La princesa se sentía demasiado avergonzada para contar esta historia, pero Leonel insistió en que ya le había contado muchas cosas vergonzosas y se merecía un poco de honestidad. Ella sonrió divertida y le preguntó si quería la historia larga o corta.
—La que tenga más detalles. Tenemos mucho qué comer —le aseguró Leonel.
Layla vio todos los platillos en la mesa. Él le pasó una papa antes de que comenzara a hablar y ella sintió que estaba buenísima. En cuanto terminó de comérsela, le explicó al príncipe. Ella nació para asegurar el reino en caso de un fatal incidente que acabara con la vida de su hermano. Lo que pasa es que no fue varón, lo cual marcó la primera decepción de su padre. De igual manera, Murat se las ingenió para encontrar una solución a su problema.
El rey decidió comprometer a su hija en matrimonio desde los tres años con el príncipe del reino opuesto.
—No capto, tu papá fue un día a otro reino. Vio a un pelado de cinco años.
—Ocho años.
—Y decidió casarte.
—Exacto, como estrategia política. Ramil y Azalam estarán unidos y el número de territorios y hombres aumenta. La idea es que traiga un bebé al mundo para formalizar la unión y después atacarían a todo aquel que se oponga a tener una nación, porque habría un heredero.
—Y tú no puedes pedir ayuda.
—Podría intentar huir, pero donde sea que esté mi padre y mi hermano me encontrarán. Unificar el reino es una idea que les enloquece, especialmente porque Baruk, mi hermano, se convertirá en rey.
—De todas formas, tu hermano será rey.
—Un pésimo rey.
—Eso es complicado, pero creo que tienes opciones. Mira a Hitler, fingió su muerte y así un montón de gente que no estaba de acuerdo en cumplir con las penitencias de sus actos.
—¿Quieres que finja mi muerte? —Leonel asiente y ella se ríe. —Gracias, Leonel.
—Puedes casarte con alguien más, tener relaciones y tener un bebé. Eso aumentará la furia de tu padre, pero al menos estarás haciendo algo que te guste. ¿No hay un príncipe heredero o un príncipe hermano que quiera pelear por ti?
La carcajada de Layla impresionó a Leonel. Incluso él se contagió un poco y rió como si le estuvieran contando la historia más loca del mundo. Luego la miró intrigado antes de preguntarle qué es lo gracioso.
—¿Tú me has visto?
—Sí, y eras muy guapa.
—Ay, por Dios.
—Mira, tienes brazos de atleta, están muy tonificados y marcados. Tienes buen busto. Una sonrisa impresionante. No niegues que te diseñaste la sonrisa. Las cejas están bien depiladas y tu melena, por el amor de Dios. Si sales desnuda y te cubres solo con el pelo, ya ganaste. Cualquiera sería afortunado de estar contigo.
La carcajada de Layla impresionó a Leonel; incluso él se contagió un poco y se rió como si le estuviera contando la historia más loca del mundo. Él la miró intrigado antes de preguntarle qué era lo gracioso.
—¿Tú me has visto?
—Sí, y eras muy guapa.
—Ay, por Dios.
—Mira, tienes brazos de atleta, están muy tonificados y marcados. Tienes buen busto. Una sonrisa impresionante. No niegues que te diseñaste la sonrisa. Las cejas están bien depiladas y tu melena, por el amor de Dios. Si sales desnuda y te cubres solo con el pelo, ya ganaste. Cualquier hombre querría estar contigo.
—Estoy un poco pasada de peso.
Leonel la veía bien, no quería decirle que veía a más mujeres de las que debería durante un mes, pero Layla le parecía guapa, aunque siempre estuviera cubierta de ropa que la hacía parecer insignificante y pasar desapercibida. Ella lo miró agradecida por los piropos, pero insistió en que no era el prototipo para dejarlo todo.
—Estás en tu peso saludable, estás bien y ya. No todo el mundo nace pequeño y delgado, eso es una tontería.
—Estás llamándome gorda sutilmente.
—No, estás en tu constitución y eso está bien de vez en cuando. Es la primera vez que como con una mujer que no es mi madre y que es delgada por naturaleza, así que come de todo. Pero mis hermanas... ellas decidieron no comer un montón de porquerías, mis primas se inventaron que son alérgicas al gluten, y he salido con mujeres que hacen la dieta keto, la paleo o ayunos extremos. Está bien ser normal, está bien comer esto y luego una pizza y después ir a dormir.
—¿Nunca respondes con una sola frase?
—No, cuando algo me molesta, no puedo parar —respondió Leonel, pensando en algún príncipe heredero interesante.
Layla consideraba que muchos de sus problemas nacieron de su imaginación. En algún momento encontró la misma solución que Leonel: debía encontrar a un príncipe heredero de algún territorio no muy lejano, casarse y quedar embarazada de inmediato. Sus soluciones siempre incluían un embarazo, sabía que sería madre de un futuro rey sí o sí. Sin embargo, ella no se enamoró del príncipe heredero de Tierra del Sol, el país que se encontraba entre su reino y Ramil.
Se enamoró del hermano del príncipe, y no era un capricho, eso lo sabía su hermano y los hermanos de él. Se enamoró de alguien que no la quería, que buscaba algo complicado. Desde el principio de su relación, Elías dejó claro que eran como amigos, como hermanos, y ella pensó que con el tiempo, cuando lo conociera y se enamorara tanto como ella, todo sería fácil. El amor también hay que ganárselo a veces, pensaba ella mientras recordaba que sería la esposa del príncipe del desierto.
