El Coro en la Embajada

1971 Words
Ya empezaba a formarse el tumulto alrededor de Gilberto y el tipo desconocido, cuando en una embajada, nombre que se le daba en la universidad estatal a los parquecitos de cada pueblo del interior, los demás veían que alguno de los suyos iba a tener un problema, los otros se acercaban, por si necesitaba apoyo, pero antes de que las cosas se pusieran peliagudas, apareció en escena un personaje muy conocido entre los de Samaná, provincia a la que pertenecía dicha embajada, y por todos en el Gran Santo Domingo, ya que era un locutor, periodista y psicólogo, además de profesor de lengua española universitario, con ciertas maneras de ver las cosas, su filosofía era algo extraña, sobre todo porque se las daba en existencialista a pesar de ser cristiano, cosa que a muchos les daba miedo combinar, o mucho menos declarar, pero eso al profesor de lengua española de la institución, Gabriel “Gabo” Pichardo, no le importaba en lo más mínimo. — ¡Yossiel, muchacho! ¿Qué lo que tú dice? ¿’Ta pol almá un lío otra ve? —Se introdujo Gabo al tumulto con su característica personalidad bullosa. — No, Gabo… Lo que pasa e’ que ‘tamo aclarando uno’ punto’ entre ete blanquito y yo. — Contestó el morenazo desconocido mirando de firma directa a los ojos de Gilberto, éste apretando su mandíbula con aparentes deseos de partirle la cara a su contrincante. — Se acabó el show, vamo depejen el área… — Vociferó Vladimir que se había percatado del bollo que se estaba formando allí, por lo que cuando decidió a ir a pendenciar, notó que Yossiel era el mismo que quiso provocar a Sulermy durante la comelona de frituras de ellos el fin de semana pasado. — ¡Oh, Vladimir! Dime a ver, mhijo. — Na, aquí Gabo, viendo que la dinámica de la universidá e’ muy bueno, como siempre había oído. — Contestó Vladimir al profesor Pichardo al mismo tiempo que se sentó en unos de los bancos provistos en aquel parquecito atrayendo a Coral hacía él tomándola de su cintura, haciendo que a ella se le alborotaran las hormonas. Habiéndose terminado aquel espectáculo que no llegó a más, la gente queriendo que se armara, Sulermy tomó su mochila molesta para irse a su próxima clase. No quería volver a verse con Yossiel ni con Gilberto, tanta testosterona neardenthal a ella la sacaba de quicio. Por otro lado, Yossiel pretendía irse también pero fue detenido por el profesor Pichardo para hacerle una propuesta de viaje. — Sami, mira, tu abuela aún tiene la posada allá, ¿Veldá? — Sí, Gabo, ¿Pol qué? — Polque podríamo hacé un viaje pa’ tu casa. — Pol mí no hay problema, Gabo, díganme pa cuando y le aviso a la doña. — ¡‘Ta to’! Así sin más entre el Gabo y Yossiel coordinaron un viaje, los presentes estuvieron todos de acuerdo, sólo debían armar un quorum más concurrido, no mucho, pues era un viaje pequeño, por lo que sólo serían invitados selectos que irían por cortesía del morenazo de Yossiel, así suponía el profesor subsanar un poco la situación. Como Zuleika estaba inmersa en la emoción de un futuro viaje, y ella le encantaba irse de turismo interno, cuando se podía, no se había dado cuenta, ni Gilberto tampoco, por ponerse a dialogar con el profesor Pichardo, ya que era fanático de su trabajo radial, que Coral estaba sentada en las piernas de Vladimir; ellos pusieron mediana atención a lo que se estaba dialogando, por lo que si dijeron estar de acuerdo en algo, no tenían ni la mínima idea de a lo que se decía concretamente. Ya era hora de cada quien irse a sus respectivas clases, tanto Coral como Zuleika tenían clase a la misma hora pero no en el mismo lugar, por lo que quedaron de ponerse al corriente en cuanto salieran de donde sea que estuvieran. Invitaron a Sulermy, quien se había retirado antes de coordinar el viaje, por lo que debían ponerla en tanto de lo que pasaba. Lo mismo hizo Vladimir, quien se dirigió a su clase a las afueras de la sede de la casa de estudios, mientras que Gilberto se terminó yendo de allí, olvidando la revuelta que casi se armaba de no ser por el profesor Gabriel Picardo, y fue que nadie notó que tanto la blanquita como el hombre de piel canela estuvieron coqueteándose sin darle la más mera importancia a que si se daban de golpes o no, aun estando el hermano de ella implicado. Unas dos horas había pasado desde que cada uno de los amigos que estudiaban en aquel plantel de impartición superior se fue a tomar sus clases. La primera en volver al punto de reunión, el mismo donde se hubo formado el tumulto, fue Zuleika; veía la hora desde su celular de forma casi paranoica, pero se calmó al ver que pronto no se estaría sola, ya que Sulermy venía por la parte oeste desde la embajada de Samaná, y por poco margen de diferencia se acercaba Coral por la zona norte de la misma. Sólo esperaban a Coral para empezar a cuchichear sobre el lío de más temprano, además de algunas declaratorias más. — Pol fin ¿En qué quedaron ahorita en el conversao con el tal Yossiel? — Preguntó Sulermy, ya que ella se fue de allí abruptamente antes de que se diera un final a la trifulca. — El profe Gabo le pidió al grandulón que no’ invitara pa Samaná. Pol mí, yo felí, pero no sé si sea buena idea, considerando que Gilberto ‘taba ahí ciando se lo dijeron. — Expresó Zuleika. — Él no va í’ al meno que tú diga que va, Mymí. ¡Ademá! Si va e’ que se emperró en serio de ti. — Dijo Coral sin más. — Cuando viene a ve’, yo no voy… Me puedo ir al interior cuando me dé i regalada gana, y no tengo que esperar la