4. EL ASCENSO Y LA PELEA.

2323 Words
3 días después del almuerzo se volvieron 5 y luego 6. El tiempo paso y parecía que todo volvía a la normalidad. Emilia, tal como se creía, pasó la prueba con éxito, regresó de nuevo a trabajar y aunque seguía siendo tan elegante como siempre había sido, su ropa estaba cambiado por completo, las faldas eran más ajustadas al cuerpo, los escotes seguían dándole elegancia, pero eran un poco más abiertos a la mirada de los demás. Su maquillaje paso de ser sútil a uno un poco más cargado, sobre todo en las pestañas que se lucían más largas y negras. Y sus labios, esos labios que muchos hombres matarían por besar o tener solo para ellos, eran ahora de un rojo vivo que encendía los pasillos por los que ella iba caminando. —Emilia —llamo Susana la asistente de Patricia, pidiendo permiso para entrar a la oficina. —Sigue, por favor. No muerdo. —Es un formalismo, son modales, no entró sin autorización a ningún lugar. Emilia miró fijamente a Susana intentando descifrar a la chica tan radical como era, casi parecía arrogante y tosca con Emilia, pero en realidad ella solo era fanática de su trabajo y le encantaba hacerlo de manera perfecta, aunque parecía que no era así. Parecía que con cada respuesta atacaba a Emilia, que la despreciaba, pero luego Emilia se dio cuenta que simplemente Susana era así con todos, sus ojos metidos en el celular y su disciplina y atención en el trabajo. —Entiendo —respondió finalmente Emilia—. Sigue por favor. —Estos son los documentos que debes firmar y entregar en Recursos Humanos, el nombramiento se hará en dos días y para ese momento deberás elegir un asistente de esta lista, sus currículums están aquí —Susana colocó sobre la mesa de Emilia todas las carpetas, los documentos que debía firmar y las 10 carpetas que contenían cada currículum dentro de las posibles asistentes—, debes ser cuidadosa con tu elección, recuerda que tu asistente será como tu sobra y debes elegir a alguien con el mismo temple que tu. Tu asistente será un reflejo de ti. ¿Había sido esa una advertencia o un consejo? "Fue un consejo" Se dijo Emilia que siempre buscaba ver las cosas buenas en los demás. Graso error que le estaba pasando factura. La castaña se concentró en revisar el contrato y sus ojos se abrieron de par en par, el sueldo tenía una cifra más grande de la que ella esperaba, al trabajar en el área financiera sabía exactamente cuánto dinero ganaba Gabriel y aunque el sueldo de ella tendía la misma cantidad de ceros, la cifra principal de ella estaba dos unidades por arriba de la de Gabriel. Trago grueso y aunque quería sonreír de emoción, se dio cuenta de que tal vez era un error. —Susana, revise el contrato y creo que cometieron un error en digitación, la cifra... —No, no es un error, ese es el número adecuado, olvide decírtelo, los beneficios tampoco lo son —Emilia movió sus manos ágilmente en busca de lo que hablaba Susana y se terminó de sorprender—. El auto, el apartamento y la seguridad serán entregados el mismo día del nombramiento, ¿tienes más dudas? El titubeo de Emilia la desespero, así que ella contestó por la castaña. —Ya veo que no, adiós. Susana colgó la llamada, mientras que Emilia se quedó con el teléfono en la mano, medio sorprendida, medio aturdida. Sabía perfectamente que el cargo tenía beneficios, los había disfrutado de primera mano mientras estaba con Gabriel, los autos, el conductor, el Pent House, las cenas, las galas, todo de última tecnología. Dos días la separaban de la vida que ella soñaba junto a Gabriel, pero que ahora tendría que vivir sola. O con su madre, si es que ella decidía regresar a su casa, en ese caso, Emilia se quedaría completamente sola y sin nadie con quien disfrutar realmente de todos esos beneficios y salario. ¿Era eso lo que ella había soñado? No, para nada. Pero era lo que tenía, tal vez entonces eso que decían por allí no era tan falso. Una mujer exitosa no puede tener una casita con jardín y llena de hijos, porque una mujer o es exitosa o está en su casa. Y Emilia tenía claro que su corazón por el momento estaba cerrado y el sueño de tener hijos y casita ya no eran