Mi semana paso con tranquilidad, bueno, a excepción que las chicas del restaurante pasaron un interrogatorio sobre quién era el dios griego que me buscaba porque Paty les había contado sobre Jonathan cuando vino a buscarme y siendo sincera no quería contar la historia sobre aquella noche, la única que sabía lo sucedido es Dalia y se guardó el secreto.
A la siguiente semana me toco los dos turnos de noche y no me he percatado que aún estoy un poco temerosa por lo ocurrido, por suerte ya era tarde y Denis, el chico que atiende la parte del bar aún está porque hay una persona bebiendo, seguí limpiando el área del restaurante y espere a que Denis saque al tipo y podamos irnos.
Me siento en una de las mesas y Denis me sonríe al verme esperándolo, él es un chico muy gracioso aunque hemos convivido muy poco porque casi no nos encontramos en los turnos, pero nunca le falta una oportunidad para soltar uno de sus chistes, ser muy atento y agradable, finalmente el cliente sale del restaurante y salimos.
Comienzo a cerrar la puerta del restaurante, pero se me dificulta porque me tiemblan las manos y trato de controlarme.
–Hace un poco de frío esta noche –mencionó Denis mientras sigo luchando con la cerradura.
–Si es cierto –murmuré manteniendo los ojos en las llaves, mordí mi lengua con los dientes intentando controlar mis nervios.
–Sabes, creo que llevamos bastante tiempo trabajando aquí y no hemos hablado mucho –comentó Denis, pero las llaves se me resbalan de las manos y caen al piso, suelto un suspiro, mientras Denis amablemente las recoge.
–Gracias –tomé las llaves y continúe con mi lucha –. Y eso es cierto, supongo qué es porque nunca estamos en los mismos turnos –expliqué logrando cerrar y solté otro suspiro cerrando mis ojos con alivio.
–Supongo, sabes de… –Denis no terminó de hablar porque lo interrumpió una voz detrás de nosotros.
–Otra vez tarde, Lola –escuchamos la voz al darme la vuelta noté a Jonathan.
–Así es el trabajo –coloqué mis manos en la cintura –. Además... ¿Tú qué haces aquí?
–Estoy de turno en la clínica y fui por unas golosinas –me mostró sus manos –. ¿Quieres que caminemos juntos? –sugirió viendo de reojo a Denis.
Lo observé un momento pensando si debería aceptar, finalmente dí un suspiro de alivio porque no tendré que irme sola a mi apartamento.
–Está bien, vamos casi al mismo lugar –contesté –. Hasta mañana, Denis.
–Hasta mañana, Lola –se despidió Denis que camina hacia su auto porque él vive retirado.
La brisa de la noche era bastante agradable y el cielo está despejado, por la hora no se encuentra nadie alrededor, eso al principio me daba paz, pero ahora no lo sé.
–¿Y cómo has estado? –preguntó Jonathan tratando de hacer conversación.
–Supongo que bien, ya no tengo el golpe –toque mi cabeza.
–Eso me alegra.
–¿Y tú cómo has estado?
–Muy bien, siempre trabajando –contestó viendo la suela de sus zapatos, tiene un actitud bastante peculiar.
–Debe ser agotador trabajar toda la noche –mencioné con una mueca.
–Te acostumbras después de un tiempo y puedes recuperarte con pequeñas siestas –respondió.
–Entonces puedes dormir en el trabajo –me burlé.
–Si, puedo dormir en el trabajo –soltó una pequeña risa.
Me gusta como sonrié, giré la vista hacia la calle intentando no ser tan obvia, me detuve un instante al pasar cerca del lugar donde ocurrió todo; aprieto mis manos, las imágenes vuelven a mi mente, respiro profundo y continúo.
–Escucha… Si aún te afecta deberías hablar con alguien, puedo darte el número de un amigo –comentó al ver mi reacción.
–No, yo… estaré bien, solo… solo necesito tiempo para superarlo –respondí.
–Está bien, pero déjame caminar contigo hasta donde vivas –sugirió cuando llegamos a la clínica.
–O no, está bien yo sigo –hablé moviendo mis manos, no puedo dejar que me acompañe hasta el apartamento, si me gustaría, pero no puedo molestarlo tanto.
–Déjame acompañarte aunque sé que no te gusta pedir ayuda –insistió.
–¿No tienes pacientes que atender? –Le recordé que está de turno.
–Es muy tarde, solo hay emergencia y si alguien llega, me llamarán.
–Está bien, vamos –caminamos juntos siguiendo con la conversación hasta la puerta del edificio, le agradecí por acompañarme hasta los apartamentos aunque ahora él es quien regresaría solo a la clínica, nos despedimos y entré rapidamente al edificio.