invitación de na-die. — Fanfarroneaba Sulermy muy oronda. — Por otro lado, — Continuó la señorita que tenía la palabra, — Explíqueme esto, la doña. — Exigía ella sosteniendo su teléfono para ensañarle a Coral una foto que le tomó Zulelika mientras ella estaba muy entretenida con Vladimir dándole de comer en la boca de unas papitas fritas que tenían ellos compartiéndolas mientras se terminaba toda aquella discusión y aun habiéndose acabado, ellos seguían en sus asuntos. A Coral el rostro se le torno enrojecido al ver aquella toma, creyó que nadie alrededor se había dado cuenta de que ella estaba tan acaramelada con él. Las chicas querían una explicación contundente de los acontecimientos acaecidos antes de que todo llegara a este punto de relación entre dos personas que estaban casi a los tiros cada vez que se veían. Como era lógico, después de la noche de emergencia que pasaron durante la noche del sábado y las primeras horas de la madrugada del domingo, ellos intercambiaron número telefónico y comenzaron a textearse, por lo que de una forma u otra mantenían el contacto la una con el otro. — ¡Oh! Mira, a la loca eta se le dio conquistá al canelito… Te deseo suelte, mi loca. — Habló Sulermy de forma sincera. — Pero no le deje coge mucha ventaja, depué te suelta en banda, y si te he vito, no me acueldo. — Advirtió Zuleika muy seria. — Yo epero que algo así no me suceda, ¿Tú te imagina? Las tres amigas seguían bromeando de todo lo acontecido, sobre todo lo exagerada que había sido la medida tomada por la madre de la blanquita para que ella expulsara todo la grasa ingerida, cuando apareció Yossiel como por arte de magia para pedir de manera afable, una poco característica en él, que Sulermy le concediera unos minutos. — No creo, nueve, que tú y yo tengamo algo de qué hablá; no somo na y ademá, empezamo casi entrándono a galleta y botellazo. Así no se empieza una relación ni de amitá. En ese preciso instante Coral carraspeó al recordar que la relación entre ella y Vladimir no fue con el inicio más bonito que ella hubiera querido, pero se incorporó inmediatamente al ver cómo la veía Sulermy por intervenir en su intento de sacarse a ese hombre tan bello a sus ojos de encima, pero al final sus intenciones fueron fallidas, ya que las muchachas se fueron y la dejaron sola para que terminaran de completar el inicio de una conversación civilizada. En ese momento llegó Vladimir para despedirse de las chicas, ya que tenía que ir a trabajar en la tarde al taller de su tío, en el mismo barrio en el que vivían, pero más cerca de la plaza comercial de la zona que dónde él habitaba. Coral vio una oportunidad de ir a visitar el barrio donde vivía su enamorado, por supuesto, no pretendía meterse en su vida así de golpe, ya que él estaba justo dónde lo quería, interesado en ella, pero era también una oportunidad de ir a vitrinear a una plaza. Ella por lo general iba a la que está cerca de su casa, pero esta era una que le gustaba, además ella terminaba comprando por internet o cuando iba al extranjero, almorzar allá también le resultaba apropiado. Dejaron que Vladimir se fuera solo sin decirle nada de que irían por los lares de su empleo, además necesitaban esperar que la conversación que sostenía Sulermy con el ex desconocido de nombre Yossiel terminara, precisaban cada detalle de lo que fuera que estuvieran diciéndose, que al parecer no era una cosa del otro mundo, ya que lucían muy calmados, igual era necesario indagar detalles. — Mujere, ¡Vámono! — Demandó Mymí sin agregar nada más. — Así, seca, sin siquiera un avance de la novela, gandía... — Reclamaba Zuleika, ya que parecía que la chica curvy pensaba quedarse callada. — E’ má', Zuli, vamo a dejala. Se ve que no anda con nosotra…. Vámono tú yo a comé — Expresó Coral de manera manipuladora, ellas sabían que una de las debilidades de Sulermy era la comida. — No te apure, blanquita, me dite po rel pelao. Vuá contale lo que hablamo Yossiel y yo. — Dijo Sulermy un tanto apenada. — Ay, tú… Ahora se llama Yossiel, ¡Qué dulce! — Se burlaba Coral de la chica, a modo de cobrarse todas las que le había hecho, sobre todo durante el día de su salida colectiva. Sulermy, Zuleika y Coral, comenzaron a caminar rumbo a la parada de metro más cercana, ya para la riquita se estaba haciendo fácil la idea de subirse a ese transporte público, aunque no era así con carros o autobuses, esos le parecían muy incómodos. La chica comenzó a contarles que le había pedido perdón por la forma en la que la había abordado, además le confesó que ella le había parecido muy atractiva desde el momento que la había visto de reojo, allí mismo en la universidad, pero no encontraba valor hasta que la vio así de cerca durante la cena que tuvieron ella y los demás. Por supuesto, las opiniones de las otras dos se hizo sentir, pero ella continuó su relato, haciéndoles saber que él la invitó a su pueblo de manera prácticamente obligatoria, amenazándola de posponer el viaje si ella se quedaba. — Soborno… — Coral y Zuleika reaccionaron al unísono, mientras entrecerraban los ojos para estudiar a Sulermy. Seguían tertuliando mientras iban paradas dentro del vagón que abordaron hasta llegar a su destino. Realmente tenían hambre y anhelaban comerse así fuera una simple hamburguesa, sin embargo seguían conversando a pesar de su necesidad de comer, era primordial conocer los pormenores de lo que se había dicho entre aquellos dos.
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