Buscando a Patrich

Capítulo 5: Entre cielo y tierra no hay nada oculto

--¿Patrich? … así lo llaman ellos … ese no es su nombre, su madre lo bautizó con el nombre de Danielito –

--¿Dices su madre? Magdalena lo llama Patrich –

--Ella no es su madre verdadera –

--¿Qué estás diciendo? Su madre es Magdalena –

--Ya no te puedo decir más nada –

--Tienes que decirme, para entender y poder ayudarte… tenemos que salir del lío donde estamos metidos, el silencio no me ayuda, piensa un poquito en mi… por favor Azucena o como te llames –

La toma de la mano con suavidad – Por Favor ayúdame a que los dos salgamos de este lío, podemos ir presos por esto –

El contacto con la piel de Adrián, movió los sentimientos de aquella joven, quien lo vio fijamente a los ojos, despertando en ambos una bella atracción y ternura, propia del amor verdadero, esto causó confianza en Azucena, quien decidió en ese momento confiar en él

Después de saber todas las cosas que le habían pasado por su causa y conocer que se encontraba alojado en la casa de Pilar, donde corría peligro, decidió presentarlo con su familia

--Está bien… mañana a esta misma hora, nos veremos en la casa de Pilar, mientras cuídate mucho, estas fuera de tus dominios, aquí en el barrio las cosas son diferentes, trata de no andar solo por ahí –

--Como estaré seguro que no volverás a desaparecer y me estas engañando nuevamente –

--Porque he decidido confiar en ti, y tú debes confiar en mí, mañana te presentare con mi familia, porque yo no decido sola en esto, ahora no me entiendes, pero pronto entenderás y podrás juzgarme con conocimiento de causa –

--Antes de irte … ¿te puedo dar un abrazo? –

Ella no contestó, solo tomo la iniciativa y lo abrazó, ambos disfrutaron del contacto de aquel abrazo, que guardaron en lo más profundo de sus corazones, confiaron el uno en el otro, y sellaron sus sentimientos con este abrazo. Luego se vieron fijamente a los ojos, mientras ella se retiraba del lugar

Pero no estaban solos, otros ojos los observaban, entre ellos el Pran del barrio, a quien llamaban El Jagui, junto con sus acólitos. El Jagui siguió a Azucena y en el camino

--Oye parcera…. Quien es ese con quien te estaba amancebando –

--En un amigo de mi familia, y es todo lo que tienes que saber –

--Pero te gusta, yo te vi abrazándolo –

--Le tengo aprecio y le debo mucho en la vida, espero que no le suceda nada, porque tendrías problemas conmigo Jagui, déjalo sano te lo pido de por favor –

Azucena apuro el paso y entro a su casa

--Por fin llegas hija, me tenías preocupada, fuiste a comprar medicina y te tardaste horas, para donde fuiste – pregunta doña Virtudes Escandón de Martínez, la señora que los adoptó cuando eran niños

--Si supieras viejita, te acuerdas que te conté, que cuando fui al Club Equino conocí un chamo, que me ayudo a entrar al club, que sin conocerme me hizo pasar por su prometida, bueno lo he vuelto a encontrar –

Azucena le contó todo lo que hablo con el joven y en las circunstancias que se encontraba por haberla ayudado a ella

--¡Hija!… tenemos que sacar a ese muchacho de este lío… alguien que ha hecho tanto por ti, y ni siquiera te ha denunciado para salvarse, es alguien digno de conocer… ¿Cuándo me lo presentas? Quiero conocerlo –

--Mañana viejita, lo iré a ver a la casa de Pilar, donde se está quedando—

--¿Mañana?... mañana es tarde, me dices que el Jagui te vio abrazándote con él, ese muchacho está enamorado de ti hija… tienen que buscarlo ahora mismo y traerlo para acá para ponerlo a salvo, antes que ese Jagui le haga daño—

--¿Tú crees? –

--No creo estoy segura…. Voy a llamar a David, para que te acompañe –

Se refería a David Castillo del Monte, el hermano de Azucena. Ambos hermanos se regresaron a la casa de Pilar, pero el Jagui había ido primero, sacaron de la pensión a la fuerza a Adrián y lo llevaron a lo alto de la montaña del barrio, donde tenían su cuartel general

Lo amarraron por las muñecas y los suspendieron de la rama de un árbol

--Dime quien eres y te dejaré vivir – pregunta el Jagui

--Me llamo a Adrián, no soy ninguna amenaza para ti o para tu gente –

--Jajaja, claro que no eres ninguna amenaza para mí, imbécil… ¿Qué quieres con ella? –