una opción. Lo mejor sería dedicarse de lleno a su trabajo y a su nuevo cargo. El día se le fue entre lo que le correspondía y revisar las candidatas para su asistente, descarto un par con solo ver su formación académica, necesitaba alguien a su nivel, listo, inteligente, practicó, pero no tanto como para que la opacara, eso era lógico. Emilia estaba como siempre muy concentrada en su trabajo, era una máquina incansable cuando se trataba de su trabajo, era impecable e implacable, no cometía errores y eso le había dado un ascenso rápido en la empresa, por encima de muchos otros que estaban debajo de ella. La asistente fue elegida y contratada y tanto a la chica nueva como a Emilia se les asignó una oficina nueva, a petición de la castaña pues lo correcto sería que ella ocupara el lugar que era de Gabriel, pero la pobre no podía siquiera pasar cerca de esas puertas porque sentía que se le iba la vida entre recuerdos y dolorosas sensaciones que llegaban a su cabeza y en medio de su pecho, cada beso que allí se dieron, cada caricia, noches enteras trabajando juntos en muchos proyectos para la empresa y también porque no recordarlo, el sexo. Gabriel había sido el mejor sexo de su vida y pasar por allí era tortuoso, por decir lo menos, los recuerdos taladraban, así que abusando un poco de su posición pidió el favor de que le fuera asignada otra oficina. Y Patricia que estaba dispuesta a complacerla en todo, no dudo ni un segundo en mover a cualquier empleado de oficina para asignarle una a Emilia. —Patricia te espera en la sala de juntas, serás presentada ante la mesa directiva y luego irán con los empleados administrativos. —¿Es hora? —Si —Susana respondió sin quitar los ojos de la asistente nueva. Nuevamente Emilia se dio cuenta que había algo extraño con Susana, algo que parecía estar bien o que más bien parecía normal con ella, pero que en realidad no lo era. —Se llama Antonia —Emilia interrumpió la observación de Susana. —Lo sé —dijo con sobrada actitud—, sabes que lo se todo Emilia, todo sobre la empresa. —Claro, eres la mano derecha de la jefa —Emilia le dio una sonrisa simple y ambas se encaminaron a la sala de juntas. —¿Te hice algo? —Emilia no soporto más y al fin preguntó. —¿Perdón? —Es que tu actitud conmigo y... —Es la misma de siempre, sabes que no tengo preferencias con nadie y con nada, no te hagas ideas que no son. —Susana... —Emilia, es mi trabajo, hace parte de mi trabajo ser como soy y me gusta. La castaña hubiese querido replicar algo más pero fue imposible porque las puertas de la sala de juntas se abrieron de par en par para ella, los 10 miembros de la juntas estaban allí esperando por su presencia y eso no incluía a Patricia o Emmanuel. Todos se pusieron de pie, pues la mayoría eran hombres, hombres muy acostumbrados a respetar y a tratar con caballerosidad a las damas. —Buenas tardes. —Patricia, esto tiene que ser una broma —Emmanuel fue el primero en hablar, pero fue ignorado. Dos hombres más lo miraron y luego fijaron sus ojos en patricia. —Sobre sus mesas reposa una copia de la prueba realizada a Emilia, los resultados y el proceso completo, no está aquí solamente por gusto, aunque sea así y no pienso ocultarlo. —El cargo sigue siendo de Gabriel —la voz de Emmanuel parecía más bien una advertencia. —Mi hermano se largo a quien sabe donde, con quien sabe quien a hacer quien sabe que —Esteban que pocas veces se inmiscuía en los negocio tomó parte en la conversación. —Lo dices tu, hijo querido —Emmanuel fue realmente sarcástico. —Lo digo yo, padre. Gabriel se fue y nos abandonó. —Yo... —Emilia intentó hablar, pero una de las pocas mujeres que hacían parte de la mesa se puso de pie mientras leía el informe de la prueba y eso hizo que la atención se fuera en ella. —Según esto, todo está en orden —aclaró y lanzó la carpeta despectivamente sobre la mesa, metió las manos entre los bolsillos de sus finos pantalones de diseñador y encendió un cigarrillo mientras miraba por la ventana—. Sin embargo estoy de acuerdo con Emmanuel, el cargo es de mi sobrino. Isis era una mujer de unos 45 años, de una altura considerable y una voz potente, tenía