Un plan

1171 Words
Kamal y Layla se habían quedado en el palacio de Azalam unos cuantos días, necesitaban estar solos, con buena atención médica, haciendo cosas relajantes y conociéndose un poco más. La psiquiatra había propuesto que Kamal controlara la medicación de Layla, y aunque no le encantaba ni le caía muy bien porque pasaba muchas horas durmiendo y otras bostezando, se sentía menos alterada. Además, recibía terapia todos los días, lo cual le parecía abrumador, pero estaba hablando con Eric, su médico, quien poco a poco iba logrando que se abriera, como una cebolla y sus múltiples capas. También habían hecho cambios en la rutina de la princesa y en su dieta. En lugar de pasar todo el día en casa, comenzaba por la mañana uniéndose a Kamal en su meditación. Luego iba a correr con su nuevo esposo durante casi dos horas, ya que él se toma el ejercicio en serio. Habló con Marcela, quien le asignó algunas tareas como cazatalentos y también hizo algunas observaciones sobre su libro. Su amiga insistió en visitarla, pero ella dejó claro que no estaba lista para recibir visitas. Sin embargo, una vez que abrieran el gran complejo turístico en Tierra del Sol, tanto ella como su familia serían invitados. Layla elegía nadar al mediodía y luego tenía una sesión con su terapeuta un poco más tarde. Finalmente, tomaba una siesta porque todo el ejercicio y la actividad le provocaban sueño. Casi siempre se despertaba con Kamal sentado en su habitación trabajando como un loco, y tomaban café o té juntos. Después, ella se ponía a trabajar y al atardecer realizaban avistamiento de aves. Durante la cena, Kamal admitió que estaba retrasando la llegada de sus hijos al palacio, lo cual tenía a Selene triste y preocupada. —¿Kamal? —Lo siento, esto es un secreto. No quería dejarte sola, pero no quiero no recibir a mis hijos. —Puedo quedarme unos días aquí e ir después de la llegada de los niños. —Lo siento, pero no conozco a otro decorador y no voy a dejarte sola —se burla y ella sonríe. —Entonces tenemos que irnos. —Selene y mis hermanos pequeños vienen mañana a conocer Azalam y a visitarte. —Es una bonita sorpresa. —Lo es. Y Farah quiere saber si puede disculparse aunque sea por teléfono. —Ella es así y yo también. ¿Por qué disculparse? —Mi hermana ha estado resentida porque de pequeña le dijiste que no jugabas con la servidumbre, refiriéndote a Nala. No sabía que tu padre te castigaba cuando estabas cerca de los empleados. —Ahh... siempre he pensado que se trataba de Elías. En fin, no me interesa discutir con ella ni con nadie. No me interesa estar en medio de nada. Iré a decorar y me gustaría tener un espacio para mí sola. —No lo conseguirás, Layla. No habrá espacio hasta que los médicos digan que estás bien. —Está bien. —De acuerdo. Kamal reconoció que sabía cómo era sentirse solo en extremo. Layla lo observó y esperó a que continuara hablando. El príncipe le dijo que había suficiente diferencia de edad entre él y sus hermanos y, por alguna razón, no se sentía como un hijo único, sino distante. Entre él y su hermano Elías había una diferencia de cinco años, y con Farah y Max casi diez. Era reconfortante saber que estaban cerca, pero siempre se sentía solo, incluso cuando los veía jugar, sabía que ellos eran un equipo y que él estaba solo. Después creció y se fue del país en cuanto tuvo la oportunidad. Construyó un negocio desde cero con la dirección del padre de la reina Eleonor, siguió estudiando, trabajando, pero siempre estaba solo. La gente se acercaba porque sabían que tenía dinero y algún día su poder sería indiscutible. —Luego la conociste a ella. —Sí. Alguien de quien preocuparme, a quien amar completamente. Selene solía esperarme en el puerto de la casa y saltaba al yate en cuanto me acercaba, llenándome de besos. Eso... era la gloria. No necesitaba que me lo dijera con palabras, sabía que era la persona más importante en su vida. —¿Y por qué se separaron? —La verdad es que vinimos a Tierra del Sol y nos recordaron que éramos fantasiosos e insuficientes. Selene era una mesera, una niña cuando la conocí y yo un cobarde con miedo e inseguridad a tope. ¿Sabes, cuando has hecho algo mal en la vida, pero no lo superas, no te perdonas o te encierras en el pasado? —No —Kamal sonríe. —Es como ser un criminal. Puedes reformarte, cambiar de verdad, mejorar tu apariencia y educarte, pero a veces, en lo más profundo de ti, siempre lo recordarás. Recordarás que le quitaste la vida a alguien. Es como ser un ex-convicto, eso siempre te persigue —responde. —Selene y yo tuvimos nuestros propios problemas con la fertilidad. Ella... nosotros... perdimos seis embarazos en diferentes etapas, pero el último fue a una edad en la que podría haber sido viable. Yo... enloquecí. —Seis es demasiado. —Mi esposa se destrozaba emocionalmente y luego volvía a embarazarse. Nos emocionábamos juntos, ambos anhelábamos ser padres. Cada vez se volvía peor y poco a poco te recuperas y vuelves a ilusionarte. Todo se vuelve más intenso y doloroso. —¿Fueron a terapia? —No, la última vez, me quedé en casa durante un mes. La cuidé, fuimos a navegar durante quince días. Regresamos y Selene comenzó a hablar con su médico sobre la fecundación in vitro, y yo dije que sí. Pero cuando llegó el momento de retirar las muestras y realizar el procedimiento, lo hice y me fui. No podía más, no podía soportar perder otro bebé y a mi esposa. Ella tenía un sistema de apoyo, su hermano, su cuñada, pero nadie voltea a ver al esposo que no perdió nada porque no está en su cuerpo, solo... he perdido una idea. Me fui. La dejé. Abandoné a mi esposa y su sueño de ser madre. Layla no tiene que haberlo vivido para entender lo difícil que tuvo que haber sido para Kamal. Y lo doloroso que fue para ambos, Selene parece ser una mujer dulce y genuinamente enamorada. La joven que siempre sonríe y que siempre está pendiente de las necesidades en los demás parece haberlo pasado horrible, pero ella sabía que Kamal tenía algo de razón, él lo pasó, terrible. —No eres un mal hombre. No te exigieron. Isam creyó lo que le vendiste, que eras un niño desastroso y sin futuro. Nadie te exigió y nadie confió en ti. Y todavía no lo hacen, Kamal, porque en apariencia eres un joven consentido y egoísta, cuando en realidad deberías ser un hombre. No te des por vencido, sé un hombre, sé un rey, trabaja duro y demuéstrales que eres mucho más de lo que la gente cree. —Gracias. —Soy escritora, soy buena con las palabras —ambos ríen.
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