Lección

2020 Words
—¿Ah si que no te casaste? Y se supone que debo felicitarte o darte el pésame. —No tengo razones para mentir, ¿qué ganaría? Así que no tengo idea de dónde sacas que me casé. —Mira, eso ya no tiene importancia. Si tuviste una boda o no, no es asunto mío, Belial —contesté, sin interés alguno—. Cada uno es dueño de sus acciones y destino, tú tomaste un camino y yo otro. Las cosas no cambian por el hecho de tener un papel firmado, y creo que eso sí lo entiendes, ¿verdad? Con una frialdad que conocía de sobra, está vez ni siquiera parpadeó, se mantuvo erguido como si estuviera congelado. —Por supuesto que entiendo, una firma jamás hace la diferencia, sobre todo cuando lo dice aquella persona que se victimiza, pero resulta ser peor que al que acusa. Fruncí el ceño, siendo yo quien le sostuvo la mirada con la indignación creciendo en mi ser. ¿Cómo se atrevía? —¿Qué tratas de insinuar? —¿No es obvio? —apoyando su peso en el escritorio, acercó su rostro al mío—. ¿Cuánto tiempo estuviste de amante con el muerto, antes del divorcio? Porque es extraño que te hayas casado tan pronto como los papeles llegaron a mi abogado. —Eso no te importa, además no tengo que darte explicaciones. Volviendo a enderezarse, sonrió con arrogancia. —Está bien, no es necesario que hables, ya tengo mi respuesta. —Ah, ya veo. Elladrón piensa que todos son de su misma condición. Muy gracioso —dije, soltando un par de carcajadas—. Está bien, supongo que las personas piensan lo que quieren creer, perfecto. Y ya que terminaste de dar tu descargo, ¿podrías dejarme trabajar en paz? —fui lo más educada posible, en verdad ni yo reconozco la paciencia que tengo, ya le hubiera lanzado hasta la silla, pero creo que todos los obstáculos me han enseñado a tomar las cosas con calma y no perder la razón ante la mínima provocación. —¿Acaso me estás echando? —Pues eso es lo que intento, pero estás pegado a mi piso como una mosca a un pastel. Mira, yo solo estoy aquí para hacer mi trabajo, si tienes algún problema, habla con tu abuelo, fue él quien me pidió que aceptara, ya que cierto presidente ha dejado al borde de la quiebra una marca que tenía el mejor prestigio. El rostro de Belial se endureció, sus ojos parecían querer saltar. —No hables de algo que no sabes —dijo con voz profunda y seria—. Tú no… Hablaré con el abuelo, no es posible que hayas venido a burlarte de mí para demostrar tu odio y resentimiento por lo que ocurrió en el pasado, ¿qué pensarán los demás? Soltando un largo aliento, relajé mi postura. Él era como un adolescente enojado. —Odiarte no es parte de mi trabajo ni pasatiempo, y si algo he comprendido, es que no importa lo que los demás piensen de mí. Dentro de todo he aprendido a ser feliz con lo que he logrado, y eso no lo hubiera conseguido si hubiera seguido a tu lado. De modo que puedes estar tranquilo, tu presencia no despierta absolutamente nada en mí. El punto a esa conversación fue dado, y por esta vez él pareció comprenderlo. Sin decir una sola palabra, se dio media vuelta y salió de mi oficina. —Ay señor… —exhalé—. Hay personas que pueden llegar a ser intolerantes. Me di cuenta que la puerta no estaba cerrada, así que me dirigí a hacerlo, mas cuando estaba por hacerlo, oí la conversación de aquellas empleadas que me habían recibido. —Es ella ¿verdad? —dijo una emocionada por el chisme. —Yo creo que sí, ¿has visto cómo salió el jefe? —agregó la otra. —Desprendiendo testosterona… —afirmó la más alta, mordiéndose los labios. —¡Por amor a Dios! No estoy hablando de eso, aunque… Sí, el jefe está como fruta madura, listo