De Vuelta a la Clase Presencial

1277 Words
— ¡Mami! ¿Qué por dónde anda mi mochila de marca? ¡Necesito ir presentable a mi primer día de clases presenciales! — Vociferaba y remilgaba por toda la casa la dramática Coral mientras iba y venía de un lado al otro en busca de su mochila número uno, asignada para el primer día de la semana. No podía repetir el mismo bolso, era para ella de muy mal gusto. Mientras tanto, Vladimir había salido a trabajar temprano al taller de mecánica de su tío, que quedaba cerca de una plaza comercial próxima a una de las avenidas principales de la capital del Gran Santo Domingo. Tenía horario flexible para ir y venir de dónde quisiera, siempre y cuando sea para estudiar, ya que en tiempos en que la universidad estuviera fuera de clases, o en huelga, como a veces era su costumbre, él debía cumplir con un de ocho de la mañana a seis de la tarde, de lunes a viernes, y hasta las dos los sábados. — ¡Mueve ese cuerpón, tú! Vamo' a llegá talde a la uni pol tu culpa. — Vociferaba hacia dentro de la casa la novia de un primo de Vladimir. Zuleika solía dársela en apurada cuando le tocaba a ella esperar por otros, ya que no era muy dada a la paciencia. Vladimir le gustaba acicalarse, tenía complejo de adonis, así fuera para sí mismo, no se dejaba amedrentar de nadie porque fuera mecánico, además su trabajo dignificaba, no por eso debía andar como un pordierosero entre la gente. — Mami, ya me voy pa' la uni, ¡Bendición mami! — ¡Ay sí, mijo! Dió me lo bendiga y me lo cuide por eso lao'... No se ponga a hacé coro con nadie que quiera brillá con u'te. — Le dijo Úrsula a su hijo mientras lo dejaba partir a la universidad. — Uté verá que no, la doña. — Contestó Vladimir sonriendo para calmar a su madre. Cuando salió de su casa vio a la loca de Zuleika como quien echaba chispas por ver que el primo de su novio no salía de prisa. — Pero mi helmano, uté e' un quicio. — Quicio ere' tú. Ademá, no te quille conmigo. ¿No te atendieron anoche fue? El muchacho recibió una mueca de su pricuñada la mientras ella farbullaba las palabras dichas por él, mientras tanto ellos iban camino a tomar el metro que los trasladaría hacia la universidad. Habían llegado a la facultad de derecho, donde estudiaba Vladimir, para luego la misma Zuleika irse hacia la facultad de ingeniería, dónde le tocaba a ella buscar los brochures e información impresa sobre las charlas instructivas de cómo funcionarían las cosas a partir de este nuevo semestre presencial. Era como si nunca habían estado allí, todos los estudiantes del plantel debían asistir a esas charlas dentro de su facultad madre para luego ir a una general, para reorientarse, algo que para el muchacho era innecesario y cansón, ya que él sabía moverse allí, o al menos eso quiso creer, ya que nunca había tomado clases dentro de aquella casa de estudios tan grande, pero él solía creerse un sabio, sobre todo porque visitó cada rincón de la sede de estudios por aplicaciones de mapa. En un momento dado, Zuleika estaba viendo las diferentes publicaciones en los murales que estaban apostados en las paredes de su facultad. Cuando daba la vuelta para dirigirse a una máquina expendedora allí cerca, alguien se estrelló contra ella, cayendo al suelo. — ¡Estúpida! Fíjate por dónde caminas. — Excúseme la joven. Yo no tengo ojos en la espalda y tampoco venía volando bajito. Sin más Zuleika siguió caminando, dejando a Coral en el suelo. No reparó en escucharla mientras decía cuántas cosas se le ocurría. — Ven acá, ¿Y quién e' la loca que te 'ta vociando vaina? — Soltó Vladimir que se le apareció de repente a la novia de su primo en su facultad regente. — Ay yo no sé, esa tipa chocó de repente conmigo y me quiere echá la culpa, dime tú. — Explicó ella mientras Vladimir le hizo señas de que la tipa me venía para encima de ella, pero de un momento a otro cambió el paso y su semblante pasó de uno agresivo a uno meloso. — ¡Oh! Disculpa, ¿Andas con ella? Soy su amiga, Coral. — Hola, Coral, mucho gusto. Conozco a las amigas de esta loca, y tú no eres una de ellas, así que, nos excusas, pero vamos tarde. — Espetó Vladimir mal humorado, agarrando del brazo derecho a su pricuñada, saliendo disparado de la explanada de la facultad de ingeniería. Una de las cosas que más odiaba en su vida era una niñita rica, y para colmo melosa. — Ay no te apure', furufo, yo no me quedo con ese de'plante, dandósela en buena conmigo...— Dijo Coral haciendo un gruñido a lo bajo. Vladimir sería cazado por ella para luego ser desechado, todo por un pequeño desprecio por estar de coqueta con un desconocido. Todos los que estuvieron esa mañana dando vueltas dentro de la casa de estudios fueron al alma mater de allí para recibir las charlas que serían impartidas a modo de instructivo para lo que sería el reinicio de docencia presencial. Vladimir y Zuleika se inscribieron para las diez de la mañana, ella no trabajaba y Vlad salía cuando quería del taller, mientras que Alfredo, su primo y novio de la chamaca, debía cumplir horario de trabajo. Habiendo salido del alma mater, pasaron por delante del vehículo de alguien que estaba presentándole problemas, Zuleika lo vio, por lo que le pidió a Vladimir que la ayudara, pues se veía que aquel auto le estaba dando problemas a su dueño, la cual era una chica. Coral estaba tratando de localizar a su papá para pedirle ayuda con su auto, ya que no quería arrancar y se suponía que él estaba allí en la universidad. Era quien siempre le ayudaba con esos menesteres, o le buscaba a alguien que lo hiciera, por eso ella no se preocupaba por maniobrar con su carro de sólo un año de uso. — ¿Necesitas ayuda, cariño? — Preguntó Vladimir muy atento, haciendo que Coral se pusiera alerta. Al escuchar aquella voz de tono interesantemente fuerte, no dudó en voltearse para darle un sí coqueto en respuesta, pero su ánimo cambió radicalmente al percatarse de quién se trataba. — No, no necesito ayuda. — Coral contestó, pero se arrepintió de haberle negado tajantemente la cercanía, ese hombre de color canela, alto, pecho bien formado, espalda ancha y brazos fuertes, le quitaba el aliento, y cuando vio su barba de candado y su pelo ondulado recortado bajito, se hizo un mundo con él en su cabeza. — ¡Ah, no, rubita, ecúsame! Fue la "amiga" tuya que me dijo que te ayudara. De haber sabío que era tú, ni me acerco. — Dijo Vladimir en un tono de voz y una expresión en su rostro muy serios, por lo que se iba hacia su camino al metro, pero Coral lo detuvo al llamarlo. — Sí, ayúdame, no sé que tiene mi auto. Vladimir lo revisó, no era nada de gran problema, sólo el motor de arranque. — Ya yo terminé aquí. — ¿Cuánto te debo? — Gualda tu cualto, velo como un favol... Camina tú, loca vieja. — Pero cógele lo cualto, depué se acotumbra... Mira rubita, él se llama Vladimir, e' mecánico y te puede asitil cuando tú quiera. — Le guiñó muy coqueta Zuleika a Coral al notar que la muchacha se le había enrojecido el rostro.
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