Exequiel.
Estoy en la escuela haciendo un resumen para un trabajo practico que debo entregar en tres días, Mariano está al frente mío y desde ese día que no nos hablamos, caminamos juntos y nos sentamos juntos pero no hay dialogo para nada.
—Exe. —miro a Natalia que se sienta frente a mi—. ¿Estas mejor? Ese día te vi muy mal, no sabía que hacer.
—Estoy bien.
—Perdón por pedir que nos vayamos, juro que no me di cuenta. —se sienta a mi lado y sigo en la lectura para no mandarla a la mierda y terminar de una vez—. ¿Hoy puedes?.
—Después de clases tengo que volver enseguida a mi casa.
—Mira... Tengo un poco de... —levanto mi mirada de reflejo y la veo ingresar hablando con un profesor, el profe le habla y ella asiente a todo lo que le dice—. ¿Quieres?.
—¿Qué cosa?. —me da un golpe en la pierna haciéndose la juguetona pero la miro medio con asco al verla, sin estar fumado medio como que me repunga toda ella.
—Ir a mi casa a pasar un buen rato.
—Después te digo. —sigo mirando a Ara que habla con el profe, le alza la mano y él se va por otro lado, Ara se acerca y cuando me ve sonríe.
—Hola Exequiel. —Mariano y Natalia la mira de inmediato sorprendidos por la forma en que me habla—. ¿Cómo estas?.
—¡Bien! ¿Y tu?. —le sonrío con ganas de irme con ella pero no lo hago.
—Bien gracias... Nos vemos.
—Si, nos vemos el sábado. —se va donde el amigo que la espera y bajo la mirada al libro para que no me digan nada.
—¿De dónde la conoces?. —agarro mi celular y me pongo los auriculares.
—Estoy estudiando.
—Mmmjjjj.
A la salida me voy a donde mi hermano mayor, me estoy quedando ahí ya que estaba alquilando un departamento y mi papá me sacó a patadas de ahí, por eso ahora estoy en la casa de Julián, ahí me pueden controlar y lo prefiero así.
Llega el sábado y ella no viene, quedo esperando pero no viene más, Julián me mira donde estoy ansioso, a cada rato me acerco a la puerta para ver si la veo venir pero nada, no hay rastros y los mensajes no le llegan.
_¿Abstinencia?.
—Si. —mis manos tiemblan y él me sonríe.
—¿Quieres comer algo?.
—No.
—¿Ahora hablas con monosílabos?.
—No sé que decirte. —abro los brazos mirándolo ya que es verdad, no sé que decir ni hacer.
—¿Esperas a alguien que miras tanto la puerta o quieres salir corriendo?. —Cele se pone incómoda por miedo a una pelea y le sigue tatuando la pierna—. Eres grande Exe, puedes ir y hacer lo que quieras nadie te lo prohíbe.
—Espero a una clienta que tendría que estar hace más de una hora acá.
—¡Ay es verdad!. —dice Manu tirado en una silla medio dormido—. Me había olvidado de ella.
—Capas no pudo venir.
—Tendría que haber avisado. —digo enojado, y es verdad, tendría que haberlo hecho y le dábamos el turno a alguien mas.
—¿Tienes algo mejor que hacer?. —Cele me mira y enojado voy al baño.
—Son unos pelotudos.
Me miro al espejo y me veo totalmente la falta de consumo, mis labios están secos, mis ojeras grandes donde en la noche sufro mas y no puedo dormir. Me siento avergonzado, Julián me tuvo que meter a la ducha porque volaba de fiebre y mi cuerpo no paraba de temblar.
Pasan los días y nada que la veo, no esta ni en su trabajo ni en la escuela, eso me parece raro y no sé porque carajo me preocupa, encima me siento un psicopata llendo a los lugares donde sé que puede estar para poder verla.
.............
—Discúlpame. —paro al chico que siempre esta con ella, tengo que mirarlo hacía abajo de lo petizo que es, lo vi con Ara que ella es muy baja y él mas que ella, pero ahora es medio raro porque me siento un gigante frente a él—. ¿Te puedo pedir un favor? ¿Me das la dirección de Araceli?.
—¿Qué? ¿Estás loco?. —me paro frente a él, mas cerca mirándolo a los ojos.
—Necesito unos resúmenes que dijo que me iba a prestar... Mañana tengo que rendir y ella no ha venido... Me das la dirección y voy por ellos.
—No puedo dártela... Me va a matar si lo hago.
—No digo nada que fuiste tú... Vamos, necesito esos resúmenes.
—Esta bien. —me anota en un papel y me lo da—. No digas que fui yo... Invéntale que lo sacaste de la biblioteca.
—Bien, gracias.
