me pide disfrutar y contagiarme del ambiente, mientras que el cortisol remueve mis sistemas con la preocupación que emerge. Acabamos de persuadir a la muerte y todos a mi alrededor piensan que estamos de vacaciones.
La música no me deja escuchar y Grey me sujeta dándome el shot de alcohol.
—¡Disfruta y deja esa cara de culo!
Lo dudo por segundos antes de empinarme el trago que quema mis glándulas. La música sube y una espesa capa de espuma me cae encima mojando mi ropa. Me dan otro y otro nublándome la mente en segundos.
De un momento a otro estoy gritando, saltando y cantando con los demás. —¡Prueba esto! —me da Yuré.
Me lo bebo de un solo trago y siento que voy a vomitar, pero no pasa, las pupilas se dilatan y creo que estoy drogada, por qué segundos después estoy en la piscina y no sé cómo llegué ahí. Bran llega por abajo jalando mis pies y me sumerjo viendo las bolas de hidrogel que decoran el fondo de la piscina.
Ya ni siguiera recuerdo por qué estoy aquí, me empino otro trago de color verde que termina de nublarme el conocimiento, huele a alcohol y nicotina y no sé por qué, pero ahora estoy en el balcón fumando y contando anécdotas del ejército junto a… ¿Romanó y Rubí?
Están en un estado de ebriedad superior al mío, me levanto cuando un matiz de conciencia regresa a mí, Rihanna y we found love, suena haciendo que todos se levanten nuevamente. Me siento húmeda y cuando miro mi cuerpo estoy llena de pintura lumisente. La música explota e iluminan el firmamento de juegos artificiales, vislumbro en la distancia a Tesa y Grey discutiendo, Mindi está bailando con… ¿Liam Hugh? Están demasiado cerca, estoy ebria, pero juraría que se van a besar hasta qué…
La apartan de un jalón y se forma el escándalo cuando los dos hombres se van a los puños, Daniel baja de la tarima ayudando a separarlos y no sé qué demonios pasa con todos porque de un momento a otro el que está discutiendo es Daniel con otro hombre y una mujer, Yuré llega a parar el escándalo y termina golpeado por… ¿No sé quién?
El mundo me da vueltas obligándome a tomar asiento en la barra, el barman me ofrece un vaso de agua y la conciencia me golpea con jaqueca pidiéndome una sola cosa y es, «me quiero ir, me quiero ir»
Me urgen las ganas de ir al baño y maldigo a todo el que se me cruce por esconderme el baño que no encuentro.
No veo a nadie y me subo a la tarima tratando de ubicarme, pero quedo a medias cuando unas mujeres me empujan de un lado a otro y cuando afirmó la vista estoy en una tarima con un tubo y mujeres bailando ¿Qué? La calor me invade acelerando mis pulsaciones y siento que me ahogo. Empiezo a desprenderme la blusa en busca de oxígeno y en el fondo escucho los gritos de todos… ¿Qué están gritando?
¡Baila, baila, baila! ¡Que baile la princesa!
Vislumbro a Robert debajo de la tarima haciéndome señas. ¿Me está pidiendo que baile o que baje? Sé bailar pero…
De un momento a otro, todos se callan e intento hacer caso a las advertencias de Robert, me regreso por dónde llegue y termino estrellándome con el pecho del hombre que me sujeta alzándome a la fuerza, me baja de la tarima llevándome al balcón.
—¿Qué demonios crees que haces? —está enojado, alza mis brazos volviendo a ponerme la blusa y no sé a donde mirar.
Me sujeta la mirada y me pierdo en el celeste que brilla. «Maldición es Daez» no es que esté consciente, pero esos ojos son de él, exuda enojo por los poros y me levanto emprendiendo la huida que queda a media cuando todo me da vuelta. No me está siguiendo y quedó de nuevo a la deriva entre la multitud intentando buscar la salida, pero…
No sé quién se me posa por detrás sujetando mis caderas para que baile con él y me giro pidiendo que me suelte, está tan ebrio que no obedece hasta que lo empujan y el olor a sangre me impregna, me dejó caer al suelo y solo veo al hombre con el rostro lleno de sangre y el puño de Daez impactando varias veces hasta que Robert lo aparta. Siento que las paredes dan vuelta y necesito un baño urgente. Me levanto como puedo viendo a todos lados y la mano mayugada me sujeta obligándome a mirarlo.
