Exequiel.
Llega el fin de semana y recuerdo a la chica que va a venir y otra vez mis manos tiemblan, ¿por qué carajo lo hacen? ¿Por qué toda la semana estuve deseoso de que llegue el sabado? Hay algo de ella que me pone medio nervioso y eso que la vi una sola vez, ¿serán sus ojos azules intensos? ¿Su voz suave y calida que pareciera que te acariciara con ternura? ¿Su pelo n***o como la noche? ¿O el cuerpo esbelto y curvilíneo que carga?.
—Exe. —miro a Cele que está prácticamente gritando mientras estoy perdido en mis pensamientos.
—¿Qué?.
—Ya llegó Seba.
—Bueno. —mientras miro por la ventana que esta atando su bici me saco la remera y sigo preparando las cosas que va a usar.
—Si me esperan así me caso ya mismo. —tira la mochila atrás del mostrador y Cele se le cuelga llenándolo de besos.
—Que seas puto no quiere decir que todo el mundo lo sea también. —me da un golpe y solo me rio porque Cele no lo suelta para que no peleemos—. Dale marica.
—Buena idiota, ¿Cele me sueltas por fa?.
—No peleen, menos acá que no la cortan mas.
—No, no tranquila. —se sienta atrás mío y no sé que tuve en la cabeza al dejar que mi hermano de dieciséis años me tatúe, pero debe aprender y así le muestro que puede hacerlo y confío en que lo haga bien o lo mato al infeliz—. ¿Tienes mucho trabajo?.
—Ya te dije que hasta los dieciocho no te voy a tatuar una mierda mas... La abuela me cagó a palos.
—Solo preguntaba para que me ayudes con la escuela... Tengo unos problemas de matemáticas que no entiendo y en la escuela pregunté al profe de ayuda que hay y menos entendí.
—Cuando termines vemos... Va, ¿trajiste las cosas?. —prende la maquina y mira a Cele riendo.
—Es hora de que sufra.
—Y bue. —Manu se para a mi lado cruzado de brazos—. Tiene que hacerse hombre de una vez por todas.
—Cállate idiota. —lo miro que esta sonriendo—. Que yo sepa no te le declaras a la mujer que te gusta.
—Pero eso no es ser poco hombre. —Cele se mata de risa sentada a mi lado con sus piernas cruzadas—. Eso es tener sentido común creo yo.
—¿Por?. —mi hermana lo mira desde su lugar intrigada—. ¿A ella capas que le gustas?.
—¿Tu dices? ¿Te parezco lindo? Dime la verdad Cele. —se para bien derecho y queriendo parecer mas grande y ancho—. Vamos, lo que pienses de mi lo acepto, pero dimelo.
—Esta bien... Si... Eres muy lindo.
—¡Ay no por Dios! No se hagan sus declaraciones acá. —los dos se miran y nosotros nos reímos a carcajadas—. Y otra cosa Manu... Si mi hermana es tu enamorada. —Seba comienza a tatuarme mientras habla—. Preparate para la paliza de tu vida, ¿Entiendes?.
—Que idiotas que son. —se sienta en su silla mirandonos—. ¿Acaso sus hermanas jamás van a poder estar con alguien?.
—Si claro. —digo yo asintiendo—. Pero primero tienen que aguantar la paliza, ¿O te piensas que las cuidamos por nada? No hombre.... Y te digo que va a doler porque Julián te va a dar con toda la furia.
Y ahí nos reímos todos menos Manuel, creo que le tiene miedo a Julián, también el otro no se hace querer, llega al local y saluda a todos menos a él, le responde mal y cada vez que habla lo tapa, no sé que le pasa si Manu es una persona muy tranquila y trabajadora, desde que soy chico que es mi amigo y siempre fue respetuoso, mas con las chicas pero aún así parece que lo odiara, y cuando se le presenta la oportunidad se lo demuestra.
—Hola, buenas tardes. —Seba para y los dos miramos la puerta, yo al oír la voz conocida y que me torturó toda la semana, y Seba de asombro creo yo.
—¿Y esa? ¿Pensará que estamos perdidos?.
—No. —me paro buscando mi remera—. La otra semana seguimos... Tiene turno.
—No me jodas. —Cele me apunta y ella me mira fugazmente ya que todavía no me pongo la remera, sonrío al ver su sonrojo—. ¿Celeste está loca? ¿Cómo va a permitir que ella se tatue?.
—Es su cuerpo y hace lo que quiere. —voy al apartado viendo si tengo lo necesario, cuando tengo todo comprobado la miro—. Puedes pasar.
—Si. —sonriendo me mira, más hermosa no puede ser—. ¿Cómo estas?.
