GENEVIEVE —Haré que un chófer vaya a tu casa sobre las ocho. ¿Puedes estar lista para entonces? Me tenía apretada contra la pared del ascensor, sus labios rozaban los míos mientras hablaba en susurros. —Puedo conducir sola, señor. Apreté los labios contra los suyos y sentí que su mano me acariciaba la garganta: —¿Qué dijo papá? —Que me recogería un chofer—, le mordí el labio inferior y apreté los puños contra la chaqueta. —¿Princesa tiene algo que decir a eso? Me estaba tomando el pelo, sin apretar del todo sus labios contra los míos. —No, papá. Estaré lista a las 7:45. Ahora, bésame, por favor, señor—, le supliqué. Soltó una risita sombría y me besó suavemente, mientras con la otra mano me acariciaba el culo a través del vestido antes de soltarme cuando sentimos que el ascensor