Las horas se me pasan lentas, no doy mas para ir a verla, mierda que eso me enferma y mucho, porque no sé que es lo que me pasa con Araceli, es hermosa, muy hermosa, eso nadie lo puede discutir, ¿pero después? No fue al local y me preocupa, si obvio, le puede pasar algo, pero siento otra cosa, desesperación creo que seria la palabra justa, desesperación por verla.
Miro la casa por un buen rato, no me decido si ir a tocar o no, tal vez ella crea que la estoy acosando pero quiero ver y saber porque me dejó plantado en el local el sábado y porque no ha ido al colegio y porque no ha ido al trabajo.
Toco y no se escucha ningún ruido, miro la hora y es la hora de la siesta, mierda, ¿y si esta durmiendo? En un papel escribo mi número pasándolo por abajo de la puerta, me giro para irme cuando abren.
—¿Exequiel?.
—Perdón pero... —me cierra la puerta en la cara, sorprendido me acerco un poco para ver si oigo algo dentro—. ¿Ara?.
—¿Ándate si? No sé que haces acá y tampoco quiero saber pero quiero que te vayas.
—Vine a ver porque no fuiste y no vas al colegio.
—Eso a ti no te importa así que vete y no vuelvas.
—Pero andate a la mierda. —enojado camino pateando todo—. Puta madre... Quién me manda pendeja de mierda.
...,.................,......
—¿Viste el video?.
—¿Qué vídeo?. —Mariano alza las cejas sonriendo.
—Todos lo andan pasando. —busca en su celular algo—. Es de la monjita.
—¿Araceli?.
—La misma. —mis manos comienzan a temblar por lo que sea que salga en el video, ¿por eso es que no viene al colegio?.
—¿Qué hace? ¿Qué le pasa?.
—Ya te lo muestro... Acá esta. —veo como Natalia y sus amigas la están golpeando, se ríen y le gritan de todo y la gente solo mira, nadie hace nada—. Todos se lo están pasando... Se re pasaron, mira como la tienen.
—Esa... Esa hija de puta. —cuando termina el vídeo me paro mirando hacia todos lados buscándola.
—¿A dónde vas? No te metas Exe no sabes lo que pasó. —voy a la casa de Araceli desesperado, necesito ver si esta bien, si la dañaron mucho, Natalia es buena para pelear y se aprovecha de eso al ser grandota, golpeo con fuerza hasta que abren.
—Que... —siento impotencia al verla, tiene un ojo casi morado y su labio lastimado, sin contar los rasguños y moretones en el cuello, ¿acaso la ahorcaron? Malditas, las voy a hacer mierda a todas juntas.
—¿Por qué no me dijiste?.
—¿Por qué lo iba a hacer?.
—Te golpearon Araceli. —me mira en silencio y yo hiervo de odio al verla así—. ¿Cuántas eran? ¿Seis?.
—Ya pasó, no tiene importancia.
—¿No la tiene? Por culpa de ellas no has ido a la escuela.
—Y no voy a volver.
—¿Qué?.
—¿Quién es Araceli?. —oigo a una señora mayor que grita desde adentro de la casa.
—Un compañero de la escuela. —aparece la señora y de hecho es muy mayor, anda con un bastón y vestido largo y su pelo parece una catarata gris y abundante.
—Hola joven, ¿Quién es usted?
—Hola, soy Exequiel. —le tiendo la mano con una sonrisa y me la devuelve muy amable—. Disculpe que venga así pero quería ver si Ara estaba bien.
—¿Van juntos?.
—Si. —ahora sonríe y asiente mirándola.
—Entonces pasa... Es mala educación atender a la gente en la vereda hija.
—Si. —me mira muy mal y me hace entrar, pero por como me mira quiere sacarme a patadas de su casa, cosa que no voy a hacer—. Pasa... ¿Quieres tomar algo?.
—Lo que tu quieras. —miro todo el lugar y es muy femenino pero tranquilo, huele a fresco y flores y todo esta muy pulcro.
—Ven, vamos a la cocina.
—Si.
*****
Araceli.
Incomodísima preparo jugo, mi abuela se fue al living a mirar su novela y nos dejó solos en la cocina.
Pongo los vasos y voy por unas galletitas, una vez todo acomodado me siento frente a él sin saber que hacer.
—¿Por qué te golpearon?.
—No lo sé.
—¿Cómo que no sabes?.
—No lo sé. —es toda la verdad, no tengo la menor idea de porque lo hicieron—. Iba caminando y de golpe estaba en el piso recibiendo golpes de todos lados.
—¿Sabes quiénes fueron?.
—Todo el mundo lo sabe.
—¿Y no vas a hacer nada?.
—Exequiel... Prefiero que quede así y no aumentar los problemas. —mira mi mano en donde tengo una muñequera y un dedo enyesado, ahora puedo utilizar la mano pero hace una semana me era imposible del dolor que tenía, y me costaba mover hasta los dedos—. No tiene importancia.