—Bien ¿Y tu?.
—Bien gracias a Dios. —se saca las cosas sin que le diga y le calco el dibujo otra vez—. ¿En la camilla?.
—Hoy no.... Hoy sentada.
—Bien... Emm. —mira la silla delante de ella.
—¿Qué pasa?.
—Me tengo que abrir de piernas.
—Si... ¿Hay algún problema con eso?.
—Mi pollera no sé si va a dejarme. —prueba y hasta se sube su pollera, pero la tela no se lo permite, me mira como buscando una solución—. Voy a poner mi campera. —se sube bien arriba la pollera mostrando los muslos, se sienta tapando de inmediato sus piernas—. Lista.
—Entonces empecemos. —se afloja el corpiño y ahí puedo seguir—. ¿Cómo te llamas?.
—Araceli.
—Bien, no me gusta tatuar a nadie a ciegas... Al menos me gusta saber el nombre.
—Ya te lo había dicho, estoy segura. —lo recuedo pero quiero molestarla un poco—. El tuyo es Exequiel... Tu hermana me lo dijo.
—Mírala... Jamás me dijo tu nombre.
—¿Puedo apoyar la cabeza en la silla?.
—Si claro. —espero a que se acomode—. ¿Listo?.
—Si... Sigue tranquilo.
—¿A qué iglesia vas?.
—Queda lejos de acá. —esta realmente quieta.
—¿Y cuándo tomaste la decisión de tatuarte? Hay gente que viene por impulso y otros que se lo piensan mucho.
—Lo pensé. —la charla con ella es muy interezante y tranquila—. Estoy hace tiempo juntando la plata para pagarlo y cuando creí que ya era suficiente vine.
—Me encanta, de verdad te lo digo, esta genial, si pudiera te lo copiaria.
—Puedes hacerlo tranquilo.
—Lo voy a pensar. —cargo mas tinta y sigo en su espalda—. ¿Tiene algún significado en específico?.
—Si... Pero no quiero hablar de eso ahora, ¿Te molesta?.
—Para nada... Es tu elección, pero si me lo tatúo no sé que me voy a tatuar.
—Bueno, si lo llegas a pensar y lo haces me avisas y te lo digo.
—Bien... Me parece justo.
—Gracias.
—¿Por qué?.
—Por no insistir. —no me esperé eso para nada—. Hay gente que no sabe parar es todo.
Cuando termino se mira al espejo para ver como le queda, me sonríe con alegría y eso me gusta en los clientes, que queden satisfechos.
Me da las gracias por el trabajo y que le encanta, se va después de darle un beso a Cele y al resto saluda con la mano desde la puerta como la vez pasada, todos quedamos mirándola cuando se va, hay algo de ella que nos da tranquilidad y lo veo en que todos quedamos en paz cuando se va.
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Pasan unos días en donde tengo mucho trabajo de la facultad, mierda que eso me tiene peor, no tener tiempo ni para ir al baño decentemente ya que siento que esta mal y que pierdo tiempo, tiempo preciado donde podría estar estudiando y adelantando mas así me recibo lo mas antes posible.
—Ey, Exe. —miro a Mariano alzando las cejas porque mueve la mano frente a mi cara.
—¿Qué?.
—Despierta hombre. —me doy cuenta que paró el auto y estamos en la cafeteria de la esquina de su casa—. Estas casi dormido.
—Estoy cansado nada más. —entramos al café y voy bostezando, siento que me caigo del cansancio.
—Ve a lavarte la cara hombre... Te vas a dormir parado.
—Si. —en el baño me miro al espejo sintiendo que ese reflejo no soy yo, mis ojeras son grandes y mis ojos vidriosos por falta de sueño y por haber estado fumando, cuando vuelvo me siento frente a él—. Listo... Cuando agarre la cama no me levanta nadie.
—En eso estoy de acuerdo.
—Hola buenas noches. —alzo la mirada cuando su voz se me hace familiar, cuando la veo quedo de piedra, la culpable de mi mal sueño a parte de mis estudios trabaja acá—. Les dejo la carta para que vayan eligiendo.
—No. —dice él muy seco y la veo hacer una mueca de incomodidad, ¿La molestara?—. Queremos dos cafés cargados y tarta de carne.
—Bien. —anota a medida que Mariano va hablando—. ¿Alguna otra cosa?.
—Solo eso. —ella se va y no puedo dejar de mirarla, sonríe y habla con las compeñeras cuando llega a la barra a pedir lo que encargamos—. ¿La conoces?.
—No, ¿Tu?.
—Cursa con nosotros.
—¿Qué cosa?. —eso me sorprende, más cuando se ríe como un loco.
