Se tiene que hacer

1670 Words
El Palacio del Sol estaba frenético. Cuando eres príncipe o princesa, sabes que tienes que ejercer muchos roles al mismo tiempo. Necesitas educarte en más de un área, te guste o no. Necesitas sensibilizarte a las necesidades y realidades de otros, y también endurecerte para momentos difíciles. Layla había usado todas esas habilidades para sobrevivir. Por eso, había lanzado cosas hacia ellos mientras intentaba huir. Él la tomó de la cintura y le rogó, por su bien, que hiciera lo correcto. Layla se detuvo y su amigo la soltó. Los dos compartieron una mirada. —Eres una mierda. —Estás siendo egoísta. —¿Eres consciente de lo que acabas de hacer? Si quieres tanto estar con ella, vete. Cásate con la empleada. No voy a ser la segunda esposa del segundo hijo mierda de un rey. —No me estás lastimando.—asegura Elías mientras intenta razonar con la princesa. —No me interesan los berrinches, Layla. Tú eres mi amiga. Y la única forma de que salgas viva de esto es casándote conmigo. Mi hermano podría no sobrevivir a la cirugía, y el reino, tú, Selene, todos quedaríamos desprotegidos. Si estás casada conmigo, nuestra gente estará protegida. Mi familia te protegerá. Yo sé lo que tengo que hacer, y vas a casarte. —Yo no soy nada tuyo, Elías. Yo no soy tu amiga o tu acto de caridad, y no me voy a casar con alguien que ve a su esposa a los ojos mientras me pide matrimonio. Si te casas conmigo, les voy a hacer la vida miserable a los dos. Tú no me conoces. —Tú no eres mala —insiste Elías. —No tengo nada que perder. No tengo hijos, no tengo más amor hacia ti, y no me importa nada. Si te casas conmigo, voy a destruir todo lo que quieres, como me has destruido a mí. ¿Entendido? —Layla, no he hecho nada malo. Éramos amigos. Si tú tenías sentimientos, no es mi culpa no haberme dado cuenta. —Si no tienes parte en eso, yo me invité sola a vacacionar contigo. Yo me senté a esperarte por gusto, y yo te pedí que vinieras a hacerte el héroe mientras miras a tu mujer. —Layla intenta tomar el arma que lleva Elías en su uniforme. Ambos forcejean y el príncipe se ve obligado a empujarla para evitar una catástrofe. Layla se golpea, y eso la enoja mucho más. Mientras gatea hacia la habitación en la que la había alojado y busca levantarse, Elías la sigue e intenta ayudarla. Ella logra ponerse en pie y deja de luchar— Dispárame o me convertiré en tu peor pesadilla. Elías la mira lleno de tristeza y le explica de nuevo que no vio ninguna de las señales porque estaba enamorado de alguien más. No era su intención hacerle daño en el pasado, y tampoco ahora, pero necesitaban casarse antes de que los soldados de tu hermano o los de su actual “prometido” se acercarán y acabarán con todo. El palacio cuenta con un cuarto de cámaras, en el cual la reina estaba observando y escuchando sorprendida a su hijo y a Layla. No entendía cómo Elías no podía haberlo visto. Ella era una mujer hermosa y sabía siempre que un hombre la deseaba, también cuando coqueteaban con ella, y dominaba el arte de poner límites físicos y emocionales. ¿Cómo, después de 15 años, él no supo notar que alimentaba ilusiones en la princesa? Eleonor no podía juzgar a Layla por no querer casarse. Acababa de ver a Elías proponiéndole matrimonio a una mujer que lo único que deseaba en la vida era amor, mientras miraba a los ojos al amor de su vida. La mujer continuó observando a Elías y Layla discutir, y el dolor de Layla era tan palpable como el de Elías. Su hija, la princesa Farah, ingresó a la habitación y los observó un par de minutos en silencio antes de preguntar: —¿Qué pasa? —Layla no quiere ir a casarse—responde la reina. —¿Por qué? —Está enamorada de él, y tu hermano lo está de alguien más, y no sé qué hizo. Le pidió matrimonio a Nala o a Layla. Él no lo tiene claro. —Yo no tengo tiempo para echarme una novela mexicana. La mujer pasa por el cuarto de armas y en la cocina busca un té y semillas. Va caminando a la casa subterránea con cierta rapidez porque no tiene tiempo para una princesa caprichosa y sufrir los sentimientos ajenos, cuando tiene dolor en su útero y sangra porque está perdiendo un hijo que no sabía qué quería. Veinte minutos más tarde está frente a sus cuñadas, las cuales han estado escuchando a Elías y Layla pelear. —Layla, no se trata de ti o de mí —grita Elías exasperado. — ¿Crees que si se trata de nosotros tendríamos esta discusión? —Nala, hazme un favor, ve a la