Ese pensamiento despertó su ira. Obligándose a controlar sus emociones, Royce pateó a su caballo y cabalgó por el patio pasando a sirvientes que se detenían a verlo. Descubrió una amplia escalera de piedra en forma de caracol y cabalgó hasta esta, desmontó incluso antes de que el caballo se detuviera, cayó al suelo y empezó a correr por las escaleras. Corrió dando vueltas por las espirales una y otra vez pasando piso tras piso. No tenía idea de a dónde iba, pero pensó que lo mejor era empezar desde arriba. Royce finalmente salió de la escalera en el piso más alto, respirando agitadamente. “¡Genevieve!” gritó, esperando escuchar una respuesta. Pero no la hubo. Su temor creció. Eligió un pasillo y corrió por este rogando que fuera el correcto. Mientras corría, un hombre de repente abrió