Araceli.
Siempre dudé de la relación de mi abuela con sus hijos, nadie viene a verla y ella no pregunta por nadie, desde que tengo memoria solo somos las dos, tampoco habla de mis papás, por eso no tengo idea de que sucedió y tampoco sé que pasó con su marido, practicamente vivo en una burbuja vacia de todo conocimiento ya que cuando le pregunto se enoja y cambia de tema diciendo que no debo preguntar esas cosas, pero realmente me da intriga, a veces me digo que debe haber sido una pesima madre para que ninguno de sus cinco hijos quiera saber nada de ella, pero después la miro y me digo que no, no puedo pensar que fue mala porque es maravillosa, una calma y dulzura terrible, y veo a sus hijos y me digo que han salido al padre seguro.
—Ara... ¿Ya te vas?. —me giro asustada donde me olvidé que estaba acá y no la oí acercarse.
—Hola... No, no me voy. —en su cara veo la decepción al oirme, algo pretende y no pienso dejar sola a mi abuela con ella—. ¿Necesita algo?.
—Te quería pedir un favor. —se acerca y yo me voy para atrás, no estoy acostumbrada a ella para nada, la última vez que la vi fue hace años, es más, le digo tía por respeto nada más, porque no siento afecto alguno hacia ella, para mi es una desconocida—. ¿Le dices a la mami que me deje quedar?. —sin creer la miro—. Necesitan ayuda y lo sabes.
—Ayer la mami se lo dijo... No necesitamos ayuda tía... No le voy a decir nada.
—Cuando trabajas ella queda sola.
—¿Sola? ¿Cómo sabe si no viene hace años a verla?. —me mira asombrada pero después se enoja.
—Te guste o no me voy a quedar.
—La mami ya dijo que no. —me empuja con fuerza contra la mesada haciendo que me golpee la cadera, pero me paro bien derecha haciéndole frente, me vuelve a tocar me importa poco que sea mayor y mi tia, la voy a poner en su lugar—. Se puede enojar todo lo que quiera pero no voy a decir nada.
—¿Qué es lo que pretendes? Es mi mamá y ella me necesita.
—¿Hace dos meses que le pasó a la mami?. —me mira harta de la situación, quiere que ceda a como de lugar—. ¿Lo sabe? ¿O estaba tan preocupada pensando en ella que no se enteró?.
—¿Qué le pasó?.
—Estuvo internada dos semanas.
—¿Y cómo querías que sepa si no llamas?.
—No tengo porque llamar a nadie... Es tu mamá, tienes que venir a verla no esperar a que te den información de ella... Conmigo están equivocados.
—Clara. —nos giramos a la puerta las dos viendo a mi abuela mirándonos y muy enojada—. Agarra tus cosas y vete... En mi casa no te quiero.
—¿Prefieres a esta piba antes que a tu hija?.
—Fue tu elección Clara... Y esa Piba es la que me cuida desde chiquita.
—Bien... Me voy. —agarra sus cosas y desde la puerta nos mira, se rie y apunta a mi abuela furiosa—. Ojala te mueras como un perro vieja de mierda.
—Dios te bendiga Clara. —se va azotando la puerta, corro a poner llave y miro a ver si realmente se va, cuando veo que ya no vuelve me acerco despacio y con miedo a que se caiga.
—¿Abuela?.
—Quiero que me jures algo Araceli. —asiento poniendo mis manos en sus brazos sosteniendola—. Quiero que lo jures.
—¿Qué quieres que jure?.
—El día en que yo me muera. —abro gigante los ojos por eso, odio que hable de eso, no quiero aceptar de que un día va a pasar me guste o no—. Quiero que agarres tus cosas y te vayas bien lejos... Jamás... Jamás te vayas con alguno de mis hijos ¿esta claro?.
—Abuela... ¿Pero a dónde voy a ir?.
—A cualquier lado... Te vas de esta casa y desaparece ¿Me escuchas?.
—Si. —acaricia mi cara sonriendo y con lágrimas en los ojos— Lo prometo abuela.
—No te preocupes por a donde vas a ir... Le pido mucho a Dios para que te recibas y vivir hasta ese momento.
—Gracias.
Mientras desayunamos la miro por lo que me acaba de decir, ahí recuerdo que una vez cuando era mas chica me dijo lo mismo, intenté preguntarle en ese momento porque me decia esas cosas y solo me repetia una y otra vez que le jure que no me iba a ir con ellos, que jamás lo haga, y sus palabras fueron y son tan cargadas de terror que no pienso irme jamás con ellos, algo sabe mi abuela obviamente y que no me dice, por eso el miedo a que me lleven, pero si le pasa algo, ¿a dónde voy a ir? Solo somos las dos, donde Gaston no puedo ir, ellos tienen sus propios problemas, ¿me quedo en la calle? ¿Qué hago si un día debo irme de esta casa?
