Dos horas había pasado desde que los muchachos llegaron de hacer el rafting. Nadie atinó a quererse devolver a ninguna parte pues estaban atentos a Sulermy, al grado que casi empacaron sus pertenecías para volverse en ese instante, de ser preciso, a la capital, pero debieron esperar hasta que el médico que los Villalona habían solicitado llegara y revisara a la muchacha, además ella les pidió que no se fueran si lo hacían por ella. Coral se sintió en cierto grado responsable de lo que estaba pasándole a Sulermy, ya que ella era su amiga y estaba allí en su casa. La chica curvy le pidió que dejara todo como estaba, ya que para nada era su culpa. — Que tu helmano sea un tapao, eso no e’ contigo, Coralín, ademá, ya yo toy bien, tú verá como el dotol no’ lo va decí. — Le hablaba Sulermy en