--Es algo privado, no te puedo decir, son cosas de ella, que no puedo revelarte, pregúntale a ella –

--¿Te gusta la hembra? …. Yo vi como la veías –

--Es una mujer muy hermosa, cualquiera puede admirar su belleza –

--Esa hembra es mía… y nadie puede estar admirando su belleza, ni siquiera un patiquincito, bien hablado, sifrinito, como tú… baboso… con la pela que te voy a dar, se te van a quitar esos aires de superioridad –

Se acercó con un palo para pegarle a Adrián, cuando de pronto se oyó la detonación de un arma de fuego y voltearon rápidamente. Era Azucena quien detonó el arma al aire

--Lo tocas y la próxima bala es para ti Jagui… te pedí que lo dejaras sano y mira lo que haces –

--Mi reina, te ves más divina con esa arma, así me gustas más— dice el Jagui acercándose a ella

Hasta que otra detonación se escuchó, esta vez impactando en el suelo donde se encontraba los pies del Jagui

--¿Qué haces mi reina? Casi me das en una pata –

--Te juro que la próxima no fallaré, un paso más y se aseguró que acertaré—

--¿Sabes que lo que estás haciendo?... es grave, te puedo matar a ti y a tu hermanito de porquería ahorita mismo, junto con tu baboso de tu amiguito—

Se queda viendo a Adrián y dice – Denle lo suyo –

En ese momento se escuchó como si muchas armar fueran recargadas, los otros reaccionaron y sacaron sus armas, pero ya fue tarde, estaban rodeados por varios hombres que los apuntaban, todos se preguntaban ¿qué estaba pasando? ¿Quiénes eran esos hombres?

Del camino le abrieron paso a un hombre de mediana edad. Que venía caminando despacio de entre las sombras

--Que vaina Jagui… eso no se hace … desobedecerme es algo que se paga con la vida –

--¿Jáuregui? ¿Eres tú? –

--Te envié a la zona roja para que pusieras orden aquí, te di la oportunidad y te dije que protegieras a Doña Virtudes y a sus hijos…. ¿Y con qué me encuentro?... que estas torturando a los amigos de su familia y amenazándolos de muerte –

--Te puedo explicar Jáuregui… no es cómo crees –

--Tengo rato escuchando lo que sucede aquí, Doña Virtudes me pidió ayuda y casualmente me encontraba cerca para tu desgracia … Bajen a ese joven de allí –

Los hombres de Jáuregui desataron a Adrián y pusieron de rodillas a los hombres del Jagui

--Acompáñenlos a su casa… disculpe joven por el mal trato… estoy en deuda con ud… si me necesita no dude en llamarme, yo acudiré de inmediato –

--Padrino… gracias por venir – dice Azucena

--No hay nada que agradecer… mi querida Katty, yo siempre te defenderé de quien sea, ahora váyanse a su casa y descansen –

En el camino

--Entonces, ese señor Jáuregui es tu padrino y tu verdadero nombre es Katty… voy bien – pregunta Adrián

--Pronto sabrás todo –

Llegaron a la casa y acostaron a Adrián, le brindaron café y después lo sentaron a la mesa para comer con la familia completa

--Te presento a mi familia… ella es Doña Virtudes Escandón de Martínez, la señora que nos adoptó cuando éramos niños y nos quedamos huérfanos… yo soy Katty Castillo del Monte— tomo una foto y la mostró

--Ella era mi hermanita Katta Castillo del Monte y el joven que ves aquí sentado a tu lado es David Castillo del Monte mi otro hermanito –

Luego mostró otra foto –Este es Lucas Martínez, el hijo desaparecido de Doña Virtudes, mi viejita bella… Jáuregui es mi padrino, pero es el hijo del esposo de Virtudes con otra mujer, a pesar que no es su hijo, Jáuregui siempre nos ha protegido, gracias a él estamos aquí ilesos de tanta maldad –

--Entonces tu verdadero nombre es Katty, bueno creo que te seguiré llamando Azucena para proteger tu identidad – dice Adrián

--Me parece buena idea – expresa David Castillo

--Bueno, uds dirán que soy un gafo, pero me quedé preocupado con el Jagui, a pesar de lo me está haciendo ¿Qué le pasará? ¿Estará bien? Yo no le deseo mal a nadie y pienso que solo está enamorado –

--Yo pienso igual que Adrián, por eso le hice prometer a Jáuregui que no le haría daño, solo será una reprimenda, no te preocupes, yo conozco mi ganado – responde Doña Virtudes