Ellas llegaron al área de comida de la plaza a la que se habían dirigido, y mientras esperaban a ser llamadas para entregarles el servicio de cada una, la conversación continuaba.
— ¿Cuál fue la condición pa que se haga el viaje, entonce? — Preguntó Coral tratando de no mostrar interés en dicho viaje.
— ¡Ah, no! El caballero me dijo literalmente que tengo hasta esta noche para decidirme, que si me niego, pues el viaje ¡No va! — Expresó Sulermy de manera altanera, pues pensaba darle dónde más le doliera al tal Yossiel.
— Y pol supueto que tú le va decí que sí, polque tú no ere’ sola, loca vieja. — Amenazó Zuleika a la Mymí, ya que, sabiendo lo orgullosa que era su amiga, daba para desbaratar las ilusiones, incluso de Alfredo, que ya estaba buscando la manera de involucrase en el dichoso viaje.
Antes de continuar su conversación, anunciaron el pedido de ellas, por lo que dejaron de hablar para prestarle atención a la parte de recibir la comida, estaban tan hambrientas que se dispusieron a eso. Una vez todo en su lugar, y habiendo dado el primer mordisco cada una, siguió el bembeteo.
— Realmente ‘toy pol barajale el viaje. — Confesó Sulermy de lo más calmada.
Tal confesión hizo que Coral botara de soplido el trago que había vertido en su boca, y Zuleika comenzó a insultarla.
— ¡Mira, m4ldita loca! No se te ocurra deci’le que no al morenazo ese. Mira que a ti te guta lo’ tíguere con el talaje del, así que no venga de mala corita.
Sulermy en serio quería ir al viaje que Yossiel le estaba proponiendo, pero ella sabía cuáles eran las intenciones del muchachón, por lo que pretendía dejarlo sin que pasara de ahí.
— Zuli, tú sabe muy bien polque no ‘toy en eso. Tu sabe que ese huevo quiere sal, y yo todavía ‘toy matá del último tíguere, no me haga eso, vieja. — Dijo Sulermy mientras se hacía para atrás de golpe en su asiento.
— Pero ve al viaje, así vamo’ to’, pero ponle claro que tú no quiere na’ con él, ¿No? — Recomendó Coral muy inocentemente.
— No, menol, ese tíguere quiere coro con e’ta goldita, así que él no va entrá en ese negocio así polque sí. — Trató de explicarle Zuleika a la blanquita.
— Po no vayamo, o vámono nosotro pol nue’tra cuenta. — Propuso Coral al ver que a Sulermy le afectaba el hecho de que fueran con Yossiel.
— Podemo almá un serrucho entre to, y también invitamo a tu helmano, Coral. — Dijo Zuleika.
— Ecúsame, tipa, no te ofenda, pero con tu helmano, na qué ve. — Expresó Sulermy con la característica sinceridad que le salía de lo más profundo de su ser.
El comentario realmente ofendió a Coral. Ella trató de solidarizarse con Sulermy por entender posiblemente sus sentimientos, pero la muchacha solía ser demasiado insensible con los ajenos, por lo que la más diminuta de las tres trató de apresurar su comida, casi atragantándose para salir despavorida de allí y dejar a las otras dos botadas.
— ¡Ah! Po se ofendió. — Dijo Sulermy a manera de burla.
— Lo que pasa es que no todo el mundo sopolta tu nivel de sinceridá, Sulermy, y eso, que Coral quiso solidariza’se contigo en tu decisión de debaratano el viaje pa Samaná.
Zuleika también dejó la mesa sin mediar más palabras, comenzando a llamar a Coral para que la esperara, la que así hizo al confirmar que quien la llamaba no anduviera con la pesada que la hizo abandonar la conversación.
Muchas veces Coral le había soportado las pesadeces de Sulermy, y hasta había entendido que no quisiera nada con Yossiel si tenía el corazón roto, pero tampoco era necesario que fuera déspota con su hermano, que sí se había pasado cuando le dio el beso en el cuello, pero no creyó que fuera para tanto.
— Tipa, suelta a Mymí en banda, ella e’ así to’ el tiempo. — Le dijo Zuleika a Coral una vez la había alcanzado, mientras trataba de acompasar su respiración.
— Lo sé, pero a vece’ ella hace que la gente le coja tirria pol se’ tan sincera.
Luego de una ligera pausa, Coral le recordó a Zuleika que debían ir a donde trabajaba Vladimir, como se había acordado, y de paso, se daban un paseíto por el barrio.
Una vez llegaron al taller del tío de Vladimir, este dejó de lo que estaba haciendo por un momento para atender a su inesperada visita.
— ¡Eh, mujere jembra! ¿Tan bello soy que no se conforman con verme en la uni nada má’? — Preguntó en modo presuntuoso el mecánico.
— Tú te cree’ el centro del universo, lacra vieja. — Contestó Zuleika.
Vladimir notó que Coral se había reído de la ocurrencia de ambos mientras se atracaban, pero que fue una risa apagada, por lo que trató de indagar porque el desánimo de la chica. Ninguna quería hablar sobre la discusión que se había suscitado unos minutos atrás con Sulermy, la una porque creía que su crush podría acusarla de dramática, la otra porque no quería que el viaje se cancelara en caso que este sujeto supiera lo que estaba pasando, y tenía la esperanza de que la terca de su otra amiga cediera. Sin embargo, terminaron diciéndole todo lo que había pasado.
