GENEVIEVE
Anoche, antes de acostarme, le había enviado un mensaje a Dominic diciéndole que esta mañana iría al trabajo en auto, pero que me detendría a comprarle un café, como hacía siempre.
No había recibido respuesta, pero vi que lo había leído, así que lo tomé como su “De acuerdo”.
Después de que sonara mi despertador, Preston se unió a mí para mi ducha matutina. Nos tocamos, nos besamos, nos bañamos y salimos.
Ni siquiera me molestó que no hubiéramos dormido juntos en todo el fin de semana. Se sentía bien esperar a alguien. Se sentía bien ser deseada por algo más que lo que tenía entre las piernas.
—¿Estás lista?—, me preguntó mientras se paraba junto a la puerta principal.
Terminé de ponerme los pendientes y cogí el bolso y las llaves del mostrador.
—Supongo. ¿Me veo bien?
Lle
