PARTE 1

1878 Words
Las trompetas anuncian las seis de la madrugada y me obligó a levantarme de la cama tomando una ducha de agua helada. Bajo trotando hasta el comedor y es que esto más que una fortaleza, es un “internado” presentó el código implantado en mi pulsera y la cocinera me da una bandeja de comida lo suficientemente asquerosa para querer regresarla. «Necesitó café o moriré» Mis compañeros de equipo me alzan la mano en alto y los ubico en una de las últimas mesas, camino demostrando poco interés, pero me veo obligada a bajar la mirada, siendo observada airosamente por parte de muchos. —Ignóralos. —habla Marie. —Son cautelosos con los nuevos. —me informa. Es entendible teniendo en cuenta que hay más de un infiltrado en sus filas. Entre los antinaturales, nos reconocemos y he contado más de diez en poco tiempo. Usamos la ley de no vernos ni determinarnos, cada uno está infiltrado por un tema diferente y si cae uno caemos todos, por lo tanto, nos ignoramos lo mejor que podamos. Desayuno sin ganas, mientras escucho el hablar de mis compañeros, llevábamos dos meses en entrenamiento y hoy nos asignan un rango fijo según nuestro desempeño. Yo opto por capitán, pues es el rango necesario para tener acceso a las cámaras y el área restringida donde mantienen a Liz. Marie toca las puntas de mi cabello y padezco cuando siento que determina el color con audacia. Mi rostro es uno de los pocos que no han Sido reconocidos por la FMA; sin embargo, mis rasgos faciales y el color de cabello y ojos son descripciones que me delatan, me teñí el cabello de azabache y los ojos los dejé grises para evitar sospechas por parte de muchos. —¡Deberías cortarte el cabello!—me dice y suspiro viendo que no sospecha nada. —Estamos en guerra, además tienes las puntas quebradas. Me río disimulando el enojo que brota de mí, Marie es esa típica chica que no puede controlar su lengua y termina molestando a los demás. —¡Déjala, no es su culpa que tu cabello se parezca a Dora!— se burla Tobías y ella lo golpea con miradas asesinas, provocando que Tobías alce las manos en modo de paz. Mi rostro siempre será un problema que en estos momentos usaré a mi favor. Necesito entrar al área restringida y me valdré de lo más eficiente, ya sea mi rostro o habilidad física. Hay cuatro personas en la mesa contándome, y solo puedo apelar a ser la chica habilidosa con un rostro bello que quiere venganza por la muerte de sus familiares. Tobías sigue mirándome fijamente y llega al punto de incomodidad. —¿Pasa algo?—le pregunto y espabila negando con la cabeza. No me gusta ser observada fijamente, mucho menos sabiendo que soy una infiltrada. Cuando se hacen las siete nos reunimos en el campo de entrenamiento y el capitán ya está presente, todos llevamos el uniforme de pila y las condecoraciones dan inicio. Los rangos se presentan desde teniente, cabo, oficiales y suboficiales. Mi turno llega, doy un saludo militar y el hombre me determina con rigidez. —¡Mackenzie Prade!—comienza y ese nombre sigue siendo difícil de asimilar, robar una identidad es todo menos fácil. —¡Has demostrado habilidad en combate, estrategia e inteligencia!—toma el distintivo de rango y me sorprendo (sub capitán) estoy comenzando, esperaba un rango no mayor a teniente. —Esto implica más de tus habilidades, serás mi segundo al mando y espero grandes cosas de tu parte soldado!—termina y todos mantienen las filas hasta que desaparece en el umbral. Nunca pensé agradecer en algo al riguroso entrenamiento de Daniel, pero debo reconocer que esto es gracias a él. —¡Felicidades, Mac!—me abraza Marie, Tobías y Ágata. Los cuatro iniciamos juntos y somos los cuatro mejores del escuadrón, llegué a tenerles aprecio y antes de que todo se me salga de las manos debo apresurarme y salir de aquí. —¡Esto amerita celebración!—habla ágata con su peculiar asentó ruso. Les sigo la corriente y es que para ser uno de ellos debo complementarme a vivir como ellos e ignorar la maldita guerra que se está librando a mi espalda. Me alistó y salimos rumbo a la City. —A disfrutar, ya somos parte de esto y podemos morir en cualquier momento. —grita Marie y la verdad tiene toda la razón. El tiempo donde había tregua y cuartel termino, tendrían mucha suerte si se toparan con algún clan pacífico, pues la mayoría se cansó de dar tregua y perdonar a los humanos. Ellos beben y bailan mientras yo intento hacer lo mismo. Marie corre hacia mí con las expectativas a tope. —¡Maldita madre de dios! Mira quién está hay. —señala la barra y oh… Nuestro grandioso y perfecto capitán está con una rubia sentada en sus piernas, las miradas se cruzan y yo aparto la mirada mientras Marie se convence de que esta noche cumple el deseo de todas las mujeres del escuadrón y es tirarse al capitán. No nos determina, pues en el comando somos su escuadrón, pero fuera de esas paredes somos desconocidos. Me empino un trago cuando las emociones me abarcan y es que olvidar no es fácil. Lo he intentado durante años y solo he logrado enterrarlo más en mi pecho. —¡Prueba esto!