Cambio de Actitud

1179 Words
En vista de que Coral había sido rechazada por el galanazo de Vladimir, no tuvo más remedio que atender su petición de desaparecer. Era una decisión que le había dolido horrores, pero su dignidad de mujer era más valiosa que el enamoramiento por cualquier tíguere, por lo que ya era hora de emprender su aventura hacia un nuevo amor, o al menos eso ella creía que quería. Sin embargo, el hecho de no querer a aquel muchacho cerca no significaba que dejara de hablarle a Zuleika o a Sulermy, a quienes las llamaba por la aplicación para juntarse en cualquier cafetería cerca de la zona universitaria para hablar de todo y de nada. Zuleika estaba dejando solo a Vladimir últimamente por irse a andar con Coral, ya sea por estudios, o por irse de compras a algún centro comercial. De una manera inexplicable para él, estaba empezando a extrañar a la blanquita, por raro que le haya parecido, se sentía a gusto con la idea de que aquella joven estuviera asediándolo, pero él hizo todo lo posible para quitársela de encima, por lo tanto no debía quejarse. En un momento en que estaban Vladimir y Zuleika sin nadie alrededor, le preguntó por Coral. — Mira, vieja loca. — Dime, loco viejo. — ¿Y tu amiga, la blanquita riquita? — ¿Quién? ¿Coral? — Esa mima. — ¿A ti qué te importa? Tú le dijite que te diera banda, ahora no venga' preguntando como si te impolta la vida d'ella. — También e' veldá. — Contestó Vladimir tratando de restarle importancia. La verdad era que él estaba echando de menos la presencia de Coral cerca suyo. Ella se había propuesto darse a respetar y alejarse de Vladimir por haberla herido con sus palabras de la forma que lo había hecho. No obstante, los papeles se habían invertido, por lo que fue él que comenzó a buscar a Coral, no de una manera tan obvia como lo había hecho ella, tampoco podía contar con Zuleika para que lo ayudara, pues aunque eran pricuñados y vecinos de toda la vida, él tenía muy claro que la pricuñada lo traicionaría haciéndole saber a la blanquita que el hombre se estaba interesando en ella. Par de meses pasaron, por lo que ni Vladimir ni Coral se habían buscado. Alfredo estudiaba ingeniería al igual que Zuleika y Coral, que por cosas del destino, él trabajaba en la compañía constructora del ingeniero y profesor, y además padre de Coral, Guillermo Villalona, en la compañía constructora "GCGC Construcciones S. R. L.", en alusión a los nombres de su familia, Guillermo, padre, Carolina, madre, Gilberto, hijo, y Coral, hija, que aunque había una niña más pequeña, de nombre Marbella, su inicial no figuraba en el nombre de la compañía porque aún no había nacido cuando ésta fue constituida. Vladimir entendía que su primo podría ser su cómplice para poder acercarse a Coral sin que Zuleika lo sospechara y así lo delatara. — No te atreva a decirle nada a la loca de tu novia, depué me mete al medio. — Po ete hombre será loco, ¿Cuándo te he tirao pa lante yo a ti? — Hame hablá... — Sí, ta bien, no digo na. Pero me solprende que tú ande atrá de ese tipo de chamaca, a ti no te gutan tan fina. — Digamo que e´ un reto. Ella se me puso interesante de'pué' que 'taba de plagosa, ahora quiero ve' que lo que con ella. A Vladimir se le había despertado la curiosidad por saber quien era en realidad Coral Villalona. El haberlo dejado de acechar tan de repente para él, en vez de significar un alivio, le pareció una oportunidad de cambiar de tipo de mujer, al parecer no era tan plástica como él pensaba que eran las mujeres "popis" o de alta sociedad. Aunque no lo aparentara, Vladimir era un muchacho paciente, aunque a veces daba a entender que no, por los arranques de ira que a veces exhibía, sobre todo cuando estaba en el taller de mecánica y algo no le salía como él quería. Había sorprendido a Zuleika y a Sulermy que él no haya vuelto a preguntar por Coral, no sabían qué pensar, y aunque la pricuñada le había rogado a su novio por una explicación de la actitud de su primo, no obtuvo ninguna respuesta, por lo que hubo que esperar, cosa que ella odiaba, para ver qué era lo que su vecino estaba planeando. — A mí me da miedo cuando Vladi ta callao. — ¿Y por qué debería hablá? — Preguntó Coral un poco confundida porque Zuleika salió de la nada con aquella reflexión, además la pensaba inmersa en un problema de cálculos que deberían estar resolviendo. — No le des mente a ese amigo tuyo, si tú sigue' en eso, no vamo a telminá eta tarea, y no' van a quemá por 'ta pensando en nadie. — Tipa, ¿Y a ti no te da curiosidá qué él no te haga caso? — ¡No! El amigo tuyo me puso en mi pue'to cuando me dijo que yo lo 'taba jodiendo mucho, así que lo solté en banda como él quería. ¡Ay, ya! Deja de 'ta pensando en diparate, la tarea no se va a hacé sola. Zuleika salió de sus pensamientos existenciales con relación a Vladimir, ya que había entendido que lo dicho por Coral tenía total lógica, sin embargo, aunque no lo hizo notorio, ahora había sido la blanquita la que había empezado a pensar en ese muchacho que le había robado el aliento desde el día que lo conoció, pero tampoco le daría el gusto de lanzarse a sus brazos desde que él le brindara la más mínima de sus atenciones, "Si quiere celeste, que le cueste", como había un dicho por ahí. Par de semanas después el ansiado reporte sobre la blanquita había llegado a manos de Vladimir. — La tipa se llama Coral Villalona, hija del ingeniero Guillermo Villalona y la arquitecta Carolina Sosa. Es la mediana de tres hermanos, hay uno mayor que ella por tres años, su otra hermana tiene siete años menos. Su hobbie es ir a correr carros, sobre todo a la avenida esa, tú sabe... — Ah, po le guta el peligro... Sígueme diciendo. — Le guta la comida italiana y la japonesa, muy exótica la niña. Pero da la vida pol probá picalonga, aunque su mamá la mata si sabe que esa muchacha se mete aunque sea un chin de fritura en esa boca. — ¡Ya! Yo sé cómo voy a engachá a la tipa... No me diga má' na'. ❣️❣️❣️ A ti que lees estas líneas, me gustaría saber tu experiencia de ver cómo te va leyendo la forma en la que los dominicanos se expresan. Hago esto con mucho cariño y anhelo darle un poco de mí y de mi país al mundo, pero quiero que sientas que éste será un viaje emocionante para ambas ti y para mí. Yari Rodríguez.
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