Me Has Costado Una Fortuna

La Nueva Amiga de Zuleika

Ya iba una semana de clases presenciales desde que la universidad abrió sus puertas. Desde el día en que Zuleika hizo que Vladimir le arreglara el auto a Coral, cometió el error de darle su número, desde entonces la joven no ha dejado de escribirle mensajes. ¿El motivo? Quería saber todo acerca del galán que andaba con ella para arriba y para abajo.

Coral era de tez blanca, pelo castaño y ondulado, pequeña, delgada pero de busto más grande de la talla que debería para su cuerpo tan diminuto, aún así, eso no la hacía sentirse acomplejada, más bien andaba orgullosa de sus tallas de más en la parte superior de su torso. Sin embargo, aunque quiso llamar la atención de Vladimir con ese atributo, a él poco le importó, más bien le parecía pretencioso.

Coincidencialmente, Coral y Zuleika estudiaban ingeniería, por lo que muchas de las clases de las que ellas habían elegido habían caído en las mismas sesiones, y la niñita rica no dudó en ofrecerle su ayuda para poder obtener una buena selección, tanto de asignaturas como de profesores, pues ella le restregó que era hija de uno de ellos.

Vladimir llegaba y salía de la universidad casi siempre acompañado de Zuleika; se conocían de toda la vida, y eran vecinos del mismo barrio, además de que ella estaba de novia con Alfredo, primo del mecánico, quién conoció a la chica gracias a él, pero luego de que Coral se le pegara como una sanguijuela a la 'Zuli', como le llamaban sus más cercanos, Vladimir decidió darle un poco de espacio. La actitud de la blanquita le resultaba empalagosa, pues andaba todo el tiempo pegada de la muchacha, todo con tal de estar cerca de aquel muchacho pues le resultaba un espécimen muy atractivo.

—Ven acá, loco, tú me ha sacao lo pie últimamente. ¿Qué te hice? ¿Quién te dijo un chi'me de mí cómo pa dame la real banda?

— Zuli, a mí nadie tiene que dame querella de ti como pa soltate, yo lo pongo claro a cualquiera, tú lo sabe, pero e' que esa amiguita tuya no te suelta, y yo no la sopolto.

El comentario de Vladimir le cayó mal a Zuleika. Ella a él lo estimaba como a un hermano, pero le gustaba andar con Coral, no le importaba tenerla tan cerca, pero no sabía que a su amigo le molestaba que fuera tan presentada. ¿Acaso era su amiga para poder estar cerca del mecánico?

Un día Zuleika se puso a estudiar los gestos y acciones de Coral, sobre todo cuando ella se percataba de la presencia de Vladimir. Precisamente ese día andaba él abrazado con una de sus compañeras de la facultad de derecho, su nombre era Sulermy, cosa que hizo que a la blanquita se le pusiera rojo el rostro de la rabia que sintió al ver a su hombre tomando la cintura de otra.

— Dime a ver, tiguerón.

— ¡Hey, la Zuli!... Hola... — Saludó Vladimir con un semblante de pocos amigos a Coral al verla ahí junto a su pricuñada.

— Sulermy, dichosos los ojos, tipa.

— Dichosos los ojos no. Yo a u'te mucha' vece' le dije que fuera para mi casa, pero la joven no quiso, así que a mí no me reclame.

Se escuchó un carraspeo que provenía de la garganta de Coral, era obvio que trataba de llamar la atención.

— ¡Señore! Preséntenme que yo no toy pintá.

— ¡Ay, perrrdón, tipa! Ella es Sulermy, compañera de la carrera de derecho del to lalgo ese.

Vladimir se sintió molesto con la actitud de Coral, mientras que las damas habían hecho su mejor esfuerzo para contener la risa que ambas querían revelar. Era más que evidente que niñita estaba interesada en el hombre canelo, y no estaba dispuesta a disimularlo.

Vladimir se había sentado con ellas en la cancha de béisbol, dónde sabía que a Zuleika le gustaba pasar el rato mientras esperaba el inicio de la clase siguiente, pero él se despidió puesto que su jornada estudiantil había acabado por la tanda matutina.

— ¿Ya te vas? — Preguntó Coral muy interesada a Vladimir quién estaba levantándose para salir de aquel mini estadio.

— Sí, me voy. A diferencia de ti, yo tengo que trabajá pa gana'me con qué etudiá, así que, no' vemo... Mujere la veo luego...

Aquel hombre se retiró de allí con mala cara, era obvio que la presencia de la nueva amiga de Zuleika le parecía asfixiante, por lo que últimamente se acercaba a su pricuñada sólo cuando estaban fuera de la casa de estudios.

— ¿A tu pricuñado le pasa algo conmigo, Zuli?

— Sí, lo estás jodiendo demasiado.

— Pero yo casi ni le hablo.

— Lo que pasa e' que si tú te le anda insinuando, él no te va a hacé coro, no le gu'ta la' mujere' presentá, y tú me ecusa. — Contestó Sulermy a pesar de no habérsele pedido su opinión. Era demasiado obvio el hecho de que la muchacha buscaba desesperadamente la atención de aquel hombre que le robaba el aliento.

Coral no era una joven que tomaba en cuenta las diferencias de clases sociales para abordar a cualquier chico que le gustara, pero no solía ser rechazada cuando ella quería estar con el hombre que quisiera, por lo que le pareció absurdo lo que aquellas féminas le habían comentado.

Con todo, Coral no dejó de atosigar al trigueño oscuro, de espalda ancha, para poder estar cerca de él, sin embargo, sólo estaba logrando que éste se alejara más de ella, por lo cual no cedió en su acoso hasta que él la confrontó.

— Mi hermana, mire, deje de sofocarme. ¡U'te me tiene la vida jarta!

Tal fue la humillación que le hizo pasar Vladimir a Coral delante de muchas personas en plena explanada de la facultad de derecho, que tanto Zuleika como Sulermy sintieron pena por ella y fueron a consolarla, pero la chica estaba lo suficientemente devastada como para sentir el consuelo que las chicas querían transmitirle.

— ¿Cómo te sientes, Coral? — Preguntó Zuleika tratando de ser dulce.

— Ustedes deben estar contentas de cómo me trató el odioso ése.

— No estamos contentas, querida, pero si a reprochá vamo, a ti consejo no te faltó. — Espetó Sulermy al ver la actitud de Coral.

— No se preocupen, yo ya ví como e' el patán ese. Si quiere que me le quite del lao, depué que no ande rogando. — Expresó la muchacha mientras se limpiaba las lágrimas con el dorso de ambas manos, las cuales corrían desaforadamente por sus mejillas.