GENEVIEVE Al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba cara a cara con él, con una sonrisa en los labios. No llevaba camisa ni zapatos, me di cuenta al mirar hacia abajo. Entonces me di cuenta de que yo estaba, de hecho, completamente desnuda. Y entonces me di cuenta de que tenía los brazos en alto y esposados a una barra por encima de mí. Mis pies estaban sobre una plataforma, separados, con los tobillos esposados a unas barras que recorrían toda la estructura. Estaba desnuda y abierta, todo mi cuerpo expuesto para él. —Dom—, empecé a decir, pero me golpeó el pecho derecho con una fusta. Jadeé y me pregunté de dónde había salido la fusta, ya que no la había tenido en la mano ni un segundo antes. —No hables, Genevieve, a menos que yo te lo diga. ¿Entiendes?—, me preguntó con voz