GENEVIEVE
Se rio ante mi impaciencia y separó mis pliegues con los pulgares antes de lamerme con cuidado desde la entrada hasta el clítoris, rodeando el c*****o con la lengua unas cuantas veces.
—Oh, j***r—, susurré y luego supliqué en voz baja: —Más, por favor.
—Mírame, Genevieve. Mira cómo te lamo hasta dejarte limpia—, dijo en un susurro ronco mientras volvía a acercar su lengua a mí.
Mis ojos se encontraron con los suyos mientras un gemido escapaba de mis labios entreabiertos y, viendo esta escena... viendo esta imagen... fue la cosa más erótica que jamás había visto.
Este director general multimillonario, esta bestia todopoderosa de hombre, de rodillas, entre mis piernas... de repente me sentí tan poderosa.
Lamía, chupaba y mordisqueaba, y yo rechinaba descaradamente en su boca