—¡No me estreses, Clare! —me dice. Intento hablar cuando la arcada sube a mi garganta y termino saltando todo en suelo y en sus pies, quiero parar, pero no se detiene. Lo escucho suspirar profundo, intento disculparme, pero me calla.
—¡No te atrevas a …!
Lo interrumpo cuando la arcada me vuelve a tomar, siento que me voy a morir y él sujeta mi cuerpo llevándome no sé a dónde, pero ahora estoy en el retrete vomitando hasta la vida.
—¿Qué tanta mierda tomaste? Voy a matar a Robert. —me dice quitándome la ropa y la ducha impregna el baño de vapor. Me ayuda a bañarme y de alguna manera me cepilla los dientes tres veces antes de pedirme que bote el enjuague bucal.
—Quiero irme a mi alcoba. —le digo y me ignora poniéndome una de sus camisas.
—Al único lugar al que vas a ir es al infierno si me vuelves a vomitar. —me ruge enfurecido cuando me lanza a la cama donde me vale mierda dónde estoy, pero me duermo con el aroma que me envuelve.
No sé cuánto tiempo llevo dormida, pero me levanto con el ruido de la recadera, la jaqueca me obliga a quedarme en la cama, no sé dónde estoy y mi último recuerdo es de Daez… joder, lo vomité, me baño y todos los recuerdos se ven borrosos y la vergüenza mezclada con arrepentimiento me vuelven nada.
—¿Que necesitas un internado para alcohólicos o un castigo por beber de más? —sale con una toalla enrollada en las caderas mostrando la V marcada, siento las mejillas calientes y no sé si es por vergüenza o por verlo.
Paso saliva sintiendo la boca seca y el amargo mezclado con la jaqueca me piden dormir o bañarme durante horas.
—En mi defensa sentí tu aroma y fui a buscarte…
Me callo cuando me doy cuenta de la estupidez que acabo de decir.
—¿Y? Sentiste mi aroma ¿Y?
Se ríe con malicia y lo último que quería era darle más crédito a mis delirios por él. —¿Te gusta mi aroma, bebé?
Bajo la mirada al suelo, cuando su aliento golpea mi rostro y siento la necesidad de besarlo. No contradigo y suelta la burla que me contrae. Se recuesta en la cama ofreciéndome su regazo y no dudo en ir.
Me abro de piernas sobre él contrayendo la pelvis, cuando pasa sus manos por los muslos subiendo la camisa que expone mi desnudes, hunde el rostro en mi cuello repartiendo besos. —¡A mí sí me gusta tu aroma! —olfatea mi pecho y la corriente de electricidad me toma.
Le ofrezco mis labios y el muy imbécil me lanza hacia un lado levantándose de la cama. —¡Dije me gusta tu aroma, más no tus acciones!
Él y sus rencores. —¡Te fui a buscar imbécil! —me levantó enojada, recogiendo lo poco de dignidad que me queda.
—¿Buscarme? ¿Dónde? ¿En la piscina, en la tarima donde casi te desnudas o en la pista de baile de la cual tuve que partirle el rostro al imbécil que tocó lo mío? —enfurece encarándome.
—Sabes es curioso que te enojes cuando yo he tenido que soportar cosas peores contigo y quedarme callada.
No dice nada a la expectativa de que deje evidencia. —¿¡No lo recuerdas!?
Se encoge de hombros. —Uno; me rechazaste cuando dije que me gustabas. —no dice nada, pero los músculos se le contraen. —Dos; tuve que ver cómo tenías relaciones sexuales con una supuesta testigo con la excusa de que era por la misión. —Tres…
Abren la puerta dándole paso a la mucama con la bandeja de comida en la mano. Me callo mirándolo con enojo recordando todo el pasado y decir que no me dolió sería mentira.