labios gruesos y amaba fumar, poco le importaba el lugar, inclusive le día de nacimiento de sus sobrinos fumo en la sala de espera sin importarle que casi la sacaran del lugar. —Isis, no te atrevas. —Me atrevo querida hermana, porque puedo. Pocas veces estoy de acuerdo con tu esposo, pero en esto tiene razón. Se necesita de la aprobación de la junta para asignar este cargo a pesar de las pruebas y las entrevistas, entonces si nosotros decimos que no, la niña —dijo refiriéndose a Emilia y luego soltó un bufido—, debe regresar a su oficina. Y si no estamos aquí por otra razón, sugiero que esto se someta a votación de inmediato. Emilia sentía que las lágrimas le quemaban los ojos, estaba a punto de llorar pero no lo haría porque simplemente no se iba a dejar humillar una vez más por esa familia, ya Gabriel había arrastrado el suelo tanto como quiso con ella, pero dos veces no. —De acuerdo —acepto Patricia y sin decir mucho más, uno a uno los miembros de la junta empezaron a votar, al principio fueron 4 rotundos NO, que le daban ventaja a Gabriel. Emmanuel, Isis y otros dos miembros de la mesa. Pero cuando las votaciones llegaron a Esteban poco a poco todo comenzó a pintar diferente. era un sí tras otro de manera consecutiva. —Creo que no necesito seguir... —Si, quiero que todos aquí voten —Emmanuel estaba ardiendo en ira, en furia, no podía creer que su esposa sacará a su propio hijo del camino para darle un cargo tan importante que siempre habían ocupado por linaje a una mujer extraña solo por compasión. —Es un rotundo si, ¿alguna duda, Emmanuel? El hombre guardó silencio y miró a su hijo mayor que estaba sumido en el celular. —Tengo una condición. —No estás en posición de poner condiciones, fue unánime la votación. —Se te olvida un pequeño detalle, mi hijo aquí representa a dos personas y el solo voto por una, aunque se que va a votar de nuevo que si en nombre de las acciones de su esposa Samantha, quiero que sea ella la encargada de ahora en adelante de venir a ser vigilante de sus acciones. —Mi mujer esta bien en la casa, o el club o de compras o donde diablos sea que le gusta estar gastando mi dinero. —No se te olvide querido, que de los dos, la millonaria es ella —le advirtió Isis con un pesado odio en su voz. Ese comentario lo hizo tragar grueso y mirar a los demás miembros de la junta que parecían estar burlándose de él. —¿Por qué? —preguntó Esteban molesto con su padre. —Porque de lo contrario ella —señaló a Emilia—, no podrá hacer parte de esta junta. —La víctima es ella. —Hasta que se compruebe lo contrario y mi sobrino no está aquí para defenderse. —¡¿Defenderse?! —Emilia que había estado en silencio soportando el peso de esa conversación delante de tanta gente importante, no pudo más y estalló—. Fui yo y sigo siendo yo la que cae una y otra vez de rodillas humillada por esta familia y no se porque, pero lo que si se, señora —se puso de pie y tomó entre sus manos la carpeta que poco antes Isis había arrojado sobre la mesa—, es que esta prueba da muestra y fé de que soy lo suficientemente buena y capaz de hacer este trabajo que Gabriel decidió dejar abandonado, tal como me abandono a mi. —¿Por qué? ¿Por qué te abandonó mi sobrino? El nunca deja a nadie atrás. —¡Eso mismo me pregunto cada noche que llego a llorar a mi casa y me pongo su maldita pijama! ¿Por qué me dejó cuando más lo ame? La respuesta fue tan personal como dura, Emilia dejó ver sus ojos cristalizados y sus labios rojos temblorosos, pero se trago todo eso, suspiro y se enderezó. Ese día, luego de esa reunión se prometió no volver a llorar nunca más por un Gabriel que la estaba poniendo contra las cuerdas una y otra vez, menos cuando ella le había entregado todo de ella a él. —Le guste o no, soy la nueva CEO de esta empresa, lo merezco y me lo gané a pulso. Y si tengo que trabajar con Samantha, perfecto lo haré, ella es una gran mujer que admiro muchísimo. Ahora bien, tengo trabajo que hacer, trabajo que Gabriel dejó tirado. Emilia salió de allí altiva, imponente y admirable. Bajo la mirada atónita de muchos y la admiración de otros.
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