—Pues yo veo otra cosa... Vi el video. —miro para otro lado avergonzada, ¿porqué lo tuvo que hacer señor?—. Y vi lo que te hicieron Araceli.
—¿Qué voy a conseguir denunciándolas? ¿Que me agarren de punto? ¿Que me insulten cada que vez que me vean? ¿Que vengan a joder acá a mi casa?. —lo miro a los ojos intentando de que entienda lo que digo y deje el tema ahí no mas—. Ya han golpeado a otras chicas y no las dejan en paz... Prefiero irme del colegio al menos este año y estar tranquila.
—No me parece. —se tira hacia atrás cruzándose de brazos y negando—. Tienes que pelear, es tu derecho ir al colegio.
—¿Acaso fuiste tu el que patearon en el suelo?. —queda en silencio y yo tengo ganas de llorar por la situación y recordar todo—. ¿Fuiste tu a quien le escupieron la cara y dijeron muchas cosas feas? No... No fuiste tú y nos vas a pasar por tal vergüenza como yo al volver, porque si vuelvo yo voy a ser la estúpida no ellas. —mira sus manos como entendiendo a donde quiero llegar, ya mucho es para mi que me hallan filmado y lo pasen como algo divertido y volver es peor, no creo soportarlo—. ¿Cambiamos de tema por favor?.
—Si. —con la mano le ofrezco que coma y tome jugo—. El sábado te esperé.
—Sshhhh. —me inclino a ver si nos está escuchando, mira tele pero debe estar con una oreja ahí y otra acá—. Mi abuela no sabe nada.
—Perdón. —se carga en la mesa para hablarme de cerca, alza las cejas divertido—. ¿Te va a castigar?.
—No le gustan los tatuajes. —mira sus brazos como haciendo puchero pero divertido, ¿todo lo encuentra divertido?.
—¿Entonces no tengo oportunidad con ella?. —niego tomando jugo sin dejar de mirarlo—. Voy a hacer que le gusten.
—Lo dudo.
—¿Tu crees?. —se apoya en el respaldo de la silla y cruzado de brazos me mira como analizandome—. Si hago que le gusten mis tatuajes, ¿Qué me das a cambio?.
—Nada, ¿Porqué tendría que darte algo?.
—¿Esto es un juego sabías?.
—No, y aun así no tengo porque cambiar nada contigo.
—Voy a lograr que no se enojé cuando se entere del tuyo. —abro grande los ojos con temor a que se lo diga y crea que mi abuela lo va a tomar bien—. O acaso la quieres ver toda deprimida y que te mire con cara de que eres una perdida por tatuarte.
—¿Qué? ¿Dijiste perdida?.
—Es lo que se me ocurrió que un cristiano diría.
—No tienes idea de lo que es ser cristiano. —me cruzo de brazos suspirando, bien, si el juega yo tambien puedo jugar—. ¿Qué quieres a cambio?.
—Una cita... Los dos solos en donde yo quiera.
—¿Por qué una cita? Podría ser cualquier otra cosa.
—Quiero una cita.
—Mira que no me saco la pollera por nada.
—No me importa. —sigue mirándome fijo.
—Bien... Acepto, ¿Pero y yo que gano si no los acepta?.
—Lo que quieras. —se señala su cuerpo como si se ofreciera—. Tengo todo esto para ofrecerte.
—Ara. —me paro enseguida yendo al living.
—¿Qué pasa?.
—Invita al chico a cenar hija.
—No abuela. —me agacho y hablo en susurro así Exequiel no escucha y veo si la convenso de que se vaya—. Que se vaya.
—¿Por qué? Me pareció muy pituco.
—¡Esta tatuado!.
—¿Y?. —torciendo los labios y furiosa lo miro que se esta riendo desde el marco del living como si fuera su casa.
—¿No te enseñaron que escuchar conversaciones ajenas es mala educación?.
—¡Ay Ara!. —me agarra la mano dando palmaditas, esta divertida con la situación—. Cambia un poco el carácter hija, deja de ser así.
—Esta bien. —me paro recta y esta sonriendo a mas no poder, mueve las cejas como diciendo, te gané, dame lo que aposté, carraspeo y los dos se rien pero los ignoro—. ¿Te quieres quedar a comer?.
—Obvio que si.
Se la pasa hablando con mi abuela, se ríe y hasta ella le pide que le enseñe sus tatuajes para examinarlos, no sé que le pasa, antes siempre me decía que los tatuajes son una forma de castrar el cuerpo y ahora los admira abiertamente, le pide que le cuente las historias de cada tatuaje y si duelen, el tiempo que tardó en hacerlos, todo lo pregunta, y él a todo contesta con gusto para ganarsela claro está, y mas claro que lo esta logrando.
