Una mano

1765 Words
Layla había sido visitada por su futuro esposo, el príncipe Malik. Dos empleadas la obligaron a vestirse con ayuda de los soldados de su hermano. Malik le vio divertido por su desesperación. La princesa estaba desean huir, correr y ese temor, le encantaba, para él ella era importante hasta que le diera un hijo. Baruk y Malik habían renegociado condiciones, si la princesa era virgen como debía ser la trataría con la fragilidad y el amor que se merecía, Malik incluso estaba dispuesto en esperar que la madre de sus hijos estuviese menos enojada para cobrar sus nupcias, si de lo contrario; la princesa no era virgen, la trataría como a cualquiera de sus concubinas e incluso peor y no vería la luz después de parir un segundo heredero para los reinos. —Layla no quiere hablar—comenta Malik mientras sigue comiendo. —Gracias a Dios, no está aquí para eso. La princesa miró al sirviente de su madre. Vijad fue el mayordomo de la princesa durante todo el tiempo que duró su matrimonio y después se convirtió en el mayordomo de su padre. Él siempre había cargado con la culpa de no poder ayudar a su madre, de no haber podido prevenir su muerte, sin embargo; creía fielmente en que podía hacer algo por la princesa Layla en ese momento. Ambos comparten una mirada, a pesar de que la han bañado y vestido por la visita del rey de Ramil, y evadió sus ojos, Layla sabía que si quería salir de ahí, Vijad, era su mejor opción. Layla se aseguró de no hablar, no comer y cuando los Guardas la ayudaron a levantarse de la silla se tiró al suelo. Vijad da un paso adelante y le pregunta. —¿Desea avena, princesa? —Sí, por favor. —Eso tendrá que esperar. —responde Baruk. —Van a examinar a la princesa. —Baruk... —Llévenla con el médico, en unos minutos estaremos ahí. La princesa fue llevada a la sala del médico. El hombre le indicó que haría un examen pélvico, su papanicolau y una certificación de la presencia del himen. Malik y Baruck le hicieron una seña a sus empleados. El médico de Malik ingresó a la habitación. —Yo tomaré muestra para evaluar su capacidad de ser madre y la examinaré después de él. —No quiero. Mi palabra, debería bastar. —¿Y yo tengo que creer que Elías jamás te ha tocado?—pregunta Malik mientras se acerca al médico —Ellos dos van a certificarlo, porque al igual que yo nadie te cree y tu hermano y yo vamos a verlo. —Paso de verle el coño. —Responde Baruk. —Si la respuesta negativa, puedes estar segura de que se acabó toda opción de consentirte. —No entiendo cómo no puedes defenderme —grita mientras le amarran a la cama. —Baruk, soy tu hermana. —Lo eres. Eres mi hermana y por eso impedí que te casaran a los dieciocho, por eso impedí que te dejaran encerrada en una la de este palacio y te dejé disfrutar Layla, te envié a estudiar, te deje vivir. Es hora de que seas responsable con tu país y cómo me pagas, intentando huir. ¿Cuándo me vas a por tú a mí? Su hermano era un hombre extraño, la había cuidado a su manera, la educó a cómo pudo y la protegió es cierto, pro era también una mala persona, sus maldades sonaban por toda la región. La princesa luchó contra los médicos y entre Malik y Baruk mantuvieron sus piernas abiertas para que la revisaran. Layla gritó furiosa y lloró mientras los médicos la examinaban. Los dos médicos confirmaron que el estado de la princesa era óptimo para que el rey Malik la desposara. Este decidió verificar por él mismo, lo que estaba adquiriendo, con mucha sorpresa se encontró que no mentían y estrechó la mano de su amigo quien mantenía las piernas de la princesa abiertas a la fuerza, su hermana continuaba golpeándolo, y pellizcándole cada que podía. —Layla, no nos decepcionas. —comenta Malik. —Eres lo que no esperábamos. Por último, entró un religioso para hacer un ritual con el fin de bendecir el útero de la futura reina. Al finalizar, Layla toma lo primero que alcanza, le golpea al religioso con ello, Malik y Baruk se ríen ante la cara de pánico y vergüenza del hombre, pero, los dos miran a la princesa. —¿Qué estabas planeando, nena, estabas esperando a Elías? —pregunta Malik. —Has hecho fantástico en esperar. —Debería subirte el precio—Comenta Baruk divertido.