Parte 4

2473 Words
Han pasado unas horas desde que estoy en la clínica Robinson, ni yo puedo creerlo que termine aquí. Si se lo preguntan, por supuesto que le mentí a Jonathan, una llamada me basta para pagar mi atención, pero he salido adelante con mis propios medios y esa llamada me costaría mis amigos y todo esto que he logrado, además no sé si ya me hicieron alguna prueba que podría descubrir quien soy realmente, estoy súper aturdida, preocupada y desesperada, quiero volver a casa, es decir ya me siento bastante bien y solo tengo un bulto en la cabeza que por suerte cubre mi cabello. Veo hacia la puerta y pensaba la manera de salir de aquí cuando un niño pasó. –Hey niño –alce la voz esperando que me oyera. –Si –regresó a mi puerta. –¿Quieres ganar dinero? –¿Qué debo hacer? –Preguntó el niño, esto fue muy fácil. –Consígueme algo de ropa y te lo daré. –¿Ropa? –dudó. –Si, ropa para ponerme –le aclaré señalando mi cuerpo. El niño movió su cabeza a un lado parecía pensativo y se fue. Pensé que se asustó quiero decir que mujer loca en una camilla de hospital le pediría ropa a un niño pequeño; mi sorpresa fue que un momento después regresó con un vestido grande y unas zapatillas. –Esto –mostró y movió su cabeza a un lado. –Claro, gracias chico. Me levanté y tomé el vestido, le pagué, me dirigí al baño para cambiarme, me queda gigante, pero funcionará para salir. –En serio, gracias –repetí al chico que todavía tenía los zapatos y me incliné por ellos cuando retrocedió. –Son 10 por los zapatos –extendió la mano. –Pero ya te di los 5 del vestido –aclaré. –No es negociable –dice el pequeño mafiosillo. –Vamos chico, tengo que regresar a casa y no ajusto –mentí, estaba cerca del apartamento y podía regresar a caminando. –10 por los zapatos –extendio su mano. –Bien –tome mi bolso sacando el dinero y me da las zapatillas que si me quedan. Caminé por los pasillos tratando de parecer lo más normal, parece que estoy en el tercer nivel, encontré unas escaleras y comencé a bajarlas evitando el ascensor, al llegar a la salida observé a todos lados por fortuna no ví a Jonathan cerca que era el único que me conocía, salí tranquila a paso apresurado y solté un suspiro hasta que estoy fuera de ahí; observé el enorme edificio al caminar por la acera. La Clínica Médica Robinson es un edificio en el centro de la ciudad que por supuesto solo los más adinerados pueden pagar y tiene los mejores especialistas y calidad en medicina. Aún recuerdo la primera vez que vine aquí y quería entrar para llamar a casa y que vinieran por mí, parece que no fue hace mucho y ya paso más de un año. Al llegar a los apartamentos subí las escaleras, pensé que todos estarían trabajando, pero para mí mala suerte me encontré a la señora Thompson que tiene una farmacia en la esquina, no disimulo al mirar mi extraña vestimenta. –Hola señora Thompson –le di una sonrisa. –Hola cariño –se limito a decir al verme. –Que pase usted un lindo día –me sonroje, apresure el paso hacia mi apartamento antes de que alguien más me viera. Solté un suspiro al entrar y recordé que debo matar a Dalia ya que por su culpa me metí en todo esto, ahora no puedo porque debe estar en el restaurante, como dijo Jonathan a descansar, me fui a la cama y no salí de la habitación hasta el lunes para mi turno. * Escuché la alarma y me levanté temprano para ir a trabajar, me vestí con el uniforme y decidí usar media cola intentando ocultar aún el golpe de la cabeza, no mentiré aún tengo algo de dolor, no puedo creer que me haya pasado esto, fue una suerte que Jonathan estuviera ahí, supongo que debo agradecerle, si alguna vez me lo vuelvo a encontrar. Salgo del apartamento al restaurante a esta hora la mayoría de los vecinos sale a trabajar y es común que nos encontremos, caminé por la calle y no puedo evitar sentir un escalofrío al pasar por la esquina en donde paso todo, me detengo un momento cuando los recuerdos reviven en mi mente, respiro profundo y sigo caminando, lo voy a superar, lo he hecho antes y lo haré ahora. Llego al restaurante donde aun no han llegado los demás así que comienzo a limpiar, el turno es tranquilo y aún con pocas propinas lo agradecí porque me siento un poco débil, en un momento que ya había terminado de atender a unos chicos recoste mi cabeza sobre una de las paredes cerca de la cocina, de