Parte 18

3228 Words
⚠️ advertencia ⚠️ Antes de leer este capítulo tengan en cuenta dos cosas, los sucesos de este capítulo serán la versión que no se mostró en la versión de Clare y por supuesto será en pasado para que entiendan. Dos: estos sucesos se tocaron en el primer libro. Por supuesto, ya que vemos solo la versión de Clare y ella es poco afable a indagar en sucesos extraños, fueron ignorados, pero si se tocan y aquellos que prestaron minuciosa atención se darán cuenta de las escenas. ......... 4 de septiembre: No era un día normal, era su cumpleaños y la pequeña princesa estaba hermosa, con un vestido pomposo de color rosado y la melena rubia caía sobre su espalda. Una niña de tres años juntos a sus padres y familiares más secanos. El salón de recepción estaba adornado lujosamente y el jardín estaba decorado para la diversión de los niños. Por la puerta principal entro cierta familia influente. Los Morgan era una de las familias más importantes en Nueva York y kaleth Wilson envío una invitación para ellos. Una mujer de cabello rojizo, alta y delgada estaba parada junto a su esposo y su hijo mayor, pero el verdadero problema se escondió detrás de su madre. El hijo menor de los Morgan. —Eliot, saluda. —exige la madre con voz cariñosa. El niño salió detrás de ella detonando firmeza, aun cuando sus facciones daban a entender que no quería estar ahí. —Es un gusto conocerlos. —saludo a los anfitriones de la velada. —¿Y la cumpleañera? —preguntan. —En el jardín. La familia tomo lugar en las mesas y Eliot solo podía escuchar como las risas de los demás niños demostraba lo alegre que estaban, pero no podía ir a divertirse, su padre se lo prohibió, era un Morgan y tenía que comportarse como tal. —¿Cómo está el mercado? —pregunto kaleth Wilson. —Muy bien, señor. —Respondió el respetado señor Morgan. —Oh. No los he presentado. —comunica kaleth Wilson. —Él es Brayan Morgan. —lo presenta ante el grupo de respetados hombres de la alta sociedad. —CEO del grupo farmacéutico más grande de Asia. —todos se asombra con dichas palabras. —Mami. —la niña de vestido rosado interrumpe la conversación y todos los ojos caen sobre ella. No le llegaba ni a las caderas, a su madre, era enana, eso pensó Eliot, la niña estaba de espalda y todo lo que se veía de ella era el cabello alisado y el vestido más pesado que ella misma. —Clare saluda. —la reprende su padre y la niña se gira y su rostro ase que Eliot se mueva incómodo en la silla. Era pequeña pero hermosa. Grandes ojos grises y labios cerezas, parecía una muñeca, sin embargo, la niña los determinó a todos y solo hizo una pausa mirándolo directamente a él. —Clare. —le extiende la mano como saludo. Era extraña, sus padres y demás invitados estaban presentes, pero ella los ignoro y solo lo saludo a él. Eliot miró a su madre y está, le dio a entender que la saludara. —Eliot. —termina por saludarla. Clare, jala de sus manos sacándolo de la silla donde estaba sentado. —Vayamos a jugar. —le pidió con una amplia sonrisa. El niño negó con la cabeza, pero su madre terminó por pedirle que obedeciera. El jardín era enorme, con flores y árboles llenos de frutos. —Me ayudas. —le pide. Eliot suspiró con impaciencia, era tan enana que no podía alcanzar la mesa de banquete. —Eres enana. —le dice. Clare se sintió ofendida, pero en el fondo sabía que era cierto, sus mejillas se tornaron rojizas y un puchero engordo sus mejillas. —No es mi culpa, solo tengo tres años. —se queja. —Yo tengo seis y soy tres veces más grande que tú. —se defiende Eliot. —Pero… Tú eres hombre. —Y tú una Freman. Eliot era inteligente y sus padres toda la vida lo incursionaron para que fuera maduro, estar rodeado de niños que gritaban y lloraban por todo, le era fastidioso. —Vas a llorar. —se queja. —No. —aclara ella, palmeando sus mejillas. —Sé que tus padres te estás obligando, pero puedes jugar conmigo. —le pide la niña con un matiz de tristeza. Talvez se arrepentiría después, pero sintió empatía por ella, es obvio que estaba acostumbrada a ser el foco de atención y de egoísmo. La tarde avanzó y ambos se divirtieron, era la primera vez que Eliot no se preocupó por la imagen poco madura que estaba dando y clare se alegró de que, por primera vez, su compañero de juego no se cohibiera estando con ella. —Eres una tonta, aquí no hay nada. —se queja el niño con molestia. —No me grites. —zollosa Clare. No es que quisiera