El guía nos dio un número a cada una de nosotros, el cual era el mismo que señalaban nuestras habitaciones llamadas cabinas. Estas, tenían una capacidad de dos personas, por lo cual, a mí me tocó compartir la habitación con Shade. Y a Osiris le tocó con Kahina. Por alguna razón, Kahina me señaló que lo estaría vigilando. Que con su presencia allí, no podría hacerse el tonto de ninguna manera.
La miré un poco extrañada. No sabía a qué quería referirse. Me hice una idea, pero no creí que Osiris fuera ese tipo de hombres. Solo eran suposiciones.
Llevé a Penélope al fondo del buque donde se encontraban los demás animales. Luego me dirigí a la cabina para dejar mis cosas, las cuales eran una simple bolsa hecha de hilo que adentro tenía manzanas casi podridas y mi túnica; no era buena previendo mucho lo que necesitaría más adelante. Era mi primer viaje a larga distancia.
Más tarde llego Shade, que me dijo que los otros dos nos esperaban para comer algo. Yo, con mi amabilidad le pregunte si necesitaba ayuda para traer sus cosas, ella respondió con un:
-¿Eres ciega? ¿No ves que están en frente tuyo?- Luego me miró con desprecio y se dio vuelta y se fue con aires de seguime o te dejo.
Suerte que tenía mis manzanas arenosas para aplastar, porque si no eran las manzanas era la cabeza de Shade. Pero luego, me calme y me dije a mí misma que la podría enfrentar en la competencia.
Kahina me recibió con una sonrisa. Shade me retó por haber llegado tarde. Y Osiris ni me miró. Estuvo con la cabeza gacha y Kahina no sabía que le pasaba.
Shade apenas comió verduras, se abalanzó más hacía la carne. Mientras que Kahina era vegetariana, ya que sus dioses eran animales en parte, por eso Osiris tampoco quiso carne de ningún tipo.
Todo estaba muy tranquilo. Pero, no me podía contener. Cerca nuestro se encontraba un grupo de demonios que parecían estar hacía rato en la nave.
Sin embargo, no se los veía muy tranquilos. Además, no parecían amigos entre sí. Si no, más que nada estaban juntos porque otra no les quedaba. Como un grupo armado por conveniencia.
Me daba curiosidad saber si estaban allí por la competencia. Era lo más probable. Tenía muchas ganas de ir y hablarles. Me convencí un momento de estar tranquila. Pero no pude con mi genio y luego de tragar el último trozo de manzana, salí casi saltando en una pierna hacia donde se encontraban.
Al instante, me dirigí hacía uno de ellos.
Al más alto.
Él tenía forma humana, a pesar de que era un demonio.
Los que poseen forma humana son los más fuertes. Pero su forma verdadera es la de un animal gigante y con ojos de serpiente de distinto color. Los ejemplos más comunes son los que tienen la forma de un zorro o un lobo. Aunque estos provienen de las regiones de Asia.
Este era canoso, casi podría decirse que tenía cabello plateado. El iris de los ojos se tornasolaba de azul claro a turquesa y de allí de celeste a blanco, con una pupila muy pequeña de un color n***o intenso. Y poseían ropa del oriente.
Aquel demonio se encontraba acompañado por otros dos, de un aspecto menos llamativo, pero igual de bellos.
Me acerqué y lo saludé. Él me miró tranquilamente. No parecía estar sorprendido por mi apariencia. O por lo menos no lo demostraba. Quizá, a los demonios como él no les interesaba mucho una criatura divina, cuando ellos también eran criaturas muy poderosas.
Luego de mirarme comenzó a hablar:
-Hola ¿Puedo ayudarte en algo?-Preguntó con amabilidad.
-En realidad, es la primera vez que conozco un demonio y me pareció una buena oportunidad para conocer un poco sobre ustedes-Expliqué repentinamente. Luego, reflexioné- ¿O fui un poco extremista?-Exclamé, dándome cuenta que quizá fui un poco rápido, ya que ni los conocía. Pero se rió y me miro de abajo hacia arriba consecutivamente.
-Supongo que eres un Caronte-Me miró algo sorprendido. A pesar de que el fuese una criatura opuesta a mí, pero también muy fuerte. Aparte de que, al principio no había mostrado sorpresa hacía mi origen. Tal vez, no se había dado cuenta.
Sin embargo, no esperaba su sorpresa ante mí.
-Sí soy un mensajero azul-Dije con tranquilidad, intetando no ponerme nerviosa.
-No es común ver a alguien de tu especie. Aunque considero que soy un demonio que viene del Sur de Asia y se encuentra en zonas de Europa-Luego, sonrió un poco más, mostrándose amigable- Pero es más fácil encontrar a un demonio en Europa comparado con encontrar a un Caronte en la tierra-Dijo mostrando interés en la razón por la cual estaba parada frente a él. Los dos estábamos interesados. Y queríamos información concreta.
