La que se esconde

1335 Words
Kamal estaba harto de estar en la cama. Selene estaba ocupada decorando las habitaciones de sus hijos y hermanos con sus propios problemas. Estar en su habitación solo le parecía aburrido, así que decidió dar un paseo por el pasillo de la habitación de la princesa. Vio a los guardias y les preguntó qué creían que estaban haciendo. —Estamos custodiando a la princesa. —Necesito que bajen y me traigan un café n***o, fuerte y solo. Yo me ocuparé de custodiar a la princesa. —Son órdenes del rey. —Soy el futuro rey y les estoy dando una orden. Kamal tocó la puerta y Layla no contestó. Estaba acostada en su cama en silencio, mirando por la ventana que daba al balcón. Escuchó los golpes persistentes y se limpió las lágrimas. Unos minutos más tarde, Kamal entró. —No es bueno preocuparme —dijo en tono ronco de voz. Ella se giró y vio a Kamal—. No me has ido a visitar. —Estoy haciendo una lista. —Soy un tipo sensible —ambos rieron—. Mido el amor, la amistad y la lealtad con base en acciones. En este momento siento que no te importo —la princesa rió. —Puedes estar seguro. La princesa ríe de forma apagada y Kamal se acerca un poco más. —Baruk fue mi mejor amigo durante diez años. Yo escapaba a tu reino y él al mío, y jugábamos como locos en el desierto. Una vez se cayó del camello y se lastimó la espalda. Pensé que había quedado tetrapléjico, pero solo tuvo una inflamación, así que pasamos días acostados viendo televisión, siguiendo las órdenes del médico. Baruk durmió y yo vi tele. —Mi hermano adoraba dormir. Hizo una especie de habitación negra en el palacio y tenía las mejores cosas del mundo para dormir: masajeadores eléctricos, masajistas, ruidos blancos, mantas tejidas a mano, almohadas. A veces cuando llegaba me decía: “Vamos a vivir la vida que merecemos”. Él dormía diez horas seguidas y yo pensaba que era momento de largarme. Kamal le quitó las cobijas y le hizo una señal para que lo acompañara a su habitación. —Tu cama se ve triste, la mía está limpia y huele rico. —A tu mujer no le gustará. —Bien... ayúdame a bajar. —No puedes bajar las escaleras —advirtió Layla. Kamal la tomó de la mano y la usó como apoyo. Los guardias de seguridad vieron al príncipe asustados antes de acercarse a intentar ayudar. Layla ordenó que lo cargaran y advirtió a Kamal que no le permitiría ir más lejos. El hombre se rió, pero no le gustaría enfrentarse a la furia de su esposa o de su padre si la herida se abriera o si tuviera un infarto. Kamal propuso una competencia de “caballo humano” y Layla intentó no reírse, pero él la cargó. Los guardaespaldas corrieron con ellos hasta la habitación de cine con los príncipes a la espalda, los dos sonríen al llegar a su destino. Los guardas se quedan en la entrada del cine esperando. Kamal, que sabía mucho sobre la princesa, pidió varias bandejas de palomitas de maíz y que pusieran algún documental sobre el océano y los animales que lo habitan. Layla parecía encantada por los detalles y dio un sorbo al café. Sonrió, hacía días que no se daba el privilegio de beber algo tan mágico. —Es una buena mezcla. —La familia de la reina es muy cafetera, así que para hacerla sentir como en casa, mandamos traer lo mejor. —La reina se ha adaptado muy bien. —Es una buena esposa y una excelente madre —comentó Kamal. —¿Tú y ella se llevan bien? —Nunca hemos tenido problemas, siempre he estado feliz de que Isam tenga a alguien que lo ame y, sobre todo, que seas tú —la joven aplaudió cuando llegaron las palomitas. Ambos se quedaron en silencio mirándose y ella le agradeció. —Vendrán días mejores. Cuando mis padres murieron, pensé que todo era una pesadilla. Me dolía todo, me horrorizaban todas las cosas. No quise subir a un auto durante nueve meses. Cuando mi hermano falleció, Max, le dije cosas horribles. Estaba dolido y decidí desahogar mi dolor con él. A veces es difícil para mí decir: "Me preocupa tu bienestar, quiero que seas feliz, te amo". Esas palabras me cuestan decirlas y lo único que recuerdo haberle dicho fue que era un maricón. —Ay, Kamal. —Amir, mi hermano pequeño, me mandó a la mierda, y más allá. Maximiliano no... Max estaba muerto. Después de eso mi hermano estaba muerto. —¿Fue un s******o? —Claro, dijimos que fue un infarto en las otras regiones. —Kamal, lo siento tanto. —Es 100% mi culpa, es como si le hubiera jalado la cuerda en el cuello. Baruk hizo muchas cosas malas, pero es tu hermano. Él te amó y tú a él. Tu papá era un fraude, pero te amó y tú a él. Es normal que estés triste. —Gracias. —No tienes que estar sola —Kamal rodeó sus hombros con el brazo. Layla lloró y Kamal se contagió de su tristeza. La dejó llorar y comer palomitas sin decir nada, sin juzgar. Selene encontró a su esposo en la sala de cine. Entró sorprendida para darle sus medicinas. La mujer escuchó el llanto de Layla y se acercó a su lado. Le preguntó qué podía hacer por ella y Layla no sabía hacer otra cosa que llorar. Selene la abrazó con fuerza, le dio un beso en la frente y la sostuvo. —Estoy sola en el mundo y tengo tanto miedo. Todos creen que llevo semanas durmiendo. No puedo descansar, no puedo hacer otra cosa que llorar. —Llamaremos al médico y te darán algo. —Yo creo que lo mejor es dejarte llorar. Llora. Está bien, aquí todos hemos llorado —le prometió Kamal. La dejaron llorar un rato más y su esposa los observó en silencio, angustiada. Unos minutos después, salió de la habitación y regresó con un té, agua y unas pastillas que aseguró eran para el dolor de cabeza y algo para relajarse. —¿Quieres comer? —preguntó Selene. —No... yo solo quiero ir a mi cama e intentar dormir —respondió. —Voy a prepararte algo personalmente —propuso Selene. Estar sola, pero creo que necesitas una amiga y aquí en esta casa cuesta conseguir amigas. Así que iré a socializar. Layla ve a la princesa agradecida y le da un abrazo con los ojos llorosos. Se disculpa para retirarse. Selene reconoce que Layla había visitado un par de veces, pero la princesa cerró un poco su puerta y le dijo en ambas ocasiones que estaba cansada y lo único que le apetecía era dormir. Ella había creído las palabras de Nala y Farah decían, que era muy caprichosa y berrinchuda, y que no querría socializar con nadie del reino si no se hacía lo que decía. —Tu papá me abordó hace unos minutos para hablar sobre Layla. —¿Qué te ha dicho? —Que quería anular su matrimonio con Elías y casarla contigo. —¿Y qué opinas? —La princesa necesita una familia, para amigas menos doloroso ustedes no están enamorados, es una cuestión política, pero al final, estaremos haciendo algo bueno por alguien. —Selene, no acogeré una segunda esposa para tratarla mal. Es cierto, no estamos enamorados, pero tendré que dedicarle tiempo, como cortesía. Tendré que ir a actividades con Layla y la gente espera un hijo con los genes de ambos. No puedo darte una historia maquillada de esto, porque sería respetarlas a ambos. Si acepto a Layla como mi segunda esposa, le deberé el mínimo de atenciones y el mismo respeto que a ti. Selene no parece complacida con la respuesta, pero después de unos minutos responde: —Entiendo. —¿Aceptas, entonces?
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