— Virgen de 28 años. —Debe sentirse seco eso —comenta Malik y toma a su amigo del hombro. —Quiero que la castiguen, por el berrinche, para que entienda. —Déjala, le han visto el coño como diez personas en un día. —Debe aprender obediencia o saldrá corriendo el día de su boda—advierte Baruk. —Aquí mando yo, cuando esté en tu reino será tu problema, por ahora, se comporta. Layla ve a su hermano salir y los médicos le siguen, ella se queda viendo al techo mientras le desatan para llevarla de vuelta al calabozo, una hora más tarde Vijad ingresa con la princesa a su calabozo, le da órdenes al guarda para que le deje conversar en privado con la princesa. Él le mira temeroso, ella se queda en silencio. —Eres mi sobrino—le recuerda al soldado. — no me la voy a robar. Hazme caso, ve, come algo, orina, yo cuido de ella. —Tío, si haces algo me van a matar y a ti también. —Lo sé, ahora déjanos conversar unos minutos. El soldado asiente y su tío ingresa a la lamentable jaula en la que tiene a la princesa. Ella la maestra las palmas de sus manos, su hermana se las ha quemado para que se olvide de escribir, de tocar el piano o sentir. Ella mira al mayordomo de su madre quien se acerca a abrazarle. Le besa la frente y jura que ha intentado bajar la dosis del sedante de su padre, pero no ha sido posible despertarle. —Él es el culpable. —Layla, te lo dije hace unos años y te lo voy a repetir ahora. Tienes que casarte con alguno de los príncipes del sol. Esa es tu mejor oportunidad. —Llama a Elías de mi parte, si no se ha ido de Tierra del sol, vendrá por mí. —Hija, no puedes esperar a que él venga. ¿Recuerdas cuando íbamos a clases a Tierra del sol y te enseñaba a usar el helicóptero? —Sí, pero nunca lo he hecho sola. —Lo difícil será aterrizar, pero vas a lograrlo, Layla. Te he preparado para este momento toda tu vida. —Le dice mientras la mira a los ojos. — He dejado todo listo. —No sé hacerlo, ven conmigo. —Tendrás que lastimarme para salir de aquí. No puedo irme, no puedo dejar al rey. —El hombre le dio su traje de servidumbre, le puso sus tennis y la obligó a beber por completo la avena tibia en forma de atol. —Cuando estés en el aire, te comes el pan para que no desfallezcas. —No sé si pueda hacer las dos cosas. —Layla, de ahora en adelante, si no haces las cosas morirás —El hombre pone un arma en la mano de la princesa, y otro lo pone al rededor de su cuello. —Solo tocas un botón. —Dios, Vijad, esto es demasiado —murmura mientras ve las armas. —El que se ponga enfrente le disparas, corre. No dejes de hacerlo y en cuanto llegues a Tierra del sol; cásate. No importa si es con el mismo rey o con el menor de sus hijos, cásate, sea cual sea el arreglo, guerra o no guerra, porque querrán matarte en cuanto vueles ese avión. —Él le limpia las lágrimas.—Tienes miedo, pero no eres como ella, eres como él, tu padre, el rey. Tú has heredado su fuerza y su resiliencia. La mujer escucha las indicaciones para herir a alguien sin matarle, él le explica que el mínimo sonido alertará a los otros soldados. Vijad, indica cuál es la ruta y apura a la princesa cuando escucha los pasos de su sobrino. El joven les ve y niega con la cabeza. —Princesa, no podrá salir sola—dice el sobrino de Vijad, quien ha estado escuchándoles desde las escalera. Kohl sabía que la vida de su tío estaba dentro del palacio, su familia era testigo de lo mucho que le afectó la muerte de la princesa de Azalam. El joven sospechaba que su tío no podría simplemente dejar a la princesa morir o ser maltratada cuando entró y cundo escuchó su plan decidió unirse. El soldado le quita la piedra a la princesa de la mano, ella le da un último abrazo y un beso en la mejilla a Vijad, acompañado de su más sincero agradecimiento. El hombre sonríe y le da las gracias a su sobrino, él promete protegerle con su vida de ser necesario el mayor de los tres le apura. Kohl, golpea a su tío. La princesa le ve asustada y él le toma de la mano, Toma una de las rutas hacia el subterráneo, sostiene la mano de la princesa y le recuerda que volar el helicóptero es su trabajo, que no puede dejar de correr en cuanto salgan del túnel que da al jardín, ella le oprime con fuerza los dedos y él le agradece. Al llegar a la salida, él le recuerda mantener la cabeza baja, y caminar tan rápido como le sea posible, esperándoles están dos hombres y el soldado les ataca mientras la princesa corre. Ingresa a la aeronave y recuerda la canción que cantaba Vijad frente a los controles, enciende el motor, activa las aspas y comienza a despegar, un par de hombres se acercan y ella les dispara. En cuanto está en cielo llama al palacio de Tierra del sol. —Buen día, palacio de Tierra del sol. —Necesito ayuda, soy Layla Alazam, la princesa de Alazam, necesito ayuda. —¿Princesa, con quién la comunico? —Con Elías o el rey Isam. —Tengo que ir a buscarles. —Dígales que estoy en una situación de riesgo. —Veo a la princesa Farah. —Necesito a alguno de ellos dos o al príncipe Kamal. Mi hermano me quiere matar.
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