Capítulo 4

1326 Words
Frente al comedor estaba un pequeño pasillo oscuro que daba a la oficina de mi padre. Era un pequeño cuarto donde estaban dos estantes de libros antiguos, un escritorio, una silla y una ventana que proporcionaba una vista de la parte trasera de la casa donde se podía apreciar un patio de servicio al cual se podía pasar por la cocina. Di un par de suaves golpes a la puerta de la oficina y esperé. —Adelante—indicó la voz de mi padre. Me adentré un tanto cohibida, él siempre me hacía sentir de esa manera cuando estaba encerrado en ese lugar, escribiendo y redactando su próxima publicación. No es que fuera una mala persona o un mal padre, simplemente era dedicado y no le gustaba ser interrumpido cuando estaba concentrado en su trabajo. El sonido de las teclas de su máquina de escribir fue lo primero que percibí al entrar, el ritmo era presuroso, al compás de sus pensamientos. No levanto la vista y yo no dije nada mientras él seguía tecleando rápidamente, pasaron unos cuantos segundos hasta que finalmente se detuvo. —Que tal, papá—salude acercándome para darme un beso en la mejilla. —Perdón Emma, estoy redactando una noticia de una información que acaba de llegarme ¿Cómo estuvo tu día? Sus palabras me dieron justo en mi conciencia, como si el destino se empeñara en hacerme sentir mal con cada segundo que pasaba con mi familia. —Normal, como siempre. Se levantó de su asiento, su altura y su complexión le daban cierto aire imponente, sin olvidar sus profundos ojos color café oscuro y la expresión seria en su rostro. Se acomodó los tirantes de su pantalón, tomo un par de hojas de su escritorio y me las extendió. —¿Es la nueva información para tu sección?—me atreví a preguntar. —Sí, es muy interesante. Desde que comencé a escribir acerca del príncipe bastardo, no había recibido información como esta, si esto es auténtico podría certificar que la familia Volkov realmente existió. —¿La familia de la que me habías hablado? ¿La que fundo Astrea? Baje la vista hacia las hojas en mis manos, su contenido era la transcripción de una entrevista a un anciano que residía en Mir, cerca de las ruinas de una antigua mansión que el gobierno mantenía bien resguardada y de la cual se prohibía la entrada. En la entrevista, el anciano relataba que su abuelo le había contado una historia sobre lo que paso ahí, hubo un gran incendio en el que sospechaba la familia completa había fallecido víctimas del fuego, sin embargo, no hubo pruebas que certificaran el fallecimiento de la familia, pero tampoco podía darse por hecho que estaban vivos, pues de ellos, nada se volvió a saber en lo absoluto. El anciano afirmaba que su padre había tenido la oportunidad de acercarse a la zona, antes de que las ruinas fueran rodeadas por el ejército, según su declaración, se podía acercar al enrejado oxidado que guarecían a las ruinas y a mitad de este, se encontraba un escudo. Al pie de la página se hallaba una ilustración de lo que parecía ser una corona envuelta en laureles con dos lobos en sus costados como si estuvieran resguardándola. —¿Qué es esto? Le devolví las hojas a mi padre para que él pudiera explicarme el motivo del porqué aquella información era tan importante para él. Él lo observó un segundo y sonrió satisfecho, tal vez esperaba que yo hiciera aquella pregunta. Se dirigió hacia uno de los estantes y saco de ahí un libro de pasta azul, dio vuelta a las páginas hasta que hallo lo que buscaba. —Mira, son idénticos— me dijo colocando el libro sobre su escritorio justo a un lado de las hojas, al observar el libro vi el mismo dibujo, aunque mejor detallado, pero en esta ilustración se encontraba una pequeña leyenda que decía: "De la información recabada de algunos textos antiguos que pudieron hallarse en la biblioteca central, fuera de la jurisdicción del departamento de investigación nacional criminal, fue encontrado este escudo de armas sin nombre, del cual se sospecha perteneció a la desaparecida familia Volkov a la que se le relaciona con la corona del antiguo reino de Athos, hoy conocido como Astrea" —Papá— pronuncié un poco angustiada—¿En dónde conseguiste este libro? ¿Y quién te dio esta información? No hacía falta que él me respondiera directamente de donde había conseguido aquel ejemplar, pues bien sabía que toda información que pusiera en tela de juicio o insinuara la ilegitimidad de la familia real actual debía ser eliminada y a quien se le descubriera en posesión de tales objetos debía ser castigado. La oficina de mi padre estaba prohibida por una sola razón, él coleccionaba libros ilegales que compraba en el mercado n***o para indagar la existencia de aquel al que llamaban "El príncipe bastardo" Se decía que ese misterioso personaje estaba vinculado con aquella familia, pero cuando mi padre comenzó a escribir sobre él en su sección descubrió que el príncipe bastardo venía siendo nombrado mucho tiempo atrás, cien años para ser exactos, por el reinado del Rey Yakov Vasiliev I, así que por esa razón mi padre afirmaba en su sección que ese tal príncipe no era más que una metáfora, una figura retorica que el reino mismo había creado para amenazar el poder del rey. —El libro lo encontré por ahí—aludió con cierto aire de burla quitándome el libro de las manos y devolviéndolo a su lugar en el estante— la información fue difícil de conseguir, pero es de un informante muy respetado, muchos reporteros de otros periódicos buscan y compran sus datos para sus publicaciones es por eso que no puedo dudar de la veracidad de esta información. —¿Piensas publicar lo que has encontrado? — lo vi tan convencido de sus palabras que me atemorizo, si tan solo mencionar el apellido Volkov era de por sí indebido, no quería ni imaginar que pasaría si alguien influyente llegaba a leer las declaraciones de mi padre en el periódico y encontraba su opinión como un idea rebelde y agitadora que iba en contra de la integridad de la familia real. —No, por supuesto que no— declaro aproximándose para reunir el desastre que había en su escritorio. Mapas de Mir y sus alrededores, otros libros abiertos en citas históricas del rey Yakov y otros documentos que se notaban viejos y maltratados — lo que estoy redactando es una carta para el nuevo socio del vocero, al parecer está muy interesado en el tema, pero por obvias razones me pide tratar esto con la mayor discreción posible. Quiere estar al tanto de lo que descubro y de lo que se publicara a partir de ahora. Suspire aliviada, pero la preocupación por las investigaciones de mi padre era latente, al igual que su biblioteca secreta, era como tener pólvora cerca de un mechero, podía estallar en cualquier momento. —Vengan a comer, la cena, esta lista—anuncio mi madre desde el otro lado de la puerta, dando algunos golpes leves sobre ella advirtiendo que era su primer y último aviso. Mi padre sacó rápidamente un sobre de uno de los cajones de su escritorio y retiro la hoja de su máquina de escribir para hacer un par de dobleces y meterla en aquel sobre. —Ayuda a tu madre con la comida en lo que termino ¿Sí? Asentí y salí de la oficina. Fui a buscar a mi madre en la cocina para ayudarle tal y como lo había ordenado mi padre, ella servía algo caldoso color naranja en los platos, no sabía que era, pero olía bastante bien, ella tenía la habilidad de hacer con pocos ingredientes una comida digna de un rey, quizás no tenía el mejor aspecto, pero su sabor era increíble.
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