Confrontación

1463 Words
Leonel y Layla no querían entrar en pánico, pero desde que él vio a Atlas, ella creía que Victoria era la mejor mujer para cumplir con el puesto de compañero feliz de parejas, que van a todos lados. Que tienen vidas casi paralelas, su corazón estaba más roto que el de la misma Victoria y Layla entendía que Kamal tenía problemas más grandes al haber dejado a su esposa y sus hijos unas cuantas horas antes de la celebración de su segunda boda. —¡Qué buen café! —Layla preparó la mezcla, es una combinación de café árabe, café turco y un poco de café colombiano y un café super aromático de Costa Rica. —No te creo, ven a probar esto —Sugiere Atlas y tanto su esposo como Leonel le miran sorprendidos. —Layla, ellos dos creen que me vas a caer mal y será un desastre, pero Leonel es el mejor amigo de Ralph y su primo favorito, así que no he venido a calificarte ni a martirizarte, solo he venido a conocerte, porque de alguna forma u otra, si él te quiere, los dos tienen camas lo suficientemente grandes como para intentar pasar la noche juntos mientras juegan videojuegos, y no es normal ni saludable, pero puede que les haya dicho que sí dos veces y crean que es una tradición. —Layla ve a Leonel en espera de una negación, pero el asentimiento de Ralph le deja claro que ha pasado. —Y soy partidaria de las camas en pareja, máximo. —Y he intentado de todas las formas posibles, pero es difícil de convencer —comenta Kamal. —Convencer a una mujer para un trío de videojuegos... Es... un arte —comenta Ralph y todos ríen. Leonel toma asiento al lado de Atlas y esta le mira divertida, le sirve una porción de cheesecake y Kamal le hace una seña a Layla para que se relaje; esta toma la cabecera del comedor de la cocina y se sirve café, no puede evitar tomar un poco del pastel de fresas y sonríe al probarlo. —Entonces... ¿tienen un matrimonio abierto? —No —responde Kamal de inmediato—. Sin embargo, Layla quiere a Leonel y Leonel parece querer a Layla, así que les daré la oportunidad de estar juntos y ver qué pasa. —¿Tú desde cuándo concedes oportunidades en mi vida? —pregunta Layla. —Desde el día en que nos casamos, lo que pasa es que no te habías dado cuenta. Layla intenta no caer ante la provocación. —Kamal, contéstale, tu mujer te llama. —Permiso. Kamal se pone en pie y escucha a su esposa furiosa y en todos los idiomas molestar a Selene es difícil, pero en griego o árabe es exquisitamente cruel; es como si hubiera dedicado tiempo especial a insultar. Él la escucha hablar de lo desconsiderado, egoísta y cruel que se ha vuelto con el paso de los años y cómo no quiere volver a casarse con él solo para que la avergüence constantemente. —He venido personalmente por nuestras nuevas alianzas, ¿has notado que solo usas la de compromiso? —pregunta Kamal. —¿A dónde has ido a comprarlas Kamal? —No voy a jugar al gato y al ratón. —Siempre estás haciendo mierda pasivo agresiva Kamal. No entiendo por qué insistes en decir que me amas y haces estas mierdas, ¿qué te crees? —Selene, sé que te he decepcionado, pero no planeo tampoco vivir la vida disculpándome y peleando, de verdad que no sé cómo más demostrarte que te amo y que a veces tomo la mejor decisión, la que duele menos. Selene, Layla tiene aquí un hombre que compra fresas y las cultiva porque está antojada de ellas, tú has hecho un berrinche y me has hecho sentir culpable porque voy a tener un hijo, veo la línea en la que soy un imbécil y cruel, egoísta, también veo la línea en la que me haces daño y nunca tomas responsabilidad. —Responde.