El permiso del rey

1560 Words
Leonel estaba evitando a su familia, estaba evitando las preguntas incómodas, las verdades a medias y las explicaciones, porque no había forma de explicar cómo estaba muy enamorado de una mujer que estaba casada con un rey al que no amaba, que estaba esperando al hijo de otro hombre, pero él de todas formas la amaba y planeaba una vida los tres. Cuando Kamal se cansara de vivir esa farsa de vida que tenía junto a Layla. No le importaba invertir dinero o tiempo si eso significaba que la sacaría a ella y a su bebé de esa situación, estaba convencido de que algo resolverían y podrían vivir su amor juntos, simplemente no ahora, no justo cuando las cosas tenían sentido para ambos e iban bien. El joven tomó la llamada de su primo y caminó al exterior. —Leonel, tu mamá y tu abuela están que van por ti. ¿Estás bien? —pregunta Ralph lo que todos en su familia quieren saber. —Sí. —¿Entonces, cuesta mucho mandar un mensaje? —No, Ralph, solo he estado ocupado. —Vale, comprendo el estar ocupado, pero también sé una cosa o dos de estar metido en el culo de alguien que no quieres o que no puedes tener lo que quieres, tronco, es poco probable que esa mujer deje a su marido y estoy leyendo en todas las r************* y noticias que está embarazada y feliz con su marido. Leonel, de esta no sales bien. —Ralph, ¿por qué te apoyo en todo y tú no me apoyas en nada? —Te apoyo en todo, pero siempre quieres estrellarte contra una pared, ¿por qué todo tiene que ser un s******o? —No es un s******o, no la conoces. —¿Y qué esperas? —Bueno, que le des una oportunidad. —Vale, me monto en un avión ya y ahí voy a conocerla para cuando tengas el corazón roto, poder decirte "te lo dije". —No, Layla no está para tonterías, si puedes venir y mostrarte como la buena persona que eres, abierto a lo que estamos viviendo, sin vengas. —Vale, nos vemos en unas horas, Leonel. —Vale, vas a venir de mejor actitud. —Sí, iré abierto a conocerte y entender. —Vienes con Atlas. —No sé si puedo pedirle tanto a mi mujer. —Vale, dado que son cinco horas de donde estoy, enviaré un auto por ti. —Sí, nos vemos. —Dice Ralph—Te amo. —Yo a ti. —Responde de inmediato Leonel y termina la llamada antes de girarse y volver al interior de la casa, donde está Layla sentada comiendo las fresas. La joven sabía que él es puro optimismo e irrealidad, por lo que verlo serio era toda una novedad, la reina se puso en pie y fue hacia Leonel, le dio un abrazo y un beso en la mejilla. —¿Qué pasó? —pregunta.—¿Son malas noticias? —Son noticias... —comenta—Mi primo está en camino a Italia para conocerte. —Y sin su aprobación no podemos salir. —Básicamente. —Ya, entonces... es muy serio —Dice la reina y toma su teléfono antes de verificar que la señora que les ayuda con la limpieza les haga el favor de venir de manera urgente. Manda a su personal a hacer la compra en el supermercado y le pregunta a Leonel por los gustos de su primo en ropa de cama y productos de higiene. La mujer organizó todo para la visita en menos de diez minutos, la pareja compartió una mirada y él sonrió. —Mi familia puede ser tediosa, Ralph es... mi mejor amigo. —Lo sé y planeo conquistarlo. —comenta decidida. Leonel mira a la mujer frente a él y le da un beso en los labios antes de proponer disfrutar de los últimos minutos a solas que tendrán en los próximos días. La joven ríe mientras él la carga y la besa apasionadamente en dirección hacia su habitación. Y esos eran los planes que tenía Kamal cuando pidió que le prepararan un yate, una ruta preciosa a una isla pequeña abandonada en la que solía haber una casa preciosa en la que él. Su mujer habían disfrutado de mágicos momentos en el pasado, casi todos sus recuerdos en ese lugar eran con Selene desnuda, cubierta solo por su cabello mientras comían frutas frescas. Luego, volvían a besarse antes de envolverse los cuerpos el uno sobre el otro. Era mágica esa época en la que solían ser exhaustivamente felices. Extrañaba la vida simple y por eso, cuando su mujer regresó con el ánimo turbio porque él tenía un hijo en camino, entendió que simplemente no podía hacer nada más para contentarle, así que tomó un vuelo para visitar a su esposa. Kamal estuvo en Italia unas cuantas horas y después voló hacia la Toscana, un auto lo transportó a la casa de su esposa. La encontró en la puerta leyendo mientras Leonel iba por su familia. —Kamal. —Layla. —¿Qué pasa? —Quería saber personalmente si tenías noticias para mí. —Estoy embarazada —confirma la reina y él sonríe, se acerca con un regalo y se lo entrega.