llorar, estaba acostumbrada a que una lágrima hiciera que todos la obedecieran, pero Eliot no era igual, no la trataba como una niña y no temía usar palabras fuertes con ella. —Si vas a llorar, te abandono en este bosque. —se exaspera Eliot. —Estamos cerca lo sé. —dice ella. —Eres una niña de tres años, ¿Cómo vas a saber cuánto es noventa kilómetros? Estamos perdidos ¡Admítelo! —No estamos perdidos. —dice ella. Corre más rápido y cae al suelo ensuciándose las medias. —Es que eres torpe y enana. Estaba enojado, si no regresaban a tiempo sus padres se enojaría con el y la niña Freman sería la primera en exonerarse de la culpa. —Déjame ver. —Le dice a Clare quién intenta tapar el raspón en las rodillas. Eliot toma las medias largas de Clare y las amarra solo su escuálida rodilla. —¿Estás segura de que estamos cerca de esa cabaña? —le pregunta ayudándola a levantarse. —Sí. —responde ella con un brillo en sus ojos. —Ya verás de noventa kilómetros, a cero kilómetros. Seguía diciendo esa estupidez y él no entendía nada, pero decidió seguirle la corriente. —Bien, sigamos. —la toma por las manos enrollando sus nudillos mientras caminan. Caminaron por horas hasta llegar a la cabaña que la niña prometió y Eliot solo pudo sentir decepción, ni siquiera sabía por qué le prestó atención a la niña. La cabaña no era nada especial, una cabaña rodeada de pinos y maleza. Entraron y todo era igual, más maleza y muebles que apestaban a antigüedad. —Noventa kilómetros, para esto. —se queja el niño. No había nada, solo una cabaña de madera posiblemente llena de insectos. La niña quitó la alfombra y abrió la puerta que estaba escondida en el suelo de madera. —Aquí está. —la niña baja la escalera y él la sigue con paciencia. Bueno, debajo no era tan malo, había un estudio mal cuidado y lo que la niña le enseño era de otro mundo. Era un portal natural de tierra. —Sígueme. —le pidió y ambos pasaron por el portal. El portal los llevo a un campo de flores, era hermoso, terrenos y terrenos de flores. Sí, la niña tenía razón, era hermoso. —Ves, fueron noventa kilómetros, para llegar a la cabaña, pero cero kilómetros para llegar aquí. —Eso no tiene sentido. —Hablo el asombrado por el paraje. Jugaron en ese lugar hasta que el sol menguo y Eliot tomo a la niña para qué regresarán. Cuando llegaron a la mitad del camino los interceptaron y ambos padres estaban furiosos. Sin embargo, Clare se culpó. —Es mi culpa, yo lo obligué. —dice la niña y los padres se enojan, pero más que nada se sintieron aliviados de verla bien. Después de ese suceso, Eliot Morgan no volvió a ver a la niña, pero no la olvido, recordaba el jardín que ella nombró como el Edén. Cuando cumplió los once, la volvió a ver, sin embargo, no era la misma. No lo reconoció y aún más esa ternura se había esfumado, solo quedaba unos enormes ojos grises que ya no tenían ningún brillo. Y es ahí donde se dio cuenta de que su madre había muerto. Él tenía sus propios problemas y no quiso indagar, aun cuando esos ojos sin brillo le causaron pesar. Los años pasaron y Eliot mostró ser uno de los mejores bioquímicos de Nueva York. La volvió a ver en la 11° boda de Peind Wilson, estaba igual, nada había cambiado, excepto por la madurez y el aburrimiento. Seguía hermosa, nuevamente, ignoro su presencia, su padre siempre dijo que las emociones te hacen débil y eso era algo que él no estaba dispuesto a conllevar. Morgan se obsesionó con encontrar la verdad, los genes vampíricos y lycanos no eran iguales a los brujos o humanos. El mismo creó una teoría sobre su creación y la patentó, pero las primeras dosis fueron un fracaso y las siguientes crearon unos monstruos a los cuales llamo: Goles. Eliot nunca fue una blanca paloma y cuando sus padres se convirtieron en un estorbo, los elimino y su hermano, simplemente se alejó de él. No fue hasta cuando cumplió los veinte años que un mensajero del círculo lo llamo. Querían que eliminarán a alguien y a cambio le proporcionarían recursos para su investigación. Cuando dijeron su nombre quedó en plena confusión, matarla. Bueno, no era como si no pudiera hacerlo, había escuchado rumores. La niña Freman había crecido y claramente se rumoraba que no podría dote alguno. Pero él estaba seguro de que eso no era cierto. Cuando la conoció todo en ella representa al mundo paranormal. Sintió curiosidad y fue hasta Baxter dónde ella estaba. —¿Qué haces