-Sí, entiendo a lo que se refiere-Hice una pausa y luego le expliqué- Además, provengo de una zona donde las únicas criaturas que se encuentran son los elfos, los ogros, los centauros o los faunos, criaturas que son muy comunes en toda Europa.
-Eso lo sé-Al instante puso una expresión de desagrado como si hubiese recordado algo que debía hacer, entonces Inquirió-Pero que modales más inapropiados tengo. Disculpe señorita, olvidé presentarme-Dijo pausadamente- Me llamo Nori ¿Y usted?-Exclamó suavemente pero serio en todo momento.
-Me llamo Ángela-Le contesté- Aunque, sé que es un nombre un poco obvio. Pero al no ser tan común ver a alguien como yo, mis padres me llamaron por lo que soy.
-¿Tus padres? ¿Qué, hay más carontes por los alrededores?- Me preguntó sorprendido como si hubiese encontrado un tesoro gigante. Y no le diera importancia a la información provisional que le daba sobre mi nombre.
-No, no se encuentran otros carontes por aquí. Yo hablaba de mis padres de alma, quienes me encontraron-Le expliqué rápidamente, antes de que sacara conclusiones equivocadas.
-¿Te encontraron?-Volvió a preguntar-Es interesante-puso gesto pensativo y sonrió de lado-mis amigos y yo, estaríamos encantados de que te sientes a la mesa con nosotros.
Al momento, me sentí emocionada. Pero, de repente, Osiris se acercó a mí con mala cara. La cual supuse que era para los demonios. Estos, se percataron de su actitud y le devolvieron con lo mismo. Nori en especial.
No tenía idea de porque Osiris se acercó de esa manera. Tal vez era porque creyó ¿Que estaría realizando una alianza con ellos?
Sin embargo, el demonio llamado Nori, luego de devolverle una mirada cortante, se dirigió hacia mí de nuevo y exclamó:
-Veo que se acercó un amigo tuyo. Aunque yendo hacía el tema principal, no sé bien cuál es la razón por la qué te has acercado. Sin embargo, cabe aclarar, que no me ha molestado en absoluto. Es una muy buena experiencia encontrarse con una belleza como usted en este mundo-Exclamó mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa.
Luego de lo expresado, Osiris me empujó suavemente hacía atrás estando a la misma altura que él. Entonces, me miró con ira y me susurró al oído:
-Ten cuidado. No te fíes solo porque te dice frases dulces y te sonríe-Sin embargo, hice oídos sordos a sus palabras.
¿Quién era él para estar controlándome?
Así que, volví de nuevo a mi lugar ignorándolo y siguiendo con la charla.
-Este transporte no puede ingresar por ríos de caudal más chico, así que supongo que deben haber recorrido una gran distancia para alguna ocasión importante-Exclamé. Quería saber si ellos también estarían en la competencia. Asimismo, me interesaba su región y su cultura. Si llegaba a convertirme en Guardiana, sería una vergüenza que no supiera lo mínimo e indispensable de cada criatura que habitara la Tierra.
-Eso creo-Soltó una risa un poco burlona-Me doy cuenta de que además de hablar por hasta los codos, eres muy observadora.
-Admito que sí, solo un poco. Pero solo cuando algo me interesa-Su sonrisa seguía en pie y sus ojos se abrieron un poco más.
No era la única interesada.
-Entonces-Soltó con una pausa- te intereso o... ¿Me equivoco?-Dijo parándose de su asiento y acercándose tanto a mí que solo quedaban un par de centímetros de distancia entre los dos. Sus compañeros nos miraban de reojo. No los veía interesados en la situación. Y siguieron comiendo sin ninguna interrupción.
Osiris, no había vuelto a exclamar palabra. Nori, estaba muy cerca. Podía sentir su fresco aliento sobre mi rostro. Sin contar la poca distancia que había entre nosotros.
No sabía qué pensaba hacer. Pero esa no era esa mi intención. Creo que aquel ser me había malinterpretado. Sin embargo, cuando iba a echarlo hacía atrás suavemente para explicarle mis intenciones, de la nada salió un golpe de Osiris que se dirigió a la cara de Nori.
No obstante, el demonio lo esquivó fácilmente. Luego, Osiris se echó para atrás y le volvió a mandar una mirada amenazadora y penetrante.
Sin embargo, el demonio no se quedó parado sin hacer nada. Es más, también se inclinó para atacarlo, pero estando atenta pude predecir sus intenciones y les lancé un grito.