— ¡Na! Sulermy ‘ta en todo su derecho de rechazá al tal Yossiel ese. Nosotro lo que tenemo que hacé e’ un serrucho y que cada quien ponga lo suyo, y no’ vamo to que el que apolte. ¿Cuálel sofoque? — Propuso Vladimir sin verle el problema a la situación, no era necesaria una invitación con segundas intenciones, al menos así lo veía él.
Por otro lado, Sulermy se había citado con Yossiel para hablarle en persona de la posible decisión a tomar para ir a Samaná o no, y aunque la idea de verlo la ponía nerviosa, ella consideraba que era mejor encararlo de frente y dejar los puntos claros.
Lo había citado donde mismo la habían dejado solas las muchachas, no tenía ánimos de moverse a otro lado, al menos que fuera para su casa. No obstante, ella ya estaba recogiendo sus cosas para irse, ya que Yossiel estaba durando mucho para llegar.
>> Me dejaron plantá, una vaina bien.
— ¿No me piensa eperá? Vengo matándome, ¿Y no me va dejá llegá? — Dijo a modo de broma un Yossiel que arribaba bastante sudoroso.
— ‘Toy batante cansá, Yossiel, me quiero í’ pa’ mi casa. Ademá, pol culpa tuya tuve una dicusión con la samiga mía, y si casi no te epero, e’ pol tú llegá talde.
Sulermy casi tocó a Yossiel cuando lo señalaba con el dedo en el pecho, cosa que él odiaba horrores, pero trató de controlarse para no torcerle el dedo, primero por ser mujer, segundo por ella desconocer eso de él, y tercero, porque en verdad él sería el culpable de que lo plantaran.
— Tienes razón, llegué talde, peldón. Y, pol favol, pol favol, no me vuelva a señalá como lo hicite, eso me prende la sangre de mala manera.
Sulermy subió ambas manos en señal de sumisión. Ya bajadas las tensiones, el joven inquirió en cuál era el interés de la fémina de tener su presencia ante ella.
— Mi intención es decirte que no voy a aceptar tu propuesta de ir al viaje a Samaná, y lamento que eso le dañe el viaje a mis amigos.
— ¡Oh! Veo que lo ‘ta diciendo en serio.
— No había necesidá de da vuelta pa decí eso.
— Lo que me hace pensá que ere egoíta.
— Prefiero velo como sinceridá.
— Quizá… ¿Y puedo sabé pol qué tanta “sinceridá” pa rechazá mi invitación?
Sulermy en realidad no quería decirle sus razones, pero quería cortar por lo sano cualquier intención que tuviera ese atractivo moreno ante sus ojos para con ella. Su corazón aún no se sentía lo suficientemente competente para lidiar con otra posible decepción amorosa.
— Si tú no quiere una relación conmigo, ni con nadie, porque alguien má’ fue demasiado bruto pa tratarte, lo entiendo, no te vuá obligá. Ahora, no me niegue la oportunidá de conoceno mejol, tú no sabe si yo puedo se el papá de tu sijo. — Esto lo dijo con una sonrisa de medio lado.
Tal afirmación le sacó una carcajada a Sulermy que resonó por toda aquella área de comida, cosa por la que ella no sentía ni el más mínimo de vergüenza, aunque lo que hizo Yossiel ante la reacción de ella la hizo sonrojarse.
— Esa risa tuya a mí me derrite, n3gra.
Que le dijera eso la descolocó, pero que se lo dijera al oído aun fue peor. Nunca lo había tenido tan cerquita suyo, por lo que simplemente no pudo negarse cuando él le dijo que sencillamente se iban para el interior en el fin de semana siguiente al que ya venía, ya que las clases había que dejarlas en buena posición para que nadie se preocupara por ese tópico durante el viaje.
A Sulermy no le quedó más remedio que aceptar. Nunca le había permitido a ningún hombre que se le impusiera, al menos que fuera bajo engaño o una verdadera coacción, pero de una forma tan coqueta y al mismo tiempo imponente. Lo que seguía era avisarles a los demás que el viaje iba, lo cual alegró a Vladimir y a Zuleika, también a Alfredo cuando se enteró, pero Coral aún seguía dolida por la manera en que Sulermy había soltado su comentario hacia su hermano.
Vladimir se amarró en un abrazo con Coral para pedirle que se calmara, lo cual, lejos de hacerlo, hizo que ella quisiera caerle a golpes, ya que se suponía que él estaba demasiado sucio de grasa para abrazarla.
El sábado del viaje estaba en el punto de las doce de la medianoche. Todos los que iban al viaje estaban ansiosos, ya que quedaron en juntarse en la universidad para partir de allí rumbo a Samaná. Habían puesto dos vehículos a disposición, uno lo proporcionaba Vladimir, una yipeta, o camioneta su cama, de dos cabinas, la otra gracias a Yossiel, el anfitrión.
Todos pensaban que, como Vladimir se llevaría consigo a Zuleika y a Alfredo, además, por supuesto, a Coral consigo, Yossiel y Sulermy irían solos en la otra yipeta, pero alguien más apareció, una mujer de algunos dieciocho a veinte años, casi réplica del morenazo, con un poco más de volumen corporal que la curvy amiga de ellos.
— Señore, le’ presento a mi helmanita, Vanessa. — Dijo Yossiel.
— ¡Hola! — Contestaron todos, menos Coral.
La actitud de la blanquita fue tomada por fascista al ver que ella estudiaba a Vanessa con demasiada introspección, pero nadie se esperaba la reacción que venía detrás de eso.
— ¿¡Hermanita!? Pero yo soy una piojita delante della… Ella es un monumento de mujer.
Realmente Coral a veces tenía unas reacciones de una niña de menos de siete años.