GENEVIEVE —Buenos días, Genevieve,— Él estaba de pie con la puerta del coche abierta. —Buenos días, Charlie—, suspiré mientras subía. —¿Te encuentras bien? Pareces un poco... —Estoy bien, Charlie, de verdad. Por favor, solo... déjalo estar. Asintió y cerró la puerta y caminó hacia el lado del conductor y se subió. —¿Fue algo que hizo? ¿Llamó y dijo alguna estupidez? Miré por el retrovisor y sus ojos se clavaron en los míos. —No, hermano equivocado—, volví a suspirar y apoyé el codo en la puerta y miré por la ventanilla mientras conducíamos por el centro. —¿Qué hizo Preston esta vez? —Me ofreció un trabajo, un trabajo muy bueno. Debería aceptarlo si sé lo que me conviene—. Le oí resoplar: —¿Puedo darte mi opinión? Volví a mirar por el retrovisor y sus ojos estaban de nuevo en l