pronto Paty otra mesera del restaurante se acerca (ella es madre soltera y somos muy amigas incluso le cuido a su pequeña cuando está en apuros). –Lola, el chico de la mesa dos quiere que tú lo atiendas –me dice con una sonrisa pícara. –Claro, voy enseguida – moví mi mano, algunas veces esto suele pasar, los clientes prefieren que alguien en especifico lo atienda y eso significa una buena propina; tomé aire y camine hacia la mesa, a lo lejos puedo ver quién es y me límito a negar con la cabeza, Jonathan está sentado en la mesa tomando café, no sé si sentir enojo vino hasta aquí o sentirme feliz porque también vino hasta aquí a verme. –Sabes… estoy pensando en ponerte una orden de restricción –cruce mis brazos frente de él. –Bueno, no tendría que venir hasta aquí si no hubieras escapado –señaló dando un sorbo a su café. Oh... El escape, no lo había pensado. –Y creíste que me quedaría en ese lugar –bufé colocando mis manos en mi cintura. –Lo que no creí fue que le robaste la ropa a la señora Stevens de 60 años –se burló con una sonrisa en el rostro. –¡Oh por Dios! Ese pequeño diablillo –reclamé sin pensarlo –. Tengo su ropa y puedo devolverla. –Tranquila, todo se solucionó a excepción de tu seguimiento –comentó sacando su billetera. –Estoy bien, tome analgésicos, descanse todo lo que pude en casa y hasta hoy estoy trabajando –comenté moviendo mis manos. –Pero debes llegar para que te revise y así estar más tranquilo –extendió una tarjeta gris con su información. –Estoy bien, no necesito ningún chequeo –afirme y rechace la tarjeta. Me observó por unos instantes y luego bajo la tarjeta a la mesa. –Bien, entonces vendré todos los días, parece que el servicio aquí es muy bueno –sonrió nuevamente. Este tipo se la pasa sonriendo y me hizo preguntar si no le queda tiesa la cara al final del día. –Bien, iré mañana después de mi turno –tomé la tarjeta gris con su información. –Entonces te veré mañana –susurro cerca de mi oído antes de irse y yo le puse los ojos en blanco. En serio que el tipo tiene buena pinta, pero parece un acosador. * Al día siguiente no me quedó de otra que después de mi turno en el restaurante dirigirme a la Clínica Robinson y preguntar por él. Entré a la clínica y las puertas con sensores se abrieron, me dirigí hacia la secretaría observando lo limpio y estético que es aquí, es como entrar a otro lugar totalmente diferente del que se ve allá afuera, hay una señora en un cubículo con muchos papeles y al mismo tiempo intentando contestar el teléfono y atiendo personas solo pensé en la pobre señora intentando hacer todo a la vez. –Hola, buenas tardes –saludé, pero la señora está tan ocupada que no me escuchó, así que volví a repetir aclarando mi garganta –. Buenas tardes. –Bienvenida a Clínica Médica Robinson, ¿en qué puedo servirte? –Habló la señora apresurada y muy impaciente. –Si, disculpe, busco al doctor Jonathan Robinson –comenté un poco nerviosa. No me gustan los hospitales o todo lo que tenga que ver con medicina, agujas y sangre. –¿Tienes cita previa? –Preguntó cambiando su rostro mucho más serio cuando mencioné al médico. –No, bueno no lo sé, me dijo que vin…– estaba diciendo, pero la señora me interrumpió porque tenía mucha prisa. –Escucha niña, no tengo tiempo para esto, si vienes a consulta toma un número y espera tu turno –señaló y agarró unos papeles. –No es eso, es que él me dijo que viniera –conteste. –Cómo dije niña sin cita previa no hay consulta y no tengo tiempo para que todas las niñas pregunten por el jefe –tomó el teléfono y continuó con sus ocupaciones; entonces reaccione 'Clinica Robinson y doctor Jonathan Robinson'. –Soy una tonta –susurre agachando mi cabeza. Un médico con cabello castaño y ojos avellana, alto, se acercó algo coqueto. –Necesitas que te atendamos, hermosa –me habló intentando colocar sus manos en mi cintura por lo que retrocedí. –No, estoy bien, en realidad ya me iba –reaccioné dando un paso atrás. –No necesitas esperar, yo puedo atenderte personalmente –insistió dando un paso adelante. –No, ya es tarde, muchas gracias –me negué. Doy la vuelta hacia la salida pensando en que le pasa a los médicos de esta clínica, voy distraída en mis pensamientos y huyendo del médico pervertido que no me doy cuenta que choque contra el dorso de un hombre que me sujeto con sus manos en los hombros