Ahora estoy divorciada

La paciencia no es una virtud mía, y ya llevaba más de doce minutos esperando a que la susodicha que había anunciado la junta directiva, apareciera. —¿Qué clase de broma es esta? —dije con amargura, golpeando la mesa con mi puño—. ¿Y se hace llamar profesional? —Cálmate Belial —me pidió uno de los accionistas que estaba en esa reunión—. Nuestro último desfile ha sido un fracaso, las pérdidas en material e insumos han sido millonarias. Ella es la única capaz de sacar esta empresa del lodo. De repente, las puertas de la sala de juntas fueron abiertas por la secretaria, quien parándose a un lado, anunció la llegada de quien supuestamente nos sacaría de este problema mayúsculo. Con rabia me negué a mirarla, mas apenas ella dio un paso, un aroma en particular ingresó a mis fosas nasales. —Gardenias… —musité incrédulo, levantando la cara con sorpresa, para encontrar delante de todos nosotros a esa particular mirada de dos colores; verde y azul—. Ana… Habían pasado cinco años desde que nos divorciamos, desde que unos ojos llorosos me miraron con dolor y reproche, pero que finalmente firmó los papeles, sin embargo, ahora todo era distinto. —Que belleza, escuché que estuvo casada, pero que el marido la dejó. —Que sujeto tan estupido, yo estaría encantado con una esposa así de hermosa, parece una Diosa —eran uno de los tantos comentarios que murmuraban los integrantes de la mesa directiva que yo dirijo. Mis ojos estaban fijos en ella, era como si fueran atraídos por una clase de magnetismo, y al parecer no era el único. —¿Qué hace ella aquí? —murmuré apartando mis pensamientos, con el ceño fruncido, siendo escuchado por mi único amigo. —Creo que ella será parte de la directiva, por lo tanto es la salvación que esperábamos —contestó, conteniendo la risa. —¿La conoces? —le preguntó el otro sujeto, quien no dejaba de sonreír como retrazado. —Por supuesto. —¿Y el jefe? —quiso saber. —También, de hecho, él es el estupido ex esposo.