Mis reglas

1587 Words
La princesa había solicitado entre sus compras un celular, una computadora, implementos deportivos y ropa de su elección. Lo más importante, ordenó de inmediato que trajeran a su asesor real y su propia seguridad. Por la tarde, todos estaban allí y la mujer corrió a abrazar a Vijad, el viejo amigo de su madre, lo envolvió en sus brazos con la misma ternura. —Princesa. —Vijad, tengo todo preparado para que estés aquí en condiciones de consejero. —Me aburriré demasiado. —Me has salvado toda mi vida, una vida aburrida y tranquila es lo mínimo que te puedo ofrecer —dijo la princesa con los ojos llenos de lágrimas. —Una buena reina no llora ante nadie —le sostuvo de la mandíbula y le obligó a sonreír. —No puedo ofrecerte lo mismo, ves a ese par, me siguen a todos lados y cronometran cuánto duro en el baño. Tu función es que no me maten bajando de las escaleras o algo peor. ¿Crees que puedas? —Podré, majestad —Layla sonrió y se acercó a abrazarlo. —Gracias por ayudarme. La princesa preparó una cena preciosa para sus invitados y para los príncipes más pequeños que estaban sorprendidos con lo que había montado la princesa en el jardín. —¿Les gusta? —Nunca te vimos como alguien que cocina —Layla rió y aceptó las flores que Amir le extendió. Ella les invitó a tomar asiento y les pidió que comieran todo lo que quisieran y como quisieran. La princesa tomó una copa de vino y escuchó las conversaciones entre sus nuevos amigos y aliados. Rió hasta que las lágrimas se le escaparon con las historias de los príncipes y se sonrió encantada de tener a su Viji con ella. Esa noche, después de subir a su habitación, escribió casi una novela completa. Tenía todo maquetado para conseguir su próximo bestseller y lo envió a Marcela. Layla Sé que debes estar preocupada. Lo siento, no ha sido mi intención irme así, pero mi país ha sufrido cambios y mi título ha cambiado. Ahora, seré reina. Te pido toda la discreción del mundo y como las amigas que somos, de años además, te invito a ti y a tu familia a la boda. Cuando tengamos fecha te lo enviaré. Un beso y un abrazo. Marcela. El insomnio no me parece tan malo desde que podemos hablar aunque sea a estas horas. Layla, no he estado preocupada, he estado horrorizada. Pensé lo peor, por días solo se supo de la guerra y de los cambios políticos de Azalam. Hoy he recibido noticias de ti a través de un canal local de Tierra del Sol, al lado de tu futuro marido. Supongo que todo esto no es por amor, pero necesito saber que estés bien. Layla Estoy lo mejor posible, dada la situación. Es un matrimonio por conveniencia, Marcela, no puedo exigir demasiado, pero tampoco permitiré que me pasen por encima por completo. Marcela Tengo contactos políticos, puedo sacarte de ahí, esconderte. Tú dime qué opinas y envió hasta soldados, recuerda que mi padre es un militar excepcional y no nos importa gastarnos una docena de favores. Eres mi amiga, familia, no voy a dejarte Layla. Layla Donde me oculte me encontrarán, y esto definitivamente no se trata solo de mí, sino de ambos reinos, la gente y los príncipes del Sol. Sin ellos, ahora mismo no estaría viva y mi obligación es devolver el favor. Marcela ¿Cuándo puedo verte? Layla Preguntaré y yo invito el vuelo. Marcela Me dices y en unas horas estoy ahí. Hay alguien que no deja de preguntar por ti, creo que estará feliz de saber que estás viva. Layla ¿Quién? Marcela Leonel. Me ha pedido tu correo, tus números, tu dirección, pero no le he dado nada. Layla Consígueme su correo, me gustaría disculparme y sobre todo, explicarle lo que ha pasado. Pobre de él, lo he dejado colgado y no se lo merece. Marcela ¿Sabes que tú mereces más que cumplir obligaciones? Layla Lo sé. Marcela añade los datos de Leonel y se despide. La princesa decide tomar una pequeña siesta antes de salir de su cama para ir a hacer ejercicios, disfrutar de la espectacular salida del sol en el reino, estar en contacto con la naturaleza y en paz. Cuando regresa, los príncipes y las princesas parecen estar esperándola para desayunar. Ella los ve a todos con sorpresa e Isam la apura para que tome asiento y cene. —El desayuno lo he preparado yo —anuncia la reina y sus hijos sonríen—. Así comemos en familia