Después de dejar todo limpio la ayudo a bañar y a ponerse linda, vamos a ir a comprar mi celular y la voy a llevar a comer, desde que empecé a juntar plata para el tatuaje no hemos podido salir a comer o pedir comida, solo pediamos una vez al mes como un gustito bien merecido, tampoco jamás me preguntó por esa plata y espero que no lo haga ya que no sé que le voy a decir si todo lo que tengo ella me acompaña a comprarlo.
—Quiero que te compres uno de esos modernos.
—Con que nos podamos llamar va a estar bien.
—No... Tiene que ser uno moderno Ara, tienes que estar a la moda.
—No sirve de nada estar a la moda abuela. —entramos al local y viene una chica sonriendo.
—Hola buenas tardes, ¿En qué las puedo ayudar?.
—Andaba viendo celulares... Me mostrarias alguno en oferta o el mas barato que tengas por favor.
—No... No no no Araceli, ya te dije que no... Muéstrenos lo que este a la moda... Algo lindo y moderno señorita.
—Pero mami, salen muy caros.
—No me importa. —parece una nena caprichosa así y la chica nos mira como diciendo, ¿qué hago?.
—¿Me muestra que tiene por favor?.
—Si... Síganme, les voy a mostrar todo lo que hay nuevo y que hay en económico. —al final llevo el que me elige mi abuela y me duele en el alma entregar casi todo mi sueldo por un aparato de porquería.
—Vamos a comer ahora. —la ayudo a bajar el escalón del local—. ¿Dónde quieres ir?.
—Ese... Ahí se ve lindo.
—Bien, vamos ahí entonces.
Me hace reír muchísimo y la paso realmente bien, aunque le digo abuela siento como si fuera mi mamá ya que ella es la que me crió, jamás me dijo quienes eran mis papás, por lo que leí en mi acta de nacimiento mi mamá es su hija, pero jamás me habla de ella, ni tampoco sé que fue lo que pasó con toda su familia, un día Gastón me dijo, la gente de antes guarda muchos secretos Ara, y si algún día nos enteramos vamos a ser infelices.
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Llega el sábado y de nuevo tengo que mentirle, odia los tatuajes y como desde los doce años que no me ve mas que las manos y la cara, no creo que nunca sepa que tengo uno, pero el tema es mentirle en si, ella queda confiada de que me voy a la biblioteca y cree que estoy ahí, cuando llego me pregunta como me fue, si me arden los ojos o la cabeza tanto estudiar y debo fingir un montón de cosas para que no se sienta mal al enterarse de que le miento para hacer algo que odia.
—Buenas tardes. —Celeste me da un abrazo haciéndome confundir, mi único amigo es Gaston pero no nos damos abrazos, aunque Celeste no es mi amiga solo una conocida nada mas.
—¿Cómo estas?.
—¿Bien y tu?. —la miro a los ojos y veo que estuvo llorando—. Estas mal. ¿Te pasó algo?.
—No. —baja la cabeza negando.
—Disculpa... No tendría que preguntar.
—Me gusta que lo hagas... No tengo amigas ni amigos y debes en cuando necesito a una chica para hablar.
—Si quieres yo te escucho... Jamás voy hablar lo que me digas.
—Esta bien. —en el local no hay nadie, vamos atrás de la mesada a sentarnos, se pone nerviosa moviendo las piernas como loca—. Me gusta un chico. —la miro instándola a que siga—. Eso.
—¿Eso? ¿Nada mas?.
—¿Tendría que haber algo mas?.
—Mmmm creo que si. —me acomodo la pollera pensando, no tengo mucha cancha con hombres y jamás hablé con nadie de chicos, ni que me gustara uno, así que no sé muy bien que hacer o decirle—. Como no sé... ¿Que tienes miedo a acercarte o ya tienen algo?.
—No... No tenemos nada y él está enamorado de otra chica y no sé que hacer. —cuando comienza a llorar, yo tampoco sé que hacer, ¿le toco el hombro como signo de apoyo?—. Me gusta mucho.
—Celeste... En lo que necesites ayuda yo te ayudo, solo dime que hago.
—¿De verdad?.
—Si.
—Es Manuel. —levanto las cejas ya que no me suena ese nombre.
—Emmm... No conozco a nadie con ese nombre disculpame.
—Es mi tatuador, el alto rubio de ojos marrones que siempre esta acá.
—Aaahhhhh... Bien... Sisi ahora si me acuerdo. —pienso y pienso en alguna forma de averiguar si él le gusta Celeste tambien—. Puedo hablar con él... Disimuladamente obvio y así averiguar quién es la chica y si tienes alguna chance con él.
