Clare Wilson.
El amanecer de Rumania nos da la bienvenida, soy la primera en bajar de la nave, dejo ir el aire en mis pulmones con el viento helado y la neblina que cubre la punta de los árboles.
Seguido de mi baja Marcus, su esposa y los Wilson. Dos minutos después llegan las demás aeronaves, los jeeps nos esperan y nos adentramos a la naturaleza llena de montañas, cerros y colinas. Tres horas de recorridos llenos de empeñones y sacudidas por parte del camino. Sepultada en lo más inhóspito de la colina se encuentra el búnker subterráneo de Rumania.
No hemos arribado por completo cuando nos abordan con las últimas noticias de la FMA y Marcus me da un beso en la coronilla pidiéndome que me encargue de los nuevos inquilinos mientras el y los demás líderes entran a la sala del consejo.
La sala de control me espera y entro junto con Liam, pido lo necesario para trasladar a todos a sus habitaciones, Liam me ayuda y nos organizamos en menos de dos horas.
—¡Clare! —me giró reconociendo su voz, le ofrezco un abrazo a Liz, quien entra escoltada por dos lycans.
—Te estaba esperando, tienes que ver mi alcoba. —me tira del brazo para que la siga y debo explicarle que estoy ocupada.
No reniega ofreciéndome su ayuda. Doy órdenes movilizando a los demás, el clan Freman siempre está organizado entre, consejeros, guardias y residentes. Los dos primeros son la fuerza militar que poseemos y los terceros cumplen sus deberes ayudando en lo que pueden, la mayoría son esposas o habitantes que ayudan en las tareas internas.
—¿Te ayudo? —tomo aire rodeando a la mujer que entra con una sonrisa en el rostro. «Sofía»
—Me alegro de que estés aquí. —le digo. La última vez que la vi fue en Inglaterra y me contó que regresaría al clan, pero nunca lo confirmo.
Sofía era quien mantenía todo en orden. Llevaba las cuentas tanto en alimento, siembra, cultivo y mantenía los contactos con los hospitales que donaban para la alimentación de los vampiros.
Su ayuda es una bendición y dejo todo en sus manos antes de adentrarme en los calabozos dónde encuentro al capitán encadenado a la pared, su tiempo en fase culminó y para este entonces sus genes ya se complementaron.
—Lo lamento. —suelto sus cadenas y me ruge llevándome contra las paredes de concreto. —¡Señorita!—aquellos que resguardan las celdas entran y alzo las manos para que no interfieran.
—John. —hablo y me determina antes de soltarme, pido que me dejen sola con él, arreglo mi ropa y me sobó el brazo adolorido.
Le hablo sobre lo sucedido con su padre y la fluctuación de sus feromonas detallan enojo y estrés. —¡Puedo dejarte en libertad, pero…!
Guardo silencio. Al final del día es su padre y no sé qué tan fuerte pueda ser su apego emocional, pero el general Robinson, caza a personas como nosotros y ahora su hijo es uno de ellos, no sabemos que tanto Vaiana habrá dicho sobre su estado y puedo confiar en él, más no en su padre.
Le pido al guardia que lo deje salir de la celda y con vergüenza se opone. —¡Lo siento señorita, pero es una orden de su tío! —baja las manos y se nota que no le agrada desobedecer mi orden, soy una Freman y este es mi territorio, que un guardia no obedezca mi orden para sí mismos, es una deshonra.
No alego con la intención de no ponerlos en un debate, me despido del capitán prometiendo resolver una estancia más cómoda. Ya Sofía les entrego una habitación a cada invitado y su rostro me confirma que lo está pasando mal.
—¿Necesitas ayuda? —cuestiono. —No. —responde airosa. Se aleja cuando Yuré entra en acción y no quiero preguntar sobre relaciones ajenas, suficiente con la mía.
Me encuentro en los pasillos con Wesley, quien me saluda y la incomodidad nos toma cuando el consejo nos felicita esperando buenas noticias por parte nuestra. «Una boda» nos miramos y Wesley intenta hablar, pero se detiene cuando Marcus sale junto con su nueva esposa.