—¿Qué es esto? —Es un regalo para el futuro rey y su madre. —Gracias. —Responde la mujer mientras abre el presente, son unas pulseras a juego con espacio para poner el nombre de cada uno, cuando lo elijan podrán grabarlo, Kamal y Layla comparten una sonrisa.—¿Qué crees que será? —Según tú es un rey. —Lo será, he traído un cheesecake y una repostería, ¿dónde está Gabriel?, me gustaría conocerlo. —Leonel, su familia, su primo está de camino, entonces, no creo que puedas conocerlo. —¿Me estás echando? —Sabes cómo la gente asume que tenemos tríos con Selene. —Sí, no quiero que asuman que tenemos tríos con Leonel. —Leonel y yo nunca estaremos en la misma cama, pero tú y Selene... podrían sorprenderme cualquiera de estas noches. —Comenta divertido y su mujer rueda los ojos.—Soy lo más cercano a tu familia. —Kamal... —He discutido con Selene, porque vamos a tener un hijo y no se lo dije, y tú se lo dijiste antes que a mí. —¡Kamal! —Lo siento, pensé que se podía retrasar. —Vas a hacer que esa mujer se mate, y luego, ¿qué hiciste? —Vine a dejarte un regalo. —¿Dos días antes de tu boda? —Comeré con ustedes y me iré. Los dos escucharon el motor del auto y se miraron, Leonel ingresó con las maletas de su cuñada poco después y su primo le seguía. La reina se cubrió la mejilla con impaciencia. —Buenas tardes —saluda Kamal con una sonrisa. —¿Necesitas ayuda? —Leonel le mira sorprendido y baja una de las maletas para darle la mano a Kamal, este estrecha la mano con la suya, los dos se miran a los ojos y se analizan, Leonel rompe el contacto visual para buscar con la mirada a Layla, la cual se ve atormentada. Ralph y Atlas quienes habían leído muchísimo de la vida de Layla de Azalam, indirectamente habían descubierto mucha información sobre su esposo, y los dos habían visto fotos del hombre por lo que sabían que ese de ahí definitivamente era Kamal Habib. —Buenas tardes. —Kamal ya se va. —No seas grosera. —Kamal... —Soy Kamal, el familiar de Layla, y si ustedes vienen a juzgarla, yo voy a juzgarlos a ustedes. —¿Por qué hablan tan buen español? Deben tener profesores fabulosos. —Mi tía, la reina del sol, es española. En cuanto vine a ayudar con la crianza de mis hermanos, decidí aprender bien su idioma. —Tan comprometido que se fue a abrigar entre los brazos de una sevillana. —Puede que mi afán por aprender ciertos idiomas tuviese algo que ver con mujeres, pero funciona. —Yo he conocido mujeres impresionantes a Leonel —comenta Atlas. —Los dos hombres que le pidieron su silencio la observaron incrédulos. Ella rodó los ojos y Kamal se rió. —A ti te trajeron bajo amenazas. —Sí. —Yo estoy invitándome bajo amenazas, ¿qué tal si tomamos un café juntos? —pregunta el rey mientras deja la maleta sobre el suelo para extender su mano hacia Atlas. —He traído una tarta de fresas y helados, he comprado helad de nata porque es el favorito de Layla y lo primero que ha hecho es echarme. —¿Eso es de mala educación en su cultura? —Lo es en todas las culturas… —recalca Kamal. La joven sonríe y este también antes de caminar juntos en busca de la cocina. —Hacia la izquierda, Kamal. —le corrige Layla. —Gracias. Ralph mira a Leonel y Layla tensos. —Buenas tardes, majestad, hemos traído regalos.—comenta el joven y le entrega una bolsa. —ohh, no hacía falta, gracias. —Responde la mujer mientras toma el regalo. —Es solo Layla. —Gracias por la invitación aunque de último minuto. —Con gusto, póngase cómodo iré a verificar que alguien no queme la casa.
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