—Si. —se limpia las lágrimas volviendo a sonreir—. Si, gracias.
—¿Qué pasa?. —nos giramos viendo a Exequiel parado mirandonos—. ¿Porqué lloras Cele?.
—Nada. —se para golpeando sus manos y yo la imito riendo—. ¿Van a empezar?.
—Si.
—¿Puede ser hoy Ara?.
—Voy a intentarlo.
—Bien, gracias.
*****
Ezequiel.
—¿Qué es lo que te decía mi hermana?.
—Nada importante.
—¿Por eso lloraba?. —estoy empezando a pintar el tatuaje, se mantiene quieta y sin hacer ni un ruido, empecé por abajo para que después se sienta cómoda con su cola tapada.
—Y pregúntale. —eso me hace reír—. No te voy a decir, no insistas.
—Bien... Me parece bien. —después de un rato me siento cansado, me duele la espalda y la vista, y ni hablar de los brazos—. ¿Esperamos un poco? Estoy cansado.
—¿Lo dejamos para la otra semana si quieres?.
—Tengo que terminar esta parte al menos.
—Pero estas cansado... Lo voy a entender.
—Estoy bien. —le paso mi campera para que se tape.
—Te va a quedar suelta... Pontela para cubrirte.
—Gracias. —se la pone dándome la espalda ya que esta sin corpiño, me muerdo los labios viendola con mi ropa, se sienta bien y me mira intrigada, estamos de frente en las sillas—. No sabía que estudiabas.
—¿Creías que era un tatuador vago?. —estoy literalmente tirado en la silla descansando la espalda y mis brazos colgando por los costados.
—No creía nada. —me mira fijo con esos ojos que hipnotizan—. Me sorprendió verte ahí nada mas.
—¿Sabes a mi lo que me sorprendió?. —niega acomodando su pollera sin soltar la campera para que no se le abra—. Que fuí al café el otro día y la mesera ni siquiera me saludó por estar ahí. —cargo los codos en mis rodillas y al final la acerco mas a mi, deseo tenerla lo mas cerca posible—. ¿Y Araceli? ¿Qué me vas a decir?.
—No sé qué es lo que quieres escuchar.
—Solo me pregunto del porque actuaste como si no nos conociéramos.
—Siempre hago lo mismo.
—¿Por qué? ¿Te dio vergüenza que digas que me conoces?.
—Lo que evite es que tu pases vergüenza cuando te pregunten por mi. —nos miramos a los ojos mientras hablamos y estamos tan cerca que si me inclino un poco más la beso.
—¿Por qué vergüenza?.
—¿Si en la escuela te decía tu nombre no ibas a pasar vergüenza delante de todos tus amigos después de los apodos que me han puesto?.
—Yo jamás te puse un apodo y no iba a pasar ninguna vergüenza porque me chupa tres huevos. —frunce las cejas enojada y sé que es por el insulto que solté—. ¿Qué escusas vas a dar ahora?.
—Cuándo te vea te voy a saludar, ¿Contento?.
—Si... No me gusta que la gente me ignore cuando tenemos cierta relación... Eres mi clienta, pero te veo cada fin de semana, no tienes que cortarme la cara así.
—Disculpa... No lo hago más.
—Bien. —me tiro hacia atrás porque ya no tengo más fuerzas para contenerme de besarla—. Voy por agua, ¿Quieres?.
—Si por favor. —salgo del apartado y veo a Manu calcando un tatuaje, esta todo doblado y hablando y renegando solo.
—¿Manu, cómo estas?.
—Bien. —lo quedo mirando a la espera de que me diga algo mas.
—¿Qué te pasa?.
—Nada. —me quedo ahí de brazos cruzados hasta que me mira—. ¿Entiendes a las mujeres?.
—Ni un poco.
—Yo menos... Tu hermana me dijo de todo por charlar con la chica que recién se fue... Le estaba hablando como a todos.
—¿Cómo a todos?.
—Juro que si. —se friega la cara desesperado—. Mierda, ahora esta ahí atrás pateando todo lo que hay.
—No sé que decirte... No la entiendo, pero si quieres hablo con ella.
—¿Para qué?. —vuelve a dibujar negando y suspirando—. ¿Para que después venga y me de un golpe? No amigo, déjala, sola se le va a pasar. —lo miro un rato sin saber que decirle, está loco por Cele pero no junta las agallas para declararsele, y sé que Cele también está loca por él, pero ninguno da ni un paso.
—¿Tienes algo de comer?.
—Ahí hay unas galletas... De esas que le gustan a tu hermana.
—Bien. —agarro el paquete y dos vasos de agua volviendo al privado—. Ya volví... Traje unas galletas, espero te gusten.