Layla consideraba que muchos de sus problemas nacieron a raíz de su imaginación, porque en algún momento encontró la misma solución que Leonel: debía encontrar a un príncipe heredero de algún territorio no muy lejano, casarse y embarazarse de inmediato. Sus soluciones siempre incluían un embarazo; sabía que sería la madre de un futuro rey sí o sí. Sin embargo, ella no se enamoró del príncipe heredero de Tierra del Sol. El país en medio del suyo y Ramil, se enamoró del hermano del príncipe, y no era un capricho, eso pensaba su hermano y los hermanos de este. Se enamoró de alguien que no le quería, que estaba en busca de algo difícil. Elías, muy temprano en su relación, había dejado claro que eran como amigos, como hermanos, y ella pensó que con el tiempo, cuando le conociera y se enamorara tanto como ella, todo sería fácil. Pero el amor también hay que ganárselo, algunas veces hizo pensando en que sería la esposa del príncipe del desierto, Elías, el hombre ante sus ojos más perfecto de la vida. Leonel escuchó con atención la descripción que hizo la Princesa y sabía que no estaba caliente. Layla está muy enamorada, admiraba al hombre, le quería, le gustaba todo de él y un poco más.
—Es un buen prospecto.
—¿Él sabe que le amas?
—Todos en los tres reinos saben que le amo. Él está enamorado de su mucama y no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
—Decírselo, Layla.
—Mi mamá estaba obsesionada con mi padre, le adoraba, él lo sabía y él decidió casarse con la princesa Violeta porque ese era el amor de su vida. Después de cuatro años de intentar ser padres y no tener éxito, sin causa alguna mi padre desposó a la hija del jeque, mi madre. Ella creyó que siendo la mamá de los hijos del rey, algún día la amarían. Nunca pasó, mi hermano, el primogénito, fue criado por mi padre y la mujer que le amaba tanto como pare recibirle como suyo, y a mí… a mí me tocó quedarme en el ala de mi madre, una mujer que siempre estaba triste, sola y desesperada. Después de tener un segundo hijo y que no durmiera lo que esperaba, mi padre no volvió a hablarle o tocarle. De vez en cuando, iba a comer conmigo, me preguntaba por mi día y cuando cumplí cinco años, mi madrastra pensó que me beneficiaría salir del país, educarme, conocer un poco, y me alejaron de ella.
—¿Qué pasó con tu madre?
—Se suicidó y nadie se dio cuenta por tres días. Fue mi hermano, Baruk, quien decidió ir a tomar el té con ella por lástima y la encontró muerta.
—Lo siento mucho.
—No voy a ser la segunda nada de nadie. Soy la segunda hija de un rey y su segunda esposa. No seré la segunda esposa de un príncipe que está perdidamente enamorado de alguien.
A Leonel le parecía impresionante la historia. A veces no sabes lo afortunado que eres de nacer en una familia o un lugar determinado. Los dos se miran y él decide evacuar una duda para bajar el humor:
—¿Cómo funciona el sexo?
—¿En qué…?
—Cuando hay una segunda esposa.
—Se toman turnos regularmente —responde con seriedad la princesa y en un tono de voz más bajo y algo erótico añade—: Eligen un día a la semana en el que todas las esposas se reúnen, se desnudan y tienen relaciones íntimas salvajemente. Estilo orgía, pero el placer del rey es lo más importante —Leonel le mira divertido y los dos estallan en risas.
—¿Tienen días?
—Sí, es bastante monótono. Se supone que la primera esposa puede vetar algunas posiciones con las demás y elegir quién se encargará del marido durante sus ausencias o menstruaciones.
—¿Estás inventando de nuevo?
Leonel se lleva un puñado de las papas de Layla a la boca. Ella no puede contenerse más y pregunta:
—¿Esto es cierto, Leonel? ¿Planeas enfrentar todo esto? —pregunta indignada mientras lo ve comer.
—No le cuentes esto a nadie, pero cuanto más escandaloso el chisme, más ganas tengo de comer. —Layla ríe.
—Yo quiero llevarme algunas cosas empacadas. Voy a ordenarlas y no sé si te apetece caminar conmigo por la ciudad. ¿Es mucho pedir? ¿Tienes tiempo?
—¿Sabes que no puedes andar por ahí con cualquier desconocido?
—Eres un Westborn, si no lo fueras me hubiera ido en cuanto llegaron los pedidos —Leonel sonríe.
—Acepto con una condición.
—¿Cuál?
—Vamos a ser amigos, así que me darás tu número y yo te daré el mío y un correo electrónico, porque pareces de las que nunca miran el celular —Layla sonríe. —Y siempre que vengas a Mainvillage, puedes llamarme o escribirme, y si estoy disponible, tomaremos un café y hablaremos de esas cosas que nos parecen insoportables.
—Vale, ¿eso quiere decir que podemos quedar luego?
—¿Quieres quedar?
—No... pero me gusta tener las cosas claras. Somos amigos y quieres que nos comuniquemos y pasemos el rato.
—¿Aceptas?
Este capítulo tiene demasiados detalles, así que ojito. Les comenté en redes que la novela se actualizará más seguido a partir de julio. Por ahora, subiré lo que pueda escribir algunos fines de semana, y si en algún momento necesitamos un capítulo antes, intentaré encontrar el tiempo. Como siempre, comenta, me emociona leerlos.
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