Los demás pasajeros nos vieron de repente y luego volvieron a sus asuntos. Ninguno me hizo caso, así que les lance un hechizo para congelarlos. Este conjuro solo era útil cuando las personas o criaturas estuviesen distraídas. Si no, no surgiría efecto alguno. Por eso, para la competencia no me serviría demasiado.
Osiris me miró con enojo por haberme metido.
Sin embargo, Nori se sorprendió, ya que no se lo esperaba. Luego deshice el hechizo, porque les hice prometer, en especial a Osiris, que no pelearan en vano. El demonio aceptó, pues, su oponente del desierto no le significaba mucho. Dijo que no quería gastar energías en un mocoso y menos por un acto tan estúpido de su parte. Esto hizo enfurecer a Osiris aún más. Pero lo retuve. Luego le pedí disculpas a Nori y me llevé a Osiris. Lo regañé, pero no me hizo caso. Tenía los brazos cruzados y me miraba con mala gana. Luego, se dio la media vuelta y desapareció en el pasillo, dejándome como una tonta gritándole al aire.
Golpeé la pared de lo enojada que estaba. Había quedado como una tonta ¿Por qué tuvo que meterse de esa manera y avergonzarme frente a todos? Y encima no me escuchaba cuando le hablaba. Casi me saltan las lágrimas de la ira y de la indiferencia con la que Osiris me había tratado. Sin contar, que ni siquiera me escuchó cuando le di mis argumentos del porque había hablado con aquel demonio. Cuando ni siquiera, tenía la obligación de hacerlo.
Su brusca actitud me había molestado y entristecido. No podía tratarme así. Y menos cuando supuestamente no significaba nada para él. O por lo menos, eso me había demostrado con aquella estúpida pelea.
Más tarde, Llamé a Kahina y a Shade para conversar un rato sobre lo que haríamos después de bajar de la nave. Según Shade, el transporte nos dejaría a unos 100 kilómetros de nuestro destino. En ellos se encontraba la residencia de Kahina y Osiris, la cual visitaríamos, porque allí nos asentaríamos hasta el inicio de la competencia.
Además, Kahina quería mostrarme lo bello que era el desierto de noche. También, entrenaríamos un poco antes de la competencia, ya que en el viaje lo único que hacíamos era vagabundear, comer cualquier cosa, dormir pocas horas y hasta ese momento, estábamos establecidos cómodamente en un buque, sentados y sin pensar en nada concreto.
Sin hablar de la estupidez que había hecho Osiris, valla a saberse el porqué. Y la cual se sumó aún más a lista de estupideces que tenían que ver conmigo. Sin embargo, no creí que el orgullo de Osiris pudiera resistir tanto, en especial cuando era evidente que él era quién se equivocaba. Pero yo fui, quién se equivocó. No me dirigió la palabra en lo poco que quedaba de aquel día.
Me enfurecía, no podía ser tan obstinado. Yo entiendo el orgullo, pero era evidente que él debía resignarse. Aunque, ya me estaba hartando y además, quería saber la razón por la cual atacó al demonio.
Quise acercarme varias veces, pero siempre se iba. No obstante, me seguí acercando y tuve la oportunidad de preguntarle el "porque", pero se enrojeció y se fue a su cabina y me dejó hablando sola.
Entonces, me quedé allí decepcionada, ya que me molestaba. Sin contar la angustia que me provocaba no tener respuesta.
Quería acercarme a Osiris pero no solo como amiga. Sin embargo, no parecía en ese momento el mismo que me había tratado tan bien cuando estuvimos en la casa de los ogros. O las veces que se olvidaba de nuestra riña y me contaba anécdotas o chistes haciéndome reír y disfrutar de su compañía.
La amargura y la tristeza volvían a azotarme cuando Osiris se mostraba tan indiferente conmigo. Especialmente cuando quería hablar y arreglar las cosas.
Ya era de noche. Sumida en mis pensamientos me quedé mirando la luna reflejada en el mar.
Desde las sombras se ocultaba una criatura, la que pude sentir gracias a su presencia oscura y maligna. Aquella que se ocultaba en lo oscuro de la nave, se desplegó y me lanzó una pequeña daga, la cual esquivé rápidamente antes de que pudiera rozarme la mejilla. Aquella contenía un veneno mortal, capaz de matarme en una hora.
Luego de su acto fallido, salió de la oscuridad tan rápido que solo pude distinguir alas de color n***o como las tinieblas y el cabello blanco con degradé en gris hasta el n***o.
Me quedé atónita. Aquella silueta me hizo recordar a la que habíamos conocido en el Bosque de los Elfos y quién era culpable de varios asesinatos y desastres. Quise atraparla. Pero, sentí que mis músculos no me respondían, creí que se trataba de mi hechizo, el que había utilizado en Nori y Osiris. Pero no, no era el mismo. Era uno más fuerte. Ya que no me encontraba distraída en ese momento. Además, de que fue instantáneo y sin la pronunciación de alguna palabra.
