—Sube, por favor —Emilia acepto la cortesía y sonrío mientras veía como Alfredo sostenía la puerta para que ella ingresara al lujoso auto. De pronto un par de hombres con cámaras se acercaron demasiado a ellos, empezaron a hacer preguntas de todo tipo y comentarios un poco toscos. Los flashes se dispararon sobre ella y se puso demasiado nerviosa, quedó congelada y en shock con una pierna entre el auto y la otra por fuera. —Sube —esta vez la voz de Alfredo fue una orden. Ella miró a través del cristal del auto y de pronto vio a cerca de 10 hombres rodeando el auto y alejando a los fotógrafos, Alfredo se subió junto a ella y le tomo la mano. —Arranca —ordenó al chofer que sin decir demasiado obedeció. La castaña se dio cuenta que varios de esos fotógrafos corrieron tras el auto y siguie