y enterramos el hacha. El celular de Layla suena, ve que es el número de Mainvillage y como sabe el número de Marcela de memoria, solo una persona puede ser. —Lo siento, yo no desayuno —intentó disculparse—. Me molesta el estómago. —Prepararé un jugo verde, espera —dijo la reina. —Tengo una llamada personal. —¿Un novio tal vez? —pregunta Farah. —Puede ser —Layla se disculpa con los demás y sale corriendo de la casa. Toma la llamada justo antes de que se den por vencidos y escucha a Leonel suspirar. —Hola. —Hola —responde ella. —¿Estás bien? —Lo siento tanto, Leonel. —Lo siento más. —Es el momento del desayuno, tengo que unirme al resto. ¿Te molestaría hablar más tarde? Esperaré todo el día y parte de la noche si me lo pides. —Estaré encantado de llamar cuando me lo pidas. La pareja acuerda una hora y ella regresa al interior, se sienta entre Lorenzo y Kamal. Kamal le pregunta por su caminata. Ella sonríe y explica que ha hecho deporte en todo el mundo, pero Tierra del Sol le resulta simplemente mágico por las mañanas. —¿Te gusta? —Siempre me ha gustado —responde la princesa con una sonrisa en el rostro. —Layla, tu desayuno —La joven le da las gracias a la reina. Eleonor toma asiento y su esposo se pone en pie, les pide a todos que se tomen de las manos y cierren los ojos para orar. Obedientes, repiten la oración que hace el rey y al finalizar él les recuerda una cosa: —Sé que han sido días difíciles para todos, pero ante todo, somos una familia y nuestro deber es apoyarnos y amarnos. No quiero más ataques, insultos, gritos o peleas. Quiero unión y paz en esta familia. ¿Podemos intentar llevarnos bien? —Toda la familia se lleva de maravilla, papá —responde Farah irónicamente. —Farah... —Estoy esforzándome. —Bueno, yo quiero tener un rol más activo y he escuchado sobre la cadena de hoteles y los parques acuáticos en mitad del desierto de Ramil, y los centros históricos religiosos en Azalam. En lo que pueda ayudar, me gustaría formar parte. —¿Qué sabes hacer tú? —pregunta Nala y todas las miradas se dividen entre ella y la princesa. —Sé hacer un poco de todo. Tengo un título universitario en diseño de interiores y decoración, relaciones públicas y otro en historia del arte y teología, y si necesitas algo más, soy una pintora reconocida a nivel mundial. —¿Hace cuanto fue la última vez que ejerciste?—pregunta Nala. —¿Tú eres arquitecta y mamá de tres que persigue al príncipe por el mundo? —Justo a esto me refería —señala Isam—. Tratemos de no insultarnos. —Podrías encargarte de la decoración de las salas VIP —comenta Kamal. —¿Cuántas son? —Aproximadamente 20 salas distintas. —Claro, me encantaría. —¿Por qué todos tenemos que soportar a Layla y quedarnos callados? —pregunta Farah. —¿Tú crees que yo quiero estar aquí, gilipollas? —le lanza su bebida a Farah, quien la mira molesta mientras yace mojada de la sustancia verde en su silla. —Layla —pide el rey. —No. ¿Alguno en esta mesa cree que mi mayor deseo en la vida es estar aquí? —pregunta la princesa—. ¿Creen que me divierte, pedazo de hija de la grandísima puta que te parió? Y la otra zorra mirándome como si fuera mierda. Me tienen harta, mamada estoy de todos ustedes. Este es su jodido reino y su problema. A partir de hoy, velaré por mí y eso significa que me voy. Layla sale del comedor y todos piensan que se trata de un arranque de ira por parte de la princesa, pero ella simplemente toma sus cosas recién compradas y le pide a Vijad que le consiga un vuelo de inmediato, al igual que a su nuevo guardaespaldas. Su asesora no discute, ha pasado solo unas horas en el reino para darse cuenta de que los reyes del sol velan por su familia y su reino, no por ella. El hombre, antes de venir a ver a la princesa, había pedido a uno de sus pilotos esperar a unos veinte minutos del reino, y en tiempo récord, había estado ahí. Cuando el sonido del helicóptero se hace presente, el rey sale de su oficina furioso y va en busca de Layla. Kamal y Elías salen de sus habitaciones y bajan corriendo en busca de la princesa. Layla sube a la aeronave en cuanto aterriza, al igual que sus sirvientes, y cuando el rey sale de su palacio, eleva su mano para despedirse.
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