GENEVIEVE —¿Qué?—, susurré y sentí que las lágrimas me escocían los ojos. Era imposible. Había visto la prueba, no se puede fingir. Tenía que estar mintiendo otra vez solo para conseguir que me acostara con él. —¿Por qué carajo intentarías mentir sobre eso, Dominic? ¿Estás bromeando?— Sentí que me hervía la sangre. Estaba jugando con mis emociones solo porque quería volver a acostarse conmigo y nunca me había sentido tan asqueada como en ese momento. Su rostro se endureció mientras se inclinaba hacia mí y susurraba con voz ronca: —En primer lugar, princesa, te he dejado salirte con la tuya en muchas cosas estos últimos días, pero eso se acaba ahora. La próxima vez que te pases de la raya o me levantes la voz, te castigaré. Tragué saliva y mis ojos se abrieron de par en par. j***r, me