aquí, Eliot? —pregunto la mujer de limpieza. Para que no la descubrieran lo llevo al jardín, tener una aventura con una empleada solo era un escalón. —Debes irte. —le exigió la chica. —Me van a matar si se enteran de que estás aquí, el señor Wilson es muy estricto con la seguridad. El viento sopló y las ventanas del balcón se estremecieron y la chica que salió a cerrarlas fue Clare. Sus ojos se encontraron por un segundo y cuando Clare se percató de su presencia, este se escondió por detrás de la arboleda. Sí, era ella. Espero y espero. Qué chica más descuidada pensó. Andaba por la vida sin preocupaciones, teniendo en cuenta quién es y cuántos la quieren muerte. Tan frágil y débil. Dormía profundamente y Eliot saco las garras, un simple corte la mataría y él obtendría esa información que faltaba para patentar su vacuna. Clare se movió liberándose de las sábanas y Eliot se mantuvo estático. ¿En serio no se levantaría? Le causó gracia y recorrió la cara interna de sus muslos hasta llegar a la mitad. Apretó con fuerza y aun con el quejido de dolor que sus labios soltaron, la descuidada chica no se levantó. Mátala. Su mente le pidió que lo hiciera, pero decidió ignorar esa advertencia y dejarla vivir un poco más y jugar con ella. Unos días más tarde, el círculo insistió tanto que tomo vuelo directo a Oregón. Llegó por la noche y subió a la habitación de Clare con el instinto asesino a tope. Lo mejor era acabar con todo de un solo. Una muerte por información. Pero la chica no estaba. Entro en fase y siguió su olor hasta las profundidades del bosque, el sonido de la música era molesto y dar un simple vistazo a la escena hizo que cada gota de su sangre hirviera con enojo. Ahí estaba su víctima interactuando con quien no debía y la simple mirada aburrida se había transformado en anhelo, y ese anhelo era dirigido hacia un solo individuo. La desesperación lo tomo y ordenó a sus hombres atacar el lugar. La chica salió del sitio adentrándose en el bosque mientras contestaba una llamada y él la asecho como un animal. Estaba enojado, muy enojado. Las ramas crujieron por sus pasos y ella no se movió, se quedó inmóvil, pero cada parte de su frágil cuerpo tembló con terror. Se acercó olfateando su aroma. Y de un momento a otro los gritos la hizo saltar con terror y aprovecho para escapar, pero no, él fue por un propósito y era matarla. Se lanzó sobre ella y aunque debió desgarrarle la garganta, su impulso llevo a morderla, estaba tan enojado que la marco como suya y lo hubiera logrado, si no hubiera Sido, por el malnacido de Daez Brhazo. Salió herido, pero más que nada confundido. No la mato, la dejo vivir y por poco y enlaza su vida con ella. Se burló de su mismo. ¿En qué demonios estaba pensando? Necesitaba la información que el círculo estaba dispuesto a darle, pero vio más amenazante esa sensación de atracción hacia la chica Freman y no estaba dispuesto a tener debilidades. Se alejó y siguió sus investigaciones, empezó a experimentar con los humanos y con el tiempo, logro un gran avance, la vacuna que anulaba los dotes licanos, pero solo eran por un cierto estimado de horas. Necesitaba que durará más que solo horas y la verdad necesitaba más que un simple ratón de laboratorio. La solución era Peind Wilson, su dote tenía la habilidad de volverlo inmune a todos los dotes, era algo que nadie nunca había visto y entonces volvió a aliarse con el círculo. Atacaron a Peind Wilson, llevándolo a un coma, pero la sangre que extrajo de él fue más que una ayuda para su investigación, necesitaba más, más sangre y más estudios. Sin embargo, las cosas se complicaron cuando los miembros del círculo fueron cambiados y reemplazados por sujetos que no querían tratos con él. La vacuna que patentó no todos podían sobrevivir a ello, entonces necesito más ratas de laboratorio y la casería por los humanos comenzó. En menos de dos semanas la vacuna mato a más de trescientas personas, entre ellos viejos y niños. Pero no sé arrepintió. Necesitaba un seguro que le diera esa seguridad y busco por cielo y tierra a Natanael Luck, pero no lo consiguió y entonces le informaron sobre su hermana menor. Pero se escapó y uno de los lycans informo que escapó junto con una chica de cabello rubio y pensó. ¿Será ella? Investigo todo lo sucedido durante el tiempo desde que Clare llegó a la academia y lo entendió todo. Ahora todo tenía sentido, la razón por la cual ella