Las bodas

1194 Words
Layla había soñado con su boda, llena de flores y gente. Siempre pensó que su hermano la entregaría y que estaría emocionada y llena de amor, con la mirada de su padre a lo lejos. Al menos, pensó siempre que sería un día feliz para ella, pero la realidad es que se sentía triste, demasiada tristeza, y viendo al abuelo de Leonel ahí solo pensaba por qué no estaba ayudándole a escapar. —Es un vestido digno de una princesa —comenta Gabriel y le acerca una caja de galletas—. Son las favoritas de Mainvillage, mi mujer ordena un montón para regalar a donde vayamos. La galleta se ve exquisita, está llena de cubos de chocolate, caramelo y tiene ese sabor potente a especias. Ella sonríe y le da las gracias. —¿Por qué no me ayudas a escapar? —A donde quieras que vayas, te van a encontrar Layla. Eso lo aprendí de Isam hace unos años. Él quería escapar de su realidad, tomó a sus sobrinos y se fue al mar. Tres días más tarde, estaban ahí, amenazando con matarle si no volvía, con matar a los niños. Yo... pensé en mi familia. Nosotros cada cuatro años tenemos una opción. Nadie cree que somos dioses ni nada por el estilo, somos gente a la que critican y villanizan, pero al final del día, tú significas mucho más. —No me importa. —¿Qué no te importa? —Si me mata, me da igual. Gabriel mira a la joven frente a él y la puerta se abre. Su esposa y la reina de Tierra del Sol interrumpen con el velo y los zapatos. El presidente Westborn escucha a las dos mujeres emocionadas y animadas por la celebración. Su esposa le propone a Layla comerse esa galleta rápidamente antes de la sesión de fotos. —Hay que darse el gusto, pero estas fotos te perseguirán hasta el día de la muerte. —¿Tomaste mi infusión antiinflamatoria? —Sí, gracias —la princesa sonrió para ellas. Gabriel se siente impresionado por la facilidad con la que había cambiado su actitud, de conejillo perdido a mujer de mundo. La deja a solas y va a conversar con Isam en el corredor. Ambos hombres comparten una bebida y se quedan juntos conversando sobre el futuro de sus naciones. —¿Es necesario para Layla casarse? —Lo es y lo sabes. —Lo sé, sé que es importante para tu reino, pero es importante para ella casarse. Puede volver conmigo a Mainvillage, la protegeremos. Estará aislada por un tiempo y después de que la noticia pase, podemos intentar darle a Layla una vida más sencilla que estar casada con alguien que ama a alguien más. —Gabriel, sin Layla habrá guerra tras guerra. Con ella, aseguramos ambos reinos y evitamos que la asesinen. —Lo sé, pero esa niña ha pasado por mucho. Ha perdido a su madre muy temprano, su hermano acaba de morir y su padre está vivo con máquinas. Es demasiado para ella. —Estamos buscándole ayuda psicológica. —Manténme informado. Es importante para mí saber que está bien. Layla toma algunas fotografías en los lugares donde su madre y las esposas anteriores de los reyes habían posado. Media hora después, se dirige al jardín trasero, el cual está bien decorado. El rey Isam, los encargados del consejo de cada uno de los países y algunos periodistas están presentes. El presidente Westborn toma la mano de Layla y la mira a los ojos. —El país es tuyo hasta el día de tu muerte. Eres reina de Alzalam, Layla. No eres cualquier persona, eres la madre del futuro rey de Tierra del Sol. Necesitas estar casada, pero cuando los dos años del prenupcial acaben, tendrás todo mi apoyo para ir a cualquier lugar o refugiarte en Mainvillage. Incluso, si en unas semanas o meses las cosas se ponen mal, me lo dices y te daré un ejército y todo mi apoyo para que te separes. —Gracias —responde la joven y le toma de la mano. Juntos caminan hacia Kamal, quien recibe la mano de su nueva esposa. Atentos, escuchan la predicación que busca unir y bendecir a ambos países, y reciben la documentación marital. Kamal es el primero en firmar, seguro de lo que está haciendo y por qué lo está haciendo, por su familia y su reino, incluso por Layla. Ella deja el ramo sobre la mesa y toma el bolígrafo, firmando al lado de las firmas de Kamal. Layla mira a su nuevo esposo mientras los declaran marido y mujer. Kamal le da un beso corto sobre los labios y la princesa sonríe. Luego, se dirigen a comer junto a sus invitados, mientras son atendidos hasta que el presidente y su esposa anuncian su partida. Los miembros del consejo se despiden y Eleonor e Isam deciden regresar a su palacio. —¿También te vas? —pregunta Layla. —¿Planeas quedarte? —pregunta Kamal. —Sí —responde Kamal—. Nos quedaremos unos días. —Layla, ¿quieres que contrate a alguien para las bodas públicas? —Es una buena idea —la joven toma la mano del rey y la reina—. Gracias. Layla se disculpa y sube a su habitación, mientras Kamal, Eleonor e Isam comparten algunas palabras. El príncipe reconoce que está un poco preocupado por la reacción de Selene ante el matrimonio al que ni siquiera la invitó. Por otro lado, se preocupa por Layla, quien ha estado deprimida todo el tiempo, pero durante los últimos días la ha notado aún más decaída de lo normal. —Será bueno aprovechar y buscar a un médico. —Claro. —Avísanos si necesitan cualquier cosa. Layla toma varias pastillas para dormir, luego se baña y se pone un pijama. Toma unas dos más y piensa que está haciendo resistencia, así que toma un par más. La idea de una pastilla para dorm ir es cerrar los ojos casi de inmediato. La joven ve los blísteres de pastillas rosadas y decide tomarse un poco más. Escucha unos golpes en la puerta y luego ve una botella grande de vino y otra más. —¿No se supone que no puedes beber eso? —Se supone, pero estamos recién casados y asumo que no voy a recibir sexo. —Absolutamente no. —Vale, siempre hay que intentar. —No te esfuerces tanto —ella esconde el blíster vacío y Kamal le acerca la botella porque las copas le parecen hipócritas. Layla toma un sorbo largo y toma asiento a su lado para que puedan conversar. Layla invita a Kamal a acostarse y conversan sobre los planes de sus hermanos para los tres reinos, cómo volver todo glorioso, fuerte y poderoso. Ella asiente y escucha la pasión con la que Kamal dice las cosas, y se contagia por unos minutos, hasta que finalmente, las medicinas comienzan a hacer efecto. —¿Layla? —le llama Kamal—. ¡Layla! Él intenta hacerla reaccionar, pero ella le escucha muy lejano y se rinde al peso del agotamiento. En realidad, ya no siente nada.
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