Me ducho y cuando salgo me pongo el cambio de ropa que me trajo la empleada y salgo ignorando su presencia. «Recordar el pasado me arruinó el humor»
No sé ni dónde estoy, pero llegó a la estancia del crucero viendo la cara malograda de todos, tomo lugar en la mesa y no demora en aparecer Marcus junto al abuelo.
—Dije descansen, no beban o golpéense hasta morir. —espeta furioso.
El ambiente está cargado de inestabilidad y enojo, Yuré lleva puesto lentes oscuros que cubren el hematoma que tiene y Bran tiene el genio descompuesto, Daniel parece casi muerto y con golpes en todo el rostro, pero se visualiza los arañazos en su cuello, Tesa y Grey están a dos metros de distancia sin hablarse y Mindi está desorientada. «Se ven peor que yo»
Los regaños no cesan y parasemos niños siendo reprendidos por sus padres, nadie objeta y nadie quieta, la vista de los dos hombres frente a nosotros.
—¡Clare!— Marcus me señala el camino para que lo siga, llegamos a una habitación donde me entrega la tarjeta de acceso. —¡Es tu habitación! ¿Dónde dormiste anoche? —pregunta y no contesto. Suspira sin decir nada.
Entro y en la cama hay un vestido color salmón claro. —¿Esto para que es? —pregunto alzando el vestido.
Me explica que no estamos de vacaciones y que si estamos en el crucero es por la boda que se realizará al anochecer de este mismo día. —Pruébatelo, Joshua lo pidió con tus medidas.
Las negociaciones no se darán hasta después de la boda y más que una unión es un tratado de paz, el cual durará hasta que ambas partes así lo deseen. Marcus me explico que después de la boda no habrá recesos y debo prepararme para la guerra que se avecina.
Wesley viajó a Rumania junto con Liz para preparar el búnker que será la sede de la alianza que se formó. Por seguridad, los demás búnker serán olvidados y nuevos planes se llevarán a cabo.
Regresamos al comedor donde están sirviendo el desayuno. Me dan dos píldoras para la jaqueca las cuales bajo con la bebida. —No había querido preguntar, pero…
Hago una pausa antes de adentrarme por completo en el comedor. —¡El capitán!
Marcus niega con la cabeza y nos apartamos del resto antes de hablar.
—¡No es de confianza, Clare! —me dice. —Viajo a Rumania con Wesley. —me informa.
Dejo el tema a media cuando los Brhazo hacen su entrada congelando mis sistemas viendo a Romanó pegada a Daez. Suspiro con enojo. «Porque no la mandaron de viaje a Rumania también» comprimo los celos y me adentro ignorando al sujeto que planta la vista en mí.
Desayuno y nunca antes el ambiente estuvo tan cargado de indiferencia entre todos, empeora cuando Liam Hugh entra en escena alterando los nervios de mi hermana, Imei no disimula el enojo y recuerdo la golpiza que se dieron anoche y me doy por enterada que mi hermana no me ha contado todo lo sucedido.
—Cuñada, ¿Cómo estás? —me saluda y todos se fijan en mí con asombro.
No es normal que tu antiguo lazo, se refiera a ti como cuñada y ahora quien lo fulmina con la mirada es Daez y Joshua que por alguna razón también lo mira mal. Toma puesto a mi lado y me gustaría decir que no me llevo bien con él, pero es mentira, durante los tres años que estuve lejos nos volvimos cercanos y las miradas no cesan.
El dolor de cabeza no me abandona y cuando todo termina regreso a mi habitación donde me comunico por teléfono con Liz, como siempre habla de cosas que nadie entiende y el cansancio me gana durmiendo cuatro horas más.
Faltan cuatro para las seis de la tarde y me levanto, me baño, me alistó y salgo con el vestido salmón y tacones, dejo los mechones sueltos y las miradas no me abandonan cuando salgo a la cubierta del barco donde todo ya está listo para la boda.
—Hermosa. —me adula Marcus.
Está nervioso e intenta ocultarlo, no es un evento grande, menos de cuarenta personas, entre ellos los ancianos y los líderes y los miembros más confiables.