—Me quedaré aquí hasta mañana; podremos continuar con la boda o cancelarla juntos, lo que decidas. Cuando Kamal regresa a la cocina, se encuentra a su esposa callada observando a Leonel y su familia interactuar; el rey le acaricia la espalda y ella toma su mano antes de preguntarle en su idioma por Selene. Ella ha escuchado la conversación de Kamal y su mujer a gritos, entristecida piensa en las consecuencias de las palabras de su esposo para su matrimonio con Selene. El joven niega con la cabeza y va al refrigerador, saca una botella de agua y les pregunta si desean una. —Estamos bien, gracias. —responde Leonel. —Kamal, ¿quieres que te prepare una habitación, comida o algo? —Estaré bien, gracias —El rey besa la frente de su esposa.— Me iré mañana si no les importa y esta noche invitaré a la cena. —He enviado a preparar un festín —comenta la reina y su esposo ríe. —No vas a cocinar. —El desayuno mañana —Kamal se ríe. —Isla me ha dicho que hago los mejores pancakes —cuenta. —Isla ama muchísimo a su papá. —La joven se pone en pie y les dirige hacia la habitación de visitas, la más amplia; ninguno de los dos dice nada más que dar las gracias. Layla ve el dolor en los ojos de Kamal y, si no fuera su marido y si no supiera que está enamorado de Selene, le pediría que la dejara, que buscara una buena vida en la que la dependencia y las lealtades del pasado no fueran protagonistas. Su relación tenía como cimiento mucho dolor y pérdida, y conocerse en la juventud, llenarse de amor e ideas para el futuro, no es siempre saludable a largo plazo. Layla va a conversar con su cocinera especial; le ha pedido comida italiana rica y fresca, y ella ha prometido que a las siete tendrá un poco de todo para que degusten. Cuando regresa a la cocina, Layla se sirve un pedazo de otro postre con la intención de compartirlo con Leonel; este sonríe en cuanto ella le acerca el tenedor a los labios. Prueba un pastel de naranja y los dos sonríen. —¿Cómo se conocieron ustedes? —pregunta Layla. —En el colegio. —Wow... ¿todo este tiempo han estado juntos? —No, hemos roto un par de veces y ahora estamos muy juntos. —Eso es bueno; dicen que el amor no suele pasar por los portones de colegios. —Somos gente insistente —comenta Ralph, señala a su primo. —¿A qué te dedicas, Atlas? —Periodismo. —Y es escritora. —¿En serio? —pregunta Layla. —¿Qué género? —Publiqué un libro que narra la historia de mi familia. —Impresionante, ¿te hablan todavía? —Sí, mi madre escribió su propio punto de vista, se ganó el corazón de todas las mamás sobreprotectoras del mundo.—comenta y Layla asiente sorprendida. —Layla edita y escribe, dice que no a lo segundo pero teclea durísimo. —Leonel... cómo te atreves —pregunta divertida. —Sí, intento teclear lento y suave. —A las dos de la mañana —comenta divertido y los dos se ríen. —Tengo planeada una caminata, hay una canasta de quesos; después de estos dos pasteles, no sé si pueda subir y todo, porque no lo hacen y me aseguro de que la cena esté aquí cuando lleguen. Leonel había decidido no confirmar ni negar la feliz noticia; para él, un bebé siempre era bueno, las circunstancias eran las que variaban las cosas, y el bebé de Layla, para él, era algo bueno; no quería escuchar críticas, no estaba listo. Su primo y su esposa decidieron ir a cambiarse, y él ayudó a Layla a recoger un poco la cocina y le dio un beso. —¿Estás bien? —Sí, creo que duele, pero ha sido solo ver a Kamal y me ha empezado a doler. Aprovecharé, me acostaré y descansaré un buen rato. —No será el sexo... ¿Quieres ir con un médico? —No —responde la mujer. —Buenas tardes. —escuchan la voz delicada de Selene. Layla la reconoce sin verla y rueda los ojos. —Estamos listos —anuncian Ralph y Atlas, los cuales ven a Selene, una mujer blanca, ojos claros, cabello largo y n***o. —Hola. —Selene, hola. —Layla, estaba pensando que tenías mal la dirección; he traído galletas y bebidas. Asumo que Kamal ha venido a esconderse aquí. —No está escondido, está en casa de su esposa por si no te has enterado.
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