Era la mejor noche de su vida y tenía una cita. Layla no podía estar más emocionada, más feliz Siempre había escuchado la frase: “todo pasa por algo” . Sentía que la decepción, la falta de correspondencia, amar en silencio y dejar ir, estaban rindiéndole los frutos, finalmente.
Estaba por subir a su elevador cuando recibió un mensaje de él.
Leonel
Ansioso por nuestra cita.
Recuerda: mañana, a las 3:00 pm.
Ponte cómoda y guapa.
Layla.
Estoy tan emocionada como tú.
Leonel
Buenas noches, princesa.
Layla
Buenas noches, Leonel.
Layla llegó a su piso y se encontró con sus guardas de seguridad, les saludo con un asentimiento de cabeza y abrió la puerta. La princesa vio a Baruk, su hermano, sentado en la cama, con las maletas hechas y una bebida en la mano.
—Hola, Laly.
—Hola, Baruk,
Ella se acerca y él le entrega un sobre con fotografías de ella y Leonel.
—Son divinos juntos, pero yo no me puedo dar ese lujo.
—¿Cuál?
—El de que te enamores y sea correspondido. Cuando te montas una novela porno en la cabeza y la publicas bajo pseudónimo, tus fantasías me parecen preciosas. No puedo y no voy a permitirte que tengas un romance y estés comprometida con alguien como Malik, no es beneficioso para nadie. —Le informa y ella le mira entristecida. —Laly, si provocas a Baruk nos mata a todos, ¿qué parte de eso no te queda claro?
Layla sabe todo lo que su hermano va a decir para infringir temor. Ella ya lo siente solo con verle a los ojos, ahí sentado, triunfante, Baruk, sin embargo; le da un abrazo, uno que dura varios minutos. Layla solo puede pensar en cómo huir de esa situación. No por Leonel o por Malik, sino por ella.
Por primera vez en su vida, quiere tomar la mejor decisión para ella, para salvarse, incluso si eso significa perder la oportunidad de amar. Layla ve la ventana que da al balcón y sabe que esa es la única salida si quiere llegar muerta, y piensa de inmediato en el baño, en que tener especie de ventana que podría llevarle al otro cuarto y así hacer una llamada.
Layla recuerda cuando la princesa Farah se metió en la academia militar, hubo un montón de críticas y comparaciones y todos parecían felices por Layla, porque había tomado la mejor decisión. Ella estaba segura de nada, le servirá salir corriendo porque los guardas están en la puerta.
—Tengo negocios que atender, Baruk.
—Tienes un marido que atender. De ahora en adelante, eso es lo único por lo que debes preocuparte.
—Solo… dame un día para despedirme de mis amigos —pide con compasión y se miran a los ojos. Baruk no aguanta la risa porque su hermano cree que es estúpido y le da un beso en la mejilla.
—Te amo, mientras viva te protegeré de cualquier abuso que Malik planee para ti, pero sabes que todo se hace por el reino y tu matrimonio en este momento es fundamental.
—¿Por qué no te casas tú?
—¿Quién dice que no voy a casarme?—pregunta Baruk.
—¿Tienes una mujer?
—No, pero Farah será mi esposa, esto se trata de unificar el reino, no subdividirlo. Tú te darás un heredar al rey, y ese bebé será la clave para unirlo todo.
—Qué pasa si no quiero.
—Si no quieres te divorcias—responde irónico. —Layla, no vine a jugar, no quiero lastimarte, eres mi hermana, mala persona más importante en mi vida. Te he dado amor y educación, pero si tengo que llevarte aquí del pelo, lo haré.
Layla sabe que su hermano no está jugando, no con ella, no con su padre, ni con nadie. Sí que se quita los zapatos mientras asiente y pregunta si puede cambiarse antes de viajar. —Baruk la mira con orgullo y le da un abrazo.
—Gracias por obedecer a tu futuro rey, lo valoro hoy y lo haré más en el futuro.
—Lo sé, hermano. Solo necesito quitarme el maquillaje y el vestido.
—Bien. —Responde y la ve caminar hacia el baño con los tacones en la mano. —Layla, dame el celular.
—¿No confías en mí?
—¿Sí, pero no quiero que se filtre información a tu enamorado? A ninguno de ellos. Dame el celular.
—Baruk…
—Dámelo —ordena a gritos y Layla decide probar su suerte.