para morder. —Para morder y llevar, ese cabello azabache perfectamente peinado, sus ojos en tono azul claro, su nariz recta, sus labios rosas, dentadura perfecta, esa incipiente barba que quiero tocar, el mentón cuadrado, sus fuertes hombros, todo ese cuerpo tallado en madera dura y resistente… Ay… solo pienso en lo que hay debajo de ese traje y me tiemblan las piernas. —Oye, ya cálmate, estás entrando en calor, y apenas es de mañana. Deja tu mente traviesa para tus sueños nocturnos, su ex esposa puede oirnos. —Que envidia haber tenido la oportunidad de probar a tan exquisito hombre. Si yo me hubiera casado con él, ni muerta lo suelto. Tosiendo ligeramente, hice notar mi presencia, a lo que ellas giraron con rapidez. —S-señora… —Ya que están todas juntas, necesito que vayan a finanzsd y me traigan el presupuesto usado en el último desfile, necesito saber con cuánto podré disponer para la realización de un próximo proyecto. —Eh… S-sí, por supuesto ahora mismo —asintieron de inmediato, moviéndose torpemente de un lado a otro. Al regresar a mi asiento, inevitablemente sonreí ante las ocurrencias de esas tres empleadas. Bien, la belleza física no se podía negar, pero como tal, eso es temporal. Así como un vestido; podría verse hermoso por fuera, pero si no estaba hecho con buenos materiales, este no duraría nada. Para que algo funcione y sea duradero, se tenía que trabajar arduo, solo de ese modo, se podría asegurar que el producto era bueno. —En fin… —tomé mi celular, procediendo a llamar a alguien que necesitaba—. ¿Zia? ——————————— POV Belial Con paso seguro y sin detenerme, entro a mi oficina, dejando caer mi cuerpo sobre la silla. —Mierda —gruño, haciendo puño con mis manos sobre el escritorio—. ¿Por qué? —Belial, tengo la gráfica de las ventas de esta semana, siguen cayendo y… ¿Pasa algo? —Lárgate, Carter —digo, ignorando su pregunta. —Parece que alguien está enojado, será que eso tiene que ver con cierta mujer de mirada misteriosa. Levantando mi rostro, enciendo el ordenador frente a mí. —¿Te parece poco haberme llamado estúpido en medio de su presentación? ¿Ya nadie me tiene respeto? Riendo como un idiota, se sentó sin tener mi permiso. —Bueno, ya sabes lo honesto que soy. No acostumbro a mentir solo para agradar. —Pues tu honestidad te va a costar tu trabajo. Dedícate a hacer tu labor como empleado y no te metas. —Entonces sí estás enojado. —¿Te parece poco? Ella ha entrado frente a mis narices, y yo no he podido hacer nada. Ahora mismo debe estar burlándose de mi ineptitud. —Si te consideras inepto, no ayudas mucho. —Haces otro comentario como ese, y no respondo. —De acuerdo, trataré de ser imparcial, pero miralo del lado bueno. Ana, es una mujer con gran prestigio por sus creaciones. Bercelli resurgirá de la cenizas con su ayuda. Hemos tenido suerte de que ella acepte. Nadie se arriesgaría tanto, después de la embarrada que dejaste. —Menos mal que eres imparcial. —Bueno, ¿qué quieres que haga? No voy a mentir. Al César lo que es del César, y ella es una mujer exitosa. —Mujer, mujer… No dejas de alabarla, ¡será que te gusta! —Es guapa, lo admito, pero no la veo de ese modo, además no olvides que estoy casado. —Casado con el Diablo —fue mi turno de golpear, a lo que él solo asintió. —Ojalá pudiera negarlo, pero mi matrimonio es un infierno con la hermana de Ratja. Solo la soporto por nuestro hijo. —Un hijo que no es tuyo —agregué. —No de sangre, pero yo lo crié. Conozco al pequeño desde que estaba en el vientre de su mamá. —Pero eso no quita que no sea tuyo. Ella solo utiliza el cariño que le tienes a su hijo