GENEVIEVE
La gente que estaba junto a la puerta dejó de hablar cuando entré y me sonrojé por la atención.
Y rápidamente vi por qué.
Mi vestido era extravagante, se ajustaba perfectamente a mi figura, tenía un escote en pico y la espalda descubierta. La cola era más larga, pero eso no era la guinda del pastel.
Mi vestido casi brillaba con las luces que bailaban a mi alrededor. Casi iba demasiado arreglada cuando miré a mi alrededor y vi a unas cuantas mujeres con vestidos de seda rosa empolvado, a otras con modestos vestidos de seda azul, pero ninguna con escotes tan profundos como el mío.
Los hombres, sin embargo, parecían no tener ningún problema en mirarme. Algunos se lamieron los labios y supe que se preguntaban con quién estaría esta noche. Incluso los que tenían pareja me miraban
