GENEVIEVE —Hola, señor Emerson, soy Genevieve. Hablamos por teléfono—, dije mientras le tendía la mano al hombre mayor. —Genevieve, sí. Encantada de conocerle por fin—, sus ojos recorrieron mi figura sin pudor. Tenía unos cincuenta años, por lo menos, y la cara y la cabeza cubiertas de pelo, sal y pimienta. El traje n***o que llevaba le sentaba bien y pude ver que estaba en buena forma. Tenía la piel morena y los dientes blancos y relucientes cuando me sonrió antes de darme la mano y sentarse en la silla junto a la que yo estaba. Era muy guapo para su edad, así que coquetear con él no sería difícil. —Entonces, ¿tú dirigirás esta reunión?—, preguntó, y yo aún no me había sentado porque el dolor seguía siendo demasiado intenso. Casi derramo una lágrima conduciendo al trabajo esta mañana,