Marcus está furioso y no tardó en darme cuenta de sus motivos. El lugar se vacía dejándome sola con ellos. Joshua está junto a Marcus y Liam junto a su hermano mayor. Me informan lo sucedido, el puñetazo mental me congela las neuronas.
Me paso la mano por el rostro con el estrés a flote, ya me lo esperaba, pero se complica cuando eres la única mujer Freman y tus responsabilidades son mantener la reputación de tu apellido. —¡No lo haré! —dictamina Wesley a la defensiva. —¡Es ridículo! —musita.
Me quedo en silencio ideando… no sé qué, por qué no se me ocurre nada. Marcus comienza una discusión con Wesley y Liam intenta apaciguar las aguas.
Cuando el aquelarre se formó, todos siguieron a Marcus por dos cosas; liderazgo y apellido. Los Hugh se unieron ese mismo año. Soy una Freman, pero también soy una Wilson y eso conlleva debates. Debates sobre la lealtad y sobre la responsabilidad de dos apellidos.
Demostré más de lo que esperaban y me respetaron, pero las dudas quedaron y fue Wesley quien me ayudó a disiparlas. No me importo, en ese entonces estaba decidida a olvidar mi pasado y un falso rumor era solo una migaja de pan sin importancia.
Era una relación proactiva, soy una Wilson, Freman y él un Hugh, una unión daría una descendencia positiva para el aquelarre y todos se emocionaron, el problema llegó cuando el idiota de Morgan revelo el secreto y nos obligó a una alianza donde Vaiana nos traicionó y Marcus termino casado con el «enemigo» para fortalecer los lazos.
El consejo no quiere un heredero Freman-Brhazo. Entonces aquí entro yo y el estúpido rumor que ahora me complica toda la vida. Si Marcus no puede dar un heredero que no lleve el apellido Brhazo, entonces quedamos en las mismas condiciones anteriores y es que yo siempre he sido su heredera y la unión Freman-Hugh es la supuesta solución a nuestros problemas.
—¿Qué pasa si no acepto? —indago buscando solución.
—Nada. —asegura Marcus. — Seguirás siendo una Freman y heredera, pero… —hace una pausa. —¡Si te casas o procreas con un Brazo, se aplicarán las mismas condiciones, lo cual significa que…!
—¡Mi hijo no podrá heredar!—termino la frase y él asiente.
Su respuesta solo empeora el estrés.
—En teoría, perderemos el poder y el liderazgo del aquelarre. —confirmo y que asienta a mi suposición me enciende los niveles de enojo. Me levanto recorriendo la sala con estrés.
—¡Una mierda! Eso es lo que es todo esto.—exploto. —No me pueden obligar a casarme, son hijos de puta. —estrello el jarrón contra la puerta soltando todo mi vocabulario en contra del consejo.
—Déjennos solos. —ordena Marcus con un tono serio y caótico. —Dejemos los puntos claros. —me dice cuando todos abandonan la sala. —Nadie te está obligando a nada, no lo harán y no se atreverían a suponerlo. —me guía para que tome puesto.
—¡Es un maldito puesto! —me dice tomando mi altura. —Estaba de acuerdo en contraer matrimonio con Vaiana por el bien del aquelarre, pero yo no soy tú ¿Entiendes?
—Al carajo con el liderazgo, seguimos siendo Freman y eso nos da poder. —recalca. —¡No mientas! —enfurezco. —Si nos quitan el liderazgo, la alianza se vendrá abajo.
—No miento. —me dice. —La alianza se formó para fortalecernos, no tiene nada que ver con un apellido.
—Ja. —me burlo. —Tiene todo que ver con nuestro apellido, esas personas te siguen y confían en ti, si no estás en el poder no seguirán a un grupo de ancianos que solo buscan poder.
—Creo que me estás dando demasiado crédito, pequeñuela. —bufonea. —Deja de sobre pensar las cosas. —picotea mi nariz con cariño. —Mejor descansa, ya veremos cómo resolver esto. —se marcha dejándome sola cuando anuncian que lo necesitan con urgencia.
Reflexiono en sus palabras y tiene razón, el consejo se formó para evitar una dictadura dónde todas las decisiones no las tomará un solo individuo, no obstante, el honor, respeto y lealtad de todo el aquelarre está en el apellido Freman y es por esto mismo que inventé el rumor de una relación con Hugh, para no decepcionar a aquellos que confiaban en mí.
