Familia política

1366 Words
Kamal odiaba a sus suegros. No hay una forma de azucararlo. Su suegro era un hombre orgulloso, trabajador, ambicioso, pero creía fielmente en la Biblia y la religión. Consideraba que su esposa era lo primero antes que sus hijos. Cuando Alana consideró que Selene no era digna de ser su hija y no merecía su perdón ni amor, él también lo respaldó. Al principio, el hombre veía con desdén a Selene y después de perder a su primer bebé, se desentendió completamente de ella. Era como si su padre tuviera el poder de amplificar en la mente de su esposa que estar juntos y tener un hijo era un error y que el fruto de su amor debía morir. Para Kamal, la Biblia y la iglesia tenían toda la razón: la esposa iba primero. Sin ella, no debería haber hijos. Esto significaba que no permitiría que sus hijos irrespetaran a su madre. Ningún hombre ni mujer podía ofenderla, ni siquiera él mismo. Pero si su esposa fallaba en amar y cuidar a los frutos de su amor, a sus hijos, aquellos niños por los que tanto habían luchado para tener o adoptar, entonces, aunque fuera su prioridad, tendría que atenderlos y defenderlos a ellos. Porque esos hijos eran un 50% suyos y un 50% de la mujer que era tan importante para él. Selene había hablado con su hermano de desayunar todos juntos en casa, incluyendo a sus padres si querían venir. Así podrían conocer a los pequeños príncipes y aprovechar para pasar un rato en familia. Por lo tanto, ordenó un desayuno abundante en un hotel local y se desentendió del asunto. Sus tres hijos y su esposo decidieron hacer pancakes. Los tres niños argumentaban que ya sabían cómo hacerlo, pero en cambio, su padre estaba preocupado por lo que terminarían desayunando. —Llama a tía Layla —dijo Isla. —Que ahora una todo —les informa Raj. —Ya, pero tenemos todos los ingredientes. —A ver, a ver y a ir —les dice el rey—. Estamos en Grecia y hablamos griego, todos —el hombre comienza a hablar en griego y sus hijos ríen, porque de todos los idiomas que sus papás pretendían que aprendieran, ese era el que menos les gustaba. Sabían saludar y algunas palabras que su madre repetía, pero no era su idioma favorito ni el que más practicaban. —A mí me gusta hablar en español —dijo Alan. —A mí también —respondió su hermana y Kamal rió. —Sí, pues ustedes son árabes y griegos, eso es lo que deben hablar —dijo su padre, y los tres rieron divertidos. Kamal tomó un par de tazones con los ingredientes secos y los líquidos y los mezcló en otro, sus hijos rieron y le aseguraron que no era así. Los tres niños ríen aún más mientras su padre intentaba quitarles la masa. El timbre de la casa sonó y Isla salió corriendo para hacer lo que nunca le dejaban hacer en el palacio: ver con emoción quién la esperaba en la puerta. Sus hermanos la observaron sorprendidos y Kamal la siguió, ella abrió la puerta y miró al hombre al otro lado. —¿Hola, está... Selene en casa? —pregunta Alexis. Kamal abre un poco más la puerta. —Hola, sí. —¿Quién es Selene?—pregunta Isla. —¿Mamá se llama Selene?—responde su padre cnfundido. —¿En serio? —Sí. —Dice Kamal y extiende la mano hacia Alexis, el hermano de su esposa—. Él es Alexis, el hermano de mamá. —Vinimos a desayunar, no sé si a Selene se le olvidó. —Voy a ir a decirle que su hermano está aquí y ustedes pueden practicar su griego —les informa Kamal antes de apartarse para dejarles pasar—. Estaba haciendo pancakes... pero los arruiné. —reconoce el rey. Alexis les presenta a Bella, su hija, y a Carina, su novia. Kamal los invita a pasar y va por su esposa. Esta estaba a punto de salir de la habitación cuando se encontró con su marido. —Tu hermano está aquí. —Los invité a él, Felicia, y a mi hermano pequeño a comer. Los otros tres no quieren ni hablarme. —Selene, ¿entonces a qué has venido? —Esta es nuestra casa, aquí inicia nuestra historia. Es... complicado. —Vale, hice una masa de pancakes fallada, he tirado la leche y la harina con los huevos y no parece ir bien. —No se tiran las cosas, se mezclan y hay un orden. Selene ve a su sobrina por primera vez en meses y corre a abrazarla, la llena de besos y esta a ella, su mayor amor y figura materna siempre había sido su tía Selene, y pensaba que el príncipe simplemente no la dejaba verlos. Pero este sería un cumpleaños muy especial si todos ellos, incluido el esposo de su tío, podían pasarlo felices. —¡Tía! —Mi vida. —¿Dónde está el desayuno, Selene?—pregunta Alexis divertido mientras se acerca a saludar a su hermana. —Lo mandé a comprar para que hubiera de todo. Llega en quince minutos. —Yo bañaré a los niños y tú arréglate para que recibas a tus visitas. —Me quedaré un par de segundos conociendo a Carina mientras pongo el café —anuncia la reina y su esposo la besa en la frente. Kamal busca ropa para sus hijos, un short y una camisa sencilla y ligeramente fresca. A Isla le deja elegir entre un vestido y una muda similar a la de sus hermanos. La pequeña elige vestirse como los chicos a cambio de un buen peinado. Kamal supervisa el baño de sus hijos y los ayuda a vestirse rápido. Isla es la última en salir, pero anuncia que esperará a que su padre salga para peinarla. —¿No quieres que mamá te peine? —No, tú. —Kamal asiente y va a tomar una ducha rápida, luego se mete en internet para ver cómo peinar a una niña, pero todo parece largo y complicado. Así que intenta hacer lo mismo que hace Selene, le pone gel y espuma. —Isla, estoy comprometido con tu pelo, vale, pero me tomaré el tiempo de aprender más cosas. —Claro. —Sí —responde su padre mientras sigue intentando hacerle dos coletas. Selene entra a la habitación y ve a Kamal luchando un poco con el pelo de su hija y les da un beso a ambos. —Se me salen los pelos —comenta Kamal molesto, y su esposa le ayuda sosteniendo el pelo, él coloca la cola y Kamal sonríe emocionado. Luego hace el mismo proceso con el otro lado, e Isla le mira sonriente. Selene sale a la terraza y ayuda a su esposo. —¿Cómo has despertado? —Bien, ¿cómo están los niños y Selene? —Mis suegros están aquí e intento poner la mesa. —Increíble. —Todo va bien, he tenido un poco de dolor hoy y he evitado el sexo. —¿No se lo has dicho? —No, no creo que se quede cuando lo sepa. —Ya... —¿Qué ha dicho Selene? No ha dado opinión desde que lo hablamos el otro día, siento que no le encanta la idea, pero... seguro la animará a intentarlo pronto. —En realidad, Selene no quiere... —Ah —dice la princesa. —¿Es dolor o es sorpresa? —Tengo muy poco dolor, pero ya he hecho una cita, iré sola por precaución y más tarde, cuando no estés con toda tu familia, quiero saber si tengo que regresar al país o puedo irme directo a... a mis vacaciones. —Diré que estás enferma y no puedes volver hasta después del primer trimestre. —Vale, eso es genial. —Sí. —Adiós. Selene sale a la terraza y ayuda a su esposo. —No me han dicho nada, pero ¿crees que quieran reconciliarse con nosotros? La joven sonríe y su marido le dice lo que quiere escuchar: —Que estén aquí es una buena señal.
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