¿Por qué a mí?

1033 Words
Al despertar me encontraba en el suelo, no tengo ni la menor idea de porque, pero ya estaba levantada, caminé hacia el baño e hice mis necesidades, tenía un terrible dolor de cabeza y un dolor en las partes privadas, estaba en mi período, maldición, me tomé una ducha rápidamente y me puse las bragas para luego poner lo que toda mujer cada mes. Salí del baño y me dirigí a la cocina, ya tenía la boca fresca por la pasta dental, puse en bol cereal y yogurt, encendí la televisión y vi Hora de aventura el capítulo donde Finn se enamora de la princesa flama. Elvis se recostó en mi panza y los dos estábamos muy cómodos, pasaron los minutos y la televisión se apagó, como los cobardes que somos mi gato y yo, nos quedamos congelados, como no paso nada me levanté y revisé la televisión. Mis vecinos comenzaron a hablar afuera de mi puerta, así que salí. —¿Saben lo qué paso? —las miré con simpatía. —Hubo un apagón, Zoe, creo que es mejor que te vayas de aquí. —¿Qué? —Ayer había chicas furiosas buscándote, no queremos que nuestros hijos tengan que soportarlas por tu culpa —la señora Gills me recrimino. —No es mi culpa —me defendí. —No claro que no, es solo que es lo mejor para todos —mierda. —¿Pero por qué? —Zoe, me caes muy bien y a mí hijo aún más, pero creo que sería lo mejor para los mayores de edad. —No puedo irme, no ahora que no tengo empleo —debía demostrar mi lado rudo, pero nunca había sido corrida de un edificio en el que vivo. —Mira, te ayudaré en lo que necesites, pero debes irte lo antes posible. —¿Por qué no se van ustedes? Llevo más tiempo que ustedes en el edificio, váyanse a la mierda —entré a casa y azoté la puerta, caminé a mi habitación y me lancé a la cama, frustración y flojera no se deben juntar, así que mi cuerpo se tensó. —¡Estúpidas señoras! ¡¿qué creen qué soy?! ¡¿Un puto perro?! ¡¿Un puto gato?! —lancé mis cosas al suelo y me quedé estirada mirando al techo. Como lo supuse, mi cuerpo se tensó aún más y no pude moverme por mucho tiempo. —¡Elvis llama a una ambulancia! —mi gato corrió a mí y se acostó a mi lado, si alguna vez necesitas ayuda, no se la pidas a mi gato. Mi móvil comenzó a sonar, no podía cogerlo así que solo dejé que dejara de sonar. Ya cuando se acabó la tensión, comencé a mover mi cuerpo, tomé el móvil y vi 3 llamadas perdidas y 5 mensajes, esperaba que no fuera mamá. 3 llamadas perdidas de '"ricitos de oro" 5 mensajes de voz de "ricitos de oro" Apagué el móvil y pude escuchar gritos, me levanté de la cama y fui al balcón, vi a muchas chicas enojadas, abrí la gran ventana y escuché mi nombre en muchas groserías que no conocía. Pasaron los días y decidí ir en busca de empleo, ya habían pasado mis días estúpidos. Me puse mi mejor remera sin ninguna banda en especial, era roja sin mangas, mis vaqueros negros de cuero y una bandana roja para combinar, ¿es mi idea o estoy cambiando mi forma de vestir? Quizás es por las cosas que han pasado estos últimos días, mi ropa siempre había sido negra y oscura, ni siquiera un poco de azul, o era negra o no era nada, me sentía enojada todo el tiempo y con la necesidad de insultar a cualquier persona que se me acercara y ahora es solo un poco de n***o, lo demás es color vivo y alegre. —¿Qué me hiciste rubia mal teñida? —me puse mis bototos y salí en busca de trabajo, debía sonreír lo máximo posible. Llegué a la planta baja del edificio y me arrepentí, "ricitos de oro" se dirigía al ascensor, creí que estaba de gira. —¡Zoe te necesito! —lo miré por unos segundos y seguí mi camino, no iba a caer a sus brazos fácilmente, pero me era imposible—. ¡Perdóname, por favor! —¡Déjame en paz, rubio! ¡¿Qué acaso no entendiste lo que dije hace unos días atrás en el pub?! —¡Estaba borracho! —¡Eso no justifica que me hayas tratado peor que a una cualquiera! ¡Vete a la mierda! —caminé decida, estaba molesta, quizás hoy no consiga un empleo, pero lo iba a obtener y me marcharía de esta mierda. Al salir los insultos fueron más fuertes, incluso tuve que esquivar algunas cosas que me lanzaban. Tomé un taxi y le di la dirección del centro comercial. Al llegar muchos paparazis llegaron a cegar mis ojos, era una pesadilla de la que quería despertar ahora mismo, los guardias de seguridad me ayudaron a entrar, ni idea de porqué pero se los agradecía bastante, entré a todas las tiendas y ninguna me quiso. La última opción era Starbucks y no quería pensar que me aceptaran. Un chico bastante guapo atendía a esa hora en el mostrador, era de tez trigueña, lentes hípster que a él le quedaban de puta madre, una expansión pequeña pero muy llamativa. —Hola, quisiera saber si están recibiendo gente —el chico me miró y asintió, lo que me temía. Estuve unos minutos frente a frente y luego me hizo pasar, me llevo adentro y dejó a cargo a una chica de cabello rubio. —¿Por qué crees que debería darte un empleo? —No lo sé, solo quiero dinero —sonrió al escuchar mi respuesta y continúo. —Está bien, ¿cómo te llamas? —Zoe Robeen. —Muy bien Zoe, te pondré a prueba unos días, y si eres lo que pienso te daré el empleo. —¿Me pagaras cuando me pongas a prueba? —Si. —Genial, ¿cuándo empiezo? —Ahora si es posible —mierda, ¿por qué a mí?
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