para que no cayera al suelo. –Hola Lola... ¿ya te ibas? –Escuché la voz y levanté la vista... es Jonathan. –Bueno es que vine a buscarte pero… –dí la vuelta y veo a la señora corriendo con varias tareas –. Pero esa pobre señora se ve muy ocupada que no quise interrumpir –me excusé volviendo a mirarlo. –Te veo más tarde –le habló una doctora que estaba a la par de Jonathan que ni siquiera la había notado y no se porque si realmente es muy elegante y bonita. –Claro doctora Johnson –se despidió Jonathan. –Bien, vamos Lola –me indicó para que lo siguiera, todas las personas lucían tan bien vestidas, incluyendo pacientes y personal que me sentí un poco incómoda con mi sencillo uniforme del restaurante y me hizo recordar cómo era todo antes cuando vivía con mi madre. Llegamos a un consultorio que en la puerta decía: Jonathan Robinson MD. Abrió la puerta y se hizo a un lado haciéndome una seña para que entrará, era una oficina médica. –¿Cómo te has sentido estos días? –Pregunto cerrando la puerta. –Bueno, he tenido leves dolores de cabeza –Respondí con sinceridad. –Toma asiento por favor –señaló una silla que está cerca –. Has tenido náuseas o mareos –preguntó acercándose y viendo mis ojos con una luz. –No –respondí sintiéndome un poco incómoda por su cercanía. –Te examinaré dónde está la lesión –dice y yo asentí, por lo que hizo a un lado mi cabello y sentí sus manos en mi cabeza. –¿Te duele? –Preguntó tocando el golpe. –Solo un poco –contesté viendo hacia abajo. –Está mañana tuviste que pasar por ahí, ¿no es así? –murmuró suavemente, sentí que la respiración me faltaba al escuchar su pregunta. –Si, es mi camino al trabajo –escupí apretando mis manos. Se separó y caminó hacia el escritorio. –No deberías trabajar tan noche, puede ser peligroso –se acercó a su escritorio. –Llevo tiempo con la misma rutina y jamás me había pasado –comenté acomodando mi cabello, sentí su mirada sobre mí. –Está bien, parece que has mejorado, así que toma unos analgésicos para el dolor y colócate algo de hielo –mencionó finalmente; escribió en un papel y me lo dió. –Sí –tomé el papel y me levanté de la silla hacia la puerta, en eso recordé lo que había dicho está mañana –. Y Jonathan. –Si, dime –habló detrás de mí. –Gracias por todo. Creo que no sonó como quería decirlo, porque estoy un poco nerviosa, pero realmente agradezco que él estuviera esa noche para ayudarme, nunca nadie había estado para mí en el pasado, tal vez mi hermano, pero lo absorbía demasiado su trabajo que casi no compartíamos tiempo. –De nada Lola, me alegro ayudarte –contestó suavemente. De pronto el médico del mostrador pasó y me vio. –Veo que decidiste quedarte, hermosa –dice vivazmente, pero se dió cuenta que Jonathan está detrás, aclaró su garganta diciendo –. Buenas tardes doctor Robinson. –Buenas tardes doctor Jones –escupió Jonathan viéndolo fijamente y él siguió su camino. –Te acompaño a la salida –me sonrió, me sorprendió la forma en que cambio su gesto tan repentinamente. –Esta bien, si recuerdas que se dónde está la salida –bromeé recordando que había escapado hace un par de días. –Mejor te acompaño el doctor Jones puede regresar –camino junto a mí, me pareció que bromeaba, pero lo dijo un poco serio y sentí la necesidad de contarle. –Es un poco cariñoso –comenté evitando la palabra pervertido –. Cuando llegué me lo encontré en el mostrador y... –Y por eso parecía que ibas huyendo de la clínica –terminó por mí y comencé a reír. –De verdad fui muy obvia –seguí riendo. –Bastante –respondió casi llegamos a la salida y no sabía que decir para despedirme. –Bueno –aclaré mi garganta –. Gracias de nuevo y lamento haber escapado. –Esta bien, te veré pronto Lola –Se despidió y regreso a adentro de la clínica mientras yo seguí el camino hacia mi apartamento. En el camino reaccioné en sus palabras al despedirse te veré pronto Lola, hay no, peor si regresaba al restaurante con su odiosa hermana, no me importaría verlo a él, pero mi paciencia tenía un límite, bueno la verdad no creo que eso pase, estamos tan cerca y parece que tenemos diferentes mundos, además a mí me gusta dónde estoy ahora; al llegar al apartamento me fui directo a mi habitación me recosté en la cama esperando nunca volver a esa clínica, me dí la vuelta para descansar un rato.
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