Después de todos terminar el desayuno, fueron arriba a bañarse para irse para la capital. A pesar de que habían quedado de acuerdo de que saldrían el domingo temprano rumbo a sus destinos, la mayoría de los huéspedes, además de una de las dueñas de la casa, estaban decepcionados y se querían ir a casa gracias a lo que había pasado con Sulermy el día anterior. — Me imagino que no’ vamo ahora mimo pa Santo Domingo. — Sugirió Zuleika. — Váyanse utede, yo me voy mañana. — Respondió Sulermy de lo más emocionada. — Pero e’ pol ti que no’ queremo í’. Casi te mata ayel. — Dijo Coral conmocionada. — Bien dijite, ¡Ayel! Pero hoy e’ hoy, y yo me siento mejol. Mientra no me lleven pa un río a da salto en esa vainita de plático, ¡Yo me meto en toa! — Habló Sulermy refiriéndose al rafting, pero ell