para no darte el divorcio, ¿acaso no te das cuenta? ¿Y se supone que yo soy el estupido? —Lo mío es diferente, Belial. Amo a ese niñ0 como si fuera mío, en cambio tu no has podido librarte de Ratja. No hay hijos entre ustedes, pero no eres capaz de romper un compromiso con promesa de matrimonio desde hace cinco años. —Ella perdió a un hijo, entiende que eso no es fácil. Para mí también fue un golpe duro. Un ser inocente pagó por mis actos, yo no podía dejarla sola. —¿Entonces la amas? ¿Cumplirás tu promesa de casarte con ella? Mi silencio abundó. —Ya veo. Dime una cosa, ¿qué hubiera pasado si Ana hubiera estado embarazada? Hubieras dejado que se fuera tan fácilmente. Tu mismo me dijiste que tu visión sobre ella estaba cambiando, y que tu abuelo les obsequió esa cabaña para que disfruten juntos, donde no creo que solo hayan ido a contar estrellas. —Ya fue suficiente. No me hables del pasado. —Muy bien, no te molestaré más. Sigue con tu tormento. Carter se fue, pero la mención de la cabaña me trajo recuerdos. Pensamientos que estaban tan frescos como una pintura recién hecha. Al cerrar mis ojos, era como trasladarme a ese momento. Ana aferrándose a mis hombros y pidiéndo que la toque como en meses no lo hacía, restregando sus pechos a mis pectorales, buscando mis labios con los suyos, todo eso con las mejillas rojas por haber bebido unas copas de vino. "Hazme el amor, Belial, por favor tómame en tus brazos y acariciame, hazme el bebé que deseas. Amame, te lo pido". Y así ocurrió, yo no era de piedra, sus movimientos sugerentes me llevaron a tomarla en ese mismo instante. Sus gemidos de gozo llenaron la cabaña; ruidos que solo eran apagados cuando nos besabamos o cuando yo besaba su cuerpo, para dejarla al borde de la locura y éxtasis, acabando siempre en el mismo resultado, una explosión que liberaba para su vientre. Acto que se repitió en los siguientes días que permanecimos en esa cabaña. Éramos como dos animales en celo. El llamado desde mi celular, hizo que abriera los ojos, obligándome a contestar. —Cariño mío —dijo ella con actitud exagerada. —Dime Ratja —respondí, mirando a la pantalla de mi ordenador. —Estoy con tu abuela, ¿y adivina qué? —¿Qué? —respondí sin emoción. —Ella va a donar una gran cantidad de dinero para la empresa. Dice que con eso podrás recuperar parte de lo invertido en el último desfile, ¿no te parece genial? —Ratja… —Cariño mío… Hago tanto para verte feliz, ¿cuándo nos casaremos? Tu abuela está ansiosa, ¿no crees que deberíamos darle ese regalo? —Escucha, ahora no puedo responderte, estoy muy ocupado, ¿sí? Y tú también deberías estar trabajando, tu tiempo de vacaciones terminó. Todos estamos trabajando en medio de una crisis. —Pero yo también estoy trabajando, he conseguido que tu abuela… —Hablo del trabajo que se realiza aquí en la oficina. Ya suficientes problemas tengo como para soportar que no estés asistiendo a tu puesto. —Belial, ¿estás de mal humor? ¿No era hoy el día que se presentaría esa diseñadora? La que tu abuelo comentó ¿O es que los dejó plantados? Porque de ser así, yo puedo pedirle a mi hermana que… —No, ya hiciste mucho con esa última ocurrencia que terminó en esto. De ahora en adelante solo voy a seguir mis propias ideas. Colgué tras haber hecho mi descargo, y fue justo cuando entró el responsable de mi mal humor de esa mañana. —Belial… —Excelente jugada abuelo, trajiste a mi pesadilla viviente, ¿qué tratas de lograr? —Que utilices el cerebro, y al menos aprendas algo de lo que es ganarse las cosas con mérito propio.
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