habitación de los niños y enciérrate con ellos —pide Farah. Su amiga la ve muy armada y con el mal humor en lo más alto. Se preocupa por el bienestar de todos en la casa. —¿Por qué? ¿Qué piensas hacer con eso, Farah? —pregunta Nala y señala el arma. Las dos se quedan en silencio. Farah porque siente el dolor intensificarse y no quiere tener que pelear más de lo necesario. Ha mantenido a Baruk cautivo en un cuarto de tortura, ha enviado a su padre a Azalam para intentar razonar con el rey y ganarse su apoyo, y que su hijo esté siendo golpeado a muerte no les va a ayudar. Pero tener a su hija casada con el príncipe heredero es un boleto de oro para prevenir la muerte de muchos. Nala le pide a Farah que piense bien en las consecuencias de sus actos antes de irse a encerrar con sus hijos, por lo menos las paredes tenían aislante de sonido, por lo que ningún ruido despertaría a los gemelos, ni la aterrorizaría a ella. —Selene, Kamal está resistiendo, estará mejor. —¿Eso te han dicho los médicos? —pregunta la esposa de Kamal. Farah ve a su cuñada tan afligida y no imagina siquiera lo que siente Selene, entre el terror y el dolor desgarrador, la mujer se encuentra devastada y desolada incluso cuando intenta con todas sus fuerzas mantenerse calmada. La princesa le da una mano a su cuñada y decide abrazarle. En su oído susurra: —Es lo que quiero creer. La princesa se disculpa con su cuñada para ir a resolver el problema en la habitación continua. Farah camina por la habitación donde Elías está discutiendo con la princesa. Layla está sentada en un rincón del suelo llorando mientras insiste en que no quiere casarse. Farah ve a la princesa y asiente, luego a su hermano y le indica que su uniforme está en la sala y que después de casarse se iría a defender el frente que se le asignó. —Farah, yo no...—Layla comienza a decir, pero Farah la interrumpe y se acerca a la princesa de la oscuridad mientras la consuela. Farah toma las mejillas de Layla y las seca con la parte interna de su uniforme, luego la mira a los ojos y le sujeta la mandíbula. —Somos una familia que siempre intenta evitar el derramamiento de sangre. Incluso si eso significa dejar que el rey muera, sus hijos, sus nietos, mi familia lo ha dado todo por el reino, por mantener el linaje, la sangre real Layla. Nos sacrificamos por este pueblo como ningún otro rey en nuestra situación. Tú no tienes lo necesario para ser la reina del sol, pero eres lo suficientemente buena para ser la reina de Azalam, al lado del rey adecuado. Te han mimado toda la vida, Layla. Todo te lo han dado en bandeja de plata. Tu reino te ha dado la oportunidad de ser una princesa divertida, aventurera, artística y libre. Te voy a dar una opción: te casas con mi hermano y pronto te conviertes en madre, como todos esperan de ti. Tú devuelves paz a tu reino y al nuestro o sino las opciones se ponen tan oscuras como la arena en tu desierto. —Nala me odia. —Ese es el sacrificio que Nala está haciendo —la princesa rompe a llorar—. Todos hacemos sacrificios en la vida ¿Te han contado cómo perdí la virginidad? —pregunta Farah—. Una noche estaba peinándome en mi cuarto, y unos hombres ingresaron a la habitación, me llevaron al desierto y tu hermano me violó, y yo no le dije nada a mi padre, porque sabía que él querría guerra y que tu hermano podría exigir un matrimonio. No estábamos listos para pelear, hubiese muerto mucha gente y si perdíamos sería peor para mí. Me trató un médico y fui con el psicólogo durante unos cinco años. Tengo seis hermanos y durante los primeros diez meses, cada vez que alguno de ellos o mi padre se me acercaba, yo brincaba porque mi cuerpo y mi cerebro detectaban el peligro. No es fácil ser princesa, y no es fácil hacer lo correcto para el reino, pero lo que defendemos exigirá mucho de tu cuerpo y de tu mente. A mí me hubiesen exigido casarme con Baruk. Yo te estoy dando la opción de casarte con el menos malo: Malik es un agresor físico y emocional, un sádico, y tú huiste, le avergonzaste y, por “tu culpa”, su mejor amigo está a punto de morir. O puedes elegir a Elías, alguien que te ha hecho un montón de daño emocional, te ha humillado públicamente, y tienes todo el derecho de odiarle, pero sabes que estás ganando una familia que va a protegerte con cuerpo y alma. Seré la primera en asegurarme de que estés tan cómoda y segura como sea posible.
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