Joshua hace la entrada enrollada de la mano del hombre que me pone a salivar cuando lo determinó, está trajeado, pero sin corbata y el cuello de la camisa desalineada lo hace ver perfecto pero rebelde.
Marcus extiende la mano para tomarla, quedan en posición, Daez y yo quedamos de frente cruzando miradas que me comprimen el estómago sintiendo su mirada juzgar mi aspecto.
Las palabras del padre y los votos son rápidos y no hay beso de conciliación, los aplauden y la recepción de la boda se llena cuando la música suena y ellos bailan en el centro de la pista.
Los líderes se dejan llevar, algunos bailan, otros beben y otros más serios hablan sobre planes y reglas. Después de la noche anterior no quiero bebidas con alcohol y la comida no me pasa.
Me acerco a Grey intentando hablar con ella y me ignora no queriendo tocar el tema de Tesa y no entiendo por qué están enojadas, no insisto.
Daez se quitó el saco del esmoquin y me repara de arriba abajo recostándose de la barra, aparto la vista cuando la llamada de Liz me distrae, contesto y me obligó a acercarme a él cuándo Liz me pide que le pase el móvil a Daez.
No sé molesta, le contesta y segundos después cuelga regresándome el celular, me subo en el banco pidiendo al barman que me dé un baso con agua.
—Buenas. —me giró cuando me hablan y sonrió viendo al chico que aparta la mirada cuando intento mirarlo a los ojos.
—¿Gustas bailar? —pregunta y miro al sujeto que está a mi lado. No dice nada y como estamos en modo ignorarnos acepto el baile solo para molestarlo.
El chico me explica que es hijo de uno de los líderes y haber aceptado el baile me sale caro cuando más de uno me pide bailar y no sé como carajos negarme.
El sexto sujeto se me viene encima y lo aparto con disimulo, tomo a Daez por el brazo llevándolo a la pista de baile.
—¡Lo siento, ya tengo pareja! —le digo al sujeto que intento pedirme un baile.
Llegamos a la pista y el muy hijo de puta no se mueve mientras me determina más enojado que de costumbre. —Déjate de tonterías que no soy tu suplente o tapadero. —ruge con enojo antes de volverse a la barra.
Lo detengo a medio camino. —¡Es mucho pedir que bailes conmigo! —me enojo y él me sigue mirando con rabia.
Últimamente, todo es enojo y molestia, cosa que me enardece por qué no deseo pelear con él y mucho menos discutir sobre cosas que deberían ser irrelevantes.
Sigo sujetando su mano y me hago a la mimada negándome a soltarlo. Da un paso al frente llevando a su cuerpo y los movimientos suaves se unen con la música. Su olor se impregna en mi piel, en tanto su clavícula queda en mi rostro y no contengo las ganas de besarlo en las comisuras de sus labios.
—¿Estás enojado conmigo beber y bailar con otros? —pregunto y no me responde.
—¡Eres como bloque de hielo! —lo empujó y se enoja llevándome más cerca de él. —Puedo pedir un cese al fuego, es la boda de nuestros tíos y tú sigues con tu cara de mierda. —le reclamó.
—¿Tregua? —se ríe antes darme un giro. —¡Si tregua! —le contesto dejando un beso en su cuello.
Me pongo de cuclillas alcanzando sus labios y su mano viaja a mi mandíbula sujetándola con destreza. —No te da miedo que tu cuñado te vea conmigo. —me susurra al oído. «Ya comenzamos con lo mismo»
—Wesley y yo no estamos juntos y lo sabes. —le digo. —¡Pues todos aquí parecen no comprender eso! —me reclama.
Me quedo inmóvil analizando lo que sucederá y es más problemas para ambos, ahora mismo no hay nadie del consejo Freman, más allá de Marcus, Liam y yo. Pero una vez lleguemos a Rumania estaremos rodeados y para todos Wesley sigue siendo mi pareja y no es tan fácil desmentir o contradecir a todos cuando durante tres años han planeado incluso una boda entre ambos.
Analiza mi rostro, abro la boca para hablar y me calla con un beso rudo y termino saboreando mi propia sangre cuando me muerde. —¡Mía! —susurra en mis labios.
CONTINUARÁ…