Cuando ya nos da sueño mi abuela muy amable le pide si se puede ir y volver otro día, es mas, le dice que cuando guste es bienvenido, que nuestras puertas están siempre abiertas para él.
—¿De verdad se van a dormir?.
—Sip... Dormimos temprano.
—Ara, no son ni las once.
—¿Y? ¿A qué hora tu te duermes?.
—A la hora que me dé sueño.
—Bueno, yo ahora me estoy durmiendo y me voy a dormir... Nos vemos, ve con cuidado.
—Si... Nos vemos, chao. —cierro el portón y adentro me voy de inmediato a lavar los platos.
—¿Hija?.
—Lavo esto y me voy a acostar.
—Hazlo mañana Ara, ya es tarde.
—Ya termino... No quiero levantarme y que este todo sucio.
—Esta bien. —la miro que está en la puerta de la cocina mirándome.
—¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda en algo?.
—No, nada.... Hasta mañana.
—Que descanses.
....................
—Paraaaaaaaa. —riendo le saco el cuchillo de la mano.
—No... Estoy yo, déjame.
—Pero lo haces mal nene. —se rie agarrando mi brazo y ahí la mano sacándome de nuevo el cuchillo.
—Entonces explícame.
—Ya lo hice tres veces Exequiel.
—¿Pueden dejar de pelear?. —mi abuela se rie desde la mesa donde nos mira cocinar.
—Pero mira como corta abuela. —le muestro la cebolla, algunos trozos gigantes y otros como puré—. Esto no tiene arreglo.
—Pero explícale otra vez, esta aprendiendo ten paciencia.
—Una vez mas y listo. —lo apunto y sonriendo se mueve un poco como preparándose para aprender—.Mira bien porque es la última vez.
—Estoy listo.
Le estoy enseñando a como cortar la cebolla en juliana, estamos haciendo bifes a la criolla pero insistió en querer hacerlo él, al final destrozó todas las cebollas y las mandamos a la olla así como están, pero es cualquier cosa esto.
Hacen días que viene a diario y a cualquier hora, al principio me pareció muy raro pero ahora me parece raro si se tarda, es como que de golpe se convirtió en uno mas de la casa porque estamos muy a gusto con él.
A mi abuela se la ganó desde el primer día, no sé si la chantajeó con algo o ni idea porque no quiere a ningún chico cerca mío, ni siquiera a Gastón que somos amigos desde la primaria y él siempre le aclaró que somos amigos, pero igualmente no lo quiere conmigo, sin embargo Exe me dice piropos pedorros o que me va a llevar a cenar a tal lado y no me devuelve mas, ella se mata de risa diciendo que acepte irme con él.
—Abuela... Me voy a la biblioteca y después al trabajo, ¿Si necesitas algo me llamas si?.
—¿Por qué sigues yendo a la biblioteca? No vas mas a la escuela.
—Voy a ir a rendir los parciales igual, tengo que estudiar.
—Bien, ¿Cuídate si?.
—Si.
—Chao Estela. —le da un beso en la mejilla—. En la noche si puedo vengo a cocinarle algo rico.
—Encantada de que vengas Exequiel. —voy a la puerta apretando los dientes porque lo invita y no me pregunta nada—. Cuida de mi nieta Exe.
—Si, yo la cuido no se preocupe.
—Gracias, y ojo eh.
—Tranquila que ella me puede decir que no en todo momento, aunque creo que me va a decir que no pare.
—Que wacho que eres. —se rien y es como si no estuviera con ellos, salimos y caminamos hacia el local.
—¿Qué hiciste para que mi abuela te quiera?.
—No entiendo. —lo miro que su gorra casi le tapa los ojos, no se le distingue el rostro para nada y al comprenderlo paro de golpe—. ¿Qué pasa?.
—¿Te da vergüenza caminar conmigo no? ¿Y que pase alguno de tus amigos y te reconozca?.
—¿Eh?.
—Dime la verdad Exequiel no me molesta.
—¿Puedes dejar de decirme Exequiel?
—¿Acaso no es tu nombre?.
—Dime Exe, no hay necesidad de que me digas el nombre completo y no me da vergüenza, ¿Qué dices?.
—Llevas toda tu cara cubierta. —se saca la gorra poniéndosela al revés.
—¿Contenta?.
—No. —tira el cuello hacía atrás.
—¿Y ahora qué? ¿Podemos seguir caminando mientras hablas?.
—Mmmjjjj. —empezamos a caminar y no digo nada.
—¿Cuándo vas a hablar?.
—¿Qué hiciste para que mi abuela te quiera?.
—Nada, ¿Qué voy a hacer? Simplemente me quiere.
—Estoy en duda.
—Esta muy bien. —le doy un pequeño golpe en el brazo haciendo que se ria.
—No te burles.
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