«Si ellos mueren por ti, debes demostrar estar dispuesta a morir por ellos»
Fue la primera lección de Marcus.
Nadie lo juzgo, pues su matrimonio con Joshua es meramente alianza «o eso piensan» y si decido negarme a un matrimonio con Hugh nadie se opondrá, pero todo el peso recae en las decisiones que siguen, la decepción se hará visible si anuncio una relación con Daez y eso me obliga a llegar al mismo punto de partida dónde no sé qué demonios hacer.
Daez es un Brhazo y siempre se supo que será quien herede el liderazgo del círculo, dos líderes no pueden casarse y mantener su lealtad dividida.
Recorro los pasillos buscando mi alcoba, ahora mismo no quiero hablar con nadie, por lo tanto, ignoro a todo aquel que me habla. Entro y cierro con seguro, me ducho y aprieto los muslos con el hombre que me está esperando cuando salgo del baño.
Miro la puerta y sigue asegurada, estamos en un búnker subterráneo y no hay ventanas. —¿Cómo entraste? —le pregunto.
—¡Entraste y no me viste! —se levanta caminando hacia mí. —¿Qué pasa bebé? —su mano me acaricia las mejillas y no sé cómo responder cuando el nudo en la garganta me ahoga.
—Yo no. —intento hablar y las palabras no me salen. —Yo no estoy bien. —le digo y me mima enrollando mi cuerpo en sus brazos. El cabello me destila agua, no tengo frío pero estoy temblando.
Evade mis labios dando besos en todo el rostro y baja por la mandíbula en dónde muerde con sutileza mi cuello dejando su marca y no me enojo, ahora mismo me hace bien sentirlo Cerca y quiero todo menos dejar de sentir su calor.
Me alza en brazos y caemos en la cama, no me dice nada, solo me enrolla en las sábanas y me desea buenas noches antes de dormir. La mañana llega y me siento con un poco más de batería viéndolo a mi lado. Me baño, me visto y abro la puerta cuando la tocan.
—¡Lo siento, señorita! —el hombre baja la mirada al detallar quién está en mi cama. —El señor Marcus me pidió informar que la espera en el iglú.
Cierro la puerta cuando se va… joder, todo me pasa, no sé por qué demonios, no pregunté quién era. «Tonta Clare» termino de alistarme y salgo dejándolo dormido.
… … … …
Daez Brhazo.
La vista desde la colina da un perímetro bien resguardado y desde la distancia la veo junto con Marcus y los líderes, aquí el apellido se respeta y ambos son tratados como si fueran dioses.
—¡Oye! —me habla un guardia. —¿Entendiste todos sobre el perímetro? —pregunta con las cejas enarcadas.
No le respondo y es Robert es quien confirma que todo está bien coordinado.
El búnker está dividido en dos áreas, el iglú y el perímetro. El primero es como llaman al área subterránea y el segundo es todo lo que está en la superficie.
La plataforma se abre dándole paso al montacargas donde se transportan los recursos, comida y materiales hacia el centro del iglú, Sofía llega contando todo con una hoja y pluma, todo en ella detona odio hacia los cuatro que estamos por detrás del montacargas.
Nos determina con una mirada airosa, pero recibe a Tesa y Grey con una sonrisa que hace que Yuré se tense.
—¡Esto va al ala sur! —le entrega las hojas con las instrucciones a rubí y Romanó. —¿Ala sur? —cuestiona Romanó, sin saber dónde está parada.
Sofía las mira como si fueran un estorbo antes de arrancar de sus manos las páginas que termina dándole a otro hombre que rápidamente comprende sus instrucciones.
Liz viene de frente sacando un mapa interno del iglú de su guantera, el cual termina dándoselo a Sofía como si hubiera adivinado que era necesario.
—Gracias, pequeña. —le dice a Liz.
—¡Aquí el que no sirve se larga! —advierte estrellando el mapa en el pecho de Romanó. Sigue dando órdenes que todos entienden, excepto por ellas dos.
—Dios. ¿Cuál es su problema? —habla Romanó. Daniel se burla y Robert le explica señalando hacia Yuré y hacia mí.