—Gracias. —mira su celular que suena sin parar—. ¿Podemos seguir? Me tengo que ir.
—Si.
Termino de tatuar la parte acordada y se va apurada, la quedo mirando como aprieta su cartera y su pollera larga tipo ochentosa se balancea por su caminata, camina con la cabeza gacha como si no quisiera que nadie la vea a la cara u ocultándose de alguien.
En la tarde me voy a la casa de Mariano ya que tiene joda, cuando le digo a Cele enojada me empieza a empujar y golpear diciendo que no vaya que me deje de joder pero riendo me voy, no lo voy a negar, desde que comencé el secundario mi amigo Mariano se metió en las drogas y yo con él, fumo mucho y debes en cuando tomo otras cosas, en mi familia lo saben y siempre es tema de discusión eso, encima Julian odia a Manu ya que él fue quien nos dio a probar marihuana cuando teníamos trece años, y de ahí Mariano no paró mas y yo le seguí.
—Ey Exe. —estoy tirado en un sillón sin poder moverme, mi mente esta despierta pero mi cuerpo no reacciona, siento que me voy a morir—. ¿Vamos a mi casa?. —niego porque mi lengua pesa mucho y eso me esta asustando.
—Naaa. —algo llama mi atención al frente y mi vista esta borrosa.
—Maldito hijo de puta. —Julián me levanta de la ropa y mis piernas no tienen firmeza haciendo que caiga de culo.
—Perdón Exe... Te pasaste y me asusté.
—Jooo... —mi mundo gira y a la rastra me saca.
—Te voy a matar pelotudo. —caigo en algo blando y me muevo con fuerza—. Te voy a llevar al hospital.
—Noooooggggg.
Abro los ojos con pesar, me duele mucho la cabeza y estoy muy descompuesto, siento que la cama da vueltas, es una sensación de lo mas horrible, mis tripas se revuelven y siento mi garganta rasposa y seca, me giro a un costado viendo a mi abuela que está sentada esperando a que reaccione, ella es la que mas sufre en esto pero no logro salir de ahí, eh ido a tratamientos y nada me funciona, cuando estoy unos días sin consumir nada tengo alucinaciones y nadie lo entiende, creen que es fácil y no es así, mi papá me ha dado cada paliza, casi me mata una vez pero cuando salí de sus garras estaba otra vez hasta el cuello de lo dado vuelta que estaba, muchas veces es inconsciente, ni me doy cuenta que estoy consumiendo hasta que llega alguno de mis tíos, mi papá o Julián a sacarme a patadas de donde sea que esté y si me preguntan como llegué ahí, menos lo sé.
—¿Abuela?. —me siento agarrándome como puedo de la cama porque todo gira y ella se para viniendo a agarrar mis manos—. Perdón abuela.
—No hijo. —acaricia mi cara con ternura, ¿por qué actúa así después de lo que hago? Debería estar enojada—. ¿Ya estas bien? ¿Te sientes mal?.
—Me siento una mierda abuela. —me abraza sobando mi espalda cuando lloro—. Perdón... Perdóname abuela.
—No pasa nada hijo. —acaricia mi cabeza y me besa—. Yo siempre te voy a apoyar hijo... Pero dejá que te ayudemos Exe.
—Siento que no puedo... No puedo Abuela, no sé qué hacer. —la miro con desespero, necesito que me dé una respuesta—. Ayúdame abuela, no quiero seguir así, no me gusta.
—Lo sé hijo. —me abraza de nuevo mientras lloro, después de un rato me mira a los ojos con cariño y comprensión—. ¿Vamos? Eres fuerte hijo, vas a salir de esto.
—Si.
—Ponte las zapatillas así nos vamos... Tienes que comer algo.
—Me quiero morir abuela.
—No digas eso... Jamás digas eso Exequiel.
—Soy una vergüenza.
—¿Por qué? Te metiste en algo que no debías pero quieres salir de ahí... No es vergüenza Exequiel... Solo tienes que ser valiente, nada más. —miramos la puerta cuando se abre, es mi papá con cara de endemoniado.
—Ya podemos irnos.
—Si... ¿Trajiste ropa?. —trae una mochila mia y mi abuela saca la ropa pero no puedo dejar de mirar a mi papá—. Toma hijo, vístete.
—Papá...
—Esta es la última oportunidad que te doy Exequiel... O lo haces por las buenas o te interno en contra de tu voluntad.
—Hardy no es momento.
—¿Y cuándo lo es? ¿Mañana otra vez debo salir a buscarlo?. —sacude los brazos hacia cualquier lado—. No... Es la última y ya sabes... O paras, o yo pongo el freno y no te va a gustar nada.
—Voy a intentarlo.
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