—¿No me digas que te gusta la monjita?. —niego bufando por el apodo, solo por ser cristiana y usar pollera.
—Solo la miré porque le veo cara conocida. —masajeo mi cuello ordenandome a mi mismo no volver a mirarla.
—Justamente te dije que cursa con nosotros.
—No la recuerdo.
—Creo que dos materias ya que son las únicas en la que la he visto. —por el reflejo del vidrio la miro, no sabía nada que la tenía de compañera, no recuerdo haberla visto en mi vida hasta que fue a la tienda a tatuarse—. Después necesito algo para calmarme.
—Yo no. —eso quiere decir que se va a drogar hasta que no de mas—. Paso, me voy a dormir.
—Bien... Yo solo puedo.
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Araceli.
—Hola.
—Que bueno que ya llegaste. —le doy un beso en la mejilla ya que en todo el dia no la vi.
—¿Pasó algo?.
—No... Pero me alegra. —entramos y dejo la bolsa con comida que traje en la mesada.
—Me baño y ahí cocino. —voy a la habitación sacándome los zapatos.
—¿Qué trajiste?.
—Traje unas hamburguesas y te traje carne para bifes, para que mañana comas. —asiente sacando todo de la bolsa y va acomodando todo donde debe ir—. Ya vengo.
—¿Quieres que las vaya haciendo?.
—Esta bien, pero ponlas en mínimo.
—Si. —me baño rapidito y me pongo mi pijama, no puedo dejarla sola menos con la cocina—. Ara nena, ¿Ya sales?.
—Si. —salgo y la veo que esta llorando, parece una nena cuando pasa esto—. ¿Qué pasó?.
—Me hice. —la ayudo a entrar al baño de inmediato—. ¡Que vergüenza!.
—No es nada, no digas eso. —le saco la ropa y la meto a la ducha—. Para mi no es problema y lo sabes.
—Aun así. —la baño con cuidado, su piel es muy frágil que si la toco con fuerza se marca, así que siempre intento ser lo mas suave posible, su ropa la dejo con agua remojando en el baño y después la visto con su pijama.
—Bueno. —la peino y la llevo a la mesa— Menos mal que apagaste la cocina o estaríamos tirando todo. —esta con la cabeza gacha muy avergonzada, pongo todo en la mesa y le doy un beso en la frente—. Abuela te amo.
—Yo también Ara.
—Las personas que se aman se cuidan y eso hago. —me mira intrigada y yo le doy una caricia sonriendo—. No estés mal por favor, no me gusta verte así.
En la noche casi no duermo, empezó con sus ataques de llanto y dolores corporales, la pasamos muy mal cuando se pone así, es todo dolor y corridas hacia todos lados por los medicamentos y por las cremas para masajear sus piernas.
Estoy en la escuela casi dormida, a las seis de la mañana se durmió pero yo no pude hacerlo, me metí debajo de la ducha intentando despertarme y después le dejé la comida lista para que no tenga que hacer nada, le dejé una nota en donde dice cuanto tiempo tiene que dejar calentándola ya que ya va quemando como seis ollas donde se olvida de que las dejó en el fuego.
—Gas... ¿Me das un mate?.
—¿Tu mate?. —asiento sin decir nada, siento mi cerebro frito realmente y mi estómago con demasiado hambre—. ¿No tienes nada para comer no?.
—No... Le dejé todo a mi abuela, cuando tiene sus crisis después tiene mucha hambre y lo va a necesitar mas que yo.
—Voy a ver cuanta plata tengo.
—No por favor. —agarro sus manos cuando saca su billetera, me muero de vergüenza de que gaste de su plata para que coma.
—Yo también tengo hambre... Compramos unas tortas fritas y tomamos los mates bien dulces, vas a ver que no tenemos mas hambre.
—Esta bien. —miro hacia otro lado cuando comienza a contar, algo llama mi atención haciendo que lo quede mirando.
—Ya estoy... Creo nos alcanza para una docena. —se para ordenando la mesa con las cosas—. ¿Vamos?.
—Si. —dejamos todo en la mesa ya que nadie toca nada y no hay problemas de que nos falte nada—. Llevo el termo para buscar agua caliente. —cuando me giro me choco con una chica—. Uy disculpa, no te vi.
—¿Por qué no te fijas por donde caminas estúpida?. —eso me sorprendió, actua como si la hubiera lastimado o hecho a proposito—. Estúpida.
—Te pedí disculpas. —se gira y sus amigas se ríen de no sé que—. No seas mal educada.
—Soy lo que se me da la gana... Y si quiero decirte estúpida te lo digo.