—no miro quien me lo da y me lo bebo, el mundo me da vueltas y el piso tiembla mientras una arcada de vómito me hace espabilar, la mente se me nubla y lo único que se es que estoy en el baño con Marie sujetándome el cabello mientras vómito y a lo lejos escucho la discusión de ágata y Tobías. —Agua. —pido y me pasan una botella. No sé en qué momento entre a mi cama y me levanto queriendo destrozar el altavoz que suena en mi alcoba. «Joder» —Carajo. —me levantó como puedo, me baño y salgo subiéndome el uniforme y una blusa de tirantes que meto por debajo del camuflado, recojo como puedo mi cabello y salgo de la alcoba terminando de ponerme las botas. —¡Maldición, vamos tarde!— me grita Marie que viene corriendo como loca por los pasillos. Me toma de las manos y entre saltos logro componerme antes de entrar al ala de entrenamiento donde están todos menos nosotras. —¡Quince minutos tarde! —nos dicta. El capitán nos sigue con la mirada mientras tomamos lugar en nuestro respectivo puesto. Lo que sigue es entrenamiento de nivel tres donde mi trabajo es emplear mis conocimientos para entrenar a los oficiales, miro hacia atrás y veo al capitán supervisando todo y me trago el grito cuando veo que se avecina hacia mi puesto. Toma sitio a mi lado y supervisa como desarmo y armó desde cero la M240. El tiempo pasa y siento la presión mezclarse con el malestar de la noche anterior. Suena la trompeta y respiro aliviada viendo que todos se levantan, él da unas palabras y da permiso para que todos se retiren. —¡Segundo oficial al mando, usted se queda!— maldigo para mis adentros cuando la sala se libera y solo quedamos nosotros dos. Me repara de arriba y sus ojos color verde se oscurecen demostrando inconformidad. —¡Te elegí como mi segundo al mando, por tus habilidades, pero no me sirves si llegas tardes y te dejas drogar en un bar! Quiero defenderme, pero; como demonios sabe, él eso. No vine a este lugar a jugar a los regaños, el evento de anoche se puede decir que fue un error. —¡No volverá a pasar!—le digo y suspira profundamente demostrando autoridad. —¡Retírate! —me ordena y obedezco. Llegó al comedor ubicando a mis compañeros y lo primero que hago es exigir la verdad de qué demonios paso anoche. «Que me trague la maldita tierra» según ellos, un idiota me dio un trago con droga y estuve por irme con él, pero fue el capitán quien evito eso y la verdad no es vergüenza lo que siento, sino enojo «A ese maldito, no le conviene toparse conmigo una segunda vez» Los siguientes días no son complicados, entrenamiento y más entrenamiento. Al quinto día, el general de la base convoca una reunión solo para los capitanes, sub capitanes y tenientes. Abren la puerta y hay más de quince personas que se ubican en la mesa redonda, en el centro de la mesa hay un holograma que se enciende y mi corazón da un vuelco al ver la imagen de los que algún día fueron mis compañeros y la imagen de… Tragó saliva e intento mantener mi coraza protectora, mientras el holograma agranda su imagen y la imagen de Eliot Morgan. —¡Cómo ya sabemos, llevamos años siguiendo los pasos de Eliot Morgan!—comienza el general. —Nuestro informante detecto actividad de la manada en la india, pero, se cree que tienen de su lado a un brujo, pues ese mismo día, dos horas después, se le vio en Dubai. El holograma cambia y da un mapa detallado de la ciudad de Dubai, enfoca el edificio de más de doscientos pisos. —¡Eliot Morgan está planeando algo grande y es nuestro deber detenerlo para que no suceda lo mismo que hace dos años! En el fondo me alegra detener al muy maldito, pero me preocupa el hecho de que Daez esté fichado por la FMA y justo como dije… —¡Daez Brhazo le ha estado pisando los talones, no podremos actuar, ya que cada vez que estamos por contraatacar este arruina la emboscada! Quiero soluciones. Hay muchas soluciones que se me vienen a la mente, pero todas son descartadas cuando recuerdo de quién se trata, mi capitán expone su punto de vista y párese que usarán su estrategia. «No servirá» lo conozco y si está con Daniel es imposible que algo tan sencillo funcione. Mi capitán me mira a la expectativa que me involucre en el asunto e ignoro su mirada, sé que necesitó méritos si quiero subir de rango, pero no me puedes pedir que pase por encima del hombre al que amo. Nadie da una mejor solución y el general nos pide que armemos estrategias que funcionen. —¡El 22 de mayo, a las 8:30 PM, arrestaremos a Eliot Morgan y si tenemos suerte, también a Daez Brhazo! Todos se levantan y lo que queda del día se va en picones armando defensa y ofensiva, mientras veo la ventana de las mil maneras que mi conocimiento del enemigo me da la ventaja, pero mi cerebro se niega a tomar la decisión de entregar la estrategia a mi capitán. «Uno y mil veces maldito» todo se complica cuando se trata de él. Me levanto con el veneno llamado «enojo» recorrer mis venas y con dudas entrego la hoja con mi estrategia y detesto tener que comprimir mi ventaja para darles una oportunidad de escapar. Mi estrategia es buena, pero no perfecta y mi capitán la acepta estudiándolo más a fondo. «Este maldito me va a arruinar» CONTINUARÁ…
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