—¡Ellos dos mataron a su hermano! —no hay risas, solo miradas sin explicación.
Las horas pasan y el atardecer esconde el sol tras las montañas —¿Y? ¿Cómo les fue? —pregunta Grey.
—¡Es una mierda! —dicto bebiendo de la botella que me lanza. —Sí, la guerra es una mierda. —musita subiendo a las ramas del árbol donde estoy.
—¿Quién es tu relevo? —pregunta. —Un tal Tobías. —le confirmo.
Hasta que todo tome su lugar, estamos en el cargo de vigía, Daniel está al norte, Robert al sur, Yuré al norte y Bran al este del búnker mientras yo estoy al frente.
A lo lejos la linterna de Daniel parpadea anunciando su relevo y cinco minutos después Yuré parpadea la suya.
—Lo mejor será que me marche. —musita viendo a su prima llegar.
Grey le pasa la botella y ella alza la mirada al verme trepado en las ramas del árbol. —¿Cómo fue tu día? —pregunta.
—¡No me vomitaron, así que diría que pudo ser peor! —me le burlo, haciéndola reír.
—¿Cuánto falta para tu relevo? —no contesto viendo al tal Tobías llegar. Me lanzó cayendo a su lado y el pobre hombre casi se infarta viendo la altura donde estaba.
Ella baja seguido y el hombre a mi lado se pone de todos los colores al verla. —Señorita, no sabía que estaba aquí. —los nervios lo invaden y ella como siempre es amable.
Ruedo los ojos sin disimular lo ridículo que me parece la pleitesía que todos demuestran a los Freman.
—Felicidades por su… —giro cuando la palabra con B casi sale a relucir, pero ella lo interrumpe.
Aquí todos hablan de lo mismo y puedo disimular más, no aceptarlo y que ella no desmienta, solo me enardece, no respondo a la provocación y me alejo dejándola atrás. La sangre se me calienta y los puños me hormiguean por estrellarlos contra alguien.
—¡Me cargas! —me dice lanzándose sobre mi espalda. —¡bájate! —dictamino con en el enojo que recorre las venas. Ese mismo veneno que me está matando.
No me obedece y debo tomarla por las manos maniobrando su cuerpo y estrellándola contra la corteza del árbol. Enrollo mis piernas sobre las suyas inmovilizándola.
No me ayuda que no se oponga al maltrato. Jadea con la presión que ejerzo y su lado masoquista solo me enfurece más. Lleva puesto pantalón n***o con botas montañeras y una blusa color vino.
—¿Crees que soy tu juego? —tomo los mechones platinados y no se queja, yo diría que le gusta. Intenta alcanzar mis labios y se los niego. —¡Habla quien me trata como si fuera su muñeca!
—¡Muñequita de carne!—recorro con mis manos su cuello y el valle de sus pechos, provocando que sus pulsaciones se eleven y su respiración se agite.
Bajo el cierre del pantalón deslizando la mano por su monte de Venus, su cuerpo respinga cuando toco ese lugar que la arquea. Mantengo la presión en sus mechones y alcanzó sus labios para acallar los gemidos que cualquier lycans escucharía si está a una distancia cercana.
—¿Qué haces muñequita? No creo que a tu prometido le agrade que te dejes someter de cualquiera. —la mandíbula le tiembla cuando la suelto y si ella está enojada yo más.
—¡Es un puto rumor! —espeta pasando al lado mío con enojo. La sujeto para que no se marche y esta vez si forcejea. —¡Pues desmiéntelo! —le digo.
—¡No es fácil, necesito tiempo! —trato de contener el impulso de enterrar mi puño en el imbécil de Wesley. —¿Tiempo? —musito con rabia.
—Hazme un favor Clare Wilson y quédate con tu puto tiempo.
No la dejo terminar y empiezo la transformación dejándola atrás, la rabia aumenta y siento lástima por la pobre criatura que se me atraviese porque lo mato.
Las garras se entierran en la tierra y el aroma se dispersa dejándome un estado de frenesí. Maldigo la hora en la cual me involucre en esta mierda que solo me provoca más problemas.
CONTINUARÁ...