no lo reconocía, posiblemente se debía a su familia, no tenía todo claro, pero quiso borrar la pequeña comezón en su pecho. Claro, la idea de ella y Daez Brhazo debió haberle alegrado, ahora más que nunca el idiota de Daez tenía una desventaja y él podría usarla, pero esa satisfacción fue superada por el enojo que le causó la idea. Y nuevamente se encerró en la burbuja donde esa frágil chica no sería su debilidad y mucho menos arruinaría todo su esfuerzo. La ignoro por tercera vez en su vida. Volvió a lo suyo alejándose de todo lo que representaba Clare Wilson. No fue hasta después de meses que se enteró del juicio. Llegó justo cuando Clare se enteró de la culpabilidad de Peind Wilson. Y quiso ignorar el pesar que le causó verla tan sumisa en la desgracia. Pero todo ese pesar se esfumó cuando el caos reino y Wesley y Daez casi llegan a los golpes. Se desesperó, pero mantuvo la calma. Y cuando Reiley rompió el trato, se enteró de que esa era la razón por la cual Clare no lo recordaba. Pero su indignación llegó cuando se enteró de que aun recuperando sus memorias, posiblemente ella no lo recordaba. Ahora que lo pensó mejor. Era muy estúpido de su parte exigir que ella recordara algo sobre él. Solo tenía tres malditos años. Aun así, la decepción lo tomo y cuando Clare miro hacia Daez los celos se mezclaron con la indignación. —Lo quiero muerto. —ordeno. —Señor, no creo que… —Dije lo quiero muerto. —Exigió con enojo. Está bien, ella no lo recordaba y tal vez era lo mejor, no solo para ella, sino también para él. Cuando todo se volvió un caos, el hombre acato la demanda de Eliot y lanzo su daga que terminó enterrada en la costilla de Daez. El dolor lo consumió, saco la daga y la hemorragia no se detuvo. Pero Clare no se detuvo. Si no la alcanzaba, ella se iría y él no hubiera podido resolver los malentendidos con ella. —Misión cumplida, señor. —informo el hombre. —¿Está muerto? —pregunto. —¿lo viste morir? —indago. —No señor, pero… Eliot estalló en rabia, no era muy difícil matar a un solo sujeto ¿O sí? Dislocó el cuello del hombre y hablo enfurecido con otro de sus hombres. —Los malditos hospitales, maten a todos los doctores en ellos. —Exigió. —Veremos como logra sobrevivir. Dejaría ir el pasado, pero antes se encargaría de borrar de la faz de la tierra a Daez Brhazo, no solo por tocar lo suyo, sino por qué tarde o temprano sería una amenaza para él. Tenía planes y no podía permitir que Daez llegará al poder del círculo o todo se iría al demonio, entonces dos años después, interrumpió en la cumbre mundial. Necesitaba que nadie se interpusiera en su investigación y si el problema era estar de incógnito entonces lo mejor era buscarles distracción. Él se lio con los humanos dándole armas para cazar a los antinaturales y a cambio él sería libre para investigar cómo quisiera. Había escuchado rumores sobre Clare, pero no le importaba, dejo el pasado atrás como lo prometió y si se encontraba una segunda vez con ella, esta vez si cumpliría con matarla. Años de trabajo lo tenían al límite del cansancio y pasar por las Vegas también lo ayudaría a distraerse. Pero una hermosa chica de melena azabache con ojos grises lo arribo. Era ella, no. Posiblemente, había tomado demasiado y los alucinógenos no eran de mucha ayuda. Pero, Daez llegó y arruino todo “denuedo” vaya, esta chica sí que era una caja de sorpresas. No solo estaba incógnita en la FMA, sino que estaba liada con el hijo de general Robinson, pudo haberla puesto en evidencia, pero le pareció chistoso ver la escena. Cuando todo se descontroló, Morgan sonrió, ahora estaba libre y el hecho de que John Robinson intentara atacarlo lo enfureció, pero nada lo endureció más que verla a ella defendiéndolo y por eso decidió transformarlo, para sumarle más peso a sus desgracias. Era estúpido, rogar por la vida de alguien más ignorando tus propias heridas, necesitaba ver a esa chica decidida, esa que no le importaba nada, como cuando era niña. Y justo ahora lo volvió hacer, sacrificándose por los demás, por alguien que no vale la pena. Daez Brhazo no valía la pena. ¿Qué estaba haciendo? No lo sabía, pero decidió no ignorar sus instintos y cobrar todo lo que ella provoca en él. Estaba enojado, muy enojado. Y ella tenía dos opciones calmarlo o morir para regresarle la paz que se arruinó el día que la conoció. CONTINUARÁ…
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