*
Los demás días en d**k's Restaurant fueron más tranquilos, tengo que admitir que caminar ese día con Jonathan me ayudó mucho a superar el miedo y en lugar de recordar una horrible noche donde corría y me golpeaban, ahora recuerdo una noche teniendo una plática agradable con Jonathan, aunque no tenía que hacerlo me acompañó hasta el apartamento, apenas lo conozco, pero me siento bien a su lado.
El jueves fue mi siguiente turno vespertino, salí un poco más temprano el día fue bastante tranquilo, para mí sorpresa al salir me encontré a Jonathan afuera del Restaurante, estoy pensando en que excusa me dará ahora, porque no trae su habitual ropa de médico ni golosinas. Al contrario tiene una camisa azul a cuadros con un pantalon café que no se le ve nada mal.
–¿Debería preocuparme si me acosas? –pregunté sonriendo.
–No es acoso si me dices el día que saldrás tarde –respondió, recordé que la otra noche le mencioné algo sobre la turnos, pero no creí que me estuviera escuchando.
–Vamos –se acercó y me sacó de mis pensamientos.
–Es muy tarde y puedo notar que hoy no te tocó trabajar –comenté mientras comenzamos a caminar.
–Puedo salir a caminar –encogió los hombros con esa simple respuesta, lo observé por un instante y decidí no protestar, aunque no sé porque lo hace, me había gustado hablar con él la otra noche. Continuamos hablando el resto del camino y sin darme cuenta ya estábamos frente al apartamento.
–Sabes no te he visto antes y ahora te apareces por todos lados –curioseé llevando el dedo de mi mano hacia su pecho.
–¿Y eso te molesta? –sonrió por mi comentario y levantó su mano tomando la mía.
–Aún no lo sé –mordí mi labio y cerré uno de mis ojos.
–Aún no lo sabes –repitió, por un momento pensé que me tiraría de mi mano para acercarme, pero solo pasó su dedo por la palma de mi mano y la soltó con un suspiro –. Entonces, la dejaré que descanse y lo piense mejor señorita Smith –me sonrió de una manera peculiar.
Este hombre si que me confunde por un momento pareciera que me coquetea y después toma otro rumbo.
–Gracias por acompañarme –murmuré un poco nerviosa mientras jugueteé con mis dedos –no tenías que hacerlo.
–Me gusta hacerlo –respondió. Una sonrisa nerviosa salió de mí, asi que me despedí y entre al apartamento.
*
Es martes y mi día de descanso, es muy extraño el día en que me toca descansar y estar libre de la universidad, así que decidí pedirle el auto a Dalia para ir a la playa y relajarme un poco.
Tome el carro y pase una mañana agradable en la playa, me relaje y me broncee, casi a medio día me quite que traje de baño y me vestí con un short azul con una blusa blanca floja para regresar, decidí almorzar en la ciudad porque la comida en la playa es muy costosa por los turistas que vienen.
Casi llegando a la ciudad el auto empezó a disminuir su velocidad con humo en el frente.
–No, no, no, vamos no me hagas eso –reclamé, mientras muevo el timón hasta que finalmente me rendí y me estacioné para dejar pasar a los demás, maldije bajando la cabeza en el timón.
Salgo del auto y destapó el frente, no veo nada por la gran cantidad de humo que sale y no tengo idea de que hacer, además que por no comer en la playa el hambre comienza, regresó al asiento del conductor y coloco mi cabeza sobre el timón quedándome un rato ahí hasta que escuche tres golpes en la ventana y levantó la vista.
–Esto tiene que ser una broma –murmuré al ver a Jonathan en la ventana, baje el vidrio avergonzada.
–¿Estás bien? –pregunto al ver al frente del carro y los rayos del sol llegando.
–Bueno, al parecer a mi auto le gusta joderme el día –reproché saliendo del auto.
–Echaré un vistazo para ver si se puede arreglar –dice abriendo el capo.
–Cómo quieras –escupí y me recosté en la puerta.
–Definitivamente necesitas cambiar esta pieza –señaló a una parte del motor del carro, que no tengo idea de lo que se trata.
–¡Demonios! –coloque mi cabeza sobre el carro, pero la retiré rápidamente porque está caliente.
–No te preocupes, llamaré a un amigo, traerá la pieza y podrás continuar –habló limpiándose las manos.
–No, está bien, lo arreglaré después, tengo que saber bien –titubeé esperando que no preguntará.
–¿Saber qué? Esto es lo que hay que hacer o ¿no confías en mí? –reclamó.
–No es eso, de acuerdo –tartamudeé.
–¿Entonces?
–Qué no se cuánto va a salir –escupí apenada, es cierto tengo que llamar a Dalia, qué es lo que pensé hacer antes de que llegará Jonathan y luego llamar a una grúa para que se lo llevarán.