Sabe que no pueden tirar balazos en el hotel, así que intenta llegar primero al baño para encerrarse hasta que llegue la ayuda, su hermano mucho más rápido y mucho más fuerte. Se apura para lanzarse sobre ella y su bolsa, sin importar que se golpearía y que podría resultar fatal.
La princesa se golpea la frente y no vuelve a abrir los ojos. Su hermano gruñe frustrado, lo último que desea es pelear con Layla, menos tener que lastimarla, pero él está dispuesto a hacer todo por ser Rey y ella es una pieza fundamental para ello. Solicita un médico para asegurarse, asegura de que sobrevivirá y la sube a un avión, sin escuchar nada más y la lleva a casa.
Tras horas de viaje, la princesa, despierta en su cama, rodeada por varios médicos, revisándole. Uno le explica que le tomarán una muestra de sangre y mientras el otro le hace algunas preguntas. Layla ve por la ventana, el sol ha salido, lo que quiere decir que su cita ha pasado, su vida se ha acabado. La joven ve las cadenas en sus pies y en sus manos y en la puerta se encuentra a su hermano.
—¿Tiene algún dolor su majestad?
—No va a funcionar, ellos jamás van a entregarte Tierra del sol.
—Ese no es tu problema.
—Baruk va a matarte en cuanto nos casemos.
—Layla, quiero lo mejor para ti…
—Baruk quiero que sobrevivas, mira lo que estás haciendo, por favor suéltame las cadenas. No soy tu prisionera o tu perra. Soy tu hermana.
—No eres una perra, eres una calienta pollas —Responde y toma asiento a mi lado. —Lailita, no quiero hacerte daño. Quiero que me entiendas; no puedes hacer nada diferente a casarte y parir.
—Malik me va a matar.
—Sí, sobre todo, si el paquete de regalo de vida que su papá le compró está mancillado. Reza porque el doctor no diga nada diferente, no puedo salvarte de eso. Papá te lo dejó muy claro, Layla, puedes hacer de tu culo un florero, pero ese coño es de Malik.
Layla intenta no llorar.
—¿Por qué me estás haciendo todo esto?
—No te estoy haciendo nada. Es que hoy insistes en ser nueva en este país, Layla. Yo más que nadie quiero que triunfes en la vida, pero nosotros nacimos con obligaciones.
—Ayúdame un poco, gana tiempo Baruk.
—¿Para qué?
—Para hablar con papá.
—Papá está sedado. Su salud se ha deteriorado Layla, yo soy tu rey ahora. Por favor, haz lo que te pido. Cumple con tu deber.
—¿Qué piensas hacer, matarle? ¿Baruk, me vas a matar si no me caso?
—Layla, tú decides qué es lo que pasa.
Baruk le quita las cadenas en las manos, Layla le mira a los ojos mientras se acaricia las muñecas y le da un montón de puñetazos a su hermano. Él le suelta las piernas y ella toma asiento sobre el borde de la cama, los dos se miran. En espera de la reacción del otro. Para Baruk hay dos opciones, que su hermana entienda el mensaje y se quede en la cama por las buenas o dejarle correr por el palacio y esperar a que se lastime de nuevo.
Para Layla también hay dos opciones, quedarse en la cama y ganar la confianza de su hermano o borre, no hacia la habitación de su padre, correr lejos. La joven toma la llave de las cadenas y la presiona contra sus manos. Sale corriendo por la casa, hasta llegar a la puerta, su hermano la ve con tristeza, porque elegir ese camino es pedir morirse. No dice nada, la deja correr, intentar con todas sus fuerzas huir, sus soldados hacen todo el trabajo por él. Antes de entrar, les exigió ser duros con ella.
—No la maten ni le peguen en la cara—pide mientras baja las escaleras.
Layla no aguanta más las lágrimas, llora furiosa con ella misma, con su incapacidad de luchar contra su destino y ve a su hermano de pie a su lado.
—Como no me respetas. Voy a enseñarte, Layla.
Baruk peina su cabello como cuando eran niños. Lo arrolla por sus brazos, corre por la casa, corre con ella jalándole del pelo hasta el calabozo, sin importar los gritos, el dolor, los golpes que se da, porque su hermana le ha traicionado. La pequeña, inocente y sumisa Layla a quien defendió toda su vida, a quien prefirió educar en lugar de educarse él mismo. Layla, se ha dado por vencido en la tarea de ser su hermana, su compañera y cómplice. Lleva al calabozo para que entienda que es una prisionera y qué hará lo que su rey le pide.