—No tienes derecho a decirme nada. —me queda mirando ya que cree que no le voy a decir nada como todo mundo lo cree hasta que abro la boca y me defiendo—. Te pedí disculpas de inmediato, no quise golpearte.
—Lo hiciste a propósito.
—Créeme que si lo hubiera hecho a propósito ahora seria otra la situación. —me acerco bien a ella furiosa de lo que esta diciendo—. No te confundas por mi ropa... Conmigo no te metas. —cuando chilla como un cerdo la agarran de la cintura corriéndola.
—Basta Nati.
—Ella me pegó Exe. —lo miro que la tiene en brazos alejándola y negando a sus amigas que los siguen a la mesa donde están.
—No te pegó, te pasó a empujar, todos lo vimos.
—¿La estas defendiendo?. —Gastón me agarra del brazo y me lleva fuera del "espacio social".
—Que tonta ¿Creía que te ibas a quedar callada?.
—Eso piensan todos al verme con pollera... Creen que soy estúpida.
—Si supieran.
—¿Qué?. —estoy realmente enojada, no tengo ganas de que me joda y a la vez me hace sentir mal porque le respondo mal.
—Bueno... No digo nada mas.
—Perdón, no debería agarrarmelas contigo, no tienes nada que ver.
Gracias a Dios después de leer el libro que tenía que leer me voy, esa chica me puso furiosa diciendo que hice algo que no hice realmente, no la vi pero ella insistía en que le pegué.
Me subo al colectivo y el chofer es el chico que me gusta, siempre me saluda muy amable y cuando podemos vamos charlando hasta mi parada, es educado y divertido, realmente me agrada, solo que no se anima a invitarme a salir o algo, y yo menos me animo a proponérselo.
Hoy me pagan en el trabajo, con eso voy a aprovechar de comprarme un celular ya que mi abuela insiste mucho en eso, cuando le diga se va a poner contenta.
—¿Hay algo para llevarme?. —el cocinero asiente sonriendo.
—Te guardé tarta de pollo y esa de verduras que le gusta a tu abuela.
—¡Ay gracias!. —cuando estoy por irme me llama el jefe para pagarme.
—¿Cómo estás Ara?. —entro a su oficina y me da el recibo.
—¿Bien y usted?.
—Bien gracias. —me paga y cuento la plata.
—Gracias.
—No hay de que. —sonriendo me paro—. ¿Ve con cuidado si? Y saludos a tu abuela.
—Se los voy a dar... Chao. —feliz llego a mi casa, me parece raro que no este en la vereda esperando, medio asustada corro a la casa por si le pasó algo o se desconpensó, me da miedo de muerte encontrarla tirada en el suelo con dolor—. Abuela... Abuela ya llegué.
—Estamos acá. —dudosa voy al living porque dijo, "estamos", quedo parada mirando a mi tía Clara que me sonríe.
—Hola... No sabía que estaba. —le doy un beso y mi abuela me hace señas de que me siente, está con cara de incomoda—. ¿A qué hora llegó tia?.
—Recién. —la quedamos mirando ya que no dice nada, solo nos mira un buen rato—. Vengo a quedarme... Necesitas ayuda con la mami.
—Estamos bien. —dice mi abuela enojada y torciendo sus manos nerviosa, ¿acaso le tiene miedo a su propia hija? Pues delante mio que ni se le ocurra tocar a mi abuela porque no respondo de mi—. No necesitamos ayuda, podemos solas muy bien.
—Pero mami... Quiero ayudarla.
—Ya dije que no. —cuando se para la imito, la agarro del brazo mirando a mi tia que hace años que no la veo y es una desconocida total para mi—. Hoy puedes quedarte a dormir, pero mañana debes volver a tu casa. —me mira y asiento sabiendo lo que debo hacer y esconder, porque en su última visita nos robó un montón de cosas—. Vas a dormir en la habitación de Ara.
—Vamos, te acompaño al baño y voy por mi pijama.
—Si.
Ella queda sentada mirándonos como salimos del living, la dejo en el baño así se prepara para dormir y voy a mi habitación sacando lo que sé que a mi abuela le doleria que se llevé, fotos, cartas de ella que me pidió que guarde, y mas que nada la plata, una vez que saco todo me voy al baño a ponerme el pijama y voy a la habitación de mi abuela cerrando con llave para poder dormir tranquilas, me acuesto pensando en que es lo que quiere realmente, nunca nos visita nadie, menos que menos llaman, así que, ¿cómo no desconfiar? ¿Cómo no creer nada de lo que dice si siempre nos mintió y nos usó a su conveniencia?.
En silencio las dos oímos como sale de la habitación y revuelve un par de cosas en el living, nos damos la mano las dos y rogamos a Dios que se vaya pronto.
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