–Mi amigo me debe un favor, está bien –dice Jonathan –. Déjame ayudarte.
Se alejó con el teléfono en el oído, no logré escuchar lo que decía, hasta que regresó.
–Bueno dice que vendrá en una hora, así que tendremos que esperar –mencionó.
–¡Una hora! –alce la voz, pero me calmé cuando entendí que me está ayudando –. Bien, esperaré –concluí agachando la cabeza.
–Vamos –señaló caminando hacia su auto.
–¿A dónde? –pregunté moviendo mis manos.
–Vendrá en una hora y no nos quedaremos aquí bajo el sol, cierra tu auto y vamos, hay una tienda por aquí cerca –señaló a la carretera.
–Bien –solté un suspiro de mala gana comenzando a caminar, me detengo al ver a Jonathan quitándose la camisa mientras camina a su auto, este chico le hace honor a su apodo de dios griego, tiene los músculos marcados y no puedo evitar recorrer con la mirada su abdomen hasta que subí a su rostro y tiene una sonrisa cinflona, una furia se apodera de mí sabiendo que lo hace a propósito. Así que algo molesta me dirijo al asiento del pasajero de enfrente y me siento viendo a la ventana.
–Curas personas y también sabes de autos, hay algo que no puedas hacer –mencioné cuando estamos en el auto antes de que arranqué para irnos.
–Bueno, trabajé en un taller mecánico hace unos años y todavía lo recuerdo –respondió con simpleza encendiendo el auto y salir de ahí.
Tenía razón, cerca hay una gasolinera con una tienda, entramos y compramos algo de comida y bebidas.
–¿Y por qué alguien como tú tendría que trabajar en un taller mecánico? –Escupí sin formular bien mi pregunta hasta que me di cuenta que no es lo que quiero decir.
–No tuve dinero desde que nací Lola, mis padres murieron cuando era joven y tuve que trabajar para mantener a mi hermana –comentó con un tono relajado.
–Lo lamento, yo no quería… –entonces me interrumpió.
–Descuida, eso fue hace muchos años.
–Si, pero has logrado mucho desde ahí –comenté.
Es verdad que no todos los ricos habían nacido así, muchos han trabajado duro para ganarse todo lo que tienen ahora, se podría decir que yo soy afortunada por nacer en una familia adinerada y poderosa. Sin embargo, nunca había hecho nada en 25 años viviendo con mi madre, comenzaba algo y si se me dificulta no lo terminaba y la mayoría de las veces actuaba por impulso sin un plan o tan solo pensar en las consecuencias que traerían mis acciones. Aquí está Jonathan que con tantas dificultades había logrado estudiar lo que más le gustaba y colocar un negocio por su cuenta y para ser sincera yo había logrado más en este último año sin nada que con todo en mis años pasados.
–Si, así es, trabajé muy duro, ahorré lo suficiente para estudiar medicina y en un par de años coloque la clínica con la ayuda de unos benefactores.
–Wow, es una increíble historia –me asombre y mi mente seguía dando vueltas.
–¿Y qué hay de ti? –preguntó viéndome a los ojos.
–Bueno… bueno, no mucho en realidad –respondí moviendo mis manos un poco nerviosa, por alguna razón Jonathan me hacía sentir así –. Yo huí de casa hace un poco más de un año y cuando no tenía a dónde ir, d**k me dió algo de comida y un empleo en donde conocí a Dalia y vivo con ella –hablé rápido un poco incómoda y esperando que no preguntará porqué me fuí.
–Supongo que también es una gran historia –comentó aún con su leve sonrisa.
–No lo creo, aún me falta mucho –suspiré.
–Pero comenzaste bien –me animó.
Continuamos hablando de otros temas, mientras esperamos a su amigo; es muy fácil hablar con él y no es el tipo de persona que se avergüenza de su pasado, aunque viéndolo no creo que nadie se atreva a preguntar.
Una hora más tarde sonó su teléfono y regresamos al lugar donde está mi auto, el mecánico ya está aquí; cambió la pieza sin cobrar nada, porque mencionó que no era nada por su amigo Jonathan, asi que supuse que trabajaron juntos en el pasado.
–Muchas gracias de nuevo –agradecí antes de irme.
–De nada Lola y deja de estar problemas –se burló.
–Que bueno que estás para salvarme –sonreí.
Nos despedimos y seguí mi camino al apartamento, ya es muy tarde y estoy agotada por el día que tuve.
Dalia está en casa decidí no contarle nada porque al fin de cuentas el problema del carro se solucionó y de verdad quiero ir a dormir y no estoy lista para un interrogatorio, además al día siguiente tengo que ir a trabajar. Así que decidí ir a dormir.