Es decir, que aquella criatura primero, utilizaba magia para combatir. Segundo, era fuerte ya que un conjuro como el qué realizó necesitaba de un poder espiritual muy fuerte, ya que sino no surgiría efecto al tener que luchar contra la voluntad de la persona hechizada. Y tercero, confirmé que tenía alas y estas eran negras.
Así que, no había duda de que algo sucedía. O era caronte n***o, que era lo menos probable, ya que supuestamente estaba muerto, o era un descendiente.
Sin embargo, se notaba que era bastante fuerte como para inmovilizarme por completo. Aunque, a pesar de haberme dejado absolutamente indefensa, no me atacó.
Luego del episodio, repentinamente me desplomé en el piso de madera. Me levanté y salí corriendo para saber si había pasado algo, pero por suerte, no había ocurrido nada como lo anterior. Todo estaba en orden. Así que me sentí aliviada y así me dirigí a mi habitación. Nori, se encontraba frente a ella.
Le pregunté en voz baja si necesitaba algo. Él solo exclamó que nuestra conversación no había terminado y me invitó a su camarote. Otra manera de decirle a aquellas cosas donde te hospedas. Le agradecí, pero le dije que me daba un poco de vergüenza. Él se rió dulcemente y me habló al oído, de que no me haría nada inapropiado, solo quería conversar tranquilo sin ninguna interrupción como la anterior. Además, me aclaró que no era un pervertido. Pero eso me hizo ponerme roja. No era ese mi pensamiento. Es decir, no lo decía por él, sino porque yo no estaba acostumbrada a eso. De ir a la habitación de un chico, aunque solo fuese para hablar, aunque ya tuviese diez y nueve años de edad humanos.
El volvió a reírse suavemente y me llevó a su cabina. Encendió la luz y me pidió que me sentara. Lo hice y luego me preguntó sobre la intención de mi viaje, le respondí acerca del trayecto y para que estaba destinado y los dos coincidimos en los mismos fines.
Es más, la gran mayoría de la bestias que se encontraban allí se dirigían hacía la competencia. Se suponía que era un evento muy importante y que no se realizaba durante un lapso de tiempo muy largo. Asimismo, de adquirir un poder intensivamente grande al entrenar por tanto tiempo.
Me sentí, por un lado, triste por enterarme que tal vez competiríamos. Pero luego me puse feliz ya que él me dio ánimos y me dijo que le sería un honor luchar contra mí, ya que no hacía diferencia de géneros. Lo que no era para malinterpretar, sino que él defendía la postura de que cualquiera podía competir, y yo también lo apoyaba.
Nori era muy educado para ser un demonio. Me había sorprendido bastante. Y creí que su interés iba hacía otra razón.
Luego me preguntó por, quienes me acompañaban, en especial por Osiris. Él creyó que se trataba de mi novio o algo por estilo. Le respondí con un inmenso ¡Nada que ver! ya que ni siquiera quería hablarme.
Luego, Nori volvió a largar una pequeña risa burlona.
Una actitud que me estaba volviendo nerviosa.
Y me dio a entender que lo que Osiris había hecho era por celos. Pero no lograba comprenderlo o no me parecía lógico, ya que Osiris no quería hablarme.
Así que, Nori me aconsejó sobre que tenía que ir y hablar con él para aclarar las cosas, en especial si significaba algo para mí. Me dio a entender que era una situación que se podía percibir fácilmente en el aire. Además, de haberme visto todo el día yendo y viniendo tras Osiris. Y la angustia que me provocaba su actitud hacía mí ¿Tan transparentes eran mis acciones? Pensé luego de ver las observaciones de Nori sobre ellas.
Le agradecí con mucho entusiasmo, en verdad me habían servido mucho sus concejos. Luego, me acompañó hasta mi dormitorio. No obstante, se acercó hacía mí con solo un centímetro de diferencia entre nuestros cuerpos.
Rápidamente llevó su boca a mí oído y exclamó:
- Es una lástima tener un caronte frente a mis ojos y que corresponda a otra criatura. Sin embargo, te deseo mucha suerte y espero poder encontrarme en un futuro cercano contigo, sin tener una competencia o batalla de por medio.-Luego, se retiró un poco hacía atrás. Al escuchar esto, me había quedado quieta y sin respirar.
Me sentí muy feliz aunque no tenía intenciones con Nori. Aun así volví a agradecerle y enseguida me besó la mejilla. Luego se marchó.
Al instante, llevé mi mano hacía donde me había besado y mis mejillas pasaron a ser casi